domingo, 30 de diciembre de 2012

El Odio de Westboro

Personas de diversas tendencias, en Estados Unidos, han llevado adelante una campaña de recolección de firmas con la finalidad de que la autocéfala Iglesia Bautista de Westboro sea declarada como un grupo de odio. Resulta que esta congregación, condenada por casi todas las demás comunidades evangélicas a causa de la actitud de sus dirigentes y miembros, se ha hecho conocida por ir a protestar a los funerales de personas conocidas de la sociedad norteamericana, levantando pancartas que los tachan de pecadores, gritando a viva voz las supuestas desviaciones que habrían cometido e insultando a sus deudos por rendir responso a sujetos que de manera inevitable acabarán en el infierno. En ese marco, piquetes de integrantes de esta congregación han llegado a estar presentes en los sepelios de soldados estadounidenses muertos en combate, aseverando que tales fenecimientos son la consecuencia de una nación que ya no restringe a los homosexuales y ha optado por el relajamiento moral y la tolerancia religiosa. No obstante, la gota que colmó el vaso se dio tras la reciente masacre estudiantil de Newtown, cuando un puñado de estos individuos irrumpió en el velatorio de los niños asesinados para señalar que Adam Lanza, el responsable de la matanza, había sido enviado por Dios como un recurso desesperado para conseguir que los gringos se arrepintiesen de sus fechorías, añadiendo que "nuevos tiroteos se producirán".

Tan sólo con mencionar el último comportamiento, uno puede darse cuenta del nivel de equivocación -rayano en lo criminal- al cual ha llegado esta comunidad bautista. Que además resulta contradictorio con su propio discurso, al menos si analizamos algunas de sus conductas anteriores. En junio de 2011, a propósito de la muerte de Ryann Dunn, actor del programa televisivo Jackass, quien sufrió un accidente de tránsito tras una juerga que incluyó grandes cantidades de alcohol, los de Westboro arribaron a su funeral para insistir en lo de siempre: que era un pecador y que ahora ardía en el infierno, y que los demás asistentes a sus exequias también se estaban condenando por recordar en términos positivos a alguien que no lo merecía. Pues bien: al parecer a estos cristianos tan observantes se les olvida que las Escrituras consideran al homicidio como una acción igualmente e incluso más despreciable que los excesos y la irresponsabilidad. Pues, en poco más de un año, escupen sobre la tumba de un disipado, pero alaban al asesino de veintiséis personas, entre ellas veinte niños -y que aparte cometió suicidio-, en circunstancias que la Palabra es bastante resistente como para que pueda ser modificada en un lapso tan pequeño de tiempo. Una opinión así recuerda esa teoría que asevera que Judas se encuentra en el cielo sentado prácticamente al lado de Jesús, pues fue pieza clave para concretar un supuesto plan divino que considera inevitable la crucifixión. O retrotrae a la película "Seven" donde un sicópata tortura y ultima de manera salvaje a unos ciudadanos que según él representaban la encarnación de los denominados "siete pecados capitales".

Ahora bien. Algunos han dicho que Dios es amor pero a la vez fuego consumidor. Es preciso aclararles a quienes han acudido a tan oportunista muletilla que se encuentran demasiado lejos de los pecados de los miembros de Westboro. Quienes, es probable que tengan las más buenas intenciones al intervenir y molestar a los asistentes a los sepelios con sus diatribas. Tal vez muestren un grado de sincera desesperación al otear a tantos sujetos llorando tras el féretro de un condenado, y felicitándolo por las acciones que efectuó en vida, porque lo más plausible es que esos acompañantes estén siguiendo el ejemplo dado por el occiso y por ende acabarán en el infierno también. Entonces, bajo esa tesis, lo que intentan es un esfuerzo extremo por llevar el mensaje de salvación y de ese modo conseguir que al menos un desviado se arrepienta, ya que después de todo ésa es una de las labores esenciales de cualquier creyente. Sin embargo, queda a la vista que se trata de una pésima determinación cuyos resultados nunca dejarán de ser contraproducentes. Con la cuestión del averno, que es más un vómito oral que una auténtica y provechosa predicación, generan el rechazo de los deudos quienes en su mayor honestidad se sienten objeto de una provocación, espetada además en el peor momento posible, cuando se está despidiendo a un ser querido fallecido. Fuera de que, en el caso específico de Newtown se están invirtiendo los destinos póstumos de cada involucrado, al acusar a las víctimas -varios de ellos niños menores de diez años- de corruptos y en cambio sindicar a su asesino como un "enviado", término que es sinónimo etimológico de ángel, ni más ni menos. ¿Suponen que se puede replicar la muerte de los primogénitos, acaecida en el Egipto faraónico, mucho antes del periodo de la gracia, y destinada a una tropa de incrédulos esclavistas y martirizadores? Leyendo la Biblia, queda claro que eso no volverá a pasar.

No obstante, y como por lo demás acontece en varios casos similares, acá el asunto no se remite a una iglesia autónoma. Los de Westboro han llegado a estas conclusiones impulsados por su formación, que de seguro comenzó en otras congregaciones y continuó con pastores y líderes que no manejaban la totalidad de la información y por ende no estaban preparados para enseñar. En cuantas comunidades hemos escuchado aquello de que "se condenó por sus pecados" cuando fallece alguien desconocido en circunstancias poco pacíficas. Ha sucedido, por ejemplo, en los asesinatos de homosexuales o de cualquier otro ciudadano víctima de los grupos de intolerancia, donde los hermanos, tras lamentar lo acaecido, empero no dejan de agregar que no importa mucho porque igual el agredido sufrirá la condenación. Como siempre, estos supuestos bautistas sólo tornan visible una conducta que se halla soterrada en el corazón de muchos cristianos y en el diario existir de las más diversas denominaciones. De idéntico modo se produce con la Iglesia Universal del Reino de Dios o Anders Behring, autor de la matanza de Noruega el año pasado. El problema es cuando tales asuntos salen a la luz, porque entonces caemos en la cuenta de que nos perjudica pues la gente común tiende a meternos a todos en el saco.

martes, 25 de diciembre de 2012

La Biblia Rosa

Opiniones encontradas ha generado la aparición de la "Queen James" ("Reina Jaime" o "Reina Jacobo") en los países anglosajones: una versión de la Biblia que pretende adaptar el mensaje de las Escrituras a la comunidad gay. En el texto, aquellos pasajes que condenan la homosexualidad sufren una suerte de re interpretación, estimulando su comprensión de acuerdo al contexto histórico y social en el cual fueron escritos. Pero la traducción pretende ir más allá y cuando el argumento del anacronismo no es del todo convincente, simplemente omite, mutila o modifica el versículo problemático. Son casos muy puntuales, hay que admitirlo; no obstante están ahí. Y por supuesto que los grupos cristianos, incluso los más moderados en estos temas, no se han resignado a guardar silencio frente a estos detalles.

Dejemos a un lado aquello de que "quien altere una coma o una tilde de la Palabra será condenado por la eternidad", ante todo porque esa actitud entre aquellos que redactaron esta "Reina Jaime" -quienes además se han mantenido en el anonimato- es más que evidente y ni siquiera es necesario acudir a las citas bíblicas para demostrarlo. Centrémonos, más bien, en un asunto que constituye parte esencial de la ética universal al momento de enfrentar a culturas distintas de la cual uno ha sido formado. Cualquiera sabe, o al menos tiene la noción, de que mutilar un libro es igual que destruirlo o quemarlo, y que ambas actitudes son atentados aberrantes al patrimonio de la humanidad. Es muy parecido al debate que se suscitó durante el siglo XX respecto de la censura cinematográfica, donde muchos consideraban que cortar escenas de una determinada película equivalía a prohibirla, inclinándose finalmente el sentido común por esta última opción. Y cuando se trata de una obra ancestral -a propósito de que el cine sólo cuenta con poco más de cien años- y que con justicia se ha ganado el respeto tanto de los ciudadanos pedestres como de los estudiosos, el crimen se torna aún más abyecto. En tal contexto, se acepte o no, la Biblia es un legado inmenso con un peso incalculable y no sólo en los aspectos religiosos -que a sus escritores en realidad son los que menos les interesan-, que por sí mismo es capaz de hundir a todo aquel que busca modificarla en favor de sus gustos personales. Es un acto tan grave como el que los musulmanes afganos efectuaron contra las estatuas de Buda allá por 2001, o los que diversos ejércitos invasores han acometido contra las estructuras de los pueblos que han tratado de someter. Algo que deberían tener en cuenta los homosexuales, que han reclamado padecer por siglos un trato represivo y silenciador de parte de colectivos que precisamente se han justificado mediante las Escrituras.

Ahora, si la controversia se reduce al ámbito de la interpretación, los problemas, aunque menores, igual no pueden dejar de considerarse. Los textos antiguos han sido objeto de estudios rigurosos y tras varios análisis científicos, se han extraído conclusiones acerca de su contenido que si bien no tienen por qué ser definitivas, cuando menos resultan consensuadas. La Biblia no ha sido la excepción, y en dicho marco no es necesario ceñirse a las conclusiones dogmáticas del magisterio católico (varias de las cuales han sido desmentidas por lo demás). Al contrario, desde hace dos siglos han proliferado las traducciones "con criterio científico" entrando algunas en abierta contradicción con las doctrinas esenciales de ciertas iglesias o hasta del cristianismo mismo, como la excelente y absolutamente recomendable "Biblia de Jerusalén". Incluso existe una disciplina del conocimiento que se dedica a estas prácticas, la exégesis, que aunque cuenta con una rama religiosa y otra secular, ambas mantienen muchos puntos en común. Pues bien: la mayoría de los analistas, también los más escépticos, coinciden en admitir que en las Escrituras la homosexualidad es rechazada de inicio a fin y que nada que pueda hacer el más hábil de los escribas logrará ocultar aquello. Además, en la historia se han dado casos de personas y hasta conspicuos eruditos que, también después de que muchos colegas han llegado a afirmaciones contundentes, no obstante prefieren la aventura individual y se lanzan a conclusiones de carácter netamente individual o antojadizo. Sus pares respetan tales opiniones, pero no dejan de agregar que representan un pensamiento heterodoxo personal alejado de la línea convencional.

Lo de "Queen James" es un nombre que parodia a "King James" una traducción de la Biblia efectuada en Inglaterra gracias a la insistencia de los reformados, y que está identificada por el rey de entonces, quien la aprobó. Se dice que dicho monarca era un observante riguroso del cristianismo, pero a la vez corre el rumor de que mantenía relaciones homosexuales en secreto. Es quizá el subterfugio de los colectivos gay para terminar afirmando que las condenas hacia su actitud fueron emitidas por maricas encubiertos, incluso dentro de la historia bíblica. No deja de ser la misma interpretación antojadiza que hemos denunciado en este artículo aunque a los creyentes les debiera ser motivo de reflexión. ¿Cuantas veces se ha aseverado, en defensa de un autor que llevaba una vida privada ajena a lo que se podía identificar leyendo sus obras, que los lectores se deben atener al contenido de éstas y no desviarse en aspectos que son más propios de la farándula vulgar? Consecuencia, señores gay. Consecuencia

domingo, 16 de diciembre de 2012

Al Señor Rogando y Con Las Armas Apuntando

Tras la masacre escolar de Newton, para variar en Estados Unidos, personas ligadas a las más diversas confesiones cristianas coincidieron en señalar como principal y por ende exclusiva causa de este ataque al sostenido relativismo y relajamiento moral que la sociedad norteamericana ha venido experimentando en las últimas décadas, que entre otras consecuencias, ha significado el progresivo alejamiento de los ciudadanos de las iglesias y las denominadas "cosas del Señor". Incluso Bryan Fischer, fanático líder de la extremista American Family Associaton -una de esas tantas organizaciones de padres y apoderados que a diario fastidian a los miembros de la comunidad educativa con sus sermones acerca de los "valores elementales"-, declaró que las veintisiete víctimas de Adam Lanza, entre las cuales se cuentan veinte niños, se suscitó debido a que "Dios no los protegió porque en las escuelas ya no se reza" y que el Padre "es un caballero".

