lunes, 25 de diciembre de 2017

Palabra Fiel Es Ésta

Aunque han pasado dos semanas, aún conmueve entre los cristianos evangélicos el suicidio del pastor brasileño Julio César Silva, de las Asambleas de Dios de ese país, quien se colgó en su casa ubicada en un exclusivo condominio de la ciudad de Ararauma. Si bien las causas de esta decisión todavía no han sido aclaradas, todo parece indicar que la motivación del fallecido fue el excesivo tiempo que le debía dedicar al ministerio, lo cual lo limitaba sobremanera de atender a su esposa y a sus hijos, situación que estaba provocando grietas en su familia y en él mismo un sentimiento de culpabilidad. De ser confirmadas tales sospechas, la situación ya debiera a tornarse preocupante, pues ha impulsado a varios otros reverendos a auto eliminarse, todos en un periodo relativamente corto, y la frecuencia de los casos tiende a aumentar.

Así como en la iglesia católica un consagrado -sacerdote, religioso, monja- está obligado a permanecer célibe, entre las denominaciones evangélicas, con contadas excepciones, prima el consenso de exigir que un pastor, o su equivalente que esté al frente de una congregación, debe previamente haberse casado. Dicha prescripción es especialmente difícil de sortear en las instituciones de América Latina y Estados Unidos, donde incluso los diversos cargos que se ofrecen en las comunidades suelen reservarse únicamente para quienes han contraído el mencionado vínculo. El mandato así descrito acaba por transformase en un sello que distingue a los de una vereda respecto de la otra (y viceversa, cabría agregar). Y en tal sentido es bastante mejor que se reduzca a dos procedimientos en apariencia antagónicos. En especial si lo que se pretenden es llegar a un contraste tan simple como extremo con quienes están al otro lado, ya que ellos serían la opción desviada, que se aparta del plan divino aunque digan y crean que se encuentran en el camino correcto, mientras que nosotros seríamos quienes cumplimos de modo cabal con los mandatos bíblicos y por ende nos ubicamos en la vía de salvación. Y la analogía es válida para los dos sectores por igual.

Los innumerables casos en los cuales los consagrados católicos han sido descubiertos no respetando el celibato -y que es innecesario listar aquí, pues son de sobremanera conocidos-, se han vuelto la prueba irrefutable para muchos evangélicos respecto de lo equivocado que estaría el romanismo en relación al mensaje de Jesús. Y muchos predicadores no dejan de mencionarlos en la calle o en los púlpitos, cuando no se los espetan a la cara a un sacerdote cuando lo tienen delante. Sin embargo, lo que ha ocurrido en el último tiempo con diversos pastores casados, que finalmente son incapaces de compaginar el ministerio con la familia (y de los cuales los suicidios de ellos o de sus cónyuges e hijos son la punta del témpano, pues debajo de ellos hay incontables situaciones de ruptura y enseñanza disfuncional), son tornan una viga muy visible en el ojo propio. Vaya a saber uno cuántos de esos reverendos contrajeron matrimonio de modo apresurado con alguna hermana con la que los acercaba un determinado nivel de amistad, porque formaban parte de la misma generación de asistentes al templo o los padres de ambos a su vez tenían ciertos grados de cercanía. No estoy haciendo una caricatura, pues eso es algo que ocurre con bastante frecuencia en las comunidades (incluso me siento capaz de aseverar que así se resuelve gran parte de los connubios, ya que este ejercicio asegura evitar la "unión en yugo desigual").

De la misma manera que el celibato no debería ser la condición exclusiva para que un consagrado católico sea considerado como tal, también las iglesias evangélicas deben abrirse a considerar la opción de aceptar pastores solteros. Si en el primer caso vemos la incapacidad de sucumbir ante los deseos de la carne, en el otro estamos siendo testigos de un sentimiento de culpa de quien empieza a percibir que no alcanzará los frutos del espíritu. De paso, un buen consejo para los cristianos reformados sería no menospreciar en términos verbales y teológicos la opción de vivir sin cónyuge, ya que algunos tienen opiniones que van desde la probable existencia de un secreto oculto -homosexualidad, libertinaje, enfermedad mental- hasta la certeza de que es una manifestación diabólica o de rebeldía contra los planes del Señor. El mismo que acepta personas casadas o no, ya que eso no es lo relevante, sino servirle de la manera adecuada, sin presiones de ninguna organización

domingo, 23 de julio de 2017

Las Libertades de Marcela Aranda

Una de las consecuencias que produjo el bochornoso paso del Bus de la Libertad por Santiago y Valparaíso, fueron los quince minutos de fama de Marcela Aranda, activista evangélica vinculada a políticos conservadores y de derecha, quien gracias al acaparamiento que hizo de los medios de comunicación en torno a su figura, logró que éstos la describieran como la vocera de los responsables del famoso vehículo. No creo que siquiera se haya detenido a reflexionar sobre lo ridículo de estas intervenciones, todas las cuales se dieron en el marco de los espacios de farándula, los cuales buscaron en su figura una versión femenina de Javier Soto (algo que consiguieron). Ni mucho menos deben haberle preocupado los reportajes periodísticos que denunciaban que se le inventó un cargo fantasma en la gobernación provincial de la ciudad portuaria, durante el periodo 2010-2014, justamente cuando el sector político afín a sus aspiraciones regía el país. De seguro que en esto último sus simpatizantes habrían decidido terminar la discusión de inmediato, bajo el pretexto de que un puñado de impíos malignos está intentando montar una acusación con el sólo afán de desacreditar a una sierva del Señor, detractora del aborto, la homosexualidad y el libertinaje, y en consecuencia defensora de la vida y la integridad moral.

