domingo, 30 de mayo de 2010

Nacidos Para el Abandono

Después de casi catorce años, los conservadores británicos regresan al poder, en medio de una grave coyuntura económica que por estos momentos asola a Europa entera. Para paliar sus efectos en el Reino Unido, los nuevos gobernantes han debutado con una serie de decretos destinados a reducir el gasto fiscal, entre los cuales, se cuenta la eliminación de los subsidios estatales para los recién nacidos y los niños pequeños. Dichas regalías, que tienen un origen muy reciente, habían sido alabadas hace tan sólo unos meses atrás, cuando se constató que la natalidad entre los ingleses étnicos había experimentado un leve pero sostenido repunte. Con esto, además de ciertos frenos a la inmigración -que por su condición de país insular, pueden llegar a ser particularmente efectivos en Inglaterra-, se había conseguido detener, al menos durante un buen tiempo, el accionar de los grupos xenófobos que operan en el archipiélago, y de paso, apaciguar a una población que por cierto tiene una mentalidad bastante conservadora.

Por supuesto, que lo más llamativo es que la decisión emane de un sector político que se atribuye la defensa de los valores morales tradicionales, entre los cuales nunca falta la majadera insistencia en la familia y el engendramiento de bebés. Debe ser por aquello de que las ideologías, o mejor dicho los partidos que aseguran seguirlas, ya no se distinguen mucho, en su afán de aparecer como las más eficaces a la hora de ofrecer protección social. Incluso, los conservadores ingleses jugaron con esta apreciación y presentaron una imagen renovada, que en el caso de los movimientos derechistas, se traduce en un candidato con rostro afable, sonrisa permanente y chistes tan blancos como repetidos. O quizá, porque como alega el refrán, la necesidad siempre acaba teniendo cara de hereje, y en medio de una crisis financiera que obliga al ahorro, se precisa realizar todos los recortes que se tenga a la mano, salvo, de más está decirlo, aquellos relacionados con el gasto militar o la vigilancia policial. También, podrían haberse sentido impulsados a suprimir las mentadas regalías, en el evento de que representaban uno de los más importantes caballitos de batalla de sus rivales laboristas, a quienes vencieron en los recientes comicios: y aunque la praxis de las tiendas políticas finalmente es idéntica, siempre es preciso tomar una determinación que le indique al electorado, cuando menos de manera simbólica, que se viene un cambio para mejor.

Sin embargo, y aún justificándola como una acción de emergencia, esta eliminación a la larga puede transformarse en un factor de pérdida de la credibilidad en las autoridades. Porque, a pesar de que tal vez no era una iniciativa de los conservadores -al menos en su estructura definitiva-, de seguro que ellos presionaron a la anterior legislatura para que dichas medidas se convirtiesen en ley, y tuvieron su propia inclinación ideológica como motivación. Además del apoyo de las agrupaciones xenófobas, que aunque la centroderecha europea las descalifique en público, la lógica afinidad existente entre ambos planteamientos siempre acaba tornándose apoyo mutuo, al extremo que en algunos países, como Austria, han formado alianzas para acceder al gobierno. Muchas organizaciones vinculadas a la religión o guiadas por una mera moralina maniquea, de seguro aplaudieron tal bono en dos ocasiones: cuando fue aprobado y cuando se comunicaron sus efectos. Pero ahora, cuando todos están bien con su conciencia y los partidarios más firmes de esta clase de predicamentos han vuelto al poder, se deja a esos niños, nacidos bajo determinadas reglas del juego, desamparados y abandonados. De paso, se echa por tierra aquel discurso que repite constantemente que la familia debe ser protegida más allá de las dificultades provocadas por las catástrofes naturales y el colapso de la economía. Es el subterfugio que usan ciertos acaudalados y líderes de opinión para felicitar a una madre sumida en la miseria que no obstante cuenta con un gran número de hijos -no siempre concebidos por su total voluntad-. Sólo que, cuando es a ellos a quienes les corresponde meterse la mano al bolsillo, ora como empresarios privados o representantes del Estado, y si se percibe adversidad en el horizonte, son los primeros en desconocer la ayuda que prometieron. Y el caso británico se ha transformado en un ejemplo plausible de eso.