No tenemos por qué perder el tiempo en una afirmación tan infame como ésa, resultado de un nivel de insensibilidad que se halla cerca de cualquier cuestión menos del mensaje del Mesías, emitida por alguien que, citando las palabras de Pablo, tiene "cauterizada la conciencia", en esta ocasión con un conservadurismo patológico que ninguna relación tiene con la práctica social del cristianismo. Sin embargo, es preciso revisar la historia para así aclarar algunos asuntos. Para comenzar, el derecho a portar armas, conocido en Estados Unidos por sus orígenes como segunda enmienda constitucional, fue establecido prácticamente desde la independencia, siendo ya practicado de manera consuetudinaria en la época colonial. Incluso su antecedente directo es una ley británica -ya derogada- que data de 1689, y que, interesante acotación, estaba restringida sólo a los evangélicos, el mismo credo que arraigó en la nueva nación americana, que profesaban los líderes de la emancipación, que fue casi exclusivo durante su primer siglo de existencia y que mantuvo su supremacía hasta la mitad del siglo pasado. Quienes impulsaron esta iniciativa no eran ateos, musulmanes o budistas precisamente. Sino que seguidores de Jesús reformados y bastante puritanos. De hecho, el actor Charlton Heston, que por años presidió la Asociación Nacional del Rifle, se hizo conocido tras interpretar a Juda Ben Hur y a Moisés en "Los Diez Mandamientos".

No se trata de hacer una apología de aquella secuencia animada del documental -ya que estamos hablando de cine- "Bowling For Columbine" de Michael Moore, que de modo irónico explica el mismo relato citado en el párrafo anterior. Tampoco de responder al fuego con fuego, en el sentido de combatir una opinión unívoca como la del nombrado Fischer con un argumento de idéntica naturaleza, en una reducción propia de quienes prefieren defender sus convicciones personales antes de aportar elementos positivos al debate. Es un hecho que las dos explicaciones -el derecho a portar armas y la pérdida de normas de conducta que pese a las críticas que se le pueden formular son útiles en determinados casos- son válidas junto a varias más. No obstante, frente a la evidencia histórica se torna necesario efectuar algunas correcciones y entregar algunas acotaciones, con la finalidad de que determinadas personas no acaben cayendo en un abismo sin fondo a consecuencia de su falta de información. En tal sentido, si un hermano honesto pero que carece de los dominios intelectuales suficientes, de pronto oye opiniones como la del presidente de la American Family Associaton, a quien además tiende a creerle por un asunto de afinidad ideológica, puede terminar actuando de manera equivocada y ocasionar en forma inocente pero significativa, un alto nivel de daño en sus semejantes.

Y la evidencia dice, con total seguridad, que es gracias a determinaciones tomadas por cristianos de culto semanal -a veces diario- que en Estados Unidos existe hoy una completa liviandad respecto del empleo de las armas de fuego, relajamiento que por cierto no se ve en otros aspectos de la sociedad norteamericana -al menos desde el punto de vista del cuidado que ponen sus dirigentes-. La conducta de Lanza pudo haber sido el resultado del aumento del relativismo, pero es innegable que junto a esa probable causa hay que añadir el aporte que los propios seguidores de Jesús han efectuado.

                                                                                                                             

domingo, 9 de diciembre de 2012

Turquía en el Sofá

Una división gubernamental de Turquía acaba de multar a un canal de televisión de ese país por exhibir un capítulo de "The Simpsons" que según el ente regulador ofendía a Dios. La decisión ha ocasionado sentimientos encontrados entre los cristianos. Algunos han llamado la atención respecto de que uno de los Estados de mayoría islámica que más se la ha jugado por el laicismo y por entregar una imagen de modernidad en términos de la relación entre religión y sociedad, haya optado por una actitud de censura, acto más cercano a la moralina y por su intermedio al oscurantismo, que además atenta contra la libertad de expresión. Pero por otro lado, un número muy significativo de creyentes del camino ha aplaudido la medida, recalcando el hecho de que un territorio musulmán se aparta del integrismo que caracteriza a esas naciones dándole una lección a los seguidores de Jesús, que no se atreven a frenar las intenciones de burla contra su fe que surgen en sus propias zonas de origen.

Lo he sostenido antes y lo continuaré recalcando. Aunque al grueso de la población le parezca lo contrario, The Simpsons es una visión derechista y conservadora de la sociedad norteamericana. Moderadamente, medianamente, con la capacidad de ofrecer innovaciones y entregar elementos nuevos -lo que es bastante decir en estos sectores del pensamiento humano-; pero conservadora y hasta reaccionaria al fin. En tal contexto, la serie no constituye una fuente de ataques contra la religión. Puede que exista una intención de provocar a simple vista a quienes no son capaces de observar más allá o se contentan con la primera impresión -entre quienes se cuentan, por cierto, muchos fanáticos religiosos-, pero nada más. Incluso, los personajes más devotos de algún credo, como el evangélico Ned Flanders o el hinduista Apu, son retratados como excelentes personas, honestos y muy bondadosos, aunque incomprendidos por quienes los rodean. Más aún: en la mayoría de los capítulos en los cuales alguna clase de fe ha sido puesta en entredicho, son los detractores de ella quienes resultan mal parados. Por ejemplo, y ya que nos referimos a un país islámico, aquel episodio donde Homer espía a una familia de musulmanes recién llegados a su barrio, ya que tiene sospechas de que cometerán un atentado terrorista, cuando en realidad el jefe de hogar ha sido contratado por un estamento público para demoler un puente. Quienes sí son puestos en ridículo son quienes arriban con movimientos de carácter espectacular que ofrecen un evangelio liviano o que se presentan como una propuesta innovadora cuando en realidad es una simple oquedad armada para beneficio del líder, como sucede con los Movimentarios o en aquella ocasión en que Barth crea su propia iglesia. O bien, se advierte del anquilosamiento de determinadas instituciones que no responden a las necesidades de los mismos fieles, como acaece con el reverendo Lovejoy, que por cierto es  una muestra muy demostrativa de lo que le está aconteciendo a algunas congregaciones tradicionales.

Es por eso que la actitud de aquellos cristianos que dan vítores a lo obrado por las autoridades turcas -y que es preciso recalcar: lamentablemente no son pocos- debe ser motivo de preocupación. Primero porque se trata de un acto de censura y ya sabemos, por la historia y la misma Biblia, que el mensaje no ingresa en las conciencias a base de prohibiciones. Pero lo que es peor: es que uno de los argumentos empleados para apoyar esta decisión radica en el intento de Ankara por acercarse a Europa y al primer mundo dando muestras de laicismo. Ya que Turquía se encontraría lejos del comportamiento más que confesional de otros Estados musulmanes, entonces las determinaciones de su gobierno, incluyendo los intentos de censura artística y de inhibición a la libertad de expresión, no estarían motivadas por el fanatismo extremista sino por una búsqueda de mayor civilidad, en este caso, para evitar un probable aumento de la influencia de sectores supuestamente más libertinos, blasfemos y que aborrecen la religión. Es decir, la defensa de estas proscripciones estaría motivada en el hecho de que se inspirarían en una conducta cercana a la modernidad occidental. Sin embargo, resulta que ese pretendido progreso social hace saltar a algunos en un pie porque en realidad es semejante a una nación cristiana que se regiría por los "valores tradicionales" que por cierto fueron la directriz de las legislaciones del primer mundo hasta la década de 1950, y que hoy son un anhelo de varios que tratan de reimplantarlos aprovechando el aparente impulso conservador -en términos morales- que suelen generar las crisis económicas. Bajo tal predicamento no hay que ser ingenuo, porque los mahometanos alaban al mismo Dios de los cristianos, aunque de una manera tan diferente que arrastra a pensar que nos hallamos frente a divinidades distintas. Y a partir de esa conclusión, tenemos que las tierras de Ataturk dan la impresión de estar acercándose a los preceptos de los seguidores de Jesús, y enmendando el rumbo acerca del camino desviado que representa el islam. Siendo la expresión más demostrativa de ese proceso de redención una decisión característica del cristianismo más rancio.

The Simpsons no es South Park. Aquella serie plagada de chistes que van del ombligo hacia abajo la cual sí ataca a las religiones en su misma esencia. Y que por eso, a sus creadores en efecto se les puede achacar el que se les haya hecho el ano -por usar una expresión que pertenecería sin más preámbulo a un guion de los dibujos de papel lustre- y  optasen por no emitir un episodio donde su burlaban del islam por las amenazas que estaban recibiendo. Eso claro que constituyó una gran decepción y un acto de cobardía inaceptable. Pero la situación es diferente en la familia amarilla, que más bien condena la religiosidad malsana que cubre con prejuicios la falta de una doctrina contundente -defecto muy común en las iglesias evangélicas norteamericanas y latinoamericanas, por lo demás-. En ese sentido es comprensible que Homer y su prole acaben quedando como unos tontos al momento de abordar estos temas, pues se contentan con asistir al culto los domingos pero no se atreven a elaborar una investigación exhaustiva de su fe, lo cual los arrastra a cometer evidentes errores cuando tratan de opinar sobre algo que no comprenden, incluso el propio cristianismo que siguen. La verdad es que hay más irreverencia en aquel segmento de Animaniacs donde Slappy Squirrel le hace la vida imposible a la serpiente del paraíso, que en todas estas bombitas juntas pensadas para un "público adulto" -término empleado, de todas formas, en el exclusivo sentido de la edad. Por eso aquella serie es la mejor desde 1990  en adelante.

domingo, 2 de diciembre de 2012

Muñeca Para Amamantar

Una fuerte polémica se está suscitando tanto en Estados Unidos como en las islas británicas la comercialización de una muñeca que tiene la particularidad de que puede simular un amamantamiento. Si la propietaria desea entrar en el juego, debe colocarse un peto de flores a la altura de sus pezones, y luego acercar al juguete hacia su cuerpo, el cual emite los sonidos característicos de los bebés que están recibiendo pecho. Incluso, la niña después debe ayudar a su "hija" a botar los gases, pues en caso contrario ésta se echa a llorar. El aparato, que se vende en primer mundo aprovechando la cercanía con la Navidad, ha sido defendido por su fabricante español como una manera de acercar a las más pequeñas a la "magia de la maternidad". Pero agrupaciones de padres, tanto cristianas como seculares, han rechazado de plano la iniciativa, otorgándole calificativos como "raro", "aterrador" o "desagradable".

No es necesario reiterar aquí un hecho que, más que comprobado por la ciencia, es una perogrullada de sentido común: el niño observa el entorno y tiende a imitar las conductas de los adultos. Los juguetes de muñecas incluso se basan en esa premisa, buscando incentivar en las pequeñas la maternidad, en el caso de aquellos  que tienen formas más cercanas a los bebés, o en su defecto impulsándolas a imitar cánones de belleza occidentales, como sucede con las famosas -o para algunos mal afamadas- Barbie. Son, si le otorgamos un trasfondo ideológico al asunto, elementos de cuño conservador, que representan una manera de inculcar valores tradicionales a los infantes, en este caso de género femenino, a quienes se les regalan estos objetos con el propósito de que desarrollen los roles que la sociedad le asigna a una mujer tipo. En tal sentido puede resultar comprensible el alegato de las asociaciones de padres vinculadas a los "valores de orden familiar" en contra de la innovación presentada por la empresa española, ya que ésta ha cruzado un límite, no de lo permitido o aceptable, sino en el marco de lo que ofrecía esta clase de entretenimientos. Pues hasta la fecha nadie había creado un bebé plástico que se pudiese amamantar, y es algo que en realidad nadie se espera (por eso constituye noticia). Y para una persona de corte tradicionalista, no acostumbrado a esta clase de sorpresas -y quien además está por su formación predispuesto a rechazarlas- que de repente aparezcan sin siquiera haberlas imaginado le resulta chocante.