Ya desde los evangelios, en el Nuevo Testamento se insiste en que un cristiano se precie de tal debe mostrar lo conocido como buen testimonio. Y Pablo, en la primera carta a Timoteo, en concreto a lo largo del tercer capítulo, pone un énfasis especial en la conducta de los líderes, la cual debe ser intachable, al punto que ningún aspecto de su vida personal, por mínimo que fuese, debe dar lugar siquiera a la más tenue de las habladurías. Situación que es claro que no ocurre con esto del trabajo ficticio que aceptó Marcela Aranda, el cual además fue pagado con dineros estatales. Que tal anomalía se dé en el ambiente privado, ya es objeto de preocupaciones desde el punto de vista de la ética laboral protestante (recordemos: esta activista es cristiana evangélica), ello también tipificado por el apóstol de los gentiles en otra de sus epístolas, II Tesalonicenses 3: 6-12. Sin embargo, en el empleo público adquiere una mayor delicadeza. Nos estamos refiriendo nada menos que a los fondos fiscales, aquellos que se obtienen mediante la recaudación de impuestos y que al Estado le resultan imprescindibles para su propia supervivencia así como el bienestar y la seguridad de sus ciudadanos. Su malversación siempre será motivo de escándalo, en la prensa, entre el público en general y en los distintos estamentos judiciales (en la mayoría de las legislaciones, sobre todo las de naciones donde cuajó la Reforma, defraudar el erario público puede llevar a penas bastante más aflictivas que hacerlo con un particular)

El argumento de que se trata de prensa amarilla (que por lo demás no lo es) que intenta desacreditar a una sierva divina que llama la atención acerca de las actitudes de los potenciales lectores, auditores o tele espectadores, no es sino una falacia vergonzosa que busca justificar lo inaceptable. Es cierto que el chisme es una actividad condenada con alta firmeza en el Nuevo Testamento, porque aparte de que su ejecución se da en el marco de una infame cobardía, conlleva un enjuiciamiento, para colmo ambiguo e informal, del hermano (en la Biblia se recalca que eso es incorrecto incluso tratándose de un prójimo no convertido). Sin embargo, los autores de las Escrituras también previeron de modo amplio e irrefutable acerca de la nube de testigos, la cual, para que no termine lloviendo ácido sobre los creyentes, no debe ser estimulada por éstos, lo cual se traduce en hacer lo que corresponde ante los ojos del Señor de acuerdo al mensaje que se predica y a lo que espera la sociedad de uno, ya que de otro modo seremos incapaces de cumplir el mandato de ganar almas para la salvación. Y en buena parte de la comunidad no es bienvenida la pereza ni la obtención de salarios gratuitos. Tampoco en el cristianismo, pues como ya apuntamos, Pablo advierte que "el que no trabaje tampoco coma", algo que, doy por sentado, saben o al menos intuyen en las masas seculares.

El testimonio de Marcela Aranda contiene aspectos que no son del agrado incluso para los evangélicos más conservadores. Muchos observan con denodada atención eso del parlar descomedido de las mujeres, colocando énfasis cuando sobresale por sobre la personalidad de sus maridos. Bueno: esta persona es casada, y nadie ha escuchado a su esposo -también cristiano- en medio de las diatribas que ha lanzado frente a los medios de comunicación. También se le podría reprochar su ignorancia hasta de los mismos temas y circunstancias que la han impulsado a levantar la voz, ya que en muchas intervenciones no fue capaz de definir ni mucho menos explicar en qué consiste la cacareada ideología de género, y por lo que parece desconoce el origen de Hazte Oír, la organización extremista e integrista católica que se halla detrás del Bus de la Libertad. Cuestiones que se pueden considerar como una falta de esfuerzo, dejación reprendida varias veces en la Biblia. Y cuya primera muestra de superación se demuestra en la persecución de un trabajo decente y real.

domingo, 9 de julio de 2017

El Bus De La Discordia

Para mañana diez está programado el primer paseo del "bus de la libertad" así llamado por sus creadores, la organización extremista católica Hazte Oír,por las calles de Santiago. El famoso vehículo anaranjado recorrerá las arterias de la capital chilena con mensajes diferentes al "los niños tienen pene; las niñas tienen vulva: que no te engañen" que lo hizo conocido en España, donde se le ideó como una protesta contra la denominada ideología de género, así como a la aprobación por parte del parlamento peninsular de ciertas leyes que castigarían, por ejemplo, a quienes insistan en que la homosexualidad es un pecado o que se nieguen a admitir la existencia de los niños y adultos transgénero con todas las implicaciones sociales que eso significa (baños especiales en las escuelas, posibilidad de identificarse incluso en términos legales con el sexo opuesto al que una persona muestra a través de sus genitales, y un largo etcétera). En cambio, por estos pagos se pretende usar sentencias como "no se metan con mis hijos" o "más familia, menos Estado". Esta última de carácter especialmente delicado, dado el debate que se ha generado en el país en pro de una mejor calidad de la educación, que hoy se encuentra en su mayoría en manos privadas que la han degradado de manera más que evidente.

Que una entidad católica conservadora a ultranza, en realidad reaccionaria, tome las banderas de la libertad resulta al menos curioso, cuando no sospechoso. Más si se considera que está asentada en España, donde la iglesia romana, aliada con otros grupos de poder -políticos, empresarios, militares- ha impuesto una ancestral represión a las masas populares, la cual se extiende a muchos campos, no sólo la vida privada de las personas ni la expresión religiosa. Y hablo en tiempo presente porque, aún debilitada, esa férula persiste hasta hoy. Ahora: éste se ha vuelto un alegato recurrente entre las organizaciones de cuño extremista cristiano, cuyos miembros suelen aseverar que los grupos homosexuales y afines están llevando una agenda que pretende, al igual que los terroristas islámicos, aniquilar la fe en Jesús o cuando menos torcerla de acuerdo a sus propios intereses. Muestras de este afán destructor estarían contenidas en ciertas legislaciones que buscan una protección especial para los gay y que derivan en considerar delito recordar pasajes de la Biblia como ése que asegura que "ni los afeminados ni quienes se echan con hombres heredarán el reino de los cielos" (lo cual por desgracia ya es una realidad en Suecia y Canadá), o las demandas por discriminación -que han llegado a juicio- sufridas por comerciantes que se han negado a armar una boda entre congéneres cuando se lo han solicitado, o los magistrados civiles que han rechazado formalizar esa clase de matrimonios.

