domingo, 25 de marzo de 2012

El Régimen de la "Francia Libre"

Sin lugar a dudas, Nicolás Sarkozy debe ser uno de los pocos, junto con los extremistas musulmanes, que sonríe y le agradece a la vida por las acciones de su compatriota Mohammed Merah, el joven que asesinó a tres militares y a otros tres niños judíos además del director de la escuela donde estudiaban, la semana pasada. No sólo porque el atacante fuera finalmente abatido por la policía en un tiroteo (terminando, de paso, con toda posibilidad de recuperar una importante fuente de información, que en una de ésas podría haber comprometido, siquiera de modo indirecto, al mismo presidente francés), ni porque estos infames sucesos le pudieran significar un aumento de votos en las elecciones generales de abril: sino en gran medida, porque tales acontecimientos han representado la justificación perfecta para llevar adelante su enfermizo plan de represión social, bajo el pretexto de la seguridad ciudadana y el combate al terrorismo. El cual, de más está decirlo, tiene un trasfondo exclusivamente ideológico y económico, o mejor dicho, ambos elementos a la vez.

Pues las medidas ofrecidas por Sarkozy, más que tratar de contrarrestar los acometimientos de organizaciones criminales, están dirigidas a indicar con el dedo a quienes profesan el islam o tienen ascendencia árabe, con el propósito de incluir después en el saco, de manera subrepticia pero sostenida, a todo aquel que no muestre rasgos físicos europeos, cuente o no con la nacionalidad francesa. La idea central, expresada por el propio presidente, consiste en investigar los viajes al extranjero que efectúen personas de fe musulmana con la finalidad de descubrir si salen a recibir "adoctrinamiento" religioso. También se ha lanzado, de forma algo más implícita, la opción de vigilar a quienes practican este credo dentro del territorio, a fin de prevenir que planeen atentados. En síntesis, no se trata de centrar los esfuerzos en la búsqueda y hallazgo de células terroristas, sino de perseguir ciudadanos por sus ideas o incluso su color de piel. Obedeciendo a un prejuicio que se ha instalado, desde hace varios años, en el subconsciente de muchos sujetos que viven en el primer mundo. Lo cual sirve para matar dos pájaros de un tiro, pues de modo adicional la misma incompetencia de la administración puede ser disimulada. En especial si se contrastan los antecedentes previos de Merah con la actitud que los servicios de inteligencia de Francia tuvieron al respecto. Pues este muchacho ya había sido reportado y hasta capturado en diversas ocasiones en Afganistán e Irak realizando nada menos que ataques con armas y explosivos.

Se ha dicho que la consternación de los franceses ante un hecho de sangre de tales características, se debe a que aún se encuentran traumatizados por la conducta que sus compatriotas mantuvieron durante la Segunda Guerra Mundial, cuando entregaron no sin expresar cierto orgullo, una vasta población de judíos a manos de los nazis, quienes por supuesto los exterminaron. Y esto se hizo en proporciones similares tanto en la zona ocupada como en aquella donde fue impuesto el régimen de Vichy. Sin embargo, es preciso aclarar una cuestión muy importante: hoy ningún gobierno se atrevería a practicar el antisemitismo. Si los hebreos continúan sufriendo agresiones, éstas son propinadas por agrupaciones clandestinas o ilegales; en caso alguno producto de la política de un gobierno. La conducta de Merah (que actuó en base al conflicto del Medio Oriente, que debe ser tratado con una óptica distinta a la del Holocausto) así lo comprueba. Por el contrario, las administraciones europeas se están volviendo más propensas a acosar a musulmanes e inmigrantes. Una situación donde el propio Sarkozy ha hecho aportes muy significativos: por ejemplo cuando expulsó a un grupo de gitanos rumanos (país que es miembro de la Unión Europea, por lo que en teoría sus connacionales pueden transitar libremente por cualquier otro Estado componente) o cuando llamó a las fiambrerías a dejar de preparar carne según el rito islámico (a sólo días de los ataques aquí comentados). Además no lloremos sobre la leche derramada ni rasguemos vestiduras setenta años después. En la década de 1940 perseguir semitas era un deporte común en el Viejo Mundo, ya que la discriminación en contra de ellos era parte de la cultura. Actualmente son otros quienes ocupan el puesto del chivo expiatorio, y en medio de, al igual que antaño, una situación de recesión económica.