Sin embargo, por la tangente llega otro argumento en favor del rechazo a esta clase de inventos. Se trata de quienes insisten en que el niño debe desenvolverse dentro de las exigencias propias de su edad y que iniciativas de este tipo contribuyen a adelantar de manera artificial su proceso de crecimiento. Para quienes opinan de tal modo, una muñeca con estas características estaría forzando a las pequeñas a llevar adelante labores propias de mujeres adultas que sólo se pueden comprender a determinada edad. Partiendo por el acto mismo de amamantar, que implica descubrir los senos para entregar la leche materna al lactante, lo cual en muchas ocasiones una madre debe hacer en público (y que en el pasado, ha ocasionado controversias en las legislaciones de algunos países, por el asunto de la moral y las buenas costumbres). Toda vez que los pechos tienen una carga sexual importante, cuestión que no debiera involucrar a menores de doce años que ni siquiera los han desarrollado; entrando a tallar aquí un asunto relacionado con el potencial abuso infantil y la pedofilia. En resumen, las mamas son útiles para alimentar al recién nacido pero a su vez son un factor de atracción física, y lo último en términos cronológicos suele acaecer antes que lo primero. Una fémina con criterio formado comprende esto, pero una niña no, y es en este punto donde se debe observar que la inocencia no implique un factor adverso.

Queda, respecto del razonamiento expuesto en el tercer párrafo, una pregunta en el aire respecto al adelantamiento del crecimiento lógico de los niños, en el sentido de que el incentivo prematuro de la maternidad no acabe derivado en un caso de embarazo adolescente. Precisamente, una de las causas de la preñez joven, entre otras desde luego, suele encontrarse en el adelantamiento de la pubertad que se ha venido suscitando en el último tiempo, lo cual igualmente ha expuesto a los infantes a un mayor riesgo de abuso por parte de adultos malintencionados. Además está el asunto de inculcar en forma excesiva y morbosa los llamados roles tradicionales de género, en una época en que está luchando de manera denodada contra tales prejuicios. Bueno: esto no significa que haya que ponerse detrás de las agrupaciones de padres norteamericanos y británicos que han reaccionado, la verdad, con bastante histeria. Se pueden extraer conclusiones positivas de estos juguetes, aunque es preciso atender a todas las variantes y consecuencias que pueden ocasionar.

domingo, 18 de noviembre de 2012

La Hija del Predicador Islámico

Varios medios de comunicación cristianos han difundido, durante los últimos días, la noticia de la detención de Faihan al-Gameri, conocido predicador televisivo musulmán, de origen saudí, equivalente en esa religión a lo que en su momento fueron importantes evangelistas electrónicos como Rex Humbard o Yiye Ávila. El cargo: haber torturado hasta la muerte a su hija de cinco años, al parecer por contradecirlo. La pareja se había separado y la niña vivía con su madre, pero un acuerdo entre ambos cónyuges le permitió a su padre mantenerla durante unos cuantos días. Tiempo que el progenitor decidió aprovechar para encauzar a la pequeña en las enseñanzas del islam más integrista, y así contrarrestar la influencia acaso más "liberal" que su ex esposa, con su sola conducta, habría estado ejerciendo en ella. En este marco es en donde se habrían producido las situaciones de maltrato, con los horrendos resultados ya descritos.

El hecho ha servido para que una vez más un puñado importante de cristianos, algunos con amplio poder mediático y económico, resalte las supuestas características negativas del credo mahometano, e insista en que sólo se trata de una religión de odio que promueve el crimen, el terrorismo, la discriminación por género y el regreso al oscurantismo. Una actitud bastante paradójica, por decirlo de un modo suave. Pues a esos mismos hermanos, en varias ocasiones, se les ha escuchado pronunciarse en favor del castigo físico como manera más eficaz de corregir a los hijos, llegando a reforzar su postura recurriendo a aquellos pasajes del Antiguo Testamento en los cuales se les exhorta a los padres a golpear a sus vástagos hasta matarlos si fuere necesario de no enmendar su conducta; es decir, comportarse de forma similar a como lo hizo este infame clérigo musulmán (dato anexo: el Corán recoge una serie significativa de preceptos provenientes de la Torá, entre los que se cuenta justamente este asunto de la agresión como principal medida de formación). Y muchos de ellos se sienten orgullosos de haber obrado así, recibiendo además los aplausos de una buena parte de la congregación.

Incluso más: ya hemos comentado el caso de un país de tradición cristiana evangélica, como Inglaterra, donde la propia legislación le concede el derecho a los padres a castigar físicamente a sus hijos, coyuntura que es defendida por autoridades políticas de todas las tendencias. Y si la memoria no me falla, también hemos hecho mención a la estadísticas que indican que el mayor volumen de maltrato contra los niños a nivel familiar se da precisamente en lugares donde han imperado los seguidores de Jesús. Varios de estos sucesos han acabado en el fallecimiento del afectado, y aunque un buen puñado de ellos se debió a situaciones de inestabilidad emocional o de patologías mentales, en otros los victimarios eran personas respetables de sus respectivas congregaciones, quienes tenían la certeza de con esta forma de corrección estaban cumpliendo un mandato del Señor. A esto se debe agregar la insistencia de ministros y predicadores que insisten en que un muchacho ejemplar desde el punto de vista doctrinal es aquel que honra a todo evento a sus padres, lo que acarrea el deber de soportarlos hasta en sus decisiones más aberrantes. No importa que a uno su progenitor lo golpee al grado de la irracionalidad, lo involucre en la prostitución o abuse de él: es su autoridad más inmediata y sólo le cabe respetarla y acatar sus determinaciones. Aseverando algunos que a diferencia de otras prescripciones, la mínima falla de ésta trae como consecuencia la eterna condenación en el infierno.

Dicen por ahí que imbéciles hay en todos lugares. También en la viña del Señor, por desgracia. Y en otras partes también. En Chile, hace algunos se hizo tristemente célebre el caso de Alejandro Schayman, un ciudadano de origen judío perteneciente a la clase alta, muy observante de su religión, que golpeó de manera sistemática y metódica durante años a su hija Tamara, hasta que finalmente la mató. Por fortuna la comunidad hebrea lo apartó de sus filas y el tipo se vio obligado a emigrar. Más de algún cristiano debiera seguir tal ejemplo y aislar no sólo a quienes maltratan a los que mantienen a cargo, sino además a quienes alientan estas prácticas. Que incluso, en determinadas ocasiones fueron empleadas por la ciencia -o seudociencia- occidental, como aconteció en su momento con los conductistas, que intentaban corregir conductas infantiles mediante golpes eléctricos, mismo método usado por el clérigo que inspiró este artículo (más aún: la tortura con corriente es un invento de sicólogos y siquiatras). Hasta hoy se desconoce la medida que tomará el mundo islámico en cuanto colectivo. Pero una señal positiva de parte de las autoridades saudíes es la detención y el enjuiciamiento de este criminal padre. Así como se pueden hallar seres deleznables en todos los rincones, las religiones que algunos califican como malignas poseen rasgos de justicia.

domingo, 11 de noviembre de 2012

La Fobia a Obama

No pretendo gastar tiempo rebatiendo a quienes aseveran que Barack Obama es, si no el anticristo, al menos uno de los más evidentes anticipos de su llegada. Una afirmación como ésa es tan indefendible desde el punto de vista teológico, social o cultural, que sólo cabe sentir lástima por una persona que piensa así, se trate o no de un cristiano (aunque tratándose de un seguidor de Jesús, no se puede dejar de mover la cabeza de manera no aprobatoria, porque un mínimo conocimiento de la doctrina y una lectura con una simple guía del Apocalipsis debieran ser suficientes para notar que se está incurriendo en un grave error doctrinal, por lo que se puede llegar a afirmarse que están fallando los líderes y los hermanos de mayor experiencia, justamente los convocados a instruir a los neófitos). Sin embargo, resulta interesante analizar la postura de quienes cuestionan al recién reelecto presidente norteamericano, en el sentido de que algunas medidas tomadas por su gobierno, y que forman parte del paradigma de su grupo político, como una mayor tolerancia hacia la homosexualidad, el aborto y el relajamiento moral en general, o un intento por incrementar la participación del aparato público a través de un alza en los impuestos, la redistribución forzada de la riqueza y una mejoría sustancial en iniciativas destinadas a auxiliar a los más desposeídos: acabarán en la ruina de los Estados Unidos como nación y pueblo, pues estas conductas se englobarían en una tendencia de parte de los ciudadanos a abandonar los supuestos "planes de Dios", alentada además por las autoridades. El temor de aquellos que objetan estas actitudes, radica en la posibilidad de que se replique con el país del norte lo sucedido con el Israel del Antiguo Testamento, cuando la población se entregó a la idolatría y como consecuencia el Señor desistió de brindarles protección, derivando todo ello en las invasiones asirias y babilonias con su consiguiente destierro. Ahora, por tratarse de una región poderosa a nivel mundial, el descalabro sería de proporciones más que catastróficas.

Quizá a estas personas les sería bueno revisar la historia norteamericana, en especial lo concerniente a su economía, de los últimos veinte años. Ahí nos encontramos con una década, la de 1990, en la cual el país conoció una prosperidad financiera como pocas veces la había conocido, auge del cual fue un gran responsable la administración de William Clinton, donde se desarrollaron una serie de medidas destinadas precisamente a garantizar la permanencia y la mejora constante de dicha bonanza. Sin embargo, el relativismo moral, más bien la falta de atención sostenida hacia la moralina tradicional norteamericana que caracterizó a aquella época, comenzó a irritar a los votantes gringos más cercanos al conservadurismo religioso, aunque varios de ellos fueron beneficiados con la explosiva expansión de esos años. El escándalo Lewinsky, que tuvo más de morbo sensacionalista que otra cosa -aunque dicha actitud es característica de los sucedáneos más vulgares del puritanismo yanqui, dejando en claro que el puritanismo propiamente tal en caso alguno es chabacano- acabó por envalentonar a este tipo de detractores, los cuales optaron por castigar las infidelidades de Bill en la figura de su vicepresidente, quien perdió las elecciones de 2000 en favor de George W. Bush, devoto cristiano metodista quien no olvidaba mencionar al Señor en sus discursos y representaba esos valores familiares que el dinero y el bienestar monetario estaban desplazando. Y este hombre, quien arribó con la promesa de erradicar la enseñanza de la evolución de las escuelas y de impedir el acceso de anticonceptivos a los menores de edad, en un año gastó todo el superávit fiscal dejado por su antecesor, metió a su pueblo en dos guerras interminables que han acarreado una infinidad de ciudadanos muertos, y como corolario, sumió a su nación en una crisis sin precedentes de alcance internacional, tan grave que aún hay un gran número de zonas del planeta que la están padeciendo. Entre ellos, muchos de esos norteamericanos medios que estaban ansiosos de que con este gobernante retornasen las viejas costumbres que marcaron la idiosincrasia de un territorio temeroso tanto de la ira como de la misericordia del Altísimo.

Es sencillo. El presidente que estaba llamado a frenar la denominada corrupción moral, y que señalaba con el dedo hasta los sitios más recónditos, en su país y en el extranjero, donde según él -justificándose en un supuesto mandato divino- se ocultaba el pecado, resultó ser uno de los más corruptos e inmorales de los últimos tiempos, aparte de inepto e ineficiente. Y no sólo se pueden mencionar la consideraciones listadas en el párrafo anterior. Un ejemplo muy puntual se halla en el desastre provocado por el huracán Katrina, cuyas consecuencias habrían sido menos severas de haberse reparado los diques que protegían a New Orleans del mar, acción para la cual existían fondos aprobados, pero que fueron desviados hacia la guerra en Irak. Otra situación digna de incluir son los diversos casos de estafa financiera a gran escala llevados adelante por conspicuos representantes del poder económico y religioso estadounidense, varios de quienes cedieron aportes pecuniarios a las campañas políticas de Bush y compartían sus planteamientos, como el caso Enron y la serie de fraudes de bolsa descubiertos a propósito del desplome acaecido en 2007. Son muestras de felonía ética que precisamente contradicen los aspectos más elementales de los denominados "valores cristianos tradicionales" de quienes este círculo de personas se enorgullece a cada instante, no solamente de sostenerlos y difundirlos, sino también de imponerlos a los demás mediante su reciedumbre social, cultural y monetaria, una condición que los hace verse a sí mismos como escogidos para guiar a las masas, que al ser pobres de inmediato se transforman en niños malcriados e ignorantes.