El asunto es que esta actitud tiene un componente muy vistoso de impotencia y poca aceptación de la derrota. Los cristianos más extremistas están viendo cómo los homosexuales, un grupo histórica y especialmente despreciado por ellos, están ganando espacios inimaginables hace sólo un par de décadas. Triunfos que deberían acarrear -aunque al menos en la actualidad no se está ni cerca de eso- una ira divina tan letal y apocalíptica como corresponde cuando en términos generales es admitida -y hasta celebrada- la peor de las perversiones. Entonces produce una mezcla de frustración y desesperación, porque la profecía que tanto han anunciado aún no se cumple aunque de acuerdo a su concepción debiera acaecer en cualquier momento del futuro (y si se aguarda a un instante en que ya sea muchísimo el pecado acumulado, el castigo se tiene que desatar con la mayor de las fuerzas). Todo lo que conlleva al uso de expresiones virulentas espetadas con la finalidad de que el potencial destinatario, si no le va a caer un rayo en la cabeza, al menos reciba insultos degradantes que los impulsen a tomar conciencia de que lo que está haciendo es la acción más abyecta concebible. Quizá sea aquello la gran ganancia -de consolación, claro está- que persiguen asociaciones como Hazte Oír: jamás se abrirá el cielo y consumirá en fuego a algún desafortunado gay que ande caminando por la calle; tampoco ellos lo podrán matar porque eso los enviaría a prisión y por muchos años al tratarse de un crimen de odio -legisladores inmundos que confeccionan decretos de acuerdo a sus propias concupiscencias y negando los mandatos divinos-: pero al menos se abogan la facultad, de origen celestial, de señalar con el dedo la suciedad y gozar pensando en la condena final de los indeseables en el infierno.

Ahora. La cuestión es que todo ser humano lleva consigo el instinto de supervivencia y si lo atacan es lógico que se va a defender. Incluso en los preceptos cristianos -de los que cabe recordar, estarían excluidos los homosexuales- de mostrar la otra mejilla, ya que por último es deber de un creyente denunciar a quien ejerce el mal ya fuere contra él o su prójimo. Y ante los vilipendios recibidos, los gay han actuado ejerciendo sus influencias y han conseguido que se promulguen leyes contra los discursos de odio, o más aún, que no les conceden sólo derechos sino que hasta privilegios, como lo mencionado sobre Canadá y Suecia. Algo similar está, de hecho, acaeciendo en España, donde el parlamento se prepara para discutir un proyecto legal que entre otras cosas pretende castigar con cárcel a quien afirme que el amaneramiento es pecado. Es una motivación que ha influido en el carácter agresivo de los discursos de Hazte Oír (bueno, y en su misma fundación) y organizaciones afines. Pero, cabe insistir, es también un reflejo de la conducta que ha mostrado el catolicismo desde su instauración en la península, y en la cual los integrantes de esta asociación de seguro se sienten respaldados. El problema es que los gay, para salvaguardar su identidad -que sienten igualmente amenazada- responden de manera que ellos consideran proporcional y como ya forman parte de los círculos de poder españoles, son capaces de hacer pasar sus preceptos como imposiciones tal cual ha acontecido por milenios con la iglesia romana.


domingo, 25 de junio de 2017

Extranjeros Fuisteis

Si hay algo que Dios no dejaba de insistir al pueblo israelí, y que está muy bien documentado en el Antiguo Testamento, es darle un trato correcto al extranjero que estaba de visita o residía en el país, recalcando eso en el permanente recuerdo de la condición de inmigrantes que los propios hebreos tenían en tierras egipcias, donde además fueron víctimas de vejaciones tales que debieron huir de ahí y asentarse en un territorio ya ocupado y en el cual se vieron forzados a actuar como fuerzas invasoras. El Señor usaba como argumento el disgusto que les habían causado esas experiencias para aconsejarlos de que no las repitieran con los forasteros que tocaban sus puertas, pues finalmente, éstos podían acumular un descontento suficiente para reaccionar con rebeldía frente a dichas prácticas y en una de ésas, ahogar a los hijos de Israel en algún mar tal como sucedió con los soldados del faraón.

Es curioso que muchos de los más importantes héroes bíblicos fueron extranjeros. Partiendo por Abraham, el fundador de la nación israelí, que abandonó todas las comodidades de su natal Ur -que no era poco en esos años, cuando la organización cívica por antonomasia era la polis y el campo simplemente era tierra de nadie- por el llamamiento de una fuerza sobrehumana respecto de la cual no contaba con las pruebas suficientes para considerarla el Dios superior, mucho menos el único. Luego es Moisés, quien por mandato del mismo Señor, conduce al pueblo liberado del yugo egipcio a un territorio ya poblado, que debieron disputar a punta de flechas y lanzas. Sin embargo es interesante constatar que ya antes de estas narraciones, es posible hallar antecedentes en el Génesis de episodios donde Adonay se compadece de individuos que por diversos acaecimientos han terminado siendo desarraigados. Así protege a Adán y Eva luego de que la desobediencia los torna incompatibles para habitar el paraíso terrenal. Igual cosa ocurre con el hijo de ambos, Caín, que tras asesinar a su hermano Abel y verse obligado a escapar por ello, es marcado por el Creador con el propósito de que ningún mortal le haga daño, aunque conozca su pasado.

Por su parte, en el Nuevo Testamento, nos encontramos conque las constantes persecuciones de los sacerdotes judíos contra los discípulos tras la crucifixión de Jesús, los impulsaron a emigrar hacia el norte, en concreto a la zona de Antioquía, desde donde empezaron a cumplir el mandato de ir por todo el mundo anunciando el evangelio. Si bien es cierto que ambos territorios pertenecían entonces al imperio romano, se trataba de lugares habitados por pueblos absolutamente diferentes con culturas completamente distintas y que estoy seguro miraban al forastero que hablaba otra lengua y traía otras costumbres con los mismos prejuicios de siempre. Los seguidores de Cristo, en tal sentido, quedaban en una posición muy semejante a la de Abraham cuando dejó Ur. Es decir, un doble desarraigo, territorial y cultural, que es necesario para comprender el mensaje de salvación, y que está presente en todos los instantes en que Dios se reveló a los humanos y la gran mayoría de los terrícolas que respondieron a los diversos llamados históricos.