Y en este último aspecto donde los sospechosos de hoy les recuerdan a los gobernantes que no han hecho bien las cosas. Pues cabe señalar que el actual presente de los musulmanes europeos -traídos en los años 1960 por las propias administraciones del Viejo Continente, para trabajar en las fábricas durante la expansión económica, a fin de que no faltara mano de obra- es bastante precario, tornándose en un terreno fértil para la prédica de líderes tan fanáticos como carismáticos. Un vicio en el que curiosamente está cayendo igualmente el resto de los ciudadanos, quienes se allegan a dirigentes que prometen la xenofobia, el retorno a las tradiciones y la pureza cultural (palabra que se emplea con el propósito de sustituir "racial"). Con el agregado de que estos últimos se hallan más cerca de lo que opinan los círculos de poder y además pueden mirar por el hombro a sus enemigos. Ojalá, ni nosotros ni los que vendrán, seamos testigos de un nuevo régimen de Vichy, al cual irónicamente se le conocía como "la Francia Libre", término que repiten los políticos extremistas cuando recuerdan los aspectos supuestamente retrógrados que traen los islámicos y los inmigrantes, por lo que se hace más urgente su exterminio. Al menos, que los franceses no le otorguen al mariscal Pétain del siglo XXI otro lustro de gobierno.

domingo, 18 de marzo de 2012

Entre Nazis y Maricas

Me pregunto si los maricotas del MOVILH, tras el brutal ataque que hace una semana dejó moribundo al joven Daniel Zamudio, se habrán siquiera planteado la remota posibilidad de que exista algún error en aquella lista que dieron a conocer en enero pasado, en la cual ordenaban de manera decreciente las que, según ellos, eran las instituciones más homofóbicas del 2011. Cabe recordar que a la cabeza de aquella nómina se encontraban las iglesias evangélicas, en términos genéricos y sin hacer las necesarias distinciones: un puesto obtenido a consecuencia de un puñado de declaraciones poco afortunadas, poniendo especial énfasis en la intervención del pastor Edito Espinoza en el más reciente tedeum de fiestas patrias, de la cual este grupúsculo, por mucho que alegue que se trató de una ofensa inaceptable, al parecer continúa sacando réditos, como si se colocaran en cuatro patas para recibir la dulce sensación del masoquismo.

En cambio, al menos en la conferencia de prensa que se convocó con el propósito de divulgar el mentado informe, no se mencionó a las pandillas de neonazis, una de las cuales está acusada de la agresión en contra de Zamudio. Lo cual da a entender que, en el mejor de los casos, no ocupaban un lugar privilegiado dentro de la lista. Pese a que miembros de estas células vienen, desde hace unos cuantos años, ejecutando palizas contra homosexuales, travestidos y todo aquello que no se atenga a los cánones más tradicionales de lo masculino o femenino. En más de una ocasión con resultados fatales. Se argüirá, a modo de subterfugio, que la nómina sólo considera el año 2011. Recurso que no es válido, porque por mucho que los evangélicos tengan la intención de arrebatar el trono de la intolerancia con la finalidad de comunicarle a la opinión pública que existen y además desean aportar en favor de la pureza moral y por ende el avance de la sociedad (entendiendo que ambas cosas se encuentran encadenadas en un proceso lógico): empero, hasta la fecha no ha acaecido ningún incidente en el que un cristiano reformado haya golpeado a un gay o sus afines. Caso opuesto al de las hordas de fascistas, que incluso durante el año pasado, enviaron tanto al servicio de urgencia como a la morgue de éste, a varios muchachos de tendencias que les disgustan, no solamente amanerados. Por supuesto que no faltan las sentencias virulentas o destempladas. Sin embargo, no se conoce de algún hermano que haya tratado de agradar a Dios acudiendo al crimen.