Si ese ideal conservador norteamericano se ha ido perdiendo, es gracias a sus mismos practicantes, que han terminado obrando de manera contraria a lo que afirman defender. Ya experimentó una desazón considerable con las legislaturas de Richard Nixon, uno de los presidentes más corruptos e inmorales de toda la historia norteamericana, quien hasta la fecha es reivindicado por quienes hacen advertencias con carácter de escándalo en contra del relativismo. Bush parece haberlo sepultado, luego de que sufriese una sofocación por vómito ahogado en sus propias incoherencias. Obama, y antes Clinton, aunque hasta cierto punto, sólo han pretendido rescatar los aspectos positivos de aquella moral, como la disciplina económica, la honestidad, la austeridad y la justa acumulación de riqueza -que se traduce en esfuerzos por mejorar la situación de los menos acaudalados-. Frente a la coyuntura actual, es un aspecto que reviste más preocupación, en lugar de la conducta privada del ciudadano pedestre. Sí, la homosexualidad y el aborto son pecados, pero también lo son el robo y la mentira, conductas que han marcado la crisis económica mundial originada precisamente en Estados Unidos. Y aunque les pese a ciertas personas, estos relajados y en apariencia amorales gobernantes lo están efectuando de manera menos mala que sus pares más devotos. No sólo en términos simplemente sociales, sino también en otros que se relacionan con la doctrina cristiana. Y al final, llegando el momento, a todos Dios les pedirá cuentas.

domingo, 4 de noviembre de 2012

El Hábito de las Cristianas

Por estos días, en Brasil se ha producido un explosivo crecimiento de lo que algunos tienden a llamar la "moda evangélica": vestidos largos, sobrios y de apariencia austera, muy característicos de las mujeres cristianas, están siendo solicitado cada vez con mayor frecuencia, tanto entre damas convertidas como seculares, al punto que han surgido empresas de diseño y confección especializadas en el asunto, algunas dirigidas por hermanos reformados y otras no. Todo en un país famoso en el mundo por el Carnaval de Río, las playas atiborradas de personas -féminas y varones- con diminutos bañadores y el más desenfrenado libertinaje sexual, pero que en el último tiempo ha sido testigo de un sostenido auge de la fe denominada protestante, que de manera progresiva le está arrebatando almas al romanismo -en la primera nación a nivel global por su número de católicos- y a expresiones de hechicería como la macumba y el candomblé.

No sé si acá se pueda aplicar aquello de que "el hábito no hace al monje". En particular porque, al menos en el caso de las cristianas, la opción parece ser completamente honesta. Sin embargo, cabría preguntarse qué se busca con la inclinación a usar ropas que en el ámbito de las convenciones sociales son consideradas como más recatadas. Por supuesto que las respuestas saltan de inmediato. Lo que se pretende es antes que nada evitar la lascivia y la ostentación, en cumplimiento de un mandato bíblico estipulado en especial en las cartas de Pablo pero que cruza la casi totalidad de las Sagradas Escrituras. Ello en el entendido de que una vestimenta empleada con el propósito de llamar la atención debe hacerlo en el sentido de despertar un deseo sexual en el género opuesto, un efecto resumido en la expresión "atrapar las miradas". Por ende, cuando una persona utiliza trajes que de manera voluntaria o inconsciente hacen detener los ojos de los transeúntes, de acuerdo con este predicamento, lo que trata de hacer es cazar a alguien que satisfaga sus apetitos, pero al mismo tiempo, calmar su propio egocentrismo, al recibir elogios -entre los que se cuentan los piropos- por las prendas que ha escogido para salir a la calle. Es uno de los tantos casos en los casos las palabras libertinaje y lujuria se pueden aplicar como sinónimos.

La situación se complica cuando nos detenemos a observar a los portadores de tales vestimentas. Existen mujeres, incluso cristianas, que son capaces de desplegar altas dosis de sensualidad, incluso a nivel de la malicia, con el uso de polleras y trajes largos. En algunas ocasiones no se les puede achacar la culpa pues de hecho no están conscientes de su potencial. Pero hay otras que lo saben y explotan de manera sistemática el atractivo que provocan. Y lo hacen por motivos que tal vez no son sexuales, pero que sí están relacionados con la búsqueda de felicitaciones, comentarios favorables y por qué no admitirlo, la posibilidad de que le lancen un cumplido por ahí. Por ejemplo, aquellas damas que lucen sus mejores ropas en el culto dominical, con la intención de que los demás asistentes al templo digan que la hermana toma con el más venerable de los respetos el asunto de presentarse frente al Señor (o en sentido negativo, para que no tachen a la aludida de descuidada e insolente). Lo que se espera genere una reacción en cadena: un hábito llamativo dentro de los cánones del evangélico medio, es causa de encomios, lo que se traducirá en una mayor aceptación de los miembros de la comunidad hacia su portador. Más todavía, para una soltera o un soltero ansioso de obtener pareja esto también acarrea dividendos de carácter sexual: un integrante del género opuesto en idéntica condición lo mirará con detención e intuirá que es un correcto y ferviente devoto de Cristo, por lo que tratará de allegar su humanidad quizá con la manifiesta esperanza de acabar en un feliz matrimonio.

Algo de eso acontece con esta "moda evangélica" surgida en Brasil. Quienes la adquieren buscan ser atractivos para un segmento de la población que les interesa especialmente, para terminar constituyendo familias estables. De paso, tratan de que los demás los identifiquen como pertenecientes a una determinada cultura y como defensores de ideas específicas (lo que en sí no tiene nada de malo: de hecho ésa ha sido una de las motivaciones esenciales que ha dado origen a la ropa, desde los trajes típicos hasta el diseño para pasarelas). Más aún: el atractivo provocado por las polleras y los cuellos y corbata en el caso de los varones, cuenta además con un elemento proselitista, ya que muchos lo emplean con la finalidad de llamar la atención del descarriado y que a través de la sobriedad y el orden comprenda de que aquí existe una oportunidad de corregir los aspectos confusos de su existencia. Lo que se debe entender es que ningún tipo de ropa es indiferente a los ojos de los transeúntes, y que a diario los cristianos, y por supuesto las cristianas, juegan con ese fenómeno en beneficio propio o de la causa. Por lo tanto, lo que se debe procurar es que los atavíos no se terminen transformando en ataduras.

domingo, 21 de octubre de 2012

Francia, Siquiatras y el Mal

Hace poco la siquiatra francesa Marie-France Hirigoyen aprovechó su popularidad en el país galo para convocar a varios medios masivos de comunicación y denunciar un peligroso aumento del mal en el mundo. Sí, en la tierra del laicismo y la racionalidad, alguien se levanta y desde el mismo ámbito de la ciencia y la cultura -bueno: la seudociencia y la falsa intelectualidad- advierte de situaciones que uno creía hace bastante tiempo relegadas a delirios de fanáticos religiosos. Ahora, cabría preguntarse si ésa era la real intención del llamamiento, y no la mera promoción de un nuevo libro de esta mujer, en donde precisamente desglosa sus puntos de vista acerca de las peligrosas inclinaciones que asegura observar en la humanidad contemporánea.

Pues, la señora Hirigoyen es un prolífica autora de esa clase de textos denominados "de auto ayuda", aquellos panfletos impresos con una letra llamativa y repletos de imágenes con pretensiones celestiales que tratan de informar a los consumidores incautos acerca de una supuesta iluminación que de seguro cambiará sus vidas porque ya lo ha hecho con el escritor. Varios de tales pasquines han sido redactados justamente por seudo literatos, como Og Mandino o Paulo Coelho. Pero estos derroches de tinta también han sido vomitados en especial por sicólogos y siquiatras, quienes han encontrado en esta actividad una excelente forma de obtener ingresos  adicionales. Debido a su cercanía física con el resto de los mortales -las terapias están en todas partes, ya sea que su acceso fuere voluntario o forzado- y un enganche con el campo de la razón que incluso puede ser remontado hacia la filosofía, las personas comunes y corrientes tienden a considerarlos una autoridad a la cual se puede recurrir, aunque igualmente infundan temor, en cualquier caso una mezcla de sensaciones que provocan quienes han asaltado los pedestales y se han establecido allí. Además de que dichos sujetos no buscan otra cosa que solucionar los problemas de los demás individuos, invitándolos a dejar de pensar y de elaborar paradigmas complejos que sólo agotan a la mente y al cuerpo, exigiéndoles que se detengan a observar las cosas más simples de la existencia, y conformarse con la situación que a uno le ha tocado, porque es la esencia de la felicidad. Y si con todo el paciente no muestra signos de recuperación, ahí están los manicomios donde los fármacos, los golpes eléctricos y el encierro prolongado conseguirán la cura.

Que estos supuestos profesionales acaben escribiendo esas auténticas oquedades de papel sólo es el resultado de un proceso lógico. La labor de los sicólogos es procurar que las personas no hagan cuestionamientos acerca de su vida o de la sociedad porque dicha conducta produciría un daño síquico que le impediría al afectado disfrutar de lo que lo rodea. Se trataría de una muestra de esa neurosis que Sigmund Freud aseveró subyace en todas las estructuras de pensamiento, ya sea que tengan orientación religiosa, política o cultural, y cuya construcción obedecería a meros traumas infantiles encubiertos. O de aquello que Pavlov definió como reacciones condicionadas por el tiempo y el lugar, después de extrapolar sus experimentos con perros a los humanos. Una amalgama de comportamientos que es preciso encauzar desde la primera infancia, ya sea a través de una confesión frente a una especie de sacerdote que se ubica en una posición física superior -el sicoanálisis-, un metódico sistema de premios y castigos -el conductismo- o, en los casos más extremos, con la reclusión del rebelde porque en definitiva nos hallamos en presencia de un enfermo -la sicología y la siquiatría desde sus inicios hasta nuestros días-. Frente a semejantes aberraciones, los pretendidos expertos de la mente asumen una postura similar a la de los inquisidores eclesiásticos de antaño, aunque eliminando, al menos al comienzo, la severidad facial de aquellos por un rostro de facciones afables con el que se intenta convencer al interlocutor de que con nosotros y con nadie más estará bien.

Aquí entran estos libros espurios que no tienen la más mínima calidad intelectual, pero que están escritos por tipos que se titularon en una universidad. Quienes proyectan la imagen de haber abandonado la los claustros superiores para dialogar con la gente común; en resumidas cuentas, que habrían bajado a la tierra. Y que por ende se atribuyen la potestad de incitar a los demás a efectuar el mismo procedimiento. Sin embargo, no hacen otra cosa que colocarse al servicio de los más poderosos a quienes les interesa que el grueso de los ciudadanos no proteste ni despliegue ideas extrañas que son calificadas de raras precisamente porque atentan contra sus intereses. Fuera de que es fácil enriquecerse pronunciando frases cliché que muchos, debido a las extenuantes jornadas laborales y las complicaciones propias de la contemporaneidad, están dispuestos a escuchar como única opción. En tal sentido es especialmente sintomático que alguien como la señora Hirigoyen, con una carrera de posgrado, finalmente decida abandonar todo lo que debió haber aprendido en su casa de estudios de origen y recurrir a su carisma y al peso de un diploma para obtener fama con unas sentencias que se han espetado desde siempre, incluso desde la época de la religión, a pesar de que nos hemos topado con una supuesta ciencia que precisamente se presenta como la superación de convicciones nacidas  en las más recónditas tortuosidades del "ello". Por lo mismo, es legítimo preguntarse si las preocupaciones de esta sicóloga obedecen a un intento por allanar el camino hacia el Estado terapéutico, que gobiernos fascistas como el de Bush en los EUA o Sarkozy en la misma Francia han sido proclives a implementar como método para frenar las demandas sociales transformando a los manifestantes en "inadaptados".

