domingo, 2 de diciembre de 2012

Muñeca Para Amamantar

Una fuerte polémica se está suscitando tanto en Estados Unidos como en las islas británicas la comercialización de una muñeca que tiene la particularidad de que puede simular un amamantamiento. Si la propietaria desea entrar en el juego, debe colocarse un peto de flores a la altura de sus pezones, y luego acercar al juguete hacia su cuerpo, el cual emite los sonidos característicos de los bebés que están recibiendo pecho. Incluso, la niña después debe ayudar a su "hija" a botar los gases, pues en caso contrario ésta se echa a llorar. El aparato, que se vende en primer mundo aprovechando la cercanía con la Navidad, ha sido defendido por su fabricante español como una manera de acercar a las más pequeñas a la "magia de la maternidad". Pero agrupaciones de padres, tanto cristianas como seculares, han rechazado de plano la iniciativa, otorgándole calificativos como "raro", "aterrador" o "desagradable".

No es necesario reiterar aquí un hecho que, más que comprobado por la ciencia, es una perogrullada de sentido común: el niño observa el entorno y tiende a imitar las conductas de los adultos. Los juguetes de muñecas incluso se basan en esa premisa, buscando incentivar en las pequeñas la maternidad, en el caso de aquellos  que tienen formas más cercanas a los bebés, o en su defecto impulsándolas a imitar cánones de belleza occidentales, como sucede con las famosas -o para algunos mal afamadas- Barbie. Son, si le otorgamos un trasfondo ideológico al asunto, elementos de cuño conservador, que representan una manera de inculcar valores tradicionales a los infantes, en este caso de género femenino, a quienes se les regalan estos objetos con el propósito de que desarrollen los roles que la sociedad le asigna a una mujer tipo. En tal sentido puede resultar comprensible el alegato de las asociaciones de padres vinculadas a los "valores de orden familiar" en contra de la innovación presentada por la empresa española, ya que ésta ha cruzado un límite, no de lo permitido o aceptable, sino en el marco de lo que ofrecía esta clase de entretenimientos. Pues hasta la fecha nadie había creado un bebé plástico que se pudiese amamantar, y es algo que en realidad nadie se espera (por eso constituye noticia). Y para una persona de corte tradicionalista, no acostumbrado a esta clase de sorpresas -y quien además está por su formación predispuesto a rechazarlas- que de repente aparezcan sin siquiera haberlas imaginado le resulta chocante.

Sin embargo, por la tangente llega otro argumento en favor del rechazo a esta clase de inventos. Se trata de quienes insisten en que el niño debe desenvolverse dentro de las exigencias propias de su edad y que iniciativas de este tipo contribuyen a adelantar de manera artificial su proceso de crecimiento. Para quienes opinan de tal modo, una muñeca con estas características estaría forzando a las pequeñas a llevar adelante labores propias de mujeres adultas que sólo se pueden comprender a determinada edad. Partiendo por el acto mismo de amamantar, que implica descubrir los senos para entregar la leche materna al lactante, lo cual en muchas ocasiones una madre debe hacer en público (y que en el pasado, ha ocasionado controversias en las legislaciones de algunos países, por el asunto de la moral y las buenas costumbres). Toda vez que los pechos tienen una carga sexual importante, cuestión que no debiera involucrar a menores de doce años que ni siquiera los han desarrollado; entrando a tallar aquí un asunto relacionado con el potencial abuso infantil y la pedofilia. En resumen, las mamas son útiles para alimentar al recién nacido pero a su vez son un factor de atracción física, y lo último en términos cronológicos suele acaecer antes que lo primero. Una fémina con criterio formado comprende esto, pero una niña no, y es en este punto donde se debe observar que la inocencia no implique un factor adverso.

Queda, respecto del razonamiento expuesto en el tercer párrafo, una pregunta en el aire respecto al adelantamiento del crecimiento lógico de los niños, en el sentido de que el incentivo prematuro de la maternidad no acabe derivado en un caso de embarazo adolescente. Precisamente, una de las causas de la preñez joven, entre otras desde luego, suele encontrarse en el adelantamiento de la pubertad que se ha venido suscitando en el último tiempo, lo cual igualmente ha expuesto a los infantes a un mayor riesgo de abuso por parte de adultos malintencionados. Además está el asunto de inculcar en forma excesiva y morbosa los llamados roles tradicionales de género, en una época en que está luchando de manera denodada contra tales prejuicios. Bueno: esto no significa que haya que ponerse detrás de las agrupaciones de padres norteamericanos y británicos que han reaccionado, la verdad, con bastante histeria. Se pueden extraer conclusiones positivas de estos juguetes, aunque es preciso atender a todas las variantes y consecuencias que pueden ocasionar.

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