Y he aquí un asunto donde queda demostrada la incongruencia, no de la colectividad homosexual, sino de uno de sus gremios, en este caso el MOVILH. Durante los últimos días, varios de sus componentes se han quejado en los diversos medios de comunicación, que ellos no son visibles y que se debió esperar una humillación tan terrible contra uno de los suyos para que fuesen considerados. Protesta formulada en base a las incontables situaciones de discriminación que los gay sufren a diario, costumbre en donde las agresiones físicas de las pandillas callejeras sólo constituyen la punta de un enorme témpano. Completamente de acuerdo con eso. Sin embargo, ¿no es esta misma organización, por cierto la más mediática, si bien no la única y ni siquiera la más importante entre las que representan a estas personas, la que con sus actitudes alienta este trato perjudicial? Por ejemplo, su reacción en contra de las iglesias evangélicas, que se ha producido por algunas aseveraciones emitidas a través de la televisión, en particular las mencionadas del pastor Espinoza, dichas en el marco del tedeum, evento muy esperado que además es transmitido a todo el país por el canal nacional. El propósito es contrarrestar unas expresiones que pueden resultar inadecuadas e irreflexivas con una presentación de similares características, en una suerte de enfrentamiento mutuo para ver quien finalmente se queda con los micrófonos. Pero detrás de ello no existe una investigación seria desde la que se surja una capacidad de sacar conclusiones realmente objetivas. Aparecer y meter ruido recurriendo a lo que mejor está al alcance de la mano. Y es una lástima porque cualquiera con un mínimo de sentido común se da cuenta de que son los neonazis quienes debieran estar puestos adelante en el listado de prioridades, aún cuando los diarios no comuniquen sus ataques y los mantengan bajo la alfombra como justamente acontece con los homosexuales.

Uno puede llegar a formular una tesis bastante perversa y antojadiza, a la luz de estos hechos. Y es que estas pandillas callejeras están compuestas en buen número por sujetos de clase media y alta con tendencia reaccionaria y conservadora. Imagen que proyectan los voceros del MOVILH cuando aparecen en las pantallas de televisión: todos varones, perfectamente bien ataviados con sus ternos de marca y sus corbatas, y compitiendo para saber quién tiene la voz más grave. Aparte de sus intentos por insertarse en ese tipo de sociedad, como lo es la búsqueda de una adaptación de las instituciones oficiales a las peculiaridades de su condición (matrimonio homosexual, adopción de hijos). Al contrario, ocurre que los evangélicos siguen siendo en su mayoría personas de extracción popular, aunque en el último tiempo esa situación esté cambiando. En consecuencia, esta agrupación gay se estaría yendo en picada contra una masa de pobres anónimos, contra los cuales, producto de la segregación social y la pésima distribución del ingreso que caracteriza a este país, sale gratis lanzar unos cuantos vituperios. Quizá no sea la conclusión correcta. Pero si este movimiento desea proyectar una consideración distinta, empiece por dejar de guardar silencio respecto de lo que sus vecinos y conocidos de barrio y reuniones varias efectúan por las noches.

domingo, 11 de marzo de 2012

Las Manos Que Aprietan el Cinturón

Incapaces de levantar un líder que muestre coherencia y tenga siquiera un moderado nivel de convocatoria, los evangélicos conservadores del Partido Republicano norteamericano, finalmente se han decantado por las dos ofertas más atractivas que esa colectividad les está ofreciendo a sus votantes más fieles: el mormón Mitt Romney y el católico Rick Santorum, teniendo en cuenta que lo más probable es que uno de ellos sea el candidato que los represente en las elecciones presidenciales de noviembre. Vale decir,  que están resignados, por las circunstancias coyunturales, a inclinarse en favor de una persona con la cual comparten afinidades políticas y morales, pero que pertenece a un grupo religioso distinto, a cuyos integrantes, de seguro en más de una ocasión y dentro del mismo ambiente eclesiástico, calificaron como sectas falsas o doctrinas erradas.

Desconozco si esta situación ha afectado el ánimo de los hermanos. Al parecer no, pues de todas maneras un amplio sector de ellos ha manifestado concordancia con las propuestas de los aspirantes conservadores a la White House. Sin embargo, la cantidad de cabriolas orales que han debido elaborar para explicar su decisión, resulta por decir lo menos desconcertante. Los auto denominados "santos de los últimos días" calificados desde siempre como ingenuos y desfachatados seguidores de una teoría delirante formulada por un desquiciado que sólo buscaba justificar con el evangelio sus ansias de grandeza además de sus perversiones sexuales -Joseph Smith, no lo olvidemos, planteaba la restauración de la poligamia, que él mismo practicó en secreto-; ahora resulta que son una minoría esforzada que gracias a su perseverancia logró prevalecer a pesar de los arranques de intolerancia de los cristianos más tradicionales, y que para más inri, como gesto de humildad y en pro de la búsqueda del entendimiento entre las distintas comunidades, renunciaron justamente a una de las enseñanzas clave de su maestro: la obligación de sostener a más de una esposa. No: nunca se trató de un acto de cobardía que afectaba un aspecto esencial de su doctrina, sino de una muestra de mansedumbre y un intento sincero por conseguir la paz. Y en cuanto a los católicos, lejos de ser hijos de la gran ramera, que nos produjeron numerosas bajas por su tendencia a considerarse la única alternativa posible, son personas que alaban al mismo Dios aunque con ritos y costumbre diferentes pero respetables. Ya no importa la teología ni la base dogmática pues a fin de cuenta se trata de inventos humanos. Los cimientos se encuentran en otra parte: manteniendo el edificio de la moralina conservadora donde no hay sitio para los homosexuales, el uso de métodos anticonceptivos y hasta cierto punto tampoco para las igualdades raciales o sociales (estos candidatos son firmes partidarios de las iniciativas anti inmigración), que si tan sólo no se aconseja el exterminio de los portadores de estas plagas apocalípticas, entonces se cae en uno de los pecados más réprobos: la apostasía.