                                                                                                                                 

domingo, 7 de octubre de 2012

La Decadencia del Imperio Romano

Con frecuencia se oye a los predicadores y evangelistas insistir que el imperio romano se desintegró por la excesiva tolerancia que sus ciudadanos le tenía a la inmoralidad. Con tal advertencia, pretenden llamar a los fieles y a las personas en general a actuar de acuerdo a los llamados "valores cristianos tradicionales", entendidos en el contexto de la moralina conservadora. Más aún: agregan que los seguidores de Jesús, precisamente gracias a que se guiaron por dichos preceptos, no sólo fueron los principales responsables del mantenimiento de la unidad política y geográfica de Roma -incluso en la época en que el cristianismo fue perseguido-, sino que además consiguieron preservar la civilización occidental.

Sin embargo, si uno revisa por un breve lapso la historia, se dará cuenta del escaso asidero que tienen esas afirmaciones. Para comenzar, la época de mayor esplendor del imperio latino se ubicó entre los siglos I y IV; es decir, justamente los años en los cuales los cristianos sufrían las penurias de la persecución y el martirio. En ese periodo Roma consigue ampliar las fronteras territoriales por casi todo el mundo conocido por las potencias occidentales, aparte de que en su interior se conoce de una prosperidad material sin precedentes y de un importante florecimiento cultural. Incluso, los gobernantes que más lejos llegaron en esta clase de logros, como Trajano o Galeno, fueron a su vez implacables con los hijos del camino. Muy por el contrario, la declinación del reino de los augustos empieza a gestarse a la par con la legalización del cristianismo, y se pone de manifiesto después de que Teodosio lo declara religión oficial y única del Estado, volteando la tortilla respecto de la relación con el paganismo clásico. Cabe consignar que este emperador divide el país entre sus dos vástagos, con lo cual acaba con la unidad nacional, hecho que trae como consecuencia el debilitamiento de la capacidad de sus dirigentes, lo cual va a repercutir directamente en la parte occidental, tomada por los bárbaros en 476; y de manera indirecta en la zona oriental, que se desangrará de modo lento pero progresivo hasta sucumbir en forma definitiva en manos de los otomanos en 1453. Por añadidura, el asunto del credo obligatorio significará la cancelación de actividades tales como los Juegos Olímpicos o la censura y destrucción de determinados libros que los obispos consideraban demostraciones de lo opuesto al Señor.

Por su parte, en lo que respecta a las comportamientos que supuestamente caracterizaban a los romanos, como la mole y la lascivia -y que en su mayoría se circunscribían a los emperadores, los nobles y los empresarios; pero no estaban presentes en el pueblo-: es justo acotar que no se acabaron con la irrupción del cristianismo. De hecho, muchos gobernantes convertidos, como Constantino, continuaron entregándose a los placeres mundanos de toda clase después de aceptar a Cristo. La gran excusa que emplearon fue retrasar el bautismo, hasta una fecha en la cual la muerte ya se vislumbraba como inevitable. Así, el responsable de autorizar por primera vez de manera formal a los hijos del camino, allá por el 315, siguió cometiendo fechorías tras la promulgación de ese edicto -entre las que se cuentan homicidios contra supuestos rivales al trono-, recibiendo el sacramento en su lecho de agonía, para colmo de manos de un hereje. Teodosio tampoco fue la excepción. Y así ocurrió con todas las autoridades durante los siguientes siglos; quienes, aunque fueran coronados por los papas de turno, nunca dejaron de cometer abusos aprovechándose de su cargo, llegando a situaciones tan indeseables como el derecho de pernada. Más todavía si se toma en cuenta  que hasta los pontífices cayeron en estos vicios.

Es lamentable admitirlo. Pero la expansión del cristianismo en el imperio romano en bastantes aspectos significó una involución. La prohibición de determinados elementos de la cultura clásica trajo como consecuencia la entrada en una vorágine de retraso y oscurantismo que se hará patente durante la Edad Media. Éste, sin embargo, no fue un problema iniciado por los convertidos de corazón, muchos de quienes experimentaron el martirio. Tampoco por la masa popular que empezó a abrazar la fe de manera honesta, incluso después de que Teodosio la proclamara religión oficial del Estado y exclusiva del país. Los responsables de tal distorsión fueron los poderosos de la época que vieron en la doctrina de Jesús un pozo para explotar en beneficio propio. En especial, desde el momento en que notaron que el vulgo se volcaba en favor de la nueva propuesta porque su mensaje se oponía justamente a las demostraciones de sibarita de los ricos, quienes a través de ellas oprimían a los demás. La historia es cíclica en determinados casos, sobre todo cuando los más débiles continúan siendo perjudicados.

domingo, 30 de septiembre de 2012

Jesús Casado y Mahoma Agresivo

Todo el ruido que han ocasionado las reacciones de los musulmanes en contra del filme y de las caricaturas que se burlaban de Mahoma, ha ocasionado que un hecho que pone en duda un aspecto esencial de otro grupo de religiones abrahámicas no haya recibido la atención y la dedicación que precisaba. Se trata del papiro hallado en Egipto que, según sus descubridores e investigadores, daría cuenta de que Jesús tuvo una esposa, contradiciendo aspectos esenciales acerca de la biografía del Salvador que se desglosan en los evangelios. Si bien el escrito -que no pasa de ser un mísero fragmento de cinco líneas- ha sido desmentido por personas confiables, incluso fuera del ámbito de la teología, lo interesante del caso es efectuar una comparación y analizar el modo en que contestaron los feligreses de cada uno de los credos que han sufrido sus correspondientes escarnios por estos días.

Por un lado, los islámicos han asaltado embajadas, asesinado diplomáticos y proferido amenazas de muerte contra diversos líderes occidentales. Muy por el contrario, los cristianos, de todas las ramificaciones, han optado por replicar a través de las revistas especializadas y los medios de comunicación, de un modo bastante enérgico, pero sin caer en la desesperación, la irracionalidad y mucho menos la violencia. Las consecuencias de ambas formas de proceder saltan a la vista, y son tan encontradas y dispares como los actos que las inspiraron. Las personas comunes y corrientes han empezado a mirar con una alta preocupación a los mahometanos, al mismo tiempo de que se dejan convencer por las contundentes explicaciones de teólogos y ministros. Estos últimos además se han encargado de poner paños fríos al asunto con la más completa libertad, al aseverar que la situación de un Cristo con esposa no necesariamente coloca en jaque dogmas fundamentales del cristianismo (personalmente, yo no lo creo así), ya que el Mesías jamás tuvo la intención manifiesta de aniquilar por completo la institución familia, sino de exigir que los fieles observen más allá de la urgencia por tener un linaje, que a fin de cuentas es un recurso imprescindible si se quiere recorrer el camino de salvación. Lo que a la larga es percibido como una conducta avanzada y progresista frente a una masa primitiva que puede ser insultada sólo con dibujar un supuesto rostro de su profeta, puesto que su religión impide hasta representarlo físicamente (con lo que quedan justificadas las acciones de represalia, ya que la blasfemia no está en el ridiculizar, sino en un hecho anterior, que se ubica antes de la partida).

Bien. Se podrá argüir que un pedazo de papiro escrito en una lengua fenecida es bastante menos atractivo desde el punto de vista del espectador medio que una caricatura reproducida además en centenares de periódicos o un filme que es difundido por internet. En especial en la época contemporánea en donde la mayoría de las personas es poco dada a la lectura, aunque se trate de un texto de cinco líneas. Toda vez que aún existen vastos sectores del mundo en que la gente es analfabeta. Aparte de ello, cabe consignar que es más difícil luchar contra un elemento que ha sido producto de una investigación científica -aunque obedezca a ciertos intereses a los cuales les importa que los estudios arrojen una conclusión premeditada, y que no trepidarán en interpretar los resultados a su antojo si el ejercicio empírico es poco claro al respecto- que con un chiste que proviene más bien de la ignorancia y el prejuicio, y que en varios lugares en donde se ha expresado preocupación por la conducta de los musulmanes podría ser calificado como discurso de odio (por cierto nunca he oído a algún colectivo islámico pronunciarse acerca de la teoría de la evolución de Darwin). Finalmente, no faltará quien asevere que la opción tomada por los cristianos en realidad es una muestra del declive de la adhesión a sus creencias, frente a unos mahometanos colmados de fervor y vigor proselitista; y que exhiba como prueba de sus conclusiones lo acaecido décadas atrás con películas como "El Último Tango en París" o "La Última Tentación de Cristo", prohibidas en muchos países por presiones de las distintas iglesias. Sin embargo, eso no evita que a la postre se imponga una realidad más que palpable: mientras los devotos de Alá se sienten forzados a proteger su doctrina acudiendo al terrorismo, los seguidores de Jesús triunfan en el campo del debate serio, en el que son capaces de ofrecer una contraposición contundente. Y no existe ninguna desventaja de parte del islam porque carezca de teología -la hay, aunque se muy escasa-, ya que en el seno de este credo surgieron pensadores como Avicena y Averroes, además de poetas, astrónomos, físicos y los matemáticos que fundaron el álgebra. Fuera de que los cristianos han aprendido de sus errores y por ende ya no se lanzan en picada contra filmes como los recién mencionados en este párrafo.

Ojalá -lo que quiera Alá- esto se constituya en un precedente y el islam deje de ser una amenaza. Ora porque el público común le dé la espalda al evaluar la reacción de sus fieles frente a la de los cristianos en situaciones de blasfemia; ora porque los musulmanes se comiencen a dar cuenta de que van por la ruta equivocada, incluso según lo que dicta el Corán, y a su vez también aprendan de sus errores. Lo cierto es que cada credo ha padecido por estos días su respectiva coyuntura que afecta a sus correspondientes puntos dogmáticos esenciales; no obstante, la diferencia la marca su respuesta. No su contundencia -de nivel semejante en ambos bandos- sino el modo de canalizarla. Y eso ha repercutido en la prensa internacional. Pues si la violencia de los musulmanes sigue acaparando los titulares de los noticiarios, lo de la cónyuge de Jesús ha pasado sin pena y con poca gloria y ya no se impondrá como una ola de cuestionamientos. A veces abstenerse de gritar evita que las personas acaben ensordecidas por una bulla no deseada que está de lo más alejada de la verdad.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La Atajada de los Pro Animal

Se sucede otro aniversario de fiestas patrias y con él, una polémica que están obligados a escuchar hasta quienes buscan desconectarse del mundo disolviéndose en medio de las celebraciones. No; no se trata de algún pastor exaltado que hace una intervención más apasionada de lo recomendable en el tedeum evangélico, ni de los integrantes de ese credo que cada año, en la víspera de estos feriados, efectúan un llamado vehemente a dejar de lado el alcohol y los bailes exagerados. Por lo demás tales recomendaciones las venimos oyendo desde épocas ignotas y jamás han derivado en restricciones aguafiestas, salvo el intento de prohibir el uso del hilo de competencia en el encumbramiento de volatines -que no forma parte de las inquietudes de los hermanos reformados- y la norma que aumenta las sanciones para los conductores ebrios -absolutamente necesaria, y por cierto más débil de lo que debería-. Los problemas ahora son provocados por los defensores de los derechos de los animales, que aparte de pedir a los ciudadanos que se abstengan de consumir carne, han puesto un especial énfasis en el deporte folclórico por excelencia de Chile, el rodeo, llegando a irrumpir en medio de los espectáculos con sus pancartas que advierten del supuesto maltrato que sufren las bestias que se utilizan para esta práctica.