Si continuamos después del Apocalipsis, tenemos por ejemplo, el arraigo del cristianismo en Europa (y en general, en el resto del mundo) o la llegada del mensaje de Jesús a América, tanto la anglosajona como latina, donde extranjeros, muchas veces provenientes de tierras desconocidas para los nativos, trajeron la palabra del Señor, en muchas ocasiones de modo inadecuado, como aconteció con los pueblos aborígenes. Fueron extraños, no siempre amigables, y por eso no deben hostigar al forastero que habita entre ellos, sea creyente o, para su concepción, un extraño.

domingo, 28 de mayo de 2017

La Parábola de los Deudores

Varias curiosidades se pueden descubrir tras leer la parábola de los dos deudores (Mateo 18:23-35). Una, es constatar que ya en la Palestina del siglo I existían cosas como la bicicleta financiera y el préstamo a interés. Pero quizá la más importante, es que da la opción de homologar la actitud de los protagonistas de la historia con la conducta que los bancos acreedores europeos están teniendo con los países de ese continente que les deben dinero, situación que ha hundido a tales naciones en la miseria.

Recordemos el texto bíblico. Un patrón demandó a su siervo a causa de la enorme suma de dinero que le adeudaba, lo que en la práctica significaba que todas las propiedades de éste último saldrían a remate, las cuales no sólo eran materiales, pues en esa época se contaba como tales a la esposa y los hijos, quienes quedaban a disposición para ser vendidos como esclavos. El afectado imploró ante su cobrador entre otras cosas prometiendo que iba a pagar conforme tuviera recursos, y su súplica resultó tan convincente que éste accedió a retirar el libelo judicial y esperar una fecha indefinida. Sin embargo, cuando al rato después el perdonado se topó con su consiervo, dice el relato que lo agarró del cuello exigiendo el pago de una deuda que no era ni la centésima parte de la que le habían condonado. El agredido procedió igual como su inquisidor lo hizo con su primer amo. Pero en lugar de recibir la más mínima consideración, su acreedor exigió la confiscación de sus bienes y lo envió a la cárcel.

¿Qué han hecho los bancos europeos, sobre todo los alemanes, con aquellos países que les habían solicitado préstamos? En primer lugar, cabe señalar que estas instituciones sometieron a crédito unos recursos que el Banco Central del viejo continente les traspasó para que a su vez los distribuyeran entre las distintas naciones con absoluta libertad de procedimiento. Dichos dineros fueron entregados con un interés bajo (menos del dos por ciento), tasa que los intermediarios duplicaron y hasta triplicaron cuando les entregaron las platas a quienes se suponía eran los verdaderos beneficiarios. Es cierto que en este caso los consiervos, al menos en teoría, adeudan una suma mayor; pero cabe acotar que ésta fue aumentada a causa del mencionado interés. Si los Estados que hoy se encuentran acogotados por las exigencias de los organismos financieros tuvieran que devolver lo otorgado con un porcentaje extra racional, sería inferior al monto que sus prestamistas a su vez deben reembolsarle al fondo de origen. Y en cualquier caso estos territorios han demostrado que son más débiles que la banca, por lo que igual quedan en la situación del segundo siervo.

A lo mejor el empleado inmisericorde de la parábola buscaba a través de la deuda que su consiervo había contraído con él, cancelar parte del dinero que a su vez tenía que pagarle a su patrón. Conducta similar a la de los bancos alemanes que se están valiendo de los países europeos para saldar sus compromisos con el Banco Central continental. Por lo que no cabe más que reiterar que la Biblia ya había advertido de cosas como la bicicleta financiera. Que por lo demás siempre se da en una situación de subordinación. En la época antigua, de un amo con un inquilino y luego de éste con su propio dependiente. Y hoy, entre instituciones acreedoras una inmediatamente inferior a la que le antecede, como los eones en el gnosticismo. Ahora, y lo que hace la diferencia -en este caso para mal- de los tiempos actuales con lo contado en la parábola, es que no se ha procedido con estos organismos como el prestamista mayor lo hizo con el deudor malvado, al que finalmente demandó con las consecuencias descritas al comienzo del segundo párrafo. Quizá porque sólo se trate de un relato, los hombres no serán capaces de obrar con justicia. Pero no olvidar que sí puede hacerlo Dios.

domingo, 14 de mayo de 2017

Mal Parida Y Mal Parada

Al margen de todas las críticas que se le pueden formular a los integrantes del Frente Amplio, sólo cabe elogiar la decisión tomada hace unos días con Javiera Parada, miembro de uno de los partidos de ese conglomerado, a quien se le impidió postularse al parlamento en las elecciones generales de noviembre próximo, debido a haber chocado con un poste manejando bajo los efectos del alcohol. Esto a pesar de las pataletas de la propia implicada en el incidente, y de los insólitos argumentos de quienes rechazan tal medida, que acusan a esta recién formada coalición izquierdista de obrar con la típica moralina ideológica de tintes mesiánicos que ha caracterizado a los movimientos históricos de ese sector político, no sólo en Chile, y que no sería más que una adaptación del integrismo religioso hecha al gusto de grupúsculos que al fin y al cabo igualmente buscan ser reconocidos como los únicos poseedores de la verdad.

Javiera Parada conducía ebria, lo cual es un delito tanto en Chile como en varias partes del mundo, incluyendo Estados Unidos donde ella fue agregada cultural del actual gobierno: de hecho en el país norteamericano estos deslices pueden llevar a su ejecutor a prisión. ¿Y por qué tantas aprehensiones respecto de estas actitudes? Porque pueden dañar a personas inocentes, y no creo necesario recordar los cientos de accidentes de tránsito que han dejado muertos y lisiados causados por un borracho al volante (que en la mayoría de las ocasiones sale ileso). Ahora: el reclamo de los defensores de esta persona -y de ella misma- quienes insisten en que no hubo nadie más involucrado y que finalmente fue la única perjudicada -además de su vehículo- carece de validez. Si así se procediera, entonces no podríamos juzgar a alguien que intentó matar a otro sujeto porque falló la puntería, o a una célula de terroristas que planificaban un atentado porque fueron descubiertos cuando aún lo elaboraban.