Es probable, aparte de las coincidencias que se dan en el ámbito secular, y de la necesidad de triunfar en los comicios para así impedir el avance del relativismo y el libertinaje, que el beneplácito de los hermanos ante estos aspirantes foráneos se deba a que ambos representan a minorías religiosas en suelo norteamericano. Por ende, de ser electos se sujetarían a los planteamientos de la masa evangélica que después de todo apuntaló su victoria. Si es que no se han sometido ya, y no porque sus visiones de Estados Unidos y el mundo sean coincidentes. Por ejemplo, los mormones siempre han agachado la cabeza frente a las autoridades del gigante del norte, al extremo de que, como ya se señaló en el primer párrafo, no tuvieron ningún remordimiento en abandonar un punto de su doctrina considerado irrenunciable, como era la ya mencionada poligamia, con el propósito de que la sociedad utópica que fundaron en Utah fuese admitida como estado norteamericano y así disipar el temor a una ocupación y posterior desalojo violento. Siendo que los mismos gobernantes estadounidenses los empujaron a refugiarse en los lagos salados. Respecto de los católicos: aunque Santorum pertenezca al Opus Dei, grupúsculo que pretende reavivar las hogueras para echar ahí a todo aquel que no reconozca la autoridad del papa o no actúe de acuerdo a lo que dictaminan sus encíclicas; empero el romanismo ya recibió una prueba de lo que puede hacer un sistema judicial inspirado en la Reforma cuando se trata de frenar a curas pedófilos. No le iría mejor si osara combatir a los evangélicos en uno de sus feudos más emblemáticos, aunque se trate de las más viles "sectas pentecostales". Aunque es probable que lleguen a pactar una persecución, en contra de aquellos hermanos reformados que normalmente votan por los demócratas, que no han prohibido el matrimonio homosexual o el aborto.

Y he aquí el foco principal de la contradicción. Los fieles ligados al llamado "cinturón bíblico" son capaces de olvidar lo que enseñaron en los templos y se disponen a marchar detrás de un líder que no ha salido de sus filas, porque en último caso puede traerles la satisfacción de la victoria. Mientras que acusan a Barack Obama, evangélico confeso, señalándolo como el anticristo, sólo porque no actúa con extrema rigidez contra los colectivos que les desagradan a ellos, y que según su propia interpretación de las Escrituras, deberían ser odiados por todos los cristianos. Aparte de la innumerable cantidad de fallas doctrinales que implica esta conducta, algunas incluso no expuestas aquí (¿dónde quedó eso de "no juzguéis a tu hermano"?), ella también representa un vicio que por desgracia se está haciendo común en estos días y que analizado desde cierto punto de vista, sí podría ser catalogado como señal de la corrupción universal previa al final de los tiempos. Se trata de esa tendencia a aliarse en yugo desigual contra instituciones que sólo el día anterior eran atacadas, en la mayoría de las oportunidades de modo justificable, al interior de las congregaciones, sólo porque tal alianza representa un beneficio personal. Así tenemos a los convertidos que cada domingo lanzan diatribas contra el catolicismo y atemorizan a sus oyentes declamando las penas del infierno para quien siquiera trabe amistad con un romanista, pero que no trepidan en firmar una declaración conjunta con los obispos más rancios cuando éstos pretenden alegar contra la "crisis moral" (léase unión entre personas de idéntico género, distribución libre y gratuita de anticonceptivos o fin de la censura cinematográfica). O a gran escala, los gobernantes cristianos que dentro de sus países califican al islam como una religión de asesinos, pero que en su siguiente reunión diplomática firman acuerdos de cooperación mutua con monarquías musulmanas absolutas que son la reserva de lo peor de ese credo, pero que igualmente garantizan el flujo de petróleo, el nuevo liberalismo aplicado a rajatabla, y el control de caudillos considerados díscolos.