La principal aprehensión de estos activistas es el procedimiento conocido como la atajada, aquel ejercicio en el cual la pareja de jinetes acorrala a un novillo contra las paredes del escenario, y que por cierto constituye el atractivo principal y el núcleo del desarrollo de este deporte. Desde luego, para personas con determinada sensibilidad, el impacto visual que ocasiona observar cómo una enjuta cría de toro es arrinconada contra una pared, valiéndose además de otro animal como es el caballo, no resulta muy tolerable. Y más todavía cuando dichos manifestantes han sido criados y educados en un ambiente alejado del circuito campesino y folclórico dentro del cual se practica el rodeo. Sin embargo, llegando a este punto, la legítima preocupación por los seres inferiores se mezcla con la ignorancia supina. Pues lo que se pretende con este acto, que reproduce una costumbre imprescindible en los ambientes rurales -actividad que justamente dio vida a este juego-, precisamente lo que busca es hacer retornar a la bestia a su corral sin producir daño, cuestión que además se confirma al observar el reglamento y el sistema de calificación, que incluye descuentos para quienes cometen errores en su intento por domar a la supuesta víctima. Es una técnica comparable al acto de obligar a volver a la casa a una mascota, perro o gato, que tras un pequeño descuido se ha fugado a la calle. 

En ese sentido, los pro animal deberían revisar la historia y captar las circunstancias que dieron origen a este deporte, cuya motivación principal era exhibir la reciedumbre del ganado criado durante la temporada. Por lo que, lejos de abusar de las bestias, lo que se pretende es transformarlas en las niñas bonitas y en la principal atracción de la feria. Esto se condice con una cultura ancestral, la del campo central chileno, cuya principal expresión era el fundo, donde un patrón controlaba todos los aspectos de sus peones y podría ejercer sobre ellos su más despótica autoridad. Bajo este contexto, el dueño de la hacienda le otorgaba más importancia a una cría de corral, que era el sustento económico del recinto, por encima del campesino de quien podía prescindir cuando lo estimaba conveniente, valiéndose incluso de su eliminación. De ahí se deriva uno de los aspectos más odiosos que caracterizan a la idiosincrasia del rodeo , cual es su reproducción de las castas sociales tradicionales de la geografía rural chilena. Mientras los inquilinos y simples campesinos están restringidos a competencias menores de domadura y encierro, en las que no cabe ningún atisbo de maltrato -si así ocurriera tales pruebas ni siquiera serían imaginadas- y aparte de ello es la integridad del humano la que corre un cierto peligro, las actividades más vistosas, como las atajadas, son reservadas para los hijos de los hacendados. Ellos demuestran que son más importantes que el ganado, pero éste a su vez se encuentra por encima del huaso pobre. Y en resumen, se puede concluir que la bestia no es agredida sino protegida, en cuanto justificación monetaria de un predio determinado.

De ahí la ignorancia supina que se hacía referencia respecto de los pro animal. Ellos han sido educados en un ambiente urbano y por ende alejados del medio rural y de sus costumbres. Pero además, han recibido una instrucción considerable que en este país sólo pueden recibir sectores de clase media y alta, lo cual permite una asimilación de temas menos conocidos y que requieren de una formación especial para ser asimilados, como es la cuestión de los derechos de los animales. Eso los impulsa a mirar a la gente del campo, incluso los más acaudalados, con desdén, tildándolos de brutos primitivos, que es una acusación que las personas oriundas de las ciudades les suelen levantar a quienes provienen de los vergeles. Lo que en definitiva, llega a afirmar que el ímpetu de los adoradores de bestias es sobre todo clasista, y que esta agresión a veces va dirigida contra sus propios familiares, pues no olvidemos que por la forma que tiene la geografía humana en Chile, los apellidos de la oligarquía están todos cruzados entre sí. La finalidad de tal actuación sería ganar una cuota de prestigio, puesto que la cultura del rodeo es la que está más arraigada en el país, se busca armar un contrapunto a través de la cultura pro animal con el propósito de ganar espacios mostrado una imagen alternativa con el propósito de obtener un beneficio individual.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Provocando la Ira de Alá

Hay un dicho de conocimiento universal que exige no hacerle a los demás lo que uno le resulta ofensivo. Y es muy citado y aprendido, no sólo por su palpable carga de sentido común, sino porque además está incluido en el Sermón de la Montaña, aquel discurso recogido en los evangelios donde Jesús prácticamente estampó una declaración de principios. Por lo que si un cristiano no lo aprende ya en sus primeros días después de convertirse, entonces no merece ser llamado como tal.

Sin embargo, lo delicado es que algunos hermanos, aún sabiendo de memoria dicho pasaje y con una comprensión clara de las intenciones de éste, en determinadas ocasiones o se olvidan de practicarlo o simplemente tienden a establecer excepciones. Las consecuencias de tal actitud no suelen ser muy gratas: si por algo nos enfrentamos a una sentencia que es medular no sólo en el marco de las enseñanzas de Cristo, sino de la Biblia en su conjunto. Y si existe un lector que trate de rebatir esa conclusión lógica, que nada más se detenga por un momento a observar lo que hoy mismo está acaeciendo alrededor del mundo, en especial en el Medio Oriente. Ahí, en varios países, masas airadas de musulmanes han efectuado violentas protestas contra cualquier elemento que represente la política o la cultura de Estados Unidos, llegando a darse situaciones de turbas que han asaltado e incendiado edificios de embajadas y consulados norteamericanos, derivando uno de estos acontecimientos, específicamente el acaecido en Libia, en la muerte del máximo representante diplomático estadounidense. ¿A causa de qué? Pues un cristiano copto de origen egipcio, afincado en la nación de América del Norte, difundió en forma amplia a través de las redes virtuales una sinopsis de catorce minutos de un filme de una hora denominado "El Juicio a Mahoma", agresivo al punto de la vulgaridad más virulenta, propia de los matones escolares. El tipo que se valió de la internet para distribuir dicho audiovisual además no es de los trigos limpios, pues hace poco salió de la cárcel tras cumplir una condena por estafa, fuera de que ha sido descubierto cometiendo otros delitos. Aparte de que firmó la producción con una identidad falsa, haciéndose pasar por judío, lo cual en una coyuntura delicada por las tensiones entre Israel e Irán ha agregado un elemento más de cizaña desde los Estados árabes hacia su homólogo hebreo.

¿Qué propósito podría tener un sujeto de semejantes antecedentes en divulgar un esperpento como éste, sabiendo o al menos intuyendo la probable reacción que sería capaz de ocasionar? Bueno: un importante punto a considerar es su ya mencionada condición de egipcio copto, una iglesia tradicional de ese país que está sufriendo las consecuencias del aumento del extremismo musulmán tras la denominada "primavera árabe" (en realidad, los cristianos de todas las denominaciones existentes en Egipto están padeciendo la violencia integrista), que en el caso de la nación del Nilo ha desembocado en la elección de un candidato a presidente proveniente de un partido político confesional islámico. En ese ámbito, podría esgrimirse que se persigue un afán de denuncia, que no por mera casualidad o por ser la tierra adoptiva de su mentor, se efectúa desde Estados Unidos, considerando que ese gobierno apoyó el derrocamiento de varios jerarcas del Magreb tras las sucesivas protestas que sus pueblos llevaron a cabo durante el 2011. No obstante, a poco andar esta suerte de revancha queda descubierta como un despropósito. Es cierto que la actualidad que están viviendo los hermanos egipcios es bastante angustiosa en términos de seguridad y de aceptación -y además se replica en la mayoría de los lugares afectados por las manifestaciones del año pasado-, pero un hecho muy diferente es extrapolar las conductas fanáticas de unos cuantos al conjunto del islam, más encima tachando a su profeta de todos los defectos imaginables, incluyendo algunos mal evaluados en casi todas las grandes religiones y en buena parte de la gente común, como pedofilia, homosexualidad, torpeza intelectual o inconsecuencia. Y ello enmarcado en una espuria película que se rodó en cinco días y en la que los actores participaron bajo engaños, pues sus diálogos fueron cambiados durante los trabajos de doblaje y montaje de sonido (una conducta muy lógica si volvemos a revisar el prontuario del responsable de este bodrio). Es como si los exiliados del régimen de Franco hubiesen difundido un filme plagado de insultos, no al generalísimo, sino a los españoles en general por aceptar vivir bajo un régimen autoritario. O que un detractor de Pinochet se dedicara a atacar a los chilenos por el mismo motivo.

Y lo peor de todo es que en Estados Unidos se han levantado pastores -una minoría por fortuna- que aplauden este filme que por su nula calidad y su descuidado formato ni siquiera debiera ser considerado como tal. De seguro que si dichos reverendos observasen en algún medio de comunicación masivo una burla de idéntico calibre contra Jesús se valdrían de cuanta artimaña legal y de las otras encontrasen con tal de prohibirla. De hecho, en la actualidad hay dos casos al respecto en América del Norte: un capítulo de la serie "Family Guy" en que un Salvador desencantado regresa a la Tierra con el único propósito de divertirse, y una película para televisión que supone que Cristo es fruto de una violación. En ambos, los ministros más entusiastas están dando una cruenta batalla. Resuena el "no hagas con los demás lo que no quieres que hagan contigo". De acuerdo: en ciertos países islámicos se experimenta una situación de persecución y en aquellos casos es legítima cualquier forma de defensa, incluso la resistencia armada. Pero por la vía de exacerbar los ánimos sin mediar provocación y con el exclusivo y manifiesto afán de vituperar más encima desde una ignorancia supina que para colmo se pretende propagar, sólo se está logrando que los cristianos que habitan esas zonas queden expuestos a un volumen todavía mayor de violencia. Y en occidente no deseamos que obren así con nuestros hermanos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

La Pelea Por Las Almas

Cuando un cristiano medio revisa datos estadísticos que dan cuenta del explosivo aumento de la cantidad de templos en un determinado lugar -en especial, si se trata de su territorio natal o en el que actualmente reside- no puede ocultar su alegría y en el acto eleva una oración de agradecimiento a Dios porque aquella región ha sido bendecida con Su palabra. Por supuesto que se trata de una reacción lógica y además completamente aceptable. Sin embargo, también es recomendable guardar una dosis de prudencia con el fin de reflexionar acerca de un peligroso vicio que se oculta detrás de las cifras, y que hasta cierto punto está relacionado en forma íntima con la explosión demográfica de iglesias evangélicas. Se trata de la mala distribución geográfica que justamente presenta el conjunto de esos recintos, y que es endémica en ciertas zonas de América Latina.

En varias ocasiones, cuando un pastor, predicador o hermano equis se siente tocado por la luminosidad divina y decide instalar un templo, no halla nada mejor que construirlo al lado, al frente, en la calle de atrás o en la esquina contigua de otro que lleva algún tiempo establecido. Tal actitud no obedece a un interés por convertir la mayor cantidad de almas. Al menos, no como principal o única prioridad. Aquí sólo cabe descubrir a una persona que tantea diversas opciones a fin de escoger aquella que garantice el éxito de su empresa, y quien en ese sentido, imagina que en un barrio donde ya existen comunidades de reformados hay más disposición a escuchar la palabra de salvación, teniendo en mente la posibilidad de prosperar -en todos los sentidos que tanto la RAE como los cristianos le dan al término- en un lapso breve. El inconveniente de semejante determinación es que el nuevo inquilino es incapaz de, cuando simplemente no quiere vislumbrar el hecho de que en ese sector sea probable que ya se hayan convertido todos los ciudadanos posibles, un universo no necesariamente relacionado con la absoluta totalidad de habitantes. Entonces, al darse cuenta de que los métodos más tradicionales no funcionan, empieza, en muchos casos de forma inconsciente, motivado por la desesperación frente a un eventual fracaso, y por lo mismo a la pérdida de la gracia del Señor, a promover su ministerio de modo comercial pensando en los miembros de las comunidades vecinas. Y comienza a meter aspectos novedosos en la alabanza e incluso en la difusión de la palabra (cada vez más emocional y liviana), que resultan atractivos primero para los más neófitos (que por su situación son vulnerables a transformarse en trotaconventos), luego para quienes se encuentran desencantados y finalmente para una parte de los fieles más incondicionales, ocasionando discusiones del tipo "acá somos más espirituales", "nosotros estamos mejor preparados" o "en mi iglesia se canta de manera más fuerte y sincera que en la tuya". De ahí a las agresiones, tanto verbales como físicas, faltan unos pasos.