Como se señaló en el primer párrafo, resulta sorprendente -y por lo mismo inaceptable- la réplica de quienes han salido a apoyar a esta mujer atacando a su vez al Frente Amplio por su exacerbado mesianismo, característico de los revolucionarios de los años 1960, cuya expresión más visible y ridícula sería este castigo. De acuerdo: en dicho conglomerado existe mucho de eso. Pero una cosa muy distinta es aseverar que esta determinación se dio en el ámbito de una moralina anacrónica la cual estaría anclada en la conciencia de los ciudadanos de este país debido a la (nefasta) influencia de la iglesia católica, de la que ni los pensadores más libres habrían logrado zafar. Al respecto, en la última semana se ha oído a ciertos comentaristas decir que los integrantes del FA sienten ojeriza por Javiera Parada debido a la manera relajada y despreocupada con que tomaría la vida, mientras ellos gastan su tiempo en foros donde intentan definir los principios de la coalición, evaluando de paso la ortodoxia de los interesados y componentes, obligándolos además a leer determinados libros que luego deben ser discutidos y analizados en mesas redondas. Otros van más allá y acusan un nivel de intolerancia sólo comparable al de la homofobia. Craso error. Porque los homosexuales y los amorales pueden llevar adelante sus comportamientos sin dañar a sus semejantes, cuestión que no ocurre con los conductores ebrios.

El absurdo debate que ha provocado esta (acertada) decisión del Frente Amplio sólo ha sido posible en un país que mira con excesiva liviandad una conducta grave como lo es la de conducir bajo los efectos del alcohol. No olvidemos que hace sólo unos años fue promulgada una ley que castigaba con cierta severidad estos delitos, la cual en el último tiempo ha sido objetada y desconocida por los tribunales superiores, llegando a tacharla de inconstitucional. Mientras una persona que raya un auto arriesga penas de cárcel. Ahora, si de defender una conducta libertina pero a la vez supuestamente inofensiva se trata, cabe señalar que el manejo en estado de ebriedad ha sido el divertimento preferido de los oligarcas y los hijos de los más pudientes desde que se masificó el uso del automóvil, implemento ligado fuertemente al individualismo económico y al estatus. Por lo que en un país marcado por las injusticias sociales y la segregación negativa como es Chile, es casi un acto propio de la idiosincrasia nacional mirar con simpatía todo lo que conlleva la utilización de este medio de transporte, incluyendo los aspectos más positivos pero también los más repudiables. El asunto es que no solamente el conglomerado que ahora nos atañe, sino los políticos en general, están empeñados en acabar con esas desigualdades. Y en esto, y pese a todas las críticas que se le pueden formular -legítimas por lo demás- los miembros del FA hasta el momento han sido los únicos que han mostrado coherencia, en uno de los lugares más dolorosos -y por ello más importantes y trascendentales- como es el interior de su propia estructura. Cuestión que a la larga se agradece, en determinadas circunstancias, incluso con votos.

domingo, 16 de abril de 2017

El Islam y América Latina

¿Por qué el islam nunca ha penetrado en América Latina? Es una pregunta que puede tener varias respuestas. Algunas muy lógicas, que no faltarán en ningún análisis. Pero otras, menos fáciles de hallar y que escapan a las perogrulladas de siempre; y que precisamente por eso le dan más contundencia a las conclusiones finales.

De las primeras, hay una bastante obvia que alude al origen geográfico e histórico. América Latina se encuentra a una distancia considerable de los centros de origen de la religión mahometana, de los cuales además está separada por el océano. Muy distinto a lo que ocurre entre África, Asia y Europa, continentes conectados entre sí, lo que permite el desplazamiento humano de modo recíproco a través de ellos. Esto se tradujo en que durante el siglo VI, los árabes, al alero de su líder y profeta, expandieran su credo por todo el mundo conocido tanto por las civilizaciones occidentales y orientales; y que tiempo más tarde, la colonización europea y los masivos movimientos migratorios aportaran lo suyo. En cambio, los territorios al sur de Estados Unidos vivieron durante muchos años en una situación de relativo aislamiento, que recién empezó tímidamente a revertirse en los años 1950 con el auge de las comunicaciones, lo cual ayudó a imponer y a consolidar el catolicismo, arraigado tras la dominación portuguesa y española, y en menor medida británica -en el Caribe- y francesa.

Pero fuera de estas explicaciones hay otras de carácter más bien sociológico. En Europa, Estados Unidos y hasta cierto punto Canadá, el islam ha conseguido insertarse en las comunidades debido a la inmigración. Pero también a causa de las conversiones que los clérigos musulmanes han obtenido entre la población más nativa. Y aquí hay algo que no deja de ser interesante. En el Viejo Continente, por ejemplo, los mahometanas tienen una fuerte presencia en sectores populares, en muchos casos marginales -y marginados-, donde existen bastantes personas de origen foráneo pero también -y a pesar de los movimientos racistas- varios caucásicos que han abrazado la religión. En América Latina existe igualmente ese cambio de fe. Pero los beneficiarios acá son los evangélicos, que están cumpliendo el rol de los islámicos en ciertos lugares del primer mundo: dar respuestas a los decepcionados con la decadencia de la creencia oficial.

América Latina es una zona extraña para el islam. Por geografía, historia y cultura se ve improbable que los musulmanes lleguen en algún momento del futuro a tener una presencia fuerte aquí. En esta parte del mundo hemos tenido nuestros propios movimientos de choque o más violentos, como las guerrillas armadas y la delincuencia común. Luego, la iglesia católica, aún mantiene una importante reserva, que sostendrá durante un buen periodo de tiempo. Y si se agregan los evangélicos, tenemos que la práctica totalidad de la demanda está cubierta. Aunque con esto de la globalización cualquier cosa puede suceder. Sin embargo, como siempre ha sido repetido por los discursos políticos, es menester que los propios pueblos decidan su destino. En el cual, la religión mahometana se vislumbra como algo muy extraño.

