domingo, 25 de diciembre de 2016

Regale Un Pañal en Navidad

Cuando todavía no se soluciona desde el punto de vista judicial la colusión del papel higiénico, un nuevo tongo liderado por el magnate Eliodoro Matte Larraín sale a la luz, esta vez relacionado con los pañales. El modo de operar fue idéntico: la compañía encabezada por el sujeto recién mencionado, poseedora de un cuasi monopolio del producto afectado, presionó a una internacional que le comenzaba a plantear una incipiente competencia, aprovechando el desconocimiento que los propietarios de ésta tenían de la dinámica de los grandes empresarios locales. Luego, cuando la situación amenazaba con ser descubierta, los mismos que crearon al monstruo salieron en los medios de prensa haciéndose las víctimas, orquestando un falso sentimiento de culpa acompañado por una tan vergonzosa como impresentable delación de la contraparte, a fin de dar la sensación de que se colabora con los organismos respectivos.

Un dato que es interesante de recordar es la vinculación que los grandes empresarios han tenido desde siempre con la iglesia católica, la cual, hasta la actualidad, se ha traducido en la entrega de altas sumas de dinero a esa institución y la defensa pública de los llamados "valores tradicionales" que ella promulga, en especial los que están relacionados con la moralina más plausible, como el rechazo a los métodos anticonceptivos, el sexo no matrimonial y la insistencia en la familia en su sentido más convencional: esto es, padre, madre y al menos un número aceptable de hijos. Y este apoyo lo ejecutan de manera explícita -a través de declaraciones y muestras de simpatía con determinados sacerdotes y obispos- o implícita, mediante la publicidad de sus distintos negocios. En esto último, son comunes los avisos donde parejas sonrientes -casi siempre con sus anillos de compromiso en el anular- de sectores medios hacia arriba, junto a niños pequeños tratan de irradiar felicidad merced a su estado y a la adquisición del artículo promovido en los afiches y comerciales. En tal aspecto mejor ni hablar de lo concerniente a los pañales, donde además se da la opción de inculcar los roles ancestrales asignados a ambos géneros -siempre la mujer es la que aparece mudando al bebé, algo justificado por el asunto del apego maternal, supongo-. Aunque claro: las distintas agencias y empresas han olvidado que estos artilugios también son utilizados por los ancianos que por diversas circunstancias no son capaces de controlar sus esfínteres. Pero en fin: a los viejos hace rato que se les murió la mamá y además su piel arrugada no es compatible con cierta estética publicitaria.

Entonces surge la interrogante. ¿Cuál es el propósito de que estos sujetos -empresarios y curas- busquen incentivar, cuando no forzar, al resto de las personas a tener descendencia? Esta recomendación es el punto de partida de aquella que sostiene que un hijo lo es todo -y que quien no lo tiene es nada- y por ende hay que colmarlo de las mayores comodidades a fin de que se pueda desarrollar en absoluta armonía con la sociedad y el consumo. Algunas superfluas, como el televisor último modelo o la televisión pagada para su mayor entretenimiento, o el juguete más caro para expresar orgullo frente a sus compañeros de escuela. Pero otras, claramente de elemental necesidad, como el vestuario, la alimentación, la juguetera en general y en el caso de los menores de dos años, los pañales. Este último producto, por sus características, tan desechable como imprescindible, y que se debe comprar constantemente, a veces con menos de un día de diferencia. Por lo tanto, si nos encontramos conque dicho artículo es facilitado por una agrupación monopólica, con la capacidad de fijar los precios, ya sea por la falta de alternativas o a través de la presión matonesca, las ganancias se elevan a niveles atmosféricos si los nacimientos se continúan sucediendo de manera copiosa. Ganan los magnates y los sacerdotes, que siguen recibiendo suculentas donaciones.

Uno de quienes más ha alardeado de tales valores es justamente el grupo Matte, con vínculos bastante estrechos con la iglesia católica. A la luz de lo descubierto la última semana, uno no puede dejar de preguntarse si detrás de esta capa de moralidad se oculta un afán por tornarse más rico y poderoso, a costa de las vidas humanas más pequeñas y de las que están por nacer, por usar una frase tan recurrente por estos sujetos. ¿Finalmente es ése el propósito de los hijos? ¿Mantener el sistema económico, en específico una de sus variantes, cual es el consumo? No puedo dejar de recordar, mientras escribo estas reflexiones, en la paupérrima situación que están viviendo los niños internados en hogares del SENAME, sobre quienes hemos conocido cosas inenarrables este año. Pues mientras el Estado se carga a los infantes más pobres, los privados hacen lo propio con los de las capas medias y más pudientes. A escala eso sí: porque en este asunto de la colusión de precios no se han llegado a producir desenlaces fatales, al menos que se sepa. Sin embargo en ambos casos los más pequeños sufren la codicia y la desidia de quienes aseveran cuidarlos y sólo los toman en cuenta como dato. Y todo ello en vísperas de Navidad.

domingo, 11 de diciembre de 2016

La Iglesia Verdadera

Uno de los argumentos más recurrentes usado por los romanistas para asegurar que son la única iglesia reconocida por el Señor, a despecho de lo que puedan representar para el cristianismo agrupaciones como por ejemplo los ortodoxos o los evangélicos, es que ellos, tras la legalización llevada a cabo por Constantino, fueron quienes definieron tanto la estructura como los dogmas y la expansión de la fe, todo gracias a una invitación que les formuló el emperador, al tratarse del colectivo más expandido y mejor organizado de entonces. Trabajo que permitió erradicar doctrinas erradas como los docetistas, gnósticos, arrianos o nestorianos.

Como todas las declaraciones acerca de hechos de la historia que pretenden ser absolutas y definitivas, ésta tiene algo de verídico pero también bastante de leyenda y falacia (o ambas cosas a la vez). En efecto, luego de que Constantino se convirtiera, al menos teóricamente, en seguidor del camino, buscó la asesoría de algún grupo que le permitiera ordenar y estandarizar esta fe, pues como todo gobernante absoluto que se precie de tal, no quería que la diversidad de criterios resquebrajara un paradigma en el cual, además, había decidido confiar, derivando en propuestas divergentes entre sí, que llegaran a enfrentarse públicamente al extremo de fomentar la rebelión contra las autoridades políticas. Dicha ayuda la encontró en los católicos, un colectivo relativamente antiguo -y por ende con peso histórico, lo cual se vuelve un factor muy importante en estos casos- que aparte estaban muy afincados en Europa, constituyendo la casi totalidad de los creyentes de la península italiana y en especial de Roma, aún por esa época capital del imperio -y cuyo templo era muy significativo para los cristianos- y lo que tal vez más llamó la atención del augusto, poseían una estructura organizativa que usaba como referencia la del imperio, colocando por ejemplo, un obispado por provincia, y un sacerdote menor por cada comuna.

 Sin embargo, dentro del imperio romano existían agrupaciones de cristianos diferentes a los católicos, que no eran practicantes de las falsas doctrinas que empezaron a declinar conforme la fe fuera alcanzando un mayor estatus político. Así, en el sector oriental se encontraban los antioqueños y alejandrinos, que habían creado dos valiosas escuelas de teología. Por otro lado, cabe señalar que esa zona siempre fue reticente a aceptar las decisiones de sus pares europeos, en especial cuando se trataba de aspectos que los identificaban de modo particular pero que no formaban parte de la doctrina legada por Jesús o los autores del Nuevo Testamento. Una situación que permaneció soterrada por varios siglos hasta que el dogma del filioque la reflotó en todo su esplendor y dio origen a la iglesia ortodoxa. Pero que en la misma Antigüedad dio señales de que el catolicismo, incluso el primitivo, no marcó una presencia sofocante allí, ya que en varias partes sobrevivieron las congregaciones de cuño nestoriano como los coptos, los etíopes o los armenios, que por cierto subsisten hasta hoy, y cuya existencia de para intuir que fueron toleradas como una suerte de excepción no deseada pero necesaria, pasando por alto las controversias teológicas (que en este caso son inherentes al cristianismo en general y no a una de sus divisiones, ya que hablamos de la unión hipostática). Es verdad que el concilio de Nicea significó una baja en la influencia de los colectivos mencionados en este párrafo, merced a la definición de aspectos esenciales para el paradigma del camino (y en ese sentido, cabe agradecerle a los viejos romanistas por ser capaces de convocar a los auténticos seguidores a aquella asamblea). No obstante, si en alguna ocasión los papistas quisieron imponer sus términos, salvo la cuestión de los arrianos, fue más bien en el marco de sus propias peculiaridades, antes que en principios comunes, en los cuales había pleno acuerdo.

El hecho de que una iglesia posea una imponente importancia histórica, la puede convertir en monumento y punto de referencia. Pero ni aún así quiere decir que su actitud actual es la correcta o que está cerca del reino. La propia Biblia ha dado cuenta de que la salvación se puede ganar o perder en el último momento de la vida, independiente de cómo el ser humano haya guiado su existencia hasta entonces. Nosotros lo sabemos gracias a la posición social que hoy ostentan las congregaciones evangélicas clásicas, como luteranos, presbiterianos o episcopales. Además, la iglesia católica contemporánea dista mucho de sus orígenes, pues en el trayecto ha ido sumando doctrinas extrañas e incomprensibles que incluso se hallan en abierta oposición con lo establecido en las Escrituras o en los primeros concilios. El factor ancestral no debe ser temido, aunque sí admirado y estudiado, esto último para darse cuenta de los errores que el romanismo ha venido cometiendo de manera sistemática en los últimos siglos, y que sonrojarían a sus antepasados del 325. Y con esta información en la mano, refutar argumentos que parecen infranqueables.

domingo, 20 de noviembre de 2016

El Estado No Decide Aquí

Desde 2015, el ministerio de defensa ha venido denunciando, tanto a la justicia militar como civil, a los llamados remisos, aquellos jóvenes de dieciocho años recién cumplidos que no se inscriben en los cantones de reclutamiento por el asunto del servicio militar, aunque por ley están forzados a efectuar ese trámite. Dicha tarea, que debe cumplir la cartera antes mencionada, empero no se había realizado en décadas, incluso desde la dictadura de Pinochet. Lo curioso es que esta nueva directriz está siendo ejecutada por dos mujeres: Paulina Vodanovic, subsecretaria de las fuerzas armadas, encargada de elevar las acusaciones, y la fiscal Francisca Werth, quien las recibe. Todo bajo un gobierno encabezado por otra fémina: Michelle Bachelet. Situación no menor, considerando que el enrolamiento obligatorio sólo afecta a los muchachos de género masculino.

Cuando se empezó a discutir la legalidad del aborto en las llamadas tres causales, proyecto impulsado por esta legislatura, varias organizaciones feministas y mujeres instaladas en puestos públicos apelaron al hecho de que tanto quienes proscribieron totalmente la práctica de interrumpir el embarazo como aquellos que insistían hasta la majadería más desagradable en que las cosas debían mantenerse así, eran varones -juristas, sacerdotes, antiguos gobernantes-: seres que por causas obvias jamás se habían preñado y que por ende eran incapaces de llegar a experimentar las sensaciones que genera una concepción, ya fuese deseada o no. Y no obstante se abogaban el derecho de tomar determinaciones absolutas acerca del tema sin siquiera consultar a las reales afectadas. En tal contexto se tornó muy familiar la sentencia "el Estado no decide aquí" que las féminas más arrojadas se suelen escribir en sus vientres para luego a enseñar a cualquiera que pase por la calle o porte alguna cámara. Y otras resucitaron una vieja imprecación: "qué saben ustedes, hombres, lo que es parir un hijo", en todo caso, dedicada más a los padres ausentes que a quienes rechazan un feto que llevan en su interior.