domingo, 4 de marzo de 2012

Como Un Hombre Que Muerde A Un Perro

Gran escándalo ha causado en España la decisión de un tribunal de familia, de tomar medidas cautelares contra unos padres que decidieron como medida disciplinaria encerrar a su hija de dieciséis años por varias horas con el propósito de evitar que asista a una fiesta. Resulta que la adolescente, algunos días después, denunció la situación ante el organismo jurídico ya mencionado, el cual tomó esta determinación bastante inusual y que contiene una importante carga de incorrección política. Aunque, si bien la noticia ha sido difundida con mucha profusión de parte de los medios masivos de comunicación, quienes en especial han colocado el grito en el cielo son ciertas instituciones católicas y evangélicas, ya que el resto del país europeo tiene sus propios problemas como para preocuparse por un asunto de violencia doméstica.

Y es que si la analizamos con más detenimiento, nos damos cuenta que esta información ha ganado páginas en los matutinos y minutos en los noticiarios, ante todo porque es un caso equivalente al "hombre muerde a perro", que tanto se cita en las escuelas de periodismo. Lo más esperable es que los acontecimientos ocurran al revés: que sea el can quien agreda al humano, por lo que la inversión de los papeles, debido a distintas causas -biológicas, naturales, lógicas, sociales-, merece ser registrado por su extrañeza. Pues bien: extrapolado el ejemplo al suceso que comentamos ahora, lo usual es que los padres castiguen o incluso maltraten a sus hijos y que éstos acepten las agresiones. Los convencionalismos sociales -que son muy importantes para comprender hechos como éste- lo estipulan así. Sólo cuando la violencia ejercida contra un niño es tan grave que lo mata o lo deja con secuelas irreparables, el incidente sale a la luz pública, mas que nada atendiendo a una cuestión de necesaria denuncia. Pero también ahí se le presta una atención relativamente parca en los periódicos y telediarios. Y como una muestra están los miles de personas que ya de adultas relatan las vejaciones a las cuales fueron sometidas por sus progenitores, porque en su infancia no tenían a quien acudir; y si rompían el círculo, corrían el riesgo de enfrentar el estigma de ser chicos desobedientes, una tara que es comparable al futbolista que golpea al árbitro.

En el periodismo, exaltar los acontecimientos curiosos e inusuales es una práctica relacionada más bien con el morbo, la frivolidad, la evasión y la prensa amarilla. El hecho que aquí tratamos tiene mucho de eso. Que un tribunal acoja la denuncia de una adolescente contra sus padres y le entregue medidas de protección, va en contra de cualquier convencionalismo. Y con el propósito de que todo parezca un acto de injusticia contra los adultos -cuya conducta está más cerca del prejuicio social-, se ha insistido en que éstos sólo intentaron tomar su posición de autoridad con una chica tal vez incorregible, aplicándole un castigo. Personalmente desconozco los antecedentes de este núcleo familiar. Pero es extraño que la información desplegada en los medios se centre en el acaecimientos inmediato y no indague en sus causas más remotas. ¿Existía maltrato previo hacia la niña? ¿Ésta se había tornado un auténtico dolor de cabeza? Todo empieza y culmina en que un par de pobres contribuyentes se ven, de manera tanto literal como metafórica, atados de manos e imposibilitados para corregir a su vástago. Bien podría ser que la muchacha fuera quien sacara a todos de quicio, ¿pero por qué no se menciona? En apariencia, lo que se persigue es evitar que un pacto ancestral sea amenazado, presentando la determinación del organismo judicial en forma implícita como incorrecta.

Y eso es lo que intentan los colectivos católicos y evangélicos mencionados en el primer párrafo. Preservar una tradición que ellos, en su mentalidad conservadora, conciben como la única opción posible. Ello les ha impulsado a hacerse eco de la virtual condena a la actitud de los tribunales de familia, además de que la prensa amarilla siempre ha sido muy útil para propagar estas ideas. De hecho, son escasas las ocasiones en que estas agrupaciones eclesiásticas denuncian las situaciones de maltrato, incluso las que implican consecuencias graves para el afectado. Se suelen limitar a añadir que aquella no es la forma correcta de instruir a los hijos. Pero la obediencia irrestricta continúa siendo un factor decisivo a la hora de dividir el mundo entre salvados y réprobos.