         

domingo, 2 de abril de 2017

Ya No Somos El Mundo

Tanto la ONU como las diversas ONG que operan en África han señalado que ésta es por lejos la peor crisis alimentaria que está viviendo ese continente en un siglo. Y a pesar de ello, no se han levantado campañas como la que inspiró el éxito radial "We Are The Word" allá por 1984 a propósito de la grave hambruna que entonces afectó a Etiopía. Ni tampoco los medios masivos de prensa han informado de la situación con el énfasis de épocas anteriores, limitándose a hablar del arribo de las precarias embarcaciones repletas de famélicos africanos que cruzan el Mediterráneo, relatos que sólo han servido para aumentar la popularidad de los dirigentes de partidos xenófobos y racistas.

Quizás el contexto socio político existente en 1984 explique el excesivo interés, al menos en comparación con la coyuntura actual, que se suscitó en occidente por la catástrofe que entonces vivía la Abisinia, bastante delicada por cierto, pero que finalmente abarcó una sola nación en una zona, el cuerno de África, frecuentemente víctima de estos eventos, en lugar de varias regiones del continente como está pasando hoy, las que además no tienen conexiones geográficas entre sí. En esos años los etíopes eran gobernados por un régimen militar comunista, que había asumido en 1974 tras derrocar a una de las monarquías más ancestrales de la humanidad, muy admirada en el Antiguo Testamento, alabada por los primeros cristianos que allí encontraron refugio constante contra las persecuciones romanas, y elevada a niveles míticos por el movimiento ras tafari. Cierto es que casi todos los Estados soberanos africanos tenían dictaduras de orientación marxista, ya que los soviéticos habían ejercido una fuerte presión internacional en favor de que estos territorios, colonias de sus rivales políticos, se independizaran. Sin embargo el antiguo reino kusita fue el único que se transformó en un satélite oficial de la URSS, recibiendo un trato idéntico y quedando bajo la misma órbita de influencias que los países de Europa del Este.

La campaña de recaudación de fondos alentada entonces, cuya cara visible fue difusión de la canción "We Are The World" (y cuyas ganancias obtenidas, si no terminaron en manos de productores o empleados, que a diferencia de los artistas sí cobraron o debieron cobrar por su participación en el single, se diluyeron entre los funcionarios del insufrible gobierno etíope), puede comprenderse en base a muchas causas, pero la principal de ellas fue sin lugar a dudas la situación internacional derivada de la Guerra Fría. En aquel tiempo además, cabe agregar que en Estados Unidos la primera magistratura era ocupada por Ronald Reagan, que desde su asunción se planteó hacer todo lo posible para que la Unión Soviética y el comunismo colapsaran (cosa que finalmente logró). Y una manera de anotarse un punto a su favor fue precisamente la de enfocar los esfuerzos en un satélite que se hallaba fuera de la zona de influencia más directa de los rusos, y que por ello representaba, al menos teóricamente, la opción más concreta de expandir el marxismo y el imperialismo moscovita a nivel mundial. De paso se aprovechaba una excelente oportunidad para denunciar los extremos a los que podían llegar los socialismos reales, por lo cual mostrar el padecimiento de los etíopes se tornaba un modo de provocar a la vez conmiseración (por la masa popular) e indignación (hacia quienes los regían), ambas cosas que luego y por un proceso lógico debían converger en una toma de conciencia. Y vaya que esto se consiguió, siendo la prueba más tangible de aquello la movilización de un importante grupo de artistas que sintieron que podían revivir el espíritu comprometido de las décadas de 1960 y 1970, cuando se organizaron diversos conciertos benéficos contra dictaduras impuestas por los norteamericanos o desastres igualmente serios que el sufrido por los abisinios.

Hoy la URSS no existe, los diversos conflictos que están desatados en África no son atractivos (aunque sí muy sangrientos y principales responsables de la crisis alimentaria que estamos tratando aquí) y varias de las causas que han derivado en esta terrible situación han partido por la intervención de alguna potencia occidental (Somalia, Libia, Costa de Marfil, Mali). Combinación perfecta para ocultar en tema y remplazarlo por esa hipócrita y a la vez evasiva idea de que la propia actitud de los africanos, que supuestamente no han sabido administrar sus respectivas independencias, es la principal explicación para los sufrimientos hace ya un buen tiempo. Una conclusión antojadiza que sirve para alimentar a los dirigentes xenófobos que crecen en el primer mundo a la par con el aumento de refugiados que les recuerdan a los habitantes de las naciones desarrolladas la asquerosa manera en que han manejado los asuntos que atañen al llamado continente negro. Y que de paso impide, siquiera por algún momento, señalar con el dedo a quienes décadas atrás impusieron un éxito radial que realmente poco y nada tenía de desinteresado, y que en la actualidad, cuando su ayuda es requerida con mayor urgencia, prefieren pasearse por los escenarios europeos y estadounidenses alabando o vomitando contra sus mediocres líderes sólo con el afán de ganar ese lugar en la prensa que debería estar reservado a cubrir las hambrunas.

domingo, 12 de marzo de 2017

Hacerse Oír De Buena Forma

Dos polémicas han involucrado a los grupos cristianos y homosexuales en España. La primera fue la orden emanada del ayuntamiento de Madrid que exigía la paralización del recorrido por las calles de la ciudad de un autobús de la fundación -mayormente evangélica, pero que cuenta con la participación de católicos- Hazte Oír, que circulaba con la leyenda "los niños tienen pene, las niñas tienen vulva: que no te engañen" en abierta protesta contra la parafernalia de los llamados chicos transgénero, que se ha transformado en un caballito de batalla de los colectivos gay en varias partes del mundo, mediante el cual pretenden influir en la educación de cada país con la finalidad que se los tolere, bajo el subterfugio de que esa conducta es menos una opción sexual que una condición genética. El otro caso, ocurrido días después, involucró a un travesti que en el desfile del carnaval de Las Palmas se presentó en un carro alegórico como una María que clamaba a gritos que chuparan su "espíritu santo" como una forma de acceder a la salvación. El obispo local entabló un libelo judicial contra tal atrevimiento, recurso que fue secundado por algunos pastores y hermanos reformados.