Pues bien. Así como cualquier mujer puede alegar, con bastante legitimidad, que un varón con poder se está dando el lujo de decidir por algo que sólo ella padece, sin darle la opción de refutarlo además: del mismo modo los jóvenes de género masculino hoy se enfrentan a una autoridad femenina que toma determinaciones que sólo los afectan a ellos aparte sin hacerles consultas. Un asunto en el cual Michelle Bachelet ha actuado con una irracionalidad y una tozudez que no se condicen con su supuesto progresismo (que tiene mucho de la primera palabra y casi nada de la segunda, pero en fin), sino más bien con el hecho de pertenecer a una familia vinculada a los militares. Cuando acaeció el desastre de Antuco, la actual presidente, entonces al frente de la cartera de defensa, declaró que el servicio obligatorio era imprescindible debido al enorme tamaño del ejército chileno. Como dato curioso, el jefe de Estado de la época, su correligionario Ricardo Lagos, se había empeñado en reducir el volumen del aparto público, con el afán de tornarlo "más eficaz y moderno", un esmero que continuaría la actual mandataria en su primera legislatura. Luego, cuando los expertos le señalaron que a consecuencia de la aprobación de la exenciones al reclutamiento, quienes acababan cumpliéndolo era de modo casi exclusivo muchachos de extracción popular, optó por el mecanismo del sorteo, que sólo ha traído más oscuridad al sistema de selección. Y ahora, cuando el aumento de los remisos dan una información clara de lo que piensan los ciudadanos sobre este "servicio a la patria", se inclina por tratarlos como delincuentes, impulsando una denuncia insulsa que ni siquiera Pinochet se atrevió a activar.

Es cierto. El embarazo producto de una violación es una experiencia demasiado chocante para una mujer y por lo mismo se le debe dar la opción de decidir acerca del futuro de ese feto. Sin embargo, lo mismo se puede decir de un varón que se enfrenta a algo para lo cual no está preparado, donde lo han incluido antes de naces y que puede rematar en una experiencia poco agradable, capaz de entorpecer su desarrollo posterior. De idéntica manera que las representantes del género femenino reclaman contra los hombres con poder otorgado por el patriarcado, tampoco ellas usar las escasas conquistas conseguidas para perpetuar conductas conductas, por cierto, originadas en esa misma tradición indeseable. ¿Servicio militar? El Estado y las féminas que lo conforman no deciden aquí.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Acerca de la Cremación

En medio de sus declaraciones falsamente sociales y sus llamados a privilegiar el ecumenismo por encima de la evangelización -a la que hace unas semanas calificó de "veneno" y "proselitismo"-, Bergoglio sorprendió a todos con unas recomendaciones en torno a la cremación. Subrayó que si algún creyente quiere ser incinerado una vez fallecido, desde el punto de vista de la teología católica no tiene impedimento. Pero acto seguido, condenó la práctica de esparcir las cenizas del inmolado, y a cambio exigió depositar las ánforas en columbarios situados en parroquias o cementerios (no mantenerlas al interior de las casas). Una orientación papal que sorprendió a muchos (e indignó a algunos), que no obstante no es primera vez que se formula: una década atrás, el cardenal chileno Jorge Medina efectuó opiniones en el mismo tenor y coincidentes con lo que acaba de plantear Francisco.

Casi desde el origen del cristianismo, la cremación de cadáveres ha sido objeto de intensas discusiones. Muchos de los cuales han derivado en conclusiones no muy proclives a incentivar esta práctica. Ante todo, a simple vista parece contraponerse con la sentencia del Génesis, que asevera que el ser humano regresará -o debe regresar- de manera inexorable al polvo del cual Dios lo formó. Una relación conceptual que además ha impulsado a los agnósticos, ateos o librepensadores a preferir la incineración como última voluntad, a modo de dejar establecido, hasta la tumba y para que no quepan dudas, su desacuerdo con la fe más dogmática -o al menos con quienes la difunden-. A eso hay que agregar el creciente interés por la religiosidad y el misticismo orientales, donde existen bastantes credos que no sólo recomiendan, sino que también prescriben la inmolación de los difuntos como primera y a veces exclusiva posibilidad incorporándola incluso en sus ritos. Muchas personas de occidente que sienten atracción por dichas corrientes de pensamiento (las que desconocen en su casi totalidad y de las cuales sólo toman sus aspectos más superficiales e inmediatos, pero en fin) ven en su proliferación poco menos que la salvación de la humanidad, tal cual sucede por cierto con los seguidores del camino (al menos los que no han optado por el ecumenismo más acomodaticio), lo que produce un choque entre dos intentos de imposición. Y dado que la quema de fallecidos es una de las recomendaciones más fuertes de quienes están frente a los partidarios de Jesús, entonces eso se torna otro antecedente en pro de su desaprobación.

En las iglesias reformadas, al menos de cuño europeo, este dilema ha sido resuelto con una sentencia de carácter práctico: "Dios puede resucitar un cuerpo desde un tazón de cenizas lo mismo que desde un tazón de polvo", recordando además que lo aseverado en el Génesis pierde buena parte de vigencia e importancia ante la esperanza de redención ofrecida a través de Cristo. Pero en el catolicismo -y varias congregaciones evangélicas, hay que admitir- la cremación continúa provocando auténticos quebraderos de cabeza. Algunos de ellos, que apenas esconden un trasfondo económico y son una muestra más de ese permanente acomodamiento doctrinal que en el romanismo pomposamente se denomina "signo de los tiempos", pero que en realidad es una constante invitación a mutar, y a veces modificar, los dogmas en favor de mantener el estatus y los privilegios sociales. En tal sentido, no han faltado -con argumentos muy sólidos- quienes sospechan que este llamado de Francisco obedece a un afán por sostener el negocio de los cementerios eclesiásticos y los columbarios al interior de los templos, el que pierde una buena cantidad de números si los deudos prefieren esparcir los restos o conservarlos en sus domicilios. Al respecto, cabe acotar que hasta no mucho el papismo rechazaba cualquier forma de incineración de cadáveres, hecho expresado en documentos que llevaban el sello de la infalibilidad. Sólo después de la IIGM se abrió a reconsiderar esa proscripción, debido a la disminución de solicitudes de entierro en sus camposantos (que ya no eran los únicos donde se podía depositar occisos). Una conducta ambivalente de la cual el mismo Bergoglio ha dado cuenta, por ejemplo en sus supuestas intenciones de acoger a los homosexuales, en circunstancias que su institución siempre ha sugerido -cuando no ordenado- su eliminación, debido a que en la actualidad hay personas de tendencia gay con altos ingresos y considerable poder de influencia.

Es cierto que un cristiano debe tener como principal opción la inhumación del cadáver. No tanto por cumplir una supuesta obligación establecida en el Génesis (parte de la ley antigua, superada tras el sacrificio de Cristo), sino porque el mismo Señor creó nuestro mundo en base a ciclos de regeneración y restauración, donde la descomposición de los cuerpos ayuda a mantener la fertilidad de la tierra. Por último, se trata de respetar la creación, siquiera de manera simbólica. Sin embargo, es innegable que frente a problemas relacionados con la modernidad -falta de espacio, exceso de población y por ende de fallecidos- o situaciones específicas -gran y repentina mortandad, epidemias muy contagiosas- la cremación debe barajarse como una opción incluso necesaria o urgente. Quizá no para guardar eternamente un ánfora con las cenizas del difunto en el líving de la casa (lo que a la larga, se transforma en idolatría y cultos a los muertos). Pero sí para sortear acaecimientos puntuales en los cuales se juega la supervivencia humana. Finalmente, lo que importa es la resurrección posterior, donde el Señor restablecerá cada organismo, y lo dejará mejor de como se vio en su paso por el globo.

domingo, 16 de octubre de 2016

Niños Sin Hogar

Más que los varios miles de niños muertos en la última década en recintos sostenidos o reconocidos por el Servicio Nacional de Menores, lo que llama a la indignación es la actitud de los políticos y opinantes de toda índole, quienes protestan, rasgan vestiduras y hasta lloran (literalmente) a causa de una situación que ellos mismos contribuyeron a ocasionar. Pues es preciso señalarlo, el proceso de descomposición de los hogares de infantes, a pesar de que estas instituciones siempre estuvieron al borde del precipicio, comenzó casi al mismo tiempo en que se producían los decesos masivos de sus internos debido a las negligencias de los adultos que los tenían que custodiar (y entre quienes se encuentran los servidores públicos mencionados al inicio de este párrafo.

Resulta innegable fijar el punto de partida de este deterioro en los cambios legislativos acaecidos en los primeros años de este siglo, cuando se reformó lo relativo a la responsabilidad penal juvenil. Una iniciativa que no es negativa en sí (para los afectados es una garantía de juicio justo, en comparación a ciertos elementos que incluía el estatuto anterior, como el trámite de discernimiento y las detenciones "por protección"); pero que estuvo acompañada de dos hechos que a la larga la transformaron en una referencia: el aumento de las acciones consideradas punibles -y de los castigos para las que ya eran consideradas como tales-, suscitada en el marco del miedo irracional a la delincuencia común, al extremo de presentarla como un tema de interés nacional; y la inexcusable necedad cometida por las autoridades de entonces, quienes encargaron al ya mencionado Servicio Nacional de Menores la tutela de estos infractores, sin efectuar una mínima separación entre ellos y los pequeños que estaban resguardo estatal por provenir de un ambiente de riesgo. Torpeza que, en todo caso, fue consciente, y que demuestra el desprecio social que siente por estos muchachos.

Existe un prejuicio arraigado respecto de los menores de edad, en el sentido de que serían gamberros impenitentes a causa de su falta de experiencia y conocimiento del engranaje comunitario. Si no se les aplica una disciplina lo más estricta posible, no dejarán de hacer travesuras -en la acepción más negativa del término-, además lo único que les permitiría su mentalidad imberbe. En Chile hay ejemplos de esas convenciones en la implantación de la jornada escolar completa y la ya mentada responsabilidad penal juvenil. Y si se trata de chicos provenientes de las capas más pobres, donde se supone el entorno familiar carece de los medios suficientes para ejecutar las necesarias correcciones, el asunto es bastante peor. Nos hallamos frente a potenciales ebrios y vividores inútiles, o como se asevera en la actualidad -para presumir de ciertas nociones científicas y no pasar por un mojigato anacrónico-, futuros delincuentes. El hecho de que descubramos -gracias a los escándalos mediáticos y la excesiva cobertura de la prensa escrita, la radio y la televisión- cada día más infractores legales que no rozan los dieciocho años, se torna en un aval para estas ideas preconcebidas. Lo cual, finalmente, remata en la conclusión de que todos los chicos susceptibles de caer en una institución guardadora son eventuales atracadores, por lo que da lo mismo meter a un idéntico saco a quienes han llegado a ese escalafón junto a los que ingresan a un hogar porque es imposible que sean criados en el de origen.