Cabe preguntarse qué sucederá con estos vástagos generados por una condición favorable que empero cambió de la noche a la mañana. Como siempre, sus frustrados padres -además que empobrecidos, por su propia condición social y por la misma crisis económica- descargarán su enojo contra ellos, responsabilizándolos de sus problemas y haciéndoles saber que no eran deseados. Tal vez, cuando estos niños deambulen por su adolescencia, antes de caer en las garras de la delincuencia común, serán reclutados por las pandillas xenófobas, quienes los utilizarán para agredir a las eternas causas de sus cuitas: los inmigrantes y sus descendientes. Y a cambio de pequeñas concesiones, dichas bandas colaborarán con los conservadores, que por entonces se verán a un paso de perder el gobierno. Si ya lo dice el refrán: la necesidad suele tener cara de hereje.

viernes, 21 de mayo de 2010

Detrás del Culto a Pratt

Siempre me he preguntado a qué viene tanta admiración por Arturo Pratt, el capitán de la Esmeralda que acabó acribillado en el Combate Naval de Iquique. Mi curiosidad ha subido de intensidad en los últimos años, en los que el discurso chauvinista en torno a este evento, a su vez también ha aumentado, llegando a colocar al mentado marino no como un, sino como el héroe nacional por antonomasia, con toda la carga que implica el culto de características patriotas, similar en su praxis y en sus efectos, a la pleitesía que se le rinde a cualquier dios convencional; pero originado en un área enigmática, lo cual produce la sensación de encontrarse frente a un fenómeno distinto al fanatismo religioso, o incluso a toda forma de idolatría en general.

Analicemos las circunstancias que remataron en aquella batalla naval, así como la existencia de Pratt antes del incidente aciago que, empero, acabó elevándolo a la gloria. De partida, el marino en cuestión era tratado por sus compañeros de armas como el arquetipo de un nerd o -ya que ese término era desconocido en 1879- ganso de aquella época. Más que nada, por seguir una conducta extraña en relación con las costumbres culturales e individuales de los denominados "hombres de mar", ya que mantenía una irrestricta fidelidad a su esposa y nunca "bajaba a puerto"; es decir, no frecuentaba los burdeles de cada bahía, al contrario del resto de los marinos, ansiosos por descargar después de semanas a bordo del barco, sin haber tomado contacto con alguna mujer. Los demás colegas, casados o no, practicaban dicho ritual con una devoción sistemática, y las investigaciones que revelan el contagio de sífilis entre importantes protagonistas de la Guerra del Pacífico, son abundantes y están muy bien fundamentadas. Además, sus cercanos comentaban, con una mezcla de extrañeza y recelo, que Pratt hubiese estudiado una carrera universitaria, concretamente derecho, aunque recientes estudios atestiguan que fue un abogado bastante mediocre. De cualquier manera, lo ocurrido aquel veintiuno de mayo, parece justificar las aprehensiones de sus pares. No se trata de defender a los putañeros -a veces pueden llegar a ser tan detestables como los violadores-; pero Carlos Condell, un tipo que, como reza el refrán, "tenía más mundo", discurrió un ingenioso plan para arrastrar a la Independencia hacia Punta Gruesa, haciéndolo encallar, para acto seguido hundirlo y así eliminar a la mitad de la flota enemiga. El encargado de la Esmeralda, en cambio, deambuló por la bahía de Iquique hasta que reventaron las calderas de la embarcación, quedándole como única alternativa, resistir a fin de tornar más agónica la muerte anunciada. En resumen, don Arturo fue héroe porque primero fue zoquete.