Lo curioso es la actitud que las agrupaciones de creyentes tomaron frente a cada uno de estos hechos (bueno: también es interesante la reacción de los homosexuales, ya que en ambas situaciones los dos grupos que colocados como respectivos espejos del otro). En el primer caso alegaron un impedimento a ejercer su libertad de expresión de parte de una autoridad pública, que además habría actuado después de que los colectivos gay de la capital española hubieran interpuesto sendos reclamos, llegando a amenazar con presiones económicas si el autobús de la discordia continuaba paseándose con el dichoso letrero. Los cristianos se defendieron con un argumento que se ha vuelto muy recurrente en esta clase de incidentes: denunciar que los mismos que invocan la tolerancia y el respeto a la opinión y opción de quien está al lado, factor que por lo demás consideran inamovible frente a cualquier circunstancia, finalmente hacen excepciones cuando alguien expresa un punto que a ellos no les gusta. Con ello, las personas de fe lanzan el balón al área contraria y pretenden dejar al desnudo a quienes los apuntan con el dedo y aseveran que son los que siempre andan con el ceño fruncido prohibiéndolo todo. Ahora ha quedado al descubierto que incluso los "muchachos alegres" y el grueso de la población que busca vivir una vida más relajada y menos culposa en términos morales y culturales, igualmente al terminar el día muestra sus tabúes y se enoja cuando ve a sus oponentes ocasionales disfrutar con desparpajo en base a sus propias concepciones.

El asunto es que todo ese discurso reivindicativo es echado por tierra con la cuestión del carnaval. Por cierto, desde tiempos ancestrales estas celebraciones han sido un receptáculo de la permisividad y la ruptura de reglas (dentro del marco que definen las mismas reglas, pero igualmente es válido), algo de lo cual han tenido conciencia hasta las propias autoridades políticas y eclesiásticas. Hacer un escándalo de una acción desarrollada en un contexto festivo y ausente de seriedad -así acordado además por un consenso social- más que extemporáneo resulta ridículo. Fuera de que a estas alturas de la historia ya se ha perdido la cuenta de la innumerable cantidad de representaciones, incluso burlescas, en donde se pone en duda la concepción virginal de Jesús o se habla de modo malintencionado de María, también en el ámbito del transformismo. ¿Qué se sacará en provecho de llevar a los tribunales de justicia a un sujeto por haber salido con un disfraz? Tal vez ese sacerdote adquiera notoriedad en los medios de comunicación y algún superior quizá lo premie con un cargo más alto. Y respecto de los evangélicos que lo secundan: lo más probable es que queden bien consigo mismos en el sentido de que no dejaron pasar una ofensa contra la madre del Señor. Sin embargo, lo más probable es que los homosexuales insistan en que los creyentes no han cambiado un ápice y que al final son ellos los eternamente intolerantes que desean colocar frenos a la libertad de expresión. Y acto seguido también es muy posible que sus oyente acaben apoyando sus aprehensiones. Lo que redundará no sólo en una pérdida significativa de almas a rescatar, sino en el aumento de los prejuicios en contra de los hijos del camino, que en última instancia hasta puede poner en riesgo su continuidad como grupo.

Lo ocurrido en España es para que los creyentes sean acusados nuevamente de un vicio que por desgracia ha sido tan recurrente en los hombres de fe que se ha transformado en una marca de fábrica: la hipocresía. Un estereotipo que por diversas situaciones lamentablemente se ha tornado un estigma. Nosotros tenemos la facultad y las habilidades para definitivamente desterrarlo y de a través de este esfuerzo, acercarnos a eso que nos recomienda Jesús: ser luz del mundo. Por mucho que se den explicaciones actuar con doble rasero nunca será más que eso. Y al respecto, hay otro mandato que nos legó el Señor: procuremos ser un solo sentir.

domingo, 26 de febrero de 2017

Cambio de Hábito

Un hecho tan desubicado como vergonzoso para la predicación y el testimonio cristianos es el que protagonizó la cantante cubana Danay Suárez en la competencia internacional del Festival de Viña del Mar, cuando cambió la letra del tema que defendía, por la de otro, de tinte más cercano al proselitismo religioso. La explicación que dio, resumiendo en términos racionales, fue que el texto que finalmente emitió sobre el escenario incluía un mensaje de salvación más explícito, por si alguna persona desesperada por un sinnúmero de reveses personales lo escuchara y decidiera convertirse. Al menos a ella le sirvió, pues no sólo no la descalificaron -que era lo que correspondía- sino que además el canal de televisión que transmite el certamen le entregó por cuenta propia un premio especial, hecho que hasta dejó en segundo plano al verdadero ganador de la competición.

Repito los calificativos de desubicado y vergonzoso y agrego los de irrespetuoso e irresponsable. La intérprete estaba defendiendo una canción que no era una composición suya, y sin dar advertencia alguna pasa por alto el trabajo de un autor que confió en ella. Su justificación acerca de que esto lo decidió tras una conversación privada con el Señor, sólo contribuye a agravar la falta. Hacer lo que venga en gana recurriendo a la supuesta autorización de un ser superior no es un acto recomendable en el marco de la doctrina cristiana, ya que incita a la humillación de los semejantes y daña la convivencia humana, dos fenómenos que a su vez impiden la propagación y aceptación del mensaje. Más que obedecer una orden divina, parece que en realidad esta cantante cedió al típico impulso juvenil de tomarse un espacio para divulgar una idea personal que su mismo emisor tiende a considerar revolucionaria.