Aquí existe otro hecho repugnante, relacionado con la manera en que en su momento se justificó esta inaceptable mescolanza. Se dijo que los menores eran así considerados con el afán de no vulnerar sus derechos y no ser juzgados como adultos, lo que les obligaría a asumir una responsabilidad que no serían capaces de comprender. Además de que separar a los infractores del resto de la población infantil equivalía a ser tratados como niños de segunda clase. Ignoro si detrás de estas declaraciones existían auténticas buenas intenciones: lo cierto es que la realidad dejó en claro que eran contraproducentes. Y al margen de aquello, uno no puede evitar sospechar que tras esas palabras de buena crianza se escondía un desdén hacia los más pequeños cimentado en los prejuicios ya citados aparte de un intento por evadir preguntas relativas a la inyección de recursos o la realización de un trabajo esforzado, serio y perdurable en el tiempo. Lo último, eludido no sólo producto de la pereza obvia, sino también debido al temor que causaba la presión de los grupos que siempre insisten con el asunto de la delincuencia, muchas veces, para extraer réditos personales. Sí, pues: de qué se quejan ahora, si ellos confeccionaron este sistema, con el propósito de neutralizar cacos, antes de que tratar con seres humanos.

domingo, 2 de octubre de 2016

El Manual De La Discordia

El recién publicado Manual de Sexualidad Adolescente se transformó en una nueva oportunidad para colocar en ridículo a los grupos reaccionarios, que en Chile no sólo son religiosos, sino también económicos y políticos. Ello, a sólo dos semanas de celebrarse las elecciones municipales. Lo que vuelve a la coyuntura más delicada pues el librillo de la discordia fue promovido y financiado por el ayuntamiento de Santiago Centro, cuya alcaldesa, de tendencia izquierdista y progresista, espera ser ratificada en su cargo por cuatro años más, buscando continuar una administración que no ha estado exenta de polémicas y críticas. A las cuales, por cierto, podría sumarse el ya famoso tratado, que fue elaborado a través de un panel que incluyó a varios púberes, los que plantearon de modo muy franco sus inquietudes acerca de cuestiones como la felación y la penetración anal, así como la opción de tener varias parejas sexuales, de distintos géneros, y las relaciones homosexuales y lesbianas. Y a quienes les respondieron con el mismo grado de honestidad, que por cierto se refleja en el texto, donde aparte se agregan varias ilustraciones, con el afán de hacerlo práctico como material de apoyo en los establecimientos educacionales. Sobra decir que en el opúsculo en cuestión jamás se menciona el denominado amor de pareja ni mucho menos la estabilidad conyugal; en cambio, viene un compendio de las diversas formas que permiten evitar el embarazo (el aborto no es una de ellas, eso sí)

Lo más interesante de este manual es su condición de ser elaborado por y para adolescentes. O al menos que se presente así. Ya que si se trata de un compendio de preguntas y respuestas específicas, financiado con fondos públicos además, por supuesto que debe haber contado con la participación -y aprobación- de varios expertos y "adultos responsables" que pueden ser profesores, médicos o cualquier otra persona relacionada con el ámbito de la salud (espero que no sicólogos, aunque no soy tan optimista). Fuera de que de no ser así, no lo iban a publicar con la pompa y la cobertura periodística de la que fuimos testigos, por mucho que incitar el escándalo entre los de siempre se buscase. Sin embargo, ya es un punto de vista original -y un hecho meritorio- el que este libro se estructure desde la perspectiva de los muchachos menores de dieciocho años, incluso incorporando opiniones de chicos que aún no abandonan la niñez o recién ingresan a la pubertad. Todos sabemos -y no necesariamente porque hayamos pasado esas etapas- que pretensiones como la pareja estable o el intento por establecer un equilibrio entre la sexualidad y el amor son cuestiones que se adquieren con la madurez (o mejor dicho, con la pudrición), que los "lolos" ven como algo lejano. Ni siquiera quienes provienen de una formación moral más conservadora vislumbran la opción de tomar un varón a una mujer durante esa edad con el afán de permanecer el resto de la vida juntos: lo más probable, en cambio, es que mantengan su abstinencia. O cedan frente a alguna tentación, que en cualquier caso, y lo digo con conocimiento de causa, es muy improbable que ocurra.

En cambio, lo más natural es que los chicos estén llenos de inquietudes acerca de un tema que recién están empezando a descubrir (entre otros motivos, porque su cuerpo les está comenzando a proporcionar información). Entonces es lógico que busquen -y exijan- respuestas frente a un hecho que al menos en teoría se presenta como beneficioso y atractivo (de nuevo, porque sus propios organismos así lo sugieren).Luego. la lógica implica que dichas explicaciones se pueden hallar del modo más adecuado posible en expertos, como personas ligadas al ámbito de la salud y enseguida de la educación. ¿Colectivos religiosos? Pueden ser un buen punto de referencia, pero les juega en contra que en estos temas se desenvuelven demasiado mejor a nivel adulto, y no debido a esa caricatura de querer imponerse en reclamo de un mandato divino: un sacerdote o un ministro de cualquier credo siempre iniciará sus actividades a partir del matrimonio, orientando -y a veces forzando- al resto de los mortales a llegar a tal instancia, sin importar lo que inevitablemente debió acaecer antes. Y en tal preludio pudieron estar implicados elementos como la pornografía, los mitos, las leyendas urbanas o la publicidad televisiva (patrocinada a veces por empresas conducidas por reaccionarios que suelen financiar a las iglesias) que otorgan una visión, más que distorsionada, tergiversadora de los asuntos, capaz de llevar al ignorante justamente a lo más odiado por todo los grupos, también los eclesiásticos, como el embarazo adolescente, la violencia entre novios o cónyuges o la segregación o desvalorización de un género o una etnia.

La honestidad de este manual, no radica en hablar con un supuesto desparpajo, "a calzón quitado", como reza el refrán chileno. Hay algo de aquello, pues en el afán de interpretar a los adolescentes -que no lo olvidemos, intervinieron en este proyecto- se trataron algunos aspectos como si fuera una conversación entre muchachos acerca de las características físicas de algún integrante de otro género -individualizado o no-. Pero en realidad lo que hace es mostrar a los chicos en su desconocimiento de las cosas, con excelentes intenciones desde luego, y entregar las respuestas precisas, de la manera que más fácil les resulte captarlas. De eso se trata la educación, toda vez que este librillo le entrega a los maestros herramientas para impartir sus contenidos de modo correcto en las aulas. Dejémonos de pamplinas y entendamos que así se expresa un adolescente medio. Los adultos están tan ensimismados en su comodidad que no lo consiguen comprender. O temen a la culpa por reencontrarse con su pasado y con conductas que hoy les parecen vergonzosas y que desean olvidar, pues de otra manera quedarían al desnudo.

lunes, 19 de septiembre de 2016

Las Dos Acciones De Gracias

Cuando se efectúa la comparación entre la homilía emitida por el pastor Emiliano Soto, en el Te Deum evangélico, y la del arzobispo Ricardo Ezzatti, en su similar católico, uno no deja de notar la diferencia que existe entre un auténtico cristiano y un regente de la ramera babilónica. Y de paso, darse cuenta cuál de las dos corriente de fe es la que está en mejores condiciones de ofrecer un real aporte a la vida social del país.

Pues sí. Los dichos del pastor Soto pueden calificarse como oportunistas. Habló del sistema de pensiones chileno, contenido en las infames AFP, en un momento en que estas empresas están siendo objeto de un rechazo generalizado, cuyas manifestaciones más plausibles son las multitudinarias protestas callejeras de las últimas semanas y la rotación constante de sus detractores más furibundos por los diversos medios masivos de comunicación. Su oratoria, además, se prácticamente se concentró en esta cuestión, dando pie a que se alimentara el clásico mito -que a veces, por desgracia, adquiere vergonzosos ribetes de verosimilitud- de que los evangélicos no cuentan con un discurso teológico fuerte y sistemático, valiéndose en el mejor de los casos -como éste- de la contingencia para dar una apariencia de dominio de un tema determinado, rematando siempre en las mismas soluciones: arrepiéntete y clama que la solución vendrá desde lo alto (no fue así en esta coyuntura específica, de todas formas). Sin embargo, cabe destacar que el obispo Emiliano trató el tema desde el punto de vista del grupo que padece a causa de las míseras jubilaciones ofrecidas en el país: los ancianos. Los mismos a los cuales la Biblia en reiteradas ocasiones llama a respetar y escuchar, debido a la sabiduría adquirida producto de la dilatada experiencia vital. Y quienes por el ritmo de crecimiento demográfico de la población y el aumento de la esperanza de vida, serán un número cada vez mayor en proporción al resto de los habitantes.

En cambio, ¿cuál fue el punto central -destacado de modo unánime por la prensa, además- de la intervención de Ezzatti? Pues el manido tema del aborto, a propósito de otra coyuntura: la eventual aprobación de la interrupción externa del embarazo en las llamadas "tres causales", a saber la terapéutica, la inviabilidad fetal y la violación. Y con las mismas palabras e idéntica intención que en los anteriores Te Deum celebrados en la catedral de Santiago: que el asesinato de un bebé indefenso, que la vida del que está por nacer, y ese largo e insufrible etcétera. Uno puede estar o no de acuerdo con los malpartos, pero la odiosa forma en que los curas insisten una y otra vez en el asunto realmente fastidia, y todavía más, quita el incentivo de luchar contra esa práctica. Para empezar sus diatribas no son para nada conciliadoras, y se basan en la agresión y el insulto, que no necesariamente debe ser soez, ya que en ciertos casos sólo requiere de un tono de voz y una expresión facial de la cual muchos obispos católicos hacen gala, al tomar la actitud de un padre castigador e intolerante. Y de acuerdo: es posible que sea la postura corporal adecuada frente a una conducta prohibida para los seguidores de Jesús en cualquiera de sus variantes. Pero el problema es que cuando abren la boca, lo hacen -y el receptor lo nota en la primera escucha- con la seguridad de contar con un enorme respaldo económico detrás, de sujetos influyentes en la sociedad, entre los que se cuentan empresarios acaudalados y parlamentarios y juristas dispuestos a emplear todas las estratagemas probables para trabar una iniciativa que no les agrada, incluyendo algunas que se encuentran al filo de la legalidad. Y ésa es la certeza que recuerdan cada año: somos los dueños del país, o al menos estamos aliados con ellos. Propietarios entre quienes, por cierto, se ubica más de alguien que está a la cabeza de una AFP.

Muchos acusaron al pastor Soto de pronunciar un discurso alejado de la edificación cristiana. Varios alegaron que una acción de gracias no era el sitio adecuado para protestar, lo cual no deja de resultar curioso, en circunstancias que en años anteriores esas mismas personas aplaudieron las intervenciones en las cuales se condenaba la inmoralidad o las uniones civiles -no matrimoniales- tendientes a favorecer a las parejas homosexuales, o se exigía en avanzar hacia una mayor libertad de culto. Entre los detractores del obispo Emiliano estaban bastantes hermanos, pero igualmente individuos seculares a quienes les sorprendió que un reverendo evangélico se expresara con tanta claridad respecto de una situación con la cual tenían puntos coincidentes. Esos mismos, repitieron la monserga característica respecto de las religiones, o resucitaron la vieja interrogante de por qué debe existir un Te Deum aparte del católico, cuando este último es ecuménico y por ende todas las confesiones pueden intervenir en él. Cuando no señalaron, por enésima oportunidad, que las iglesias reformadas estaban plagadas de ignorantes y supersticiosos a quienes no se debía tomar en serio (prejuicio que en sí mismo reviste un carácter de superchería, y que aquí quedó demostrado como falso). Simple: se vieron superados por alguien que emitió unas declaraciones tan inesperadas como asertivas. Espero que con el tiempo cambien de opinión. Ojalá antes de jubilar.

domingo, 28 de agosto de 2016

La Atajada de Girardi

Si hay algo que caracteriza a la sociedad chilena -a propósito del advenimiento de un nuevo aniversario patrio, con toda la carga de nacionalismo y búsqueda de idiosincrasia criolla que conlleva- es la obsesión de solucionar los problemas imponiendo una prohibición. Ya se trate de derechista, izquierdistas, religiosos, ateos, liberales... quien defienda una determinada idea tiene la garantía de ser oído sólo después de crear un tabú, y lograr, menos a través de argumentos racionales que de carisma y de apelación a factores netamente emocionales, que un grupo importante de ciudadanos -entre quienes debe haber algunos que ostenten un prominente poder económico y comunicacional- apoye la iniciativa, aunque no tenga muy claro por qué. Una característica que se ha vuelto a palpar tras las declaraciones del senador progresista Guido Girardi, quien anunció un proyecto de ley para proscribir el rodeo, al cual, junto a un número no menor de partidarios, acusa de maltrato animal. Por su parte, quienes han salido a defender ese deporte, en su mayoría son personas de tendencia conservadora y reaccionaria, los cuales han insistido en un aspecto que les parece inconsecuente: la decidida campaña del parlamentario por despenalizar el aborto, más allá de las tres causales que promueve el gobierno, una intervención quirúrgica que se mantiene ilegal, precisamente, a causa de la influencia conque los grupos integristas cuentan en la comunidad.