Las motivaciones que han empujado a Pratt a un altar son varias. Para empezar, Chile tiene una tradición de pacatería en la cual el conservadurismo político, social, económico y moral, aunque siempre suelen ir asociados, no obstante aquí se funden en una simbiosis tan perfecta como la segregación de clases que nos ha acompañado en estos casi dos siglos y que, por cierto, puede considerarse un rasgo identitario nacional. En tal sentido, ensalzar la figura de un mártir, que cumplió a cabalidad con eso que hoy se suele denominar "valores esenciales de la familia", es perfecto como discurso ideológico y a la vez ejemplarizador. Por otro lado, la hipocresía endémica de este país ha suscitado la proliferación de los cultos póstumos, sobre todo dirigidos hacia quienes fueron despreciados en vida, como los de Violeta Parra, Pablo de Rokha o Salvador Allende. Es una versión colectiva del arrepentimiento propio del confesionario católico, que supone que ofreciendo penitencias se soluciona el daño ocasionado. Sin embargo, existe una causa aún más abominable: el intento por ocultar errores inadmisibles que precisamente, desencadenaron estos acontecimientos trágicos. A saber: el Combate Naval de Iquique fue el resultado de las torpezas del almirante Williams Rebolledo, que desobedeció una orden que incluso pudo haber evitado una guerra. A propósito, es interesante recalcar que el otro suceso triste, para Chile, en el conflicto del Pacífico, la batalla de la Concepción, fue igualmente consecuencia de la desidia de los altos mandos que desecharon una petición de refuerzos. No se puede enseñar en las escuelas, al menos si se quiere formar patriotas, que estos sacrificios pudieron haberse evitado, si los camaradas de armas no cometieran un descuido tan bochornoso. Por eso, se debe decir que cumplieron con sus obligaciones aún en las circunstancias más adversas. Y que lo hicieron por la bandera.

La muerte de Pratt fue una cuestión circunstancial dentro de ese absurdo denominado Guerra del Pacífico. Si se quería rehabilitar a un débil contra quien se habían cometido abusos -otro aspecto característico de la idiosincrasia del chileno-, al final tal tarea se llevó a cabo para ocultar fallas de alto nivel que la verdad, son inefables. Para colmo, se olvida que la verdadera importancia la tuvo Condell y su avivada de Punta Gruesa. Sin embargo, Pratt aceptó su destino, y en un país donde el fatalismo justifica la inamovilidad social y la mantención de una oligarquía recalcitrante, eso conlleva la mayor de las glorias. Aunque los homenajeados estén muertos y por ende nunca se enterarán.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Publicidad Homosexual

Desde hace unos días, afiches y gigantografías encargados por el Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH), y pagados por un servicio diplomático holandés, se han desplegado en edificios, plazas y buses de Santiago, del mismo modo que ocurre con todo tipo de publicidad comercial callejera. Las imágenes están diseñadas para provocar un alto impacto entre los transeúntes: en uno aparecen dos lesbianas besándose -ósculo de telenovela en cualquier caso: sin unión de los labios-; en otro, dos hombres de tendencia gay, desnudos y en plano americano, se acarician mutuamente; mientras que en un tercero, se deja ver a una pareja heterosexual, donde la mujer se encuentra embarazada, y al pie de su figura, desplegada la leyenda: "y si naciera homosexual, ¿qué harías?". Los responsables de tal propaganda buscan llamar la atención acerca de la discriminación y la intolerancia de la cual aún son víctimas las denominadas "minorías sexuales"; y al mismo tiempo, recordar a los que el año pasado fueron candidatos presidenciales, incluso al que ganó esa elección, que se valieron de este tema para captar votos.

La verdad es que han logrado una buena parte de su objetivo. Porque los medios de comunicación ya han difundido notas de prensa en torno al asunto, donde se han incluido las infaltables respuestas de los peatones comunes y corrientes que son asaltados por un sujeto que viste un traje formal y plantea la eterna pregunta de rigor: "¿qué le parece?". Y hay que reconocerlo -aunque bien puede tratarse de una treta de los editores-: la mayoría de los chilenos medios desaprueba la iniciativa. Argumentos sobran: que es inmoral, que va contra la naturaleza, que la Biblia condena a los homosexuales... un cúmulo de clichés escuchados a los sacerdotes católicos, que con casos de pedofilia a cuestas, y muy a pesar de las mentes y los espíritus libres, permanecen como un referente de opinión en este país. Sin embargo, entre todos esos escupitajos, ha aflorado uno que no puede ser, al menos completamente, atribuible a los curas, sino a quienes se han transformado en los guardianes de la sociedad posmoderna, relajada y desencantada; pero que aún así precisa de apóstoles de lo bienpensante o, para ponernos a tono con los tiempos, de lo "políticamente correcto": los sicólogos. Pues, ciertos transeúntes arguyen que los anuncios publicitarios pueden generar un impacto muy violento (léase traumático) en la siquis de las "personas vulnerables", es decir, niños y quienes han recibido una educación que los torna sensibles a la aparición a boca de jarro de dichas gigantografías. No son vehículos ofensivos, sino traumáticos... al menos renovamos las heces cambiándoles las moscas.