Dicha situación acontece en pequeña y gran escala. En muchas ciudades es posible ubicar un alto número de templos en ciertos barrios, mientras en otros, relativamente voluminosos, las comunidades evangélicas brillan por su ausencia. También es posible extrapolar este fenómeno a un país completo. Por ejemplo, en Chile hay algunas urbes del sur en las cuales se funda una congregación prácticamente cada trimestre, a pesar de encontrarse saturadas en este aspecto, mientras localidades y hasta comunas enteras, en especial hacia el norte, carecen por completo de una edificación donde adorar a Dios. Más aún, parece que ciertos hermanos han decidido abandonar el mandato de predicar el evangelio incluso en los parajes más recónditos, y se limitan a ofrecer técnicas novedosas de alabanza con el propósito de captar a los feligreses de las iglesias más antiguas, palabra que suelen confundir o simplemente asociar con "anticuado". Es cierto que existen determinadas congregaciones y hasta denominaciones que han extraviado el entusiasmo inicial y requieren de un renovado impulso espiritual, puesto que a veces se visualizan claras señales de que su supervivencia está en peligro.Sin embargo esto se halla lejos de ser un problema general, mucho menos al extremo de defender la tesis de que cada época tiene su propio sistema de predicación (adaptación de estilos sí, pero no más allá).

Por supuesto que el crecimiento de las iglesias evangélicas debe ser bien recibido. Pero así como no se puede poner el sol sobre nuestro enojo, tampoco debe colocarse encima de nuestra satisfacción. El aumento de los templos es una demostración del avance de las conversiones, no obstante de igual modo representa un cierto nivel de desorden y desmesura que precisa ser corregido. Ya hay determinados lugares en donde la excesiva instalación de comunidades reformadas está provocando molestia y rechazo entre las personas seculares, precisamente quienes son la principal motivación que impulsa a inaugurar estos recintos. Muchos se quejan de que sólo ven reyertas entre los hermanos a causa de los incidentes citados en el segundo párrafo, y que suben los altavoces e intentan cantar -más bien chillar- de manera más ruidosa para tapar a sus competidores, convencidos de que oye al que grita de modo más escandaloso. Si uno posee la capacidad de discernir dada por el espíritu de Dios, también puede caer en la cuenta de que agregar un templo más en algún barrio puede llegar a ser, si se cumples algunas circunstancias, negativo en términos de testimonio, y por ende seguir la voluntad divina podría ser equivalente a desistir.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Terapias Para Hacer Machos

El parlamento del estado norteamericano de California ha evacuado un proyecto de ley que busca la total prohibición de las terapias que intentan prevenir o corregir la homosexualidad. Dichos tratamientos son defendidos y promovidos por prominentes líderes religiosos cristianos, tanto católicos como evangélicos, así como por las congregaciones que dirigen. Sin embargo, quienes efectúan tales trabajos son sicólogos profesionales, graduados en prestigiosas universidades gringas, que han asumido de manera sutil e indirecta el papel de inquisidores que a sus propios jefes les ha sido retirado como una muestra de superación del oscurantismo.

Estas prácticas, además, contienen un sinnúmero de detalles aberrantes, más que suficientes para revelar frente al ciudadano común la auténtica naturaleza de quienes las llevan a cabo, así como el tenor de la pseudociencia que los impulsa, la cual lamentablemente ha sido puesta al lado de las ciencias verdaderas al extremo que hoy tiene un lugar en la educación superior. Por ejemplo, las mencionadas terapias les son aplicadas a niños, a veces muy pequeños, pues como ya fue señalado en el párrafo anterior, incluyen una variante de carácter preventivo. Es decir, cualquier mocoso que todavía no ingresa a la escuela primaria, y sólo en base a las sospechas de los adultos que lo rodean, corre el riesgo de caer en las garras de estos terapeutas y ser acusado de una conducta que por causas obvias es imposible de comprender para un ser de tan tierna edad. Lo cual resulta mucho más grave si se considera que la sexualidad personal no se define antes de los veinte años, y que cualquier intento por encauzar una actitud que de acuerdo al criterio de personas mayores constituye una desviación, puede acarrear consecuencias catastróficas para el afectado. En resumen, nos hallamos frente a un abuso infantil de enormes proporciones, que no requiere explicaciones ni discusiones amplias para convencer a un interlocutor de que lo condene, ya que sólo se compara con la pedofilia o el castigo físico contra los menores.

Por otra parte, no es extraño que personajes de la talla de los sicólogos se involucren en estos abyectos tratamientos y los lleven adelante con denodado gusto. Como se acotó en el párrafo introductorio, esta pseudociencia ha pasado a ocupar el puesto que la religión y las dictaduras ideológicas dejaron vacante en su momento, en lo relacionado con el control represivo de la sociedad. Es lógica la unión entre estos supuestos terapeutas y ciertos ministros de cuño conservador -más bien reaccionario-. Más aún si estos últimos buscan contrarrestar el cambio en la mentalidad de la población respecto de los homosexuales, sometidos por siglos a una constante y sistemática agresión que no es el modo correcto de abordar el problema, y por consiguiente constituye abominación ante los ojos de Dios. No obstante, a los pastores, evangelistas y feligreses que obran así, cabría formularles una pregunta: ¿qué sucede con esa advertencia de Jesús, quien apunta de que toda situación de violencia ejercida contra los niños a la larga se traduce en una ofensa contra el mismo Salvador? ¿Lo cual, para colmo, se efectúa recurriendo a una "mal llamada ciencia"? ¿Es acaso tan importante la corrección vertical, que no se debe escatimar en pedir auxilio a una práctica todavía más oscura que la astrología? En conclusión, ¿es imprescindible delegar a los más débiles, a los que se supone debemos proteger como cristianos y adultos responsables, en manos precisamente de uno de los peligros que más los acechan? O dicho de otra manera, ¿es necesario unirse en yugo desigual con un león rugiente, justamente para acercar a las nuevas generaciones a los caminos del Señor?

Antes de continuar, debo aclarar que no estoy defendiendo la teoría que afirma que se nace gay, la cual muchos científicos serios y sesudos afirman que es incorrecta. Mi intención es  recordar a quienes contratan a estos y otros sicólogos para aplicar en chicos inocentes sus bajos propósitos, que con ello cometen una serie de pecados: homofobia -tan grave como la homosexualidad-, apoyo en pseudociencias -que por su intermedio, torna a los incautos vulnerables a la hechicería- y maltrato infantil, por nombrar los más visibles. Se supone que tenemos las Escrituras y el amor cristiano como herramientas eficaces para afrontar estas situaciones, y que caer en el vicio de descansar en una alternativa a Dios es sinónimo de idolatría. Por desgracia, muchos, en su afán de eliminar la incredulidad a cualquier precio, producen daños colaterales que alcanzan a perjudicar a sus propios hermanos de fe. Y lo peor es que se enceguecen y consideran que su conducta pone otro ladrillo en la construcción del reino de los cielos.

domingo, 26 de agosto de 2012

Dos Modelos de Capitalismo Evangélico

Resulta ya aburrido escuchar a esas voces, provenientes de personas declaradas cristianas y otras que confiesan no serlo, que aseguran que las iglesias evangélicas tienen la culpa de la propagación del capitalismo, con todos los males que ese sistema económico ha legado a la humanidad desde que comenzó su aplicación. Por cierto se trata de sujetos interesados, quienes esperan que los individuos comunes acaben concluyendo que de no haberse consolidado la Reforma de 1517 probablemente hoy viviríamos mejor. Sin embargo, no es menos agradable poner atención a los argumentos que algunos hermanos y predicadores utilizan para rebatir tales convencionalismos, ya que suelen recurrir, casi sin excepción, a un cúmulo de frases prefabricadas más propias del fanatismo religioso irracional, en las cuales se tacha a los interlocutores de inmorales, corruptos y finalmente diabólicos socialistas (en cualquiera de las acepciones políticas y sociales que conlleva dicho término). Con ello, aparte de rebajarse al nivel de quienes los atacan, sólo están aportando con un elemento extra para que los transformen en objeto del desprecio y el ridículo, y alimenten los discursos supuestamente liberales y progresistas que llaman a abandonar los templos pues serían muestras de anacronismo intelectual y cultural.

Es verdad que si uno se detiene en el modelo económico y social anglosajón, se pueden descubrir con facilidad las causas y los pretextos que impulsan a algunos a asociar la acumulación despiadada de capitales con las iglesias evangélicas. En efecto, la forma de capitalismo que se aplica en el Reino Unido y en Estados Unidos, además de manera parcial en otras ex colonias británicas, privilegia de forma excesiva la propiedad privada por encima del bienestar común, llegando a ser considerado como legítimo el acaparamiento. En paralelo, los defensores de aquel sistema pretenden calzar su actitud con los principios cristianos recurriendo a una moralina represiva que se termina reduciendo a la conducta sexual de la persona: de ahí que exhiban un celo tan excesivo contra el coito no marital o el reconocimiento legal a las parejas homosexuales -ni siquiera el matrimonio entre congéneres-, y busquen por todos los medios, incluyendo los judiciales, que tales cuestiones no sean permitidas. Los partidarios de esta combinación de convicciones, alegan que ella se basa en los principios más elementales de la disciplina protestante, la misma que ha permitido la prosperidad pecuniaria de los países en los que la Reforma ha arraigado. La lógica sería más o menos la siguiente: si se mantiene un fuerte control sobre la población, eliminando toda potencial incitación al vicio -no sólo erótico, aunque si se erradica éste a la postre se podrán neutralizar todos los demás- y por lo tanto no dejando otras preocupaciones que las de trabajar y asistir al templo al menos una vez por semana, en última instancia se obtendrán hombres y mujeres correctos y contribuyentes con su nación, que servirán de engranaje para conseguir el despegue monetario, el cual al concluir la ardua jornada debiera, al menos por principio, desembocar en un estado más feliz para el esforzado ciudadano.

No obstante, en Europa existe cuando menos otro modelo de capitalismo con influencia de la Reforma luterana. Es el nórdico. Que igualmente como el anterior, contempla la disciplina basada en el trabajo sistemático y constante, y una ética muy observante de los principios sostenidos por las iglesias evangélicas. Sin embargo, ello ha dado como consecuencia que en estos países, a diferencia de lo que sucede en los territorios ingleses y norteamericanos, exista una mayor preocupación social, demostrada en los aparatos de protección otorgados a la población obrera y de sectores medios. La misma rigidez moral que en el caso anglosajón sirve para revisar la cama de los individuos, aquí ha ayudado a crear el Estado de bienestar, donde los más pudientes e incluso el pueblo raso ha sido obligado a asumir responsabilidades mediante el pago de impuestos, especialmente altos entre los más acaudalados, los cuales empero no suelen quejarse. De idéntico modo que en los EUA o en el RU miembros de la estructura pública y los particulares más influyentes suelen vigilar que las personas no cometan deslices relacionados con la carnalidad o las adicciones, acá el caudal humano equivalente está orientado a impedir el acaparamiento y el atesoramiento irracional. Y no es otra causa que esa atención denodada propia de los reformados a las convicciones fundamentales la que permite que en estas naciones la gente no se sienta coartada en su libertad debido a su orientación sexual o sus opiniones referentes a los más diversos temas, ya que se obedece al mandato de evitar juzgar al hermano, y de ofrecerle ayuda antes que machacarle con lo que es correcto o incorrecto. Que finalmente esos preceptos los asimilará de acuerdo al testimonio que demos y él solo se irá dando cuenta a poco andar.