¿Qué atribuciones se toma Girardi para censurar una actividad que está considerada como inherente al folclor chileno? De partida podemos constatar que habla -y abusa- desde una supuesta posición de privilegio, establecida así únicamente por él, pero aceptada de modo inconsciente por una significativa masa de crédulos. Dicho sitial lo ha construido apelando a sus décadas de congresista, primero como diputado y ahora como senador, instancia en la que ha estado presente de modo ininterrumpido desde 1994, siempre respaldado por altas votaciones. Luego está su profesión, que al ser universitaria, genera mayores expectativas entre los menos preparados. Y que no es cualquiera, ya que este parlamentario es médico, un oficio que se halla muy ligado a la comunidad por esa atribución que se le da de salvar vidas. Justamente, Guido ha basado toda su carrera política en alentar impulsar prohibiciones que lo relacionen con el área de la salud, como lo ocurrido a principios de siglo con los fuegos artificiales individuales, o en tiempos recientes, las restricciones al tabaco, la denominada comida chatarra o la sal. Proscripciones que ha sido presentadas como medidas salvadoras, ya que serían pensadas para evitar enfermedades derivadas del consumo de ciertos alimentos que a su vez han sido patrocinados por el consumismo del nuevo liberalismo.

Ahora pretende alertar a la población acerca de una actividad que representaría la brutalidad del mundo campesino, poco instruido e históricamente vulnerable a patrones abusivos, al cual es preciso orientar, no entregando herramientas que los ayuden a mejorar su situación social o les permitan sostener una relación con sus patrones mucho más justa para ellos. Sino prohibiendo un deporte que es visto como símbolo de la dominación de los terratenientes, aunque en torno a él existan muchos integrantes del pueblo raso quienes se mantienen económicamente y hasta pueden subsistir con relativa holgura gracias a esta objetada actividad. Es que no se dan cuenta de que están siendo utilizados, por sujetos que los alientan a descargar su frustración hacia los inocentes novillos, para de ese modo no reclamar por las injusticias de que son diariamente víctimas. Pese a que la práctica del rodeo, al menos sus pruebas más visibles, están reservadas a esos mismos hacendados sobre los cuales se desea liberar a los trabajadores, empresarios que además suelen reunirse con presidentes y parlamentarios -entre ellos el mismo Girardi- para cerrar negocios sin tomar en cuenta la situación laboral de los empleados y financiar una que otra candidatura a cambio del silencio. Que entre otras cosas, incluye la falta de atrevimiento a cobrar más impuestos para arreglar la paupérrima situación de los establecimientos hospitalarios públicos, algo que afecta tanto a los chilenos de la ciudad como los del campo.

Girardi no es poseedor de la verdad y si él o alguien más lo considera así, estamos en presencia de un fanático religioso. Hay que tener en cuenta que un médico puede ser excelente en su profesión, pero no por tener un título universitario está garantizado que sea un intelectual o domine a carta cabal disciplinas y áreas que se encuentran fuera de su jurisdicción. Ni mucho menos por haber ganado sucesivas elecciones (bueno: la calidad de debate que ofrecen ciertos parlamentarios, a veces deja todo que desear). El tipo ni siquiera debe haber leído el reglamento del rodeo (qué se va a esforzar en atender "brutalidades"), y lo más probable es que no sea capaz de abrir la boca ante una pregunta de veterinaria o biología. Es más: sería interesante indagar si conoce algo de la historia de las leyes y de la implantación del derecho en Chile. Es simplemente otro de los tantos populistas mojigatos que pululan en el país, y que en base a su posición social y poder de influencias se las dan de mesías. Como los obispos que atacan incluso el uso de los anticonceptivos o los divulgadores de teorías conspirativas.

lunes, 15 de agosto de 2016

Ideologías

Dentro de algunos círculos cristianos reaccionarios, en especial católicos, ha venido siendo usada con bastante frecuencia la expresión "ideología de género" para agrupar todas esas actitudes contemporáneas que están provocando debate -y a veces tirria- en la sociedad occidental en general y al interior de las iglesias en particular, como el aborto, el matrimonio homosexual o la sostenida -y según algunos excesiva- adquisición de derechos por parte de las mujeres, que en ciertas ocasiones rozan la línea de los privilegios. La definición tras el mencionado término intenta denunciar la idea, amparada en la interpretación de determinados datos científicos (y también seudocientíficos), de que la identidad tanto masculina como femenina son una construcción puramente cultural e histórica, sin sustento biológico, y por ende imposible de atribuir, como lo pretenden varios grupos religiosos, a un ser superior o una planificación divina.

Cuando uno analiza los alcances de esta definición, y más aún, los extrapola a las posibles maneras de darlos a conocer por parte de los grupos interesados, queda claro que ante todo se trata de un ejercicio publicitario con pretensiones mesiánicas, de carácter evidentemente alarmista. Se acuña un término no con el afán de efectuar un discurso serio y sistematizado en torno a él, sino para provocar una reacción únicamente emotiva en el oyente, a fin de que éste adhiera de modo instantáneo a las advertencias del emisor y acto seguido las difunda con idéntica convicción en otros potenciales escuchas. Proselitismo en su estado más elemental. Y basta poner atención en los componentes del vocablo para caer en la cuenta. La palabra "ideología", si bien se trata de una evidente reducción de su significado fundada en el desconocimiento, en la actualidad posee connotaciones negativas, que remiten a ensayos políticos totalitarios como el nazismo o el comunismo soviético, o en el mejor de los casos, a prácticas "pasadas de moda". Mientras que "género" hoy es usada de manera muy cotidiana y con excesiva liviandad, en especial en relación a lo masculino y femenino, en remplazo de "sexo", que en estas materias puede oler a vieja guardia, pero que al mismo tiempo ha quedado reservada al acto carnal, que ya no es una unión exclusiva entre un varón y una mujer, ni mucho menos un privilegio del matrimonio clásico.

Entonces, se emplea una palabra en boga a la que se le han dado atribuciones, si no positivas, cuando menos neutras. Pero antecedida de otra de connotación abiertamente negativa. El resultado es que la simpatía que la sociedad actual demuestra hacia el vocablo "género" en esta situación particular se invierte, pasando a adquirir los defectos propios de la reducción ideológica. Una reversión que les interesa a quienes acuñan el término para denunciar las supuestas características (negativas) que contiene, por su capacidad de ocasionar una sensación inmediata en el oyente. Eso sin contar que definir ciertas actitudes utilizando un concepto que engloba a lo "pasado de moda" da pie para insistir en que se trata de concepciones añejas de la realidad, surgidas en una época en que el conocimiento humano de estas materias no se encontraba tan acabado, por ende alejadas de la verdad (que en este caso no es científica, sino religiosa y teológica), al extremo de poder aseverar que quien las defiende es un cavernario cerrado a los nuevos descubrimientos. Cosas respecto de las cuales no sé si estarán conscientes quienes emplean la expresión de marras, pero que al menos les permiten al menos tener la sensación de colocarse a la altura de sus potenciales contendientes, en una pelea donde, si caben algunos grados de racionalidad, sin duda son los más básicos, apenas suficientes para descubrir el punto donde se puede asestar con más eficacia el siguiente golpe. Mientras el debate brilla por su ausencia.

Eso es finalmente la denominada ideología de género. Un grito desesperado de ciertos grupos que intentan presentarse como los buenos porque a la vez están señalando a los malos. Consistente en un listado apenas encadenado y concatenado de frases repetitivas y memorizadas. De hecho, los aludidos perfectamente podrían contraatacar imputando a sus adversarios la ideología de la familia, institución que por cierto siempre sacan a colación los cristianos reaccionarios cuando se topan con las irregularidades mencionadas en el primer párrafo. Pese a que es una organización de origen pagano a la que ni el mismo Jesús le dio mayor relevancia.

                                                 

domingo, 24 de julio de 2016

Luksic o El Millonario Como Víctima

Andrónico Lucksic podría haber pasado de los insultos que le dedicó el diputado Gaspar Rivas en su intervención ante el pleno de la Cámara, y no perdería un solo centavo de su inmensa fortuna por ello, ni se vería en desventaja cuando algún colega quisiese cerrar un negocio con él. Sin embargo, decidió cambiar de opinión respecto a lo planteado semanas atrás y a través de sus abogados presentar una querella por injurias en contra del parlamentario, quien acaba de ser desaforado por un tribunal, lo que en la práctica significa que queda suspendido de sus labores legislativas y además se transforma en disponible para enfrentar un juicio.

Una determinación en donde de seguro primó un análisis exhaustivo de la relación entre costo y beneficio. Aunque el desafuero es el primer paso de varios en esta historia, el conseguir una resolución judicial favorable que además perjudica a un emisario del Estado -que entre otras atribuciones, tiene la de denunciar a personas e instituciones que cometen actos que van en desmedro de la comunidad, ya que ejerzan en el ámbito público o privado- se torna un punto a considerar para quienes en un futuro pretenden igualmente salir al paso de este magnate. Luego, la publicidad gratuita que genera un evento como éste de modo inevitable deriva en ganancias pecuniarias, no sólo por el monto que el acusado deba cancelar en una probable indemnización, sino porque un triunfo final de Lucksic traería de manera aparejada e indivisible una felicitación de parte de sus colegas empresarios, lo que en esta clase de círculos se traduce en más interés por invertir y negociar con el victorioso que desafió la lógica de la opinión pública y luchó con todo por restablecer su honra y hacer justicia. Y eso, a la larga, puede traducirse en una legitimación de sus actividades, algunas muy discutibles y oscuras -y que provocaron el disgusto oportunista de Rivas-, como lo que ha acaecido en Caimanes o Alto Maipo.

Lo más patético de todo esto es el doble rasero conque se trata a distintos actores de la sociedad chilena, incluso cuando desde sus ocupaciones personales ostentan un mínimo de poder, suficiente para contrarrestar a quien está enfrente. En los últimos años, hemos sido testigos del destape de innumerables casos de corrupción en donde parlamentarios y funcionarios del ejecutivo han recibido prebendas de parte de empresarios interesados en ser beneficiados por determinados proyectos de ley. Obsequios que han sido entregados, además, mediante la concreción de otros delitos, como la evasión de impuestos en el asunto del financiamiento de campañas electorales. Lo que ha derivado en la emisión de toda clase de vituperios en contra de los políticos, que van desde los simples improperios callejeros hasta los chistes más despiadados (varios de ellos, conteniendo acusaciones infundadas). Sin embargo, componentes de otros colectivos que también participaron en los desfalcos, no sufren una gran reprimenda judicial -ni social-; e incluso si un representante del aparato público los enfrenta -con palabras inadecuadas, aunque basadas en hechos comprobables- son favorecidos hasta por otros integrantes del Estado. Bueno. Es una prueba más de la relación entre el costo y el beneficio que Luksic y sus asesores escudriñaron antes de llevar esta situación a los tribunales.

Gaspar Rivas quiso asegurar sus quince minutos de fama. A costa de un número importante de personas anónimas o poco apreciadas por los medios masivos de comunicación que hace un buen tiempo le están dando peleas mucho más silenciadas pero más efectivas a Lucksic. El problema es que el empresario -y con esto quedó en claro que lo es- vio también su oportunidad y enseguida la aprovechó utilizando todo su poder, bastante mayor que el de un simple diputado. Para muestra, recordar que lleva un año y meses dándose el lujo de no cumplir una sentencia definitiva, la de derribar el tranque de relaves que mantiene en la región de Coquimbo, emanada de esos mismos tribunales que ahora lo favorecieron. Es decir que da lo mismo que no cumpla la ley porque ni el Estado es capaz de revertir la cuestión. Y después de esto, gracias a un parlamentario que se dio un gusto que sólo lo ha dejado sonriendo a él, podríamos tener como consecuencia perjuicios para una nación entera, que lo peor, sólo los empezaría cuando fuera ya demasiado tarde.

domingo, 10 de julio de 2016

El Derecho a La Disidencia

Ante la presión que los colectivos homosexuales están ejerciendo para que los cristianos no continúen diciendo que ésa es una opción errada, incluso en el marco de la tradición teológica interna de cada comunidad, muchos creyentes han replicado argumentando su derecho a la libertad de expresión y a mantener una postura disidente, aunque todos los demás estén de acuerdo con la opinión mayoritaria. Es una respuesta a la que se recurre no sólo cuando los gay pretenden que la sociedad y los cuerpos legales dicten condenas o leyes que pueden ser consideradas una abierta censura, sino además en aquellas ocasiones en donde las personas de fe califican la práctica flamante como abominación, valiéndose de textos del Antiguo Testamento donde se llama a matar a quienes reciben esa etiqueta, o cuando le atribuyen toda clase de aberraciones imaginables, como la pedofilia, la zoofilia, la necrofilia o hasta la violación (aunque sea heterosexual).