De cualquier manera, cambios formales aparte, resulta interesante desmenuzar la estructura de esa afirmación. Por ejemplo, hasta hace unos dos años, existía, en una carretera muy concurrida del centro de Estados Unidos, un letrero publicitario de considerables dimensiones, que en su mitad izquierda lucía la fotografía de dos revólveres cruzados, al estilo del emblema de Carabineros de Chile, y en la parte derecha, la siguiente leyenda, en inglés por supuesto: "mata a un gay y le harás un servicio a la patria; mata a dos y le harás un servicio a Dios". Desconozco si tal anuncio todavía se halla en pie; aunque por la sola forma en la cual se plantea aquí -que es la más objetiva y la menos efectista que se me ocurrió-, es chocante para un amplio abanico de personas, incluso para los homofóbicos moderados. Y a pesar de ello, no es necesario volar hacia el norte para encontrar estas demostraciones de incoherencia. Tan sólo recordemos aquellos avisos que pulularon por la capital chilena allá por el 2002, donde en un fondo negro, se imprimían frases en blanco supuestamente emitidas por el Señor -llevaban su nombre a manera de firma. Más allá de la buena intención que tales iniciativas podrían tener, acá se está cometiendo el pecado de tomar el nombre de Dios en vano, lo cual podría derivar en una acusación de blasfemia. Contra los ejemplos expuestos en este párrafo, no se han montado reportajes sensacionalistas ni debates que, de manera solapada, desean favorecer tenue y sutilmente a una posición conservadora. Aunque los favorecidos no sean los curas sino los sicólogos.

Y ya que se ha mencionado, es justo reconocer que el MOVILH tiene una actitud amarillista cuando trata estos asuntos. De acuerdo: es la respuesta de quien se siente agredido, toda vez que los homosexuales suelen jugar mucho con esa histeria chillona que les atribuye el resto de la gente. La forma de presentar estos temas, como un gancho comercial, puede en efecto ser discutible. Pero admitámoslo: todas las campañas publicitarias son agresivas y buscan golpear al interlocutor de tal manera que éste quede a la vez sorprendido y, al menos en un primer momento, atontado. Y no sólo las hay que intentan vender productos: algunas pretenden despertar la solidaridad de la gente, pidiendo donaciones para instituciones de caridad, llamando a disminuir la violencia física o apelando a una "conciencia ecológica" en cuestiones relativas al medio ambiente. No hay motivo para solicitar el retiro de una iniciativa que persigue como fin el comprender y tolerar a una comunidad que genera sentimientos encontrados, pero que merece un mínimo de respeto. Lo que por cierto, también exige el cristianismo.

martes, 4 de mayo de 2010

Lo Dijo Hawking

Hace algunos días atrás, Stephen Hawking sorprendió al mundo y de paso provocó cierto escozor en la comunidad científica al afirmar que la existencia de extraterrestres, incluso de un nivel técnico e intelectual más avanzado que el de los terrícolas, no es descartable. No se trataba de una mera opinión, sino de una conclusión elaborada tras haber efectuado una vasta cantidad de cálculos matemáticos. Por lo mismo, estaba muy lejos de las elucubraciones de aquellos adoradores de marcianos que pululan por las televisoras y que con suerte aceptan que Plutón no es un perro. Pero su intervención tampoco agradó a un buen número de practicantes de la investigación empírica, que consideran estas ideas como muy cercanas a la superstición. Ello pese a que las especialidades del profesor Howking -la física y la astronomía- por su sola naturaleza dejan siempre abierta la posibilidad de que la vida en otros planetas llegue a ser una certeza ineludible. Pues, con todo eso y el prestigio bien merecido que ostenta el emisor de tales declaraciones, no faltaron quienes insinuaron que la esclerosis que padece le ha empezado a atacar el cerebro, o que la senectud lo está volviendo gagá.