 Y esto último queda de manifiesto en los frutos que legó la supuesta osadía. Que a ella, en efecto, le acarreó réditos positivos. Recibió comentarios elogiosos de un prominente miembro del jurado (que estaba ahí no por sus conocimientos de música sino por situar unos temas de consumo rápido en el top manta) el que con su carisma arrastró a sus colegas; obtuvo un premio extraordinario decidido en forma no menos irregular y unilateral que el famoso cambio de letra, y consiguió unos quince minutos de fama que entre otras cosas han ocasionado un debate innecesario que sólo eclipsa el significado de la competencia de marras. Sin embargo, ¿obtuvo siquiera un momento de atención en la masa de asistentes al festival y en los televidentes, fin último de su improvisación? Al entender por la rechifla con la que le respondieron a su discurso de agradecimiento -que incluyó un breve pero soporífero sermón con cita bíblica añadida- claramente no. Y personalmente -y admitiendo que puedo equivocarme- no creo que algún desdichado del momento aparezca meses después aseverando que las palabras de Danay Suárez lo indujeron a acercarse a un templo o le obligaron a repensar su determinación de suicidarse.

Si esta muchacha -de la cual no dudo que sea una cristiana honesta- quería enviar un mensaje de salvación, podía haber concurrido a una iglesia y allí haber pedido la palabra. Si se presentaba en alguna congregación con el antecedente que una inminente intervención en Viña de seguro que el ministro encargado de la reunión la habría hecho pasar adelante, ya que se trataba de un modo de clarificar que el Señor no es solamente para el último de los menesterosos sino que personajes públicos de la política o en este caso el espectáculo también lo toman en cuenta. También estaba la opción de conceder la entrevista a un medio, eclesiástico o secular, incluso en el marco de los programas de farándula que rodean al festival -el evento no es distinto y quienes participan en él al menos deben estar conscientes de ello-. Lo que hizo en plena presentación finalmente no constituirá sino otra de las tantas comidillas que este certamen deja tras cada una de sus ediciones, las cuales, si bien unas son más recordadas que otras, ninguna sale del marco de la frivolidad.

martes, 14 de febrero de 2017

Un Asunto Bíblico

El reciente Festival de la Esperanza que se celebró en San Juan, Puerto Rico, habría pasado como un evento evangélico más de no ser por la decisión de las iglesias bautistas de ese país, secundada por otras varias congregaciones de las más diversas denominaciones, de abstenerse de participar en esta convocatoria, en protesta a la actitud de su organizador y principal orador, el predicador norteamericano Franklin Graham, quien al ser consultado en una entrevista periodística acerca de las medidas de corte xenófobo que ha tomado el recién asumido presidente norteamericano Donald Trump, de quien además se ha vuelto un partidario incondicional, más que nada porque el mandatario estadounidense se ha referido en contra del aborto y de las leyes en favor de la homosexualidad con la misma vehemencia que lo ha hecho hacia extranjeros e inmigrantes, declaró que las decisiones que perjudican a estos últimos no deben constituir motivo de debate entre los cristianos porque "no es un asunto bíblico" pretendiendo así dar por finalizada la discusión, tanto en el medio donde se le formuló la pregunta como en la vida cotidiana. Una opinión que no fue bien recibida por sus hermanos residentes en la isla, ya que a causa de la situación política que ésta tiene con los EUA, el movimiento entre ambos territorios es bastante fluido, y la conducta del actual jefe de Estado gringo podría contraerlo, generando de paso una serie de complicaciones sociales y económicas entre los habitantes de ambas naciones.

No pretendo reiterar aquí la innumerable cantidad de textos bíblicos en los cuales se condena de forma abierta y decisiva la xenofobia. Sólo señalaré que ya considerándolos se puede afirmar que el hermano Graham ha caído en un grave error. Que se agranda todavía más cuando se analiza el talante de sus declaraciones. Pues, y esto ha sido insistido hasta el cansancio entre los cristianos renacidos y vinculados de manera espiritual, emocional, intelectual o filial a la Reforma, absolutamente todos los aspectos de la vida cotidiana del creyente acaban constituyendo un asunto bíblico. Ya sea de modo directo o circunstancial a través de los procesos mentales de asociación, abstracción y aplicación. Colocaré un ejemplo. Debido a la época en que fue redactado, el Libro no menciona la internet y lo más probable es que sus autores terrenales jamás hayan imaginado una herramienta de comunicación de esa envergadura (bueno: tal vez el apóstol Juan en el Apocalipsis). Sin embargo, los hijos del camino la empleamos para intercambiar opiniones entre nosotros, enterarnos de noticias propias de nuestro entorno -entre ellas la que nos atañe ahora-, e incluso algunos que por diversos motivos no pueden llevar su Biblia física a las reuniones, agarran su teléfono móvil y se meten a una página donde hay una versión electrónica del texto que les piden leer o corear. De idéntica forma hay sitios que preferimos evitar, como los que ofrecen material pornográfico, porque entendemos que una serie de mandamientos contenidos en las Escrituras nos sugieren que eso es incorrecto, en este caso específico los pasajes que condenan la fornicación y las prácticas sexuales onanistas, entre las que se cuenta el voyeurismo. Si siguiéramos la tesis de Franklin, y dejamos de formular planteamientos en torno a esta tecnología porque no aparece en ninguno de los testamentos (que eso fue lo que señaló respecto a los decretos de Trump: son cuestiones que no figuran en la Biblia y por ende el cristianos debe dejarlas pasar porque pueden entorpecer su máximo deber, que es buscar su propia salvación), tenemos estos dos caminos: o nos tornamos como los amish y rechazamos cualquier invento posterior al siglo XVII -algo que evidentemente ni ustedes ni yo tienen la intención de hacer-, o la admitimos sin cuestionarnos por los aspectos negativos que es capaz de añadir, que en esta ocasión no serían para nada discutibles, ya que se trata de un avance que en los versículos inspirados no se toca porque para aquellos tiempos no existía.

Lo cual nos lleva a otro punto interesante. A dos mejor dicho. O a uno de carácter doble. Ocurre que en los últimos años se han levantado líderes, dentro y fuera de las iglesias evangélicas, sobre todo de las protestantes más tradicionales, que aseveran que la Biblia no condena