Es cierto que los homosexuales han inflado mucho el pecho durante las últimas décadas y que amparados en la persecución histórica que han sufrido -y los triunfos recientes que han obtenido- varios de ellos están tratando de tomar revancha y provocar que se invierta la tortilla, mediante el viejo truco de hacerse las víctimas. Sin embargo, ¿es justo reclamar una supuesta limitación inaceptable en el ejercicio de la libertad de expresión, cuando esto se reduce a las imprecaciones mencionadas al final del párrafo anterior? No olvidemos que esos versículos donde se emplea el término abominación, llaman al aniquilamiento de seres humanos a causa de su opción sexual, lo cual ya da para considerarlo un insulto, en especial tomando en cuenta que quienes los utilizan saben la intención conque fueron escritos mientras los eventuales destinatarios conocen siquiera algo del marco histórico que motivó su redacción. Fuera de que se les entregan enormes facilidades a los gay para justificar su ira contenida en la forma de exigir determinados privilegios que aseguren de modo definitivo la no repetición de estos hechos en el futuro; y de paso, queda demostrado que la supremacía de los creyentes -que sí cometieron atrocidades en el pasado, incluso el más inmediato- da pie para que aún en estos tiempos se den el lujo de lanzar ciertos escupitajos con la certeza de no recibir una sanción social ni mucho menos legal.

Quizá el argumento más certero pase por no insistir en el asunto de la legítima disidencia, recurso que suena a demasiado básico, en el sentido de que lo que se busca es descubrir una supuesta inconsecuencia en los colectivos gay, quienes siempre han apelado al respeto hacia sus personas mediante el subterfugio de la diversidad, que guarda ciertas semejanzas con la libertad de expresión. Sino, más que nada, separar aguas, entre aquellos textos bíblicos que resultan directamente insultantes para los homosexuales -y que muchos cristianos usan conscientes de esa peculiaridad- y las explicaciones teológicas -y bíblicas- que califican a esa opción sexual como un pecado. Desde luego, que estamos obligados a señalar eso último en cuanto creyentes, con la convicción firme en añadir que quien practica el sexo con congéneres no heredará el reino de los cielos. Sin embargo hay versículos en el Nuevo Testamento a los que atenerse, lapidarios pero no hirientes, como I Corintios 6 (el capítulo completo) o I Tesalonicenses 4:1-12. Sin embargo, por otra parte se debe considerar que quienes "se echan con hombres" son almas a las que se requiere salvar, y que cualquier palabra que insinúe su exterminio -en cuanto seres humanos- es contraria al mensaje de Cristo y enseguida puede tratarse de un intento por tergiversar un pasaje de las Escrituras. 

Un dato curioso es que existen hermanos que prefieren tratar así con los gay y en varias congregaciones esto los ha transformado en un voto de minoría. En resumen, se han vuelto disidentes al menos dentro de sus iglesias. Lo cual a veces no es fácil de sobrellevar, puesto que en algunas comunidades se confunde esta opinión divergente con una tibieza espiritual -es una opinión de alguien con pocos conocimientos, frente a integrantes ya experimentados, que al tener más tiempo para perseverar hasta la máxima sabiduría han descubierto los principales recovecos de ésta- cuando no directamente se la trata como un error imperdonable (al menos si se continúa sosteniendo). Bueno. En determinados casos a uno le corresponde ser la opinión distinta dentro del propio círculo de creyentes, lo cual resulta tan desagradable como mantener una postura poco aceptable en el ambiente secular.

domingo, 26 de junio de 2016

Cómo Enfrentar A Tu Testigo

No debe haber cosa más desagradable que verse obligado a abrir la puerta un sábado o domingo por la mañana, y encontrarse del otro lado del umbral con un testigo de Jehová. No sólo por el horario que eligen para llevar adelante su proselitismo, ni la verborrea empalagosa que utilizan para dar a conocer una serie interminable de dogmas sueltos que sólo a ellos le importan. Sino porque uno, como cristiano evangélico, sabe que quien está enfrente representa a un grupo con el que tiene ciertas coincidencias doctrinales, que se dan porque su fundador era en un principio hermano de fe, pero que formó su propio credo por considerar que el tronco original se había desviado o nunca fue suficiente al momento de expresar la verdad total del mensaje de salvación, situación que sus seguidores no se demoran en recalcar, admitiendo por supuesto que ellos son los poseedores de la revelación final y por ende más perfecta.

En realidad, los testigos son bastante fastidiosos. En sus puerta a puerta, antes que comunicar la buena nueva de salvación, prefieren dar a conocer la doctrina particular de su religión (que lo es, aunque ellos desprecien esa palabra), quizá como una manera de informar que se trata de una fe distinta y original respecto a aquella en que el oyente se ha formado. ¿Y en qué consiste tal paradigma? Pues en una amalgama de dogmas y declaraciones de principios carentes de un discurso teológico sistematizado, justificados con argumentos aún menos inconexos entre sí, lo que provoca la sensación de tratarse de una lista de simples supersticiones y leyendas populares. Más que un planteamiento unificado, lo que muestran son respuestas puntuales a las preguntas que se formula cada cristiano (y a veces, cada persona común), en muchas ocasiones planteadas con un estilo rebuscado y pretendidamente académico -en el sentido teológico más que nada-. Esto último es lo que genera irritación en el receptor, pues como se señaló, ha sido moldeado en otro credo cristiano -o en el agnosticismo- que en el peor de los casos le infunde un determinado respeto, a quien una serie de sentencias emitidas otrosí de una manera que las presenta como revelaciones absolutas, que contradicen violentamente su sistema de creencias, no le resultan muy acogedoras, y se resigna a escucharlas debido al carisma de quien las expele.

¿Por qué finalmente adoptamos la postura de un interlocutor pasivo, y terminamos oyendo con una paciencia impertérrita algo que de antemano sabemos que es una doctrina falsa? Tal vez se deba a que nosotros hemos, de alguna manera, optado por el camino opuesto. Es cierto. Cuando se quiere divulgar la palabra entre incrédulos, lo más recomendable es dejar de lado los aspectos teológicos que requieren una reflexión apenas profunda, y optar por una transmisión de la palabra lo más concisa y comprensible posible, incluso no despreciando los aspectos del estilo publicitario. Sin embargo, el problema radica en que los evangélicos suelen llegar hasta ahí, limitándose a recitar de memoria algunos versículos bíblicos, pero dando por terminada la labor (ante ellos mismos, su comunidad y el mismo Señor) una vez que la persona se ha convertido (o es empezada a ver con frecuencia en el templo). Incluso, muchos rechazan el conocimiento por considerar que el exceso de éste constituye una suerte de árbol de la ciencia del bien y el mal para el feligrés, y que si adquiere mayor profundidad intelectual, aumentará su escepticismo y disminuirá su aprecio por Dios. Así, los neófitos saben tanto o menos que quien los invitó a la iglesia, y la cuestión se torna un círculo vicioso. Luego no es difícil permanecer callado y remitirse a una oración silenciosa y la exclusiva confianza en las alturas, aceptando humildemente la prueba. El asunto es que algunos no la pasan y ante el bombardeo de sentencias absolutas que, por su parecido con las tradicionales dejan la fe del escucha en entrevero, acaban por comprar uno de esos magacines que venden los testigos y hasta enganchan con sus dogmas.

Agrueguemos, además, que en la pasividad de los hermanos también hay una cuota de miedo. Aunque a las claras se puede notar que se trata de otro evangelio, la manera en que éste se emite, muy similar al modo como quien lo condujo a la iglesia le mostró las verdades cristianas, incluyendo la condena al infierno si el incauto, entre otras cosas, preguntaba demasiado o dedicaba horas a la investigación intelectual, termina con el oyente reducido a una calidad inferior, también por debajo de las doctrinas que le ha soltado el testigo, situación que puede provocar estragos. Por ello, lo correcto es no sólo aprender de la existencia de la Trinidad, sino conocer toda la justificación bíblica, pero también teológica e histórica que la respalda (entre esto último, el concilio de Nicea, legítimo desde el punto de vista cristiano aunque por sus circunstancias y su origen a algunos no les parezca así), y dominar conceptos como la Unión Hipostática, esencial para entender la condición de ser humano pero a la vez de hijo de Dios de Jesús. Si no estamos lo suficientemente preparados, el diablo puede meternos el tridente en la boca y nosotros, en lugar de morderlo, hasta podríamos ser capaces de disfrutarlo.

domingo, 12 de junio de 2016

Con El Pulso Acelerado

¿Qué, como cristianos, podemos decir ante el ataque a la disco gay Pulse, de Orlando, donde un pistolero solitario ingresó a disparar a mansalva, provocando un saldo, al menos mientras se escribe este artículo, de cincuenta muertos y una cantidad similar de heridos, varios de extrema gravedad? Una primera alternativa sería plegarse al coro de ciertos ciudadanos norteamericanos, quienes con bastante ligereza han atribuido, desde el minuto inicial, esta agresión al terrorismo islámico, opinión que han visto alimentada a la luz de algunos antecedentes aislados que han venido siendo revelados, como que el responsable de la masacre era estadounidense pero de origen afgano, y que horas antes de desatar el infierno habría llamado al 911 aseverando que le debía lealtad a ISIS, uno de cuyos voceros rato después se atribuyó la asonada en nombre de ese grupo.

 Datos aún inconexos, que podrían llevar a los creyentes a sacar conclusiones equivocadas. Y de paso, aumentar los prejuicios y el consiguiente desprecio por los colectivos que cuentan con representantes involucrados en esta matanza, ya sea del lado del victimario como de las víctimas. Por una parte, se tenderá a calificar al conjunto de los musulmanes como fanáticos religiosos desalmados, capaces de asesinar a cuanto infiel se les coloque por delante. Lo cual redundará en consecuencias inmediatas a nivel de relaciones sociales, como por ejemplo que muchos practicantes de la fe islámica se sentirán vigilados y observados tanto por sus vecinos como por las fuerzas policiales, y más de alguno será insultado o inclus por uno o varios miembros de su propia comunidad. Ha sucedido esto en el pasado y no sólo en el país sede de un atentado específico (cuando ocurrió lo de las Torres Gemelas en 2001, mahometanas de diversos lugares de Sudamérica, también Chile, denunciaron agresiones físicas). Por supuesto que el grueso de los cristianos estarán prestos a rechazar esta clase de conductas. Pero en un ambiente predeterminado, van a priorizar el mayor alejamiento posible, de un sistema de creencias errado y además violento, que la búsqueda de entendimiento y la corrección de actitudes poco amigables. Fuera de sacar a colación el sempiterno pretexto de que no existiría motivo para ir en ayuda de pecadores que no tienen intención de redimirse, y que por ende podrían contagiar a un seguidor de Jesús, en vez de preferir el auxilio de los propios hermanos (considerando que en ciertas zonas algunos son perseguidos y diezmados por los extremistas musulmanes)

 Indiferencia que podría resultar más notoria si se aplica contra el otro colectivo afectado por esta masacre: los homosexuales. No sólo porque ellos aquí se encuentran únicamente del lado de las víctimas y son quienes han sufrido más bajas. Sino debido a la inevitable mención a otro tópico por desgracia también muy recurrente entre los cristianos: estas personas murieron a causa de sus malas acciones y ya que al momento de su fallecimiento se encontraban en pecado, no cabe preocupación por ellas pues se han condenado. En ese sentido, no faltarán quienes insistan en que este crimen tuvo su génesis y su justificación en una supuesta provocación que los gay habrían orquestado sobre la sociedad norteamericana, formada a partir de los llamados valores cristianos morales tradicionales, que muchos, aunque parezca imposible, aún respetan. El suceso más palpable y más reciente de dicha incitación sería la aprobación del matrimonio entre congéneres, que en Estados Unidos se produjo hace menos de un año merced a un fallo de la Corte Suprema local. Pero se trataría nada más del último de una larga cadena en la cual se hallarían abominaciones como esta discoteca que por cierto era tomada, debido a las circunstancias en las cuales se fundó, como un símbolo de la liberación de los amanerados (bueno: lo será más de ahora en adelante) a nivel mundial. A partir de ahí sobran quienes, por ejemplo, aseguran que la deslealtad de su pueblo habría incitado al Señor a dejar de protegerlo de amenazas peligrosas, permitiendo la entrada de sujetos monstruosos como el asesino de Pulse, tierra de nadie pues debido a los antecedentes de este antro no había por dónde instalar una fuerza de contención divina.