No se trata de calificar a un modelo como bueno y al otro como malo (en realidad, un cristiano debiera combinar aspectos de ambos). Sino de reflexionar y descubrir qué estamos haciendo para que los individuos seculares se queden sin subterfugios con los cuales nos puedan lanzar acusaciones que son de evidente falsedad desde el punto de vista de la doctrina, pero que en muchas ocasiones se encuentran en la conducta diaria de creyentes de alabanza más que diaria. Por supuesto que algo debemos decir sobre el relajamiento de las costumbres en la Europa nórdica -que en realidad no es tan grave como lo pintan-; pero eso no significa aceptar a pies juntillas un modelo donde ciertas personas exponen sus injusticias con total desfachatez, incluso amparándose en versículos bíblicos. Y reconociendo que naciones anglosajonas como el propio Reino Unido han alcanzado importantes cuotas de Estado de bienestar, y que en Estados Unidos el cobro de impuestos se ejecuta con absoluta rigurosidad tanto entre ricos como pobres, y que tales fondos no se disuelven en actos significativos de corrupción, no vendría nada de mal escuchar de vez en cuando a esos libertinos y apóstatas ciudadanos de Europa del norte. Que al fin y al cabo, ellos conocen algunas páginas de las Escrituras que parece que nosotros hemos arrancado.

lunes, 20 de agosto de 2012

Moralina Con Alma Progresista

Resulta interesante analizar el desglose del proceso judicial que tiene al australiano Julian Assange, creador y cerebro del sitio virtual Wikileaks, refugiado por estos días en la embajada ecuatoriana en el Reino Unido. No el que Estados Unidos pretende formularle por revelar datos de su gobierno que ese país considera confidenciales -el cual además es inaceptable desde el punto de vista de la libertad de expresión y del derecho a la información-, sino el que se ha levantado en su contra en Suecia, por abuso sexual a dos mujeres, y que muchos aseveran se trataría de una fachada que habrían montado en conjunto tanto la administración nórdica como la norteamericana, con el propósito de generar sospechas en la opinión pública acerca del encartado de marras, de que a fin de cuentas estaríamos en presencia de un simple delincuente, y de ese modo bajar la tensión sobre el verdadero motivo que esconde esta persecución legal.

Es interesante acotar de que la denuncia estampada en Suecia por las mencionadas mujeres, se debe a que Assange habría sostenido un coito con ellas sin haber empleado preservativo, lo que en efecto en ese país se considera un abuso, si al final se comprueba que la afectada no consintió una relación bajo tales condiciones. Muchos destacan que dicha consideración es propia de una cultura considerada avanzada y democrática, en términos del progresismo socialdemócrata, donde prima el bienestar social por encima de la atención en la moralidad individual de cada persona -que además allá sería muy relajada-. Dentro de este aspecto del desarrollo, se incluyen los logros obtenidos por las féminas en materia de igualdad de género, entre los que se cuenta una conquista impensable para quienes han sido criados en otras latitudes, como es la acusación que enfrenta el fundador de Wikileaks -y que fue similar a la formulada contra el tenor chileno Tito Beltrán hace unos años atrás-. En resumen, en base a las características que han hecho conocida a esta nación nórdica en el resto del mundo, esto no debiera interpretarse como un capricho de mojigatos; sino que, muy por el contrario, es la expresión más simbólica de un pueblo que ha llegado a los estándares más altos de la civilización. Por lo tanto no son ellos quienes están alejados de la realidad, sino nosotros, quienes empuñamos el estandarte de lo primitivo obnubilados por una mayoría que en su conjunto no ha alcanzado las máximas cuotas de progreso.

Sin embargo, la realidad indica que este componente del marco legal sueco habría sido inconcebible de no existir en el país un pilar cultural aún más ancestral y por ende más significativo, como es el hecho de que este pueblo abrazó la Reforma de Lutero casi desde el primer instante en que se divulgó, admitiendo toda su carga de moral sexual que conllevaba. La misma que por ejemplo en Inglaterra o Estados Unidos ha impulsado la formación de grupos militantes de cristianos evangélicos que se oponen de manera tenaz al aborto -incluso en su variante terapéutica-, al matrimonio homosexual o al relativismo. Cierto que mediatizado por el ya citado progresismo socialdemócrata, que en este caso permite optar por la protección de un género que socialmente aparece como el más débil, en lugar de la tendencia castigadora que se manifiesta en las costumbres anglosajonas. Pero que conduce a destinos semejantes. Así, si en la federación gringa Bill Clinton estuvo a pasos de caer en desgracia por el desliz que sostuvo con Monica Lewinsky, ahora Assange se ve obligado a responder por un coito que siempre consideró ocasional sin ninguna consecuencia -amorosa- posterior. Cabe notar que en ambos casos se condena la práctica de tomar el sexo con ligereza desprendiéndolo del entorno de la familia bien constituida. En uno, la consecuencia es el escándalo público; en el otro, los eventuales perjuicios para la contraparte. Y en ninguno de los dos el supuesto victimario, que siempre es varón, sale victorioso o con la posibilidad de vanagloriarse de su virilidad, como quizá hubiese acaecido en algún territorio católico o musulmán.

Como conclusión, se podría aseverar que lo experimentado por Julian Assange con el derecho sueco se debe a una "magia todavía más antigua" por citar al León de Las Crónicas de Narnia. Esa misma que ha ido de la mano con el progresismo vivido en ese país a contar de la década de 1930. Y del que la iglesia evangélica nacional, de confesión luterana, ha sido un actor preponderante, pues el embrión teórico del Estado de bienestar empezó a mediados del siglo diecinueve con la teología social reformada surgida por esos lares y que sirvió de inspiración para que a su vez los católicos latinoamericanos impulsaran la teología de la liberación. De nuevo, los acontecimientos se pueden explicar con el empleo de viejos pero igualmente contundentes antecedentes, donde todo comienza en lo que un magnánimo pensador católico, Tomás de Aquino, denominó como la causa primera: Dios.


                                                                                                     

lunes, 13 de agosto de 2012

Orígenes del Capitalismo

No faltan quienes sitúan el inicio del capitalismo en la Reforma iniciada por Lutero en 1517. Muchos lo asocian con la teología de la predestinación defendida por Juan Calvino, quien habría asegurado que la prosperidad económica de un hombre era la señal inequívoca de que estaba siendo bendecido desde la cuna por Dios. Dentro de la iglesia católica, voces intencionadas buscan calzar estas opiniones sueltas con el propósito de achacarle al movimiento iniciado en la Alemania del siglo dieciséis una suerte de impulso ideológico que a poco andar se tradujo en la expansión imparable de un sistema financiero, de acuerdo con el discurso romanista, despiadado, inhumano y que tiende a privilegiar a unos pocos en desmedro de una masa que además está obligada a padecer el estigma de ser considerado flojo, antisocial y en definitiva un maldito pecador.

No obstante, y ya asumiendo que el afán de acumular riqueza mediante la compraventa de diversos productos es una costumbre que tiene el hombre prácticamente desde que existe, resultaría muy objetivo señalar que los primeros esbozos de lo que hoy conocemos como capitalismo -en sus más variadas acepciones y aplicaciones- se empezaron a dar en los albores del segundo mileno, en plena Edad Media europea, cuando nadie, siquiera producto de una visión profética o algún delirio místico, habría sido capaz de anticipar una cosa como la Reforma luterana, y además en una época donde el papado ya se había ganado la facultad de hacer y deshacer en el Viejo Mundo. Existen datos que indican que ya en el año mil los monasterios, al principio movidos por un afán de subsistencia, empezaron a tranzar los bienes agrícolas o ganaderos que los internos cultivaban o elaboraban dentro del claustro. Con el paso del tiempo, y la venia de la misma autoridad católica que se cuidaba de que estas prácticas no se reprodujeran en el ámbito secular -a través de alianzas establecidas con nobles y señores feudales, quienes por beneficio propio mantenían a la población bajo situación de servidumbre, generalmente concentrada en pequeñas aldeas aisladas entre sí y destinadas más que nada a preservar la vida rural-, dichos recintos adquirieron un caudal fiduiciario que en determinados casos incluso les permitió prestar dinero a los reinos, a veces con elevadas tasas de interés. De hecho ciertas órdenes, como los templarios, llegaron a actuar como auténticos bancos. En paralelo comenzaron a emerger los conventos femeninos, que por idénticas causas repitieron la costumbre. Al respecto cabe señalar la importancia que estos últimos lugares obtuvieron en las colonias españolas y en la península misma, actuando como verdaderas cajas financieras y ejerciendo labores similares a las de los actuales prestamistas. Una actividad que el romanismo considera vil usura inventada por burgueses herejes, se desarrolló y consolidó en su propio seno.

Más aún: el primer intento exitoso a nivel masivo de capitalismo secular también se dio entre católicos. Para ser más concretos, entre los ricos mercaderes de la península italiana, como la familia de Marco Polo. Casi todos pertenecientes a la nobleza local y varios con algún antepasado o pariente sentado en el sillón pontificio. Fueron de hecho ellos quienes expandieron este sistema financiero por el resto del continente europeo, haciéndolo ya una práctica conocida y asumida cuando irrumpe la Reforma. Sin embargo, ¿por qué asocia su fundación -y sus vicios subyacentes- a una suerte de artimaña teológica supuestamente diseñada por Lutero y Calvino? Lo que sucede es que con sus predicaciones, estos próceres les enseñaron a las personas comunes y plebeyas que ellos también contaban con las habilidades para acumular riqueza, y que bastaba con la adopción de determinadas reglas de disciplina individual para comprobarlo, incluso siendo capaces de acceder a un nivel parecido al de los acaudalados de entonces, aunque jamás hayan pertenecido al grupo social conocido como "los de sangre azul". En resumidas cuentas, incentivaron a la gente del pueblo a elevarse desde la nada, un factor que, ahora sí, guarda relación con la doctrina cristiana evangélica, por ejemplo en aspectos como el nuevo nacimiento o la libertad de escoger la manera más adecuada para alabar a Dios, puntos clave del asunto de la liberación espiritual y la consiguiente libertad individual y la vez personal. Dicho de otro modo, hicieron más democrático el capitalismo.

A despecho de las aberrantes distorsiones generadas por Adam Smith y Milton Friedman -y en sentido negativo y de forma indirecta, por Karl Marx-, lo cierto es que nos volvemos a encontrar en una situación donde la iglesia católica defiende una cosa y practica otra totalmente opuesta. Pues por mucho que los obispos despotriquen contra el capitalismo recalcando los daños anexos que ha ocasionado en la humanidad -con el aval de poder atribuírselos a un movimiento que miran como indeseable-, en el seno del romanismo existen entidades como el Instituto de Obras de Religión, que por algo se le conoce a nivel coloquial como el Banco del Vaticano. Dicha organización -necesaria para la subsistencia de la Santa Sede, que al igual que todos los micro Estados se ve forzado a transformarse en un paraíso financiero a fin de no sucumbir-, aparte de ser muy poderosa en términos empresariales, concede préstamos y sostiene millonarias cuentas ya sea de ahorro o débito. Y todavía más: su secreto -aumentado por sus condiciones peculiares de dependencia- le ha permitido a importantes líderes de la mafia depositar sus ganancias ilícitas ahí, en uno de los escándalos mayúsculos de los últimos dos años. El problema es más simple: los curas detestan que se susciten acumulaciones de riqueza en ambientes alejados del suyo, y amparados en el subterfugio de que son la exclusiva y excluyente verdad, aparte de la advertencia bíblica-mal empleada por lo demás- sobre el egoísmo proporcional al aumento de caudales monetarios, siempre han intentado detener las iniciativas respecto del particular, precisamente porque ya cargan con la vileza de corazón. Fue justamente lo que hicieron con la mencionada orden del Temple, disuelta por mandato papal y confiscadas todas sus pertenencias cuando apenas los sacerdotes notaron que empezaba a consolidarse como gran empresa. Con los reformados simplemente no pueden ejercer de idéntica manera, ni aquí en la tierra ni en el más allá, aunque fanfarroneen con sus acusaciones y las excomuniones.