domingo, 16 de diciembre de 2012

Al Señor Rogando y Con Las Armas Apuntando

Tras la masacre escolar de Newton, para variar en Estados Unidos, personas ligadas a las más diversas confesiones cristianas coincidieron en señalar como principal y por ende exclusiva causa de este ataque al sostenido relativismo y relajamiento moral que la sociedad norteamericana ha venido experimentando en las últimas décadas, que entre otras consecuencias, ha significado el progresivo alejamiento de los ciudadanos de las iglesias y las denominadas "cosas del Señor". Incluso Bryan Fischer, fanático líder de la extremista American Family Associaton -una de esas tantas organizaciones de padres y apoderados que a diario fastidian a los miembros de la comunidad educativa con sus sermones acerca de los "valores elementales"-, declaró que las veintisiete víctimas de Adam Lanza, entre las cuales se cuentan veinte niños, se suscitó debido a que "Dios no los protegió porque en las escuelas ya no se reza" y que el Padre "es un caballero".

No tenemos por qué perder el tiempo en una afirmación tan infame como ésa, resultado de un nivel de insensibilidad que se halla cerca de cualquier cuestión menos del mensaje del Mesías, emitida por alguien que, citando las palabras de Pablo, tiene "cauterizada la conciencia", en esta ocasión con un conservadurismo patológico que ninguna relación tiene con la práctica social del cristianismo. Sin embargo, es preciso revisar la historia para así aclarar algunos asuntos. Para comenzar, el derecho a portar armas, conocido en Estados Unidos por sus orígenes como segunda enmienda constitucional, fue establecido prácticamente desde la independencia, siendo ya practicado de manera consuetudinaria en la época colonial. Incluso su antecedente directo es una ley británica -ya derogada- que data de 1689, y que, interesante acotación, estaba restringida sólo a los evangélicos, el mismo credo que arraigó en la nueva nación americana, que profesaban los líderes de la emancipación, que fue casi exclusivo durante su primer siglo de existencia y que mantuvo su supremacía hasta la mitad del siglo pasado. Quienes impulsaron esta iniciativa no eran ateos, musulmanes o budistas precisamente. Sino que seguidores de Jesús reformados y bastante puritanos. De hecho, el actor Charlton Heston, que por años presidió la Asociación Nacional del Rifle, se hizo conocido tras interpretar a Juda Ben Hur y a Moisés en "Los Diez Mandamientos".

No se trata de hacer una apología de aquella secuencia animada del documental -ya que estamos hablando de cine- "Bowling For Columbine" de Michael Moore, que de modo irónico explica el mismo relato citado en el párrafo anterior. Tampoco de responder al fuego con fuego, en el sentido de combatir una opinión unívoca como la del nombrado Fischer con un argumento de idéntica naturaleza, en una reducción propia de quienes prefieren defender sus convicciones personales antes de aportar elementos positivos al debate. Es un hecho que las dos explicaciones -el derecho a portar armas y la pérdida de normas de conducta que pese a las críticas que se le pueden formular son útiles en determinados casos- son válidas junto a varias más. No obstante, frente a la evidencia histórica se torna necesario efectuar algunas correcciones y entregar algunas acotaciones, con la finalidad de que determinadas personas no acaben cayendo en un abismo sin fondo a consecuencia de su falta de información. En tal sentido, si un hermano honesto pero que carece de los dominios intelectuales suficientes, de pronto oye opiniones como la del presidente de la American Family Associaton, a quien además tiende a creerle por un asunto de afinidad ideológica, puede terminar actuando de manera equivocada y ocasionar en forma inocente pero significativa, un alto nivel de daño en sus semejantes.

Y la evidencia dice, con total seguridad, que es gracias a determinaciones tomadas por cristianos de culto semanal -a veces diario- que en Estados Unidos existe hoy una completa liviandad respecto del empleo de las armas de fuego, relajamiento que por cierto no se ve en otros aspectos de la sociedad norteamericana -al menos desde el punto de vista del cuidado que ponen sus dirigentes-. La conducta de Lanza pudo haber sido el resultado del aumento del relativismo, pero es innegable que junto a esa probable causa hay que añadir el aporte que los propios seguidores de Jesús han efectuado.

                                                                                                                             

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