 Hay creyentes que en lugar de repudiar esta masacre, estarán más preocupados de que a partir de ella se produzca una aceleración en la concreción de las propuestas de los gay, aprovechando que cuentan con una alta cifra de mártires. Personalmente les diría a esos hermanos que no se angustien frente a algo que es inevitable. Sin embargo, también les recomendaría seguir ciertos pasos para evitar que la bola de nieve crezca más de lo que se merece. Primero, colocándose en el pellejo de los amigos y familiares de los fallecidos, así como de los heridos. No es difícil: de hecho Jesús lo hizo y lo estableció además como mandato, lo que significa que nosotros estamos en condiciones de imitarlo. Aún cuando se trate de unos pecadores que nos causen repulsión, respecto de lo cual el mismo Cristo sostuvo como una actitud aún más loable. No olvidemos que los musulmanes tampoco aprecian la homosexualidad, y en el caso de sus variantes más extremas, son capaces de hacerlo saber con atrocidades como la ocurrida en Pulse. Entonces marquemos la diferencia, que al final el propósito es que se conviertan y abandonen su tendencia, en lugar de resignarse a decir que todo fue consecuencia de su alejamiento de las cosas del Señor, una vez que ya han sido acribillados y que por ende no nos pueden escuchar.

domingo, 29 de mayo de 2016

Quieren Ser Libres

Nada más se empezó a correr el rumor de que Frozen, la princesa Disney que canta "Libre Soy", iba a declararse lesbiana en la eventual secuela que estaría preparando el estudio del ratón, y las asociaciones moralistas y los histéricos que nunca faltan inundaron las redes sociales amenazando no sólo con dejar de ver este filme y todo el resto de las producciones creadas o distribuidas por la factoría, tanto históricas como futuras, sino que también advirtiendo que presionarán a los posibles patrocinadores de ésta para que rompan sus contratos comerciales y se abstengan de firmar nuevos compromisos. Todo esto, ante una información que no ha sido confirmada -aunque tampoco desmentida- y que a su vez fue motivada por una nueva actitud que están tomando los colectivos gay, que es la de exigir la existencia de personajes homosexuales en las realizaciones para niños, con la finalidad de contribuir al término definitivo de las discriminaciones de las que alegan aún son víctimas, tal como sucedió en el pasado -y en épocas recientes- al colocar indígenas, orientales y afrodescendientes en roles protagonistas. Algo que contaría con el aval de los responsables de la obra aquí tratada, uno de los cuales es un entusiasta LGTB.

La verdad es que Disney no se ha caracterizado por el recato, al menos en los términos de la moralina cristiana, a lo largo de su historia. En sus filmes podemos encontrar escenas donde se hace alusión -siempre en forma positiva o neutral- al tabaquismo (Pinocho, Dumbo), la adicción a las drogas (Alicia en Wonderland, con el gusano fumador de opio), el erotismo y el satanismo (segundo y último episodio de Fantasía, respectivamente), la vida nocturna de los adolescentes (Música Maestro) y la violencia excesiva (Bambi, claro está; pero también el último episodio de la mencionada "Música Maestro", donde un narrador omnisciente incluso pide a la audiencia que comprenda al abusivo empresario que mató a la ballena tenor, debido a su supuesta ignorancia). Varios responderán que se trata de filmes relativamente antiguos, anteriores a un sinnúmero de trabajos publicados sobre la personalidad infantil, que han permitido orientar con más eficacia los productos dirigidos a los niños. De acuerdo. Pero en producciones más recientes existen elementos igualmente controvertidos que muchos no han notado y que curiosamente, incluyen insinuaciones de índole sexual. Por ejemplo, la pedofilia (las protagonistas de "La Sirenita", "La Bella y la Bestia" y "Pocahontas" son todas menores de edad pretendidas por hombres mayores), la agresión contra la mujer ("La Bella y la Bestia"), la sensualidad ("Alladin", "Pocahontas", Esmeralda en "El Jorobado de Notre Dame") y hasta la poligamia ("El Rey León, donde algunos despistados han despotricado contra la supuesta relación homosexual entre Timón y Pumba).

Por su parte, las diferentes derivaciones cinematográficas y televisivas que surgido de la empresa del tío Walt también cuentan con aspectos interesantes. De allí han surgido numerosos cortos efectuados con la intención de ser presentados en vísperas de Halloween (sí, Los Simpson no fueron los primeros en dedicar segmentos exclusivos a la Noche de Brujas), que tratan temas relacionados con dicha fecha, de más está decir que no muy bien vista por los cristianos. Además han producido seriales destinadas derechamente a un público adulto, como Carmen Sandiego o Gárgolas (amén de otras que han distribuido, entre ellas muchas de animación japonesa). Y está la trayectoria de sus princesas de carne y hueso, como Britney Spears o Mariah Carey, que una vez desligadas del logotipo del ratón se han esmerado por demostrar que se sitúan muy lejos de la imagen idealizada que muestran sus símiles del celuloide. ¿Qué sentido tiene, a la luz de estos antecedentes, efectuar un burdo intento de protección de unos, ya lo vimos, inexistentes valores que reflejaría Disney? Bueno. En primer lugar cabe recordar la tirria que ciertos grupos religiosos le guardan a los homosexuales, a quienes consideran el punto culminante de la degradación moral y cultural -suelen considerar ambas cosas como indisolublemente unidas-. Pero además está relacionado con el hecho de que la factoría representaría una parte de la tradición norteamericana -donde entre otros, también se incluye a los grupúsculos que rechazan a muerte a los gay-, que por cierto, se ha cimentado en base a ciertas conductas no muy apreciables que digamos, como en la época del macartismo, cuando don Walter Elías, en su condición de agente de la CIA, elaboró las listas negras para la Comisión de Actividades Anti Americanas, actitud que le agradecen varios de quienes escupen hoy y han escupido siempre contra los "maricas".

A Disney hay que apreciarlo por lo que es. Una empresa que le dio un innegable aporte al cine, no sólo de animación, lo cual se dio gracias a haber sido dirigida por un gran artista como lo fue Walt (más incluso que empresario, como lo probaron los enormes riesgos que corrió para llevar adelante sus proyectos, algunos de los que acabaron en sendos fracasos económicos). A los gay, sólo cabe decirles que no se inmiscuyan en lo que no saben, como los libretos cinematográficos, exclusiva responsabilidad de los guionistas; y si quieren hacer hincapié en su situación, elaboren sus propias producciones: en la actualidad cuentan con recursos monetarios y sociales suficientes. Y para los cristianos, recalcar que Jesús, y no un estudio de grabación, es el punto de referencia.

domingo, 15 de mayo de 2016

Sin Salir del Barrio

Uno de los fenómenos más curiosos que ha acontecido en distintos países de América Latina con la expansión del cristianismo evangélico, es la aparición de congregaciones de diferentes tamaños en distintos sectores marginados y marginales de las grandes urbes, ya se trate de asentamientos informales o edificaciones de viviendas sociales planificadas por distintos Estados y gobiernos, que en los últimos años, coincidiendo con el cambio de paradigma económico, se tornan cada vez más precarios y su construcción adolece cada día de mayor falta de prolijidad.

Buena parte de estas iglesias comparten una característica común. Son autocéfalas, es decir que no forman parte de alguna congregación más amplia, e incluso varias de ellas ni siquiera han establecido una relación formal con otra comunidad, aunque sea vecina. Aunque, como fue mencionado en el párrafo anterior, las hay de diferentes tamaños, abundan las más pequeñas, de no más de veinte miembros, reunidos en habitaciones o galpones, en la casa -tan sólo unos metros más amplia- de un hermano a quien las circunstancias lo han obligado a ejercer como pastor, sin contar con los mínimos conocimientos intelectuales y espirituales para aquello. Todo, en un ambiente de abandono social de parte del Estado y la población correspondientes, esta última, que no espera que le pregunten acerca de estos asentamientos para responder con prejuicios, acusaciones sin fundamento y epítetos de grueso calibre. 

 Una conducta que también ha contagiado a los cristianos que no viven en esos lugares. Debemos admitirlo. Varios de ellos no irían a evangelizar en un asentamiento marginal influenciados por lo que ciertos medios de comunicación aseveran de ellos, e incluso muchos se negarían a aceptar que algún hermano tuviera la idea de organizar una congregación allí. Y no obstante, estas rudimentarias -igual que su entorno- iglesias existen, cuentan con hermanos que se atreven a propagar su fe en un ambiente que otros considerarían inadecuado, y además han conseguido convertir a más de un vecino. Todo esto, desarrollado por comunidades que no reciben ayuda ninguna, desconectadas de sus congéneres -si bien no del Señor-, y sobre las cuales, más de alguno que profesa la misma fe no estaría dispuesto a considerarlas como tales.

Una de las causas de la expansión del cristianismo evangélico es la excesiva formalidad del catolicismo, que impulsa a los romanos a tener un número limitado de templos y ministros por territorio, por temor al sectarismo. Eso ha quedado demostrado con inusual fuerza en las últimas décadas, con la proliferación de los cordones de viviendas precarias en las grandes urbes, unido a las visiones del liberalismo económico más extremo, que entre los papistas los ha desincentivado a continuar adelante con paradigmas que en el pasado intentaron un mínimo acercamiento a los más necesitados, como la teología de la liberación. El problema es que las comunidades reformadas están experimentando ese mismo abandono, ahora de parte de sus hermanos de fe, quizá en un contexto distinto, pero con resultados igualmente poco alentadores. Quiera el Señor que por fin se establezca la indispensable comunicación entre ambos sectores, ya que eso acarrea un intercambio mutuo de información que al final acaba favoreciendo a todos. No vaya a suceder que estos creyentes, alejados de los grandes centros, acaben siendo absorbidos por quién sabe qué, y nosotros pasemos por la vida sin saber que existieron, ni que su fe fue tan perseverante.

domingo, 1 de mayo de 2016

La Aspiradora del Aborto

Normalmente, cuando los activistas anti aborto quieren orientar la opinión de sus eventuales oyentes en alguna reunión o conferencia, se suelen centrar en exponer de forma detallada, muchas veces apoyándose en imágenes audiovisuales, el procedimiento de succión, aquel donde se extrae al feto del útero por partes estando vivo, y que la verdad sea dicha, resulta tan chocante de observar que incluso el menos dispuesto a otorgarle la calidad de persona a una criatura en gestación es capaz de reclamar por los derechos humanos de ésta.

Admitamos que la succión es un método cruel que no se condice con los parámetros de civilización que muchos afirman ya hemos logrado (y que suelen ser usados como excusa por parte de los pro aborto, en el sentido de que la admisión de esta clase de intervenciones representa la prueba de una mentalidad progresista y avanzada). Sin embargo, su empleo frecuente como modelo para forzar una toma de conciencia -más emotiva que reflexiva, en todo caso-, además del efecto obvio que provocan las imágenes expositivas, proviene del hecho de que esta operación se ejecuta con normalidad en Estados Unidos, país de origen de los más férreos detractores de la interrupción del embarazo, los cuales además están ligados a movimientos religiosos también iniciados allá. Pues bien. Resulta que este procedimiento se utiliza de preferencia en los hospitales y clínicas donde acuden las norteamericanas de clase baja, quienes están expuestas a cirugías todavía más brutales, como una donde se le inocula un químico a la mujer a través de la bolsa, y que ocasiona una lenta agonía al feto mediante intoxicación, solución en cualquier caso casi inexistente hoy, por las eventuales consecuencias físicas que le podría acarrear a la madre. Mientras que las estadounidenses que ostentan cierta holgura en sus ingresos, son capaces de costearse tratamientos más "suaves" y sutiles, que no siempre implican meterse en sus cuerpos, como las inyecciones o las píldoras.