Aunque no ha declarado nada al respecto, no dejo de preguntarme, con una dosis adecuada de morbo, qué estará pensando, de tales afirmaciones, otro connotado e igualmente mediático miembro de la comunidad científica: el ateo con el favor divino Richard Dawkins. Porque cabe señalar que la existencia de civilizaciones extraterrestres no se encuentra contemplada en el marco de las teorías de la formación de la vida en la Tierra y, por ende, se contradice con la evolución. Actualmente, muchos defensores de los planteamientos de Darwin están dispuestos a admitir que la actual situación de nuestro mundo es el producto de múltiples casualidades y coincidencias, encadenadas entre sí; pero cuyo grado de incidencia es de uno en varios millones, y tales millones pueden ser la infinita cantidad de cuerpos celestes que flotan en el espacio. En cualquier caso, un procedimiento diametralmente opuesto a la concepción de un ser superior proveniente del cielo, que al fin y al cabo, representa en una versión heterodoxa, la admisión de vida inteligente en otros mundos.

Y es que, desde el progresismo decimonónico, se ha implantado la tendencia de invalidar todo aquello que no suceda dentro de los límites de un microscopio o un tubo de ensayo. O al menos, todo cuanto no se parezca, de acuerdo a los convencionalismos establecidos en esa época, a tal manera de ejercer la ciencia. Entretanto, muchos empiristas han intentado nadar contra la corriente, pero han sido catalogados como extraños. Su falta fue acercarse a viejas y desenmascaradas prácticas, como la filosofía, la teología o las artes. Sin embargo, sus pares no entienden que dichas disciplinas del conocimiento, y otras más, fueron esenciales para llegar a acumular la cantidad de datos científicos de los cuales podemos vanagloriarnos hoy. Desde luego que tal conducta tiene su asidero, el que como todas las cosas, es comprensible aunque no justificable. Había que superar una suerte de estancamiento generado por la religión, especificada en la autoridad eclesial católica, que desde el Medioevo también retenía los poderes económico y político. Lo positivo es que la meta se cumplió; el problema es que las nuevas camadas de científicos han sido educados bajo esos principios que cumplían una función relacionada con la emergencia. Coyuntura que en los tiempos contemporáneos ha vuelto a aparecer, pero con una orientación claramente distinta, incluso contrapuesta.

Por eso, algunos integrantes de la comunidad abren los ojos como platos repletos de asombro, cuando un colega hace afirmaciones que a primera vista y concordando con las enseñanzas recibidas, se muestran como fantásticas e inverosímiles. Lo interesante de esta situación es constatar la forma en que perfectamente se ha volteado la tortilla, y los ayer enemigos de los dogmas, son los dogmáticos de hoy. Al respecto, y para ir cerrando este artículo, una anécdota curiosa. No faltaron quienes festinaron con una advertencia señalada por Hawking, en el sentido de que, si una raza alienígena superior aterriza en el planeta, su impacto será el mismo que experimentaron los amerindios con el arrivo de los europeos. Es decir que nos someterán. Lo indico, porque cuando Colón organizó su primer viaje a las "Indias", tenía la convicción de que a medio camino iba a dar con el paraíso terrenal, debido a unos rumores que había recogido. En efecto, América era lo más parecido en aquel entonces a la descripción del jardín del Edén. Pero sus habitantes distaban mucho de conocer la doctrina cristiana. Ese desengaño permitió la consolidación de la Reforma evangélica y en el ámbito cultural ocasionó una cadena que partió en el Renacimiento, siguió con la Ilustración y la Revolución Industrial, y no se ha cortado en los últimos quinientos años. Tal vez la irrupción de seres de otras galaxias acabe con este camino y permita corregir los errores, como por lo demás acaece siempre tras una experiencia traumática.