Llegados a este punto, nos encontramos conque los anti aborto, o pro vida, como pomposamente osan llamarse, basan su poder de convencimiento en una exhibición morbosa, con la que se buscan resultados a través de aspectos mediáticos derivados de demostraciones parciales, sesgadas y manipuladas. Que además son una muestra de los niveles de segregación que existen en Estados Unidos, algo que las organizaciones cristianas suelen ignorar imbuidas por la doctrina del destino manifiesto norteamericano que en varias de ellas se considera igualmente como un designio divino. Una actitud que demuestra una insensibilidad social vergonzosa, sobre todo pensando en quienes se definen como los estandartes del mensaje salvador de Cristo. Ya que a la larga, y considerando el tenor de aquellas conferencias donde se exponen dichas imágenes, se emplea a mujeres pobres como símbolo de la maldad, en circunstancias que no son ellas las únicas que pueden llegar a decidir interrumpir el embarazo, sólo que no cuentan con los recursos para acceder a un método menos invasivo que las libere de transformarse en pasto de las peores condenas. Al final, el repudio de los asistentes se vuelca en contra de un determinado grupo de féminas, las asesinas mutiladoras a quienes se les debe prohibir que opten por semejante barbaridad. Y que más tarde encuentran enormes dificultades para criar un niño ya nacido, en un mundo donde por lo demás no reciben apoyo alguno de estos activistas alarmistas. Mientras las que son un poco más adineradas adquieren la garantía de caminar por las calles sin ser apuntadas, ya que su operación es más difícil de ser dada a conocer o en la peor de las situaciones su impacto es insignificante.

El método de succión, sí, es horrible. Pero manejamos mucha información respecto a él, primero porque se practica en Estados Unidos, de donde vienen los más furibundos detractores del aborto, y luego porque se reserva para los segmentos masivos. El uso de tal procedimiento demuestra la división de clases en el país del norte y la precariedad de su sistema de salud, sobre todo tratándose de los más pobres. Si queremos crear conciencia acerca de las consecuencias negativas de una interrupción del embarazo, entonces usemos argumentos sólidos y no caigamos al menos de forma persistente en el recurso fácil, que es lo mismo que actualmente hace el programa médico social estadounidense. Que al parecer no sólo está motivado por el abaratamiento de costos, sino también por el deseo insano de que la población que no importa sea objeto de castigo. Quizá esto se deba a la manera en que se legalizó el malparto allá, a través de una resolución judicial, y no de una discusión popular con la participación efectiva de los más afectados.

lunes, 11 de abril de 2016

Hacia el Tercer Templo

Desconozco cuánto hay de verdad en esto. Pero diversos medios de comunicación, la mayoría vinculados a la iglesia evangélica, pero también uno que otro de carácter secular, han venido difundiendo la noticia de que Israel está preparando la erección del llamado Tercer Templo, en alusión a aquellos dos que fueron destruidos por los babilonios y los romanos, respectivamente. Por ahí se dice que ya han sido confeccionados los planos, que en otro lugar se están preparando sacerdotes, que más allá se están criando animales especiales para los futuros sacrificios, o que ya se han terminado los adornos y accesorios. Grupos de cristianos han reaccionado a estas informaciones con algarabía, mientras otras personas han expresado opiniones que van desde la incredulidad a la preocupación, en el supuesto de quienes estarían interesados en concretar esta edificación, tienen un enorme interés en hacerlo en el sitio exacto donde se situaban sus antecesores, que es nada menos que la Explanada de las Mezquitas, considerado por los musulmanes como su segundo lugar más sagrado (sólo superado por La Meca) y símbolo de la resistencia palestina.

Por supuesto, que los cristianos que se muestran jubilosos ante este supuesto acaecimiento, no han reparado en las consecuencias negativas que podría tener si finalmente llega a concretarse. Primero, las que para las gentes seculares aparecen como más obvias, como la generación de un nuevo conflicto, ahora de consecuencias insospechadas, entre israelíes y no sólo palestinos, sino musulmanes en su totalidad. Pero además, en el marco mismo de las profecías bíblicas, que al parecer estos entusiastas no han leído correctamente. Pues el Nuevo Testamento, y en particular el Apocalipsis, es enfático en señalar que el levantamiento de esta clase de obra constituye un claro símbolo de lo que se describe como el anticristo, sobre lo cual se advierte, buscará re definir varios conceptos del cristianismo tradicional, a fin de que ello y su carisma, provoque la atracción masiva mundial en torno a su figura, permitiéndose atribuir la facultad de decidir qué es lo correcto y lo que no, todo ello con el pretexto de ser un elegido por Dios. Y uno de los modos de llamar la atención, precisamente es la erección de templos fastuosos, algo que por cierto ha sido empleado durante la historia por gobernantes tiránicos que pretenden ocultar sus crímenes y asimismo dar una imagen de grandeza pretendiendo transformarse en intermediarios de las divinidades o al menos ocasionando aquella sensación.

 Además, otro hecho que obliga a mirar con preocupación este optimismo irresponsable de los grupos cristianos ya mencionados, es que no han reparado que quienes se han propuesto llevar adelante esta construcción, lo hacen porque de acuerdo a interpretaciones propias, el arribo del Mesías es inminente. En circunstancias que los creyentes en Jesús ya saben que el Esperado anduvo por esas tierras hace poco más de dos mil años. No tengo intención de acusar en lo más mínimo a los representantes del pueblo hebreo que están detrás del proyecto del Tercer Templo. Sin embargo, y aún admitiendo que defender a Israel de sus enemigos es una obligación para los hijos del camino, al mismo tiempo hay que tener muy en cuenta las discrepancias que existen entre ambas expresiones de fe. En especial quienes se declaran seguidores de Cristo, a los cuales se les ha advertido en prácticamente todo el Nuevo Testamento que mezclar doctrinas es un acto de la máxima gravedad, por lo cual en su momento deberán rendir cuentas. Aunque tales propuestas vengan del pueblo escogido, y como demostración de esa incompatibilidad están las diversas reprensiones que Pablo efectuó contra los judaizantes. No se debe olvidar al respecto, que los términos Cristo y Mesías son sinónimos etimológicos, y que al aplaudir iniciativas como la que se estaría gestando en el Medio Oriente, en el fondo se está aceptando la llegada de un nuevo Salvador, algo mucho peor que aceptar iconos como la Virgen María o Mahoma.

Por otra parte, si en la Biblia se enfatiza que por sus frutos los conoceréis, uno ya intuye que la insistencia en una iniciativa como ésta sólo traerá más enfrentamiento y destrucción, del que ni incluso Israel podrá salir indemne. Por mucho que proyectos de esta clase calcen con determinadas profecías (en todo caso, no en clave positiva como algunos pretenden demostrar), y que se pueda homologar esta espera del Mesías a la Parusía, alentar cuestiones como la eventual erección del Tercer Templo significa, de una manera u otra, aprobar las nefastas consecuencias que tal acción acarrearía, lo que a la larga constituye, al menos por omisión, permitir todo lo contrario a aquello que el Señor quiere para un cristiano. Que siempre se ha insistido en que es lo correcto. Y sin excepciones.

domingo, 27 de marzo de 2016

Jesús Colgado

Uno de los tantos lugares comunes que se suelen reiterar durante Semana Santa es la connotación que en el imperio romano tenía la crucifixión. Una forma de ejecución reservada para los peores criminales y quienes se consideraban los mayores traidores al Estado (y de ahí que haya sido usada contra los esclavos rebeldes liderados por Espartaco), y que en concomitancia con el estatus legal de dichas personas, provocaba la muerte después de una larga, lenta y especialmente dolorosa agonía. No vamos a colocar aquí en duda los padecimientos que experimentó el Señor ni tampoco le otorgaremos una oportunidad de duda a esos escépticos oportunistas que buscan corroborar sus opiniones personales aunque para ello necesiten torcer incontables veces la veracidad científica. Simplemente, discutiremos las características de esta forma de tormento y el por qué se le concibe como una de las más deleznables que se hayan inventado.

Desde que el hombre es tal -e independiente de que se crea en el Génesis o en Darwin, o en cualquier otra teoría sobre el inicio del mundo-, la práctica de suspender a alguien en el aire siempre ha sido de máxima humillación, ya que se trate o no de un castigo mortal. Así sucedía, por ejemplo, en el Medio Oeste norteamericano, donde a los bandoleros y criminales comunes se les tenía reservada la horca, en la cual, a modo de escarmiento, eran dejados hasta varios días después de haber fallecido. De hecho, cuando el ejército federal de Estados Unidos finalmente conquistaba una zona donde los indígenas pese a todo se negaban a rendirse, éstos terminaban siendo fusilados. Antes, en el Medioevo europeo, la iglesia católica inventó un método de ejecución aún más tormentoso que la crucifixión, como fue la hoguera, donde iban a parar aquellas personas que el romanismo calificaba como lo más indeseable para su doctrina y la sociedad: los herejes y las brujas. Cabe recordar que ese modo de deshacerse de un individuo molesto implicaba amarrarlo a un poste mientras alrededor de los pies se le rodeaba de todo tipo de material combustible.

También los mecanismos de tortura que al menos en principio no debían resultar en consecuencias fatales, destinados a las personas del bajo pueblo o que no pertenecían a las clases acomodadas, en tiempos pasados, se basaban en la práctica del colgamiento. Más aún: asociaciones secretas que se atribuían la preservación de las costumbres tradicionales de una determinada sociedad, cuando sentían que las autoridades correspondientes no hacían su labor, solían recurrir al ahorcamiento como manera de enviar un mensaje. Así ocurrió, de nuevo en Estados Unidos, con el Ku Klux Klan, que asesinaba a ciudadanos de raza negra, que para ellos eran lo peor, a través del uso de sogas que ataban a las ramas de los árboles. E incluso sobran los casos en los cuales sujetos repudiados por buena parte de la comunidad eran mantenidos suspendidos por semanas o meses, dejando que sus cuerpos se pudrieran ahí donde habían sido ejecutados. Hasta la Biblia toma en cuenta estas costumbres. Si no, revisemos lo que acaeció con Judas después de entregar a Jesús: se suicidó ahorcándose en las afueras de la ciudad, quedando su humanidad ahí durante semanas, tras lo cual el tronco que lo tenía sujetado no resistió el peso y se rompió, haciéndose añicos su putrefacto organismo al golpear el suelo. Muerte ejemplar para quien los evangelios consideran el peor caso posible de traición.

Todavía más, y a propósito de la mención al destino final de Judas. En la Antigüedad, donde la organización pública se regía por el sistema de polis, era común tirar el cadáver de un sujeto odioso en los extramuros de la ciudad, para ser devorado por todo tipo de aves y bestias rapaces. Una manera de impedir a quien no se le merecía, que se cumpliera con él la sentencia de retornar a la tierra una vez muerto. Algo que se halla en muchos textos formadores de creencias, no sólo la Biblia.
En tal sentido, Jesús no se redujo a aceptar una muerte humillante, sobre la que acabó triunfando en la resurrección. Sino que además superó uno de los artículos más lapidarios de la ley antigua, impreso de forma aparentemente ineludible en la naturaleza humana, hecho que refuerza con mayor ahínco su mensaje de salvación, de que se puede obtener una victoria incluso sobre cosas que, como la desaparición física, parecen infranqueables.

               

domingo, 13 de marzo de 2016

Una Expulsión Abominable

Un lamentable incidente se dio a comienzos de mes en el Reino Unido. La ignota Universidad Pública de Sheffield, expulsó de su seno a un estudiante cristiano de posgrado, Felix Ngole, luego de que éste publicara en su página de Facebook, una cita bíblica, en concreto Deuteronomio 20:13, que calificaba la práctica homosexual como "abominación". De nada sirvieron los testimonios de personas de tendencia gay quienes han compartido con este hombre en su trabajo -es asistente social-, los cuales han asegurado que siempre ha actuado de manera respetuosa con ellos. Aunque las declaraciones fueron emitidas en una instancia ajena al plantel de educación superior, un comité académico decidió finalmente exonerarlo de la institución.

Hay que partir diciendo que la postura de las autoridades universitarias es desde todo punto de vista aberrante e inaceptable. Aunque pudiera despertar alguna comprensión en base al miedo desatado en Europa tras los ataques terroristas de fanáticos religiosos islámicos, es una determinación que no se condice con los principios de pluralismo y debate de ideas que se supone caracterizan a cualquier universidad. Es cierto que la cita bíblica en cuestión puede resultar insultante para un cierto grupo de personas, más si se emite en un determinado contexto. Pero en el peor de los casos, sopesando los antecedentes previos de Ngole -que incluyeron, como ya se señaló, una valoración positiva de parte de homosexuales declarados que trabajaron con él y que por ende lo conocían-, queda claro que la sanción que recibió es exagerada y arbitraria. Más bien parece la esperable reacción de una institución que no figura entre las más recordables de su especialidad, cuyos integrantes pretenden demostrar que forman parte de un centro de conocimiento capaz de colocarse a la altura de sus pares más renombrados, castigando severamente una opinión que no suele ser considerada digna de un debate y menos de un análisis.

Eso último, desde luego, implica que Ngole tiene su parte de responsabilidad en todo esto. Si bien la Biblia condena la homosexualidad de punta a cabo, existen versículos en las Escrituras que, no abandonando la claridad y la firmeza acerca del tema, empero exhiben un lenguaje bastante menos chocante que un pasaje del Antiguo Testamento, redactado para el Israel del segundo milenio antes de Cristo y que además pertenece a la ley antigua superada por el propio Salvador mediante su muerte de cruz. Por otro lado, y de acuerdo a sus mismas palabras, este estudiante reprodujo esa cita en el contexto de una conversación informal con unos amigos, al parecer en la antesala de una fiesta. Una circunstancia que a todas luces no es la más adecuada para opinar de un tema concerniente a la ética o la conducta cristianas, menos para apoyarse en la extracción de un verso sacado de su contexto original, acción que, dado el ambiente en que se comete, es un hecho que no arrojará resultados positivos. De seguro que, dadas tales circunstancias, Felix en ningún instante tuvo plena conciencia de lo que estaba haciendo, excepto quizá vislumbrar que estaba cometiendo una provocación, aunque sin medir las consecuencias, tanto por el estado en que se hallaba como por esa temeridad de algunos cristianos que imaginan que todas sus actuaciones, incluso las más reñidas con los principios, serán amparadas o cuando menos comprendidas por el Señor.

Felix Ngole debió emplear en total plenitud su condición de estudiante universitario -y también de cristiano- y no largar lo primero que se le vino a la cabeza más encima en un momento absolutamente inapropiado. Si hubiese reflexionado un par de horas, habría podido exponer argumentos muy contundentes respecto a la condición pecaminosa de la homosexualidad, que se obtienen tras una acabada comprensión lectora de la Biblia (característica que por su condición de alumno de enseñanza superior está prácticamente obligado a mostrar). Por su parte, los académicos de Sheffield tampoco se dieron el tiempo para pensar la decisión que finalmente tomaron, salvo la consideración de aspectos puramente inmediatos, como la fama alcanzada y las felicitaciones que los harían sentirse como paladines de la defensa de la inteligencia y la colocación de un freno a toda declaración que ose amenazarla. Errores compartidos con consecuencias igualmente negativas para ambos bandos.

lunes, 8 de febrero de 2016

Ted O Una Nueva Cruz

El triunfo de Ted Cruz en Iowa, en el inicio de las primarias de los republicanos, ha significado una sensación de alivio en buena parte de la opinión pública norteamericana, que ha visto cómo este descendiente de inmigrantes cubanos ha desplazado del primer puesto al inefable Donald Trump. Especial interés por estos resultados han mostrado los círculos cristianos conservadores de Estados Unidos, ya que este político, que es hijo de un pastor bautista, jamás ha dejado de asistir ni de participar en su iglesia local, y siempre ha defendido los principios de moralina que caracterizan a estos grupos.

Si uno empieza a hurgar en las protestas y en el pensamiento de Cruz, se dará cuenta de que, aparte de ser escasos, no difieren en gran medida de los planteamientos de cualquier postulante republicano medio a la presidencia norteamericana (y que salvo las cuestiones morales mencionadas en el párrafo anterior, tampoco son distintas de las de otro aspirante favorito en general). Pero además, se asemejan bastante a los escupitajos enunciados por el odioso Trump. En varias ocasiones se ha mostrado partidario de establecer normas más duras contra los inmigrantes -siendo él, precisamente, uno de ellos-, y su discurso hacia representantes de otras culturas y religiones, posee una mezcla de intolerancia e ignorancia que a veces cae en lo patético. Por ejemplo, hace pocos días señaló que para frenar al Estado Islámico, iba a aumentar los bombardeos sobre Siria, enfocándose en las áreas de origen de ese movimiento o donde los informes de inteligencia señalaran que mantenía cuarteles generales. Nadie le ha avisado a Ted, que esa estrategia se viene utilizando durante tres años y que en lugar de neutralizar a dicha organización, ha provocado que se disperse por otros países árabes, Europa y el mismo suelo norteamericano, como lo demuestran los ataques terroristas perpetrados a fines del 2015.

Cruz genera atracción en los cristianos más conservadores, porque entrega una imagen de la clásica austeridad protestante, en el sentido de la sobriedad social, al menos en los aspectos de la vida cotidiana que son seculares o se desarrollan fuera de los límites de los templos. En ese ámbito, no se le va a escuchar un insulto grandilocuente como que los mexicanos son todos unos violadores y traficantes, que ha sido una de las declaraciones más polémicas de Trump. Sus acciones, empero, son más sutiles y no tienden a provocar una reacción inmediata, sino que se emiten con las, digamos, palabras adecuadas, a fin de que el oyente llegue a valorarlas incluso en términos positivos. Es, en definitiva, una demostración de lo políticamente correcto. Algo que no es muy bien visto en quienes estas últimas semanas le han expresado su apoyo, porque consideran que equivale a ese relajamiento moral que les ocasiones tantas aprehensiones porque con él va aparejado, entre otros elementos, el matrimonio homosexual. Y por ello en círculos evangélicos y bíblicos dicha conducta se describe con una sola palabra: hipocresía. Una actitud que no sólo puede ser encontrada en Ted sino también en sus potenciales votantes, muchos de quienes, siquiera por descarte, antes de lo acaecido en Iowa hallaban coincidencias entre el pensamiento de Donald y el modelo de creyente.

Finalmente, bueno es prestar atención a una estratagema bastante sucia que habría cometido Cruz durante la votación de Iowa. En ese acontecimiento había otro postulante, Ben Carson, que se presentaba con opciones de hacerle sombra a Trump, usando la misma estrategia de captar el sufragio cristiano conservador. Durante el desarrollo de este evento, los partidarios de Ted hicieron correr la voz de que este candidato se retiraría de la contienda en favor suyo, ante el menor arrastre que convocaría. El mismo Carson, de confesión adventista, salió a desmentir ese rumor, lo que no evitó la fuga de simpatizantes. Un episodio oscuro que nos lleva a exclamar "por sus frutos nos conoceréis".

domingo, 24 de enero de 2016

El Triunfo de la Prosperidad

El aumento de la ideología de la prosperidad al interior de los templos evangélicos es, desde luego, preocupante. Su expansión ya no se limita a esos enormes templos que los principales líderes de esta corriente han ordenado erigir -con intenciones genuinas de alabar al Señor y asegurar un confort para que el número siempre creciente de fieles igualmente lo haga, pero también, siquiera de modo inconsciente, para satisfacer su propio ego-, sino que además las prácticas de esas congregaciones, como el cántico efusivo y permanente y la reducción cuando no ausencia de la lectura y del estudio bíblicos, están siendo asimiladas con gran fuerza en las iglesias más convencionales, donde no faltan -a veces sobran- voceros que citan frases o recomiendan textos de estas personas, sin reparar en los errores teológicos o doctrinales que pueden contener.

Aclaremos. Fue Jesús mismo quien señaló que si los cargados viniesen a él, les ayudaría de todas las formas imaginables para que pudiesen quitarse su joroba. Una propuesta que ya marca una pequeña diferencia con los predicadores de la prosperidad, quienes aseveran que el Señor sacará los pesos sin necesidad de que los solicitantes hagan el mínimo esfuerzo de su parte. Bueno: en realidad nada que vaya más allá de la fe, que la verdad es que estas personas expresan bastante, llegando a rozar el sacrificio. Pero lo cierto es que finalmente se sienten aliviados, lo que es un gran triunfo considerando lo que algunos llevaban encima. Cosa que debiera suceder en el seno de las iglesias más clásicas, pues no lo olvidemos, fue el propio Cristo quien aseveró que una de las consecuencias de creer en el evangelio resultaba en que el penitente adquiría la capacidad de deshacerse de su onerosa mochila. Y sin embargo, la masa de no convertidos no encuentra la opción de descargarse en las congregaciones más tradicionales, donde se supone hay guías más preparados e instruidos, fuera de una historia que debiera transmitir mayor estabilidad y solidez. Muy por el contrario, se allegan a estos líderes a base de carisma y unos cuantos eslóganes publicitarios consiguen que su interlocutor experimente, cuando menos, un sucedáneo de transformación espiritual.

La verdad es que esos hermanos formados o integrantes de las denominadas, en comparación con las de la prosperidad, iglesias tradicionales, tampoco cuentan con un nivel de preparación digno de elogios. Muchos son legos, sin estudio teológico alguno, varios no han completado su enseñanza elemental y algunos hasta son semi analfabetos. Por otro lado, una persona que viene de afuera lleno de problemas que vislumbra insolubles, por un asunto de lógica, de supervivencia si se quiere, busca una solución lo más inmediata posible a sus tribulaciones, sin detenerse a observar el grado de elucubración que ésta presente -lo cual además, por su estado emocional, le puede resultar confuso o aburrido-. En captar esto último es que los de la prosperidad llevan ventaja, ya que su mensaje vacío, despojado de los aspectos más elementales de la doctrina, suele calar más hondo en quienes se hallan en total desesperación. Sin embargo, a causa de su falta de estudios, los creyentes de raigambre más clásica no adquieren las destrezas argumentativas suficientes para contrarrestar lo que a fin de cuentas es un simple truco publicitario. Toda vez que un recién llegado requiere de una orientación constante en los más diversos términos, la que aparte debe ser efectuada de una forma prudente y correcta, a fin de que un malentendido no signifique el retorno a la vida secular o la determinación de ir tras los mismos evangelistas de la prosperidad, que le prometen un camino fácil, liberado del trabajo práctico e intelectual, y donde el feligrés por obligación debe acabar en la cúspide, se supone que en todos los aspectos, aunque a final de cuentas, siempre importa sólo el económico.

He ahí el dilema. La evangelización, al menos desde los avivamientos del siglo XIX, ha sido de tendencia simplista y siempre destinada a buscar el efecto inmediato. Los antiguos pentecostales y bautistas no difieren en tal aspecto de los líderes de la prosperidad, que ahora están captando más atención porque la manera de dar a conocer su discurso es novedosa y se apega a los cánones sociales actuales -donde más que nada importa la estabilidad, especialmente económica-. Por otro lado, la reacción de los hermanos más tradicionales, que insisten en mencionar de modo exclusivo y sin dar una explicación anexa los aspectos más difíciles del cristianismo, con un lenguaje excesivamente furibundo y condenatorio, en nada ayuda a revertir la situación: de hecho sólo la empeora. Da la sensación que están actuando movidos por la envidia, cuestión que en determinados casos es cierta. Aquí lo primero que se debe hacer es reconocer las culpas, y admitir hasta qué punto hemos fallado en entregar el auténtico mensaje. Fuera de reconocer que muchos de los fieles de la mentada prosperidad son cristianos honestos -y verdaderos- a los que se les puede llamar la atención pero jamás enviarlos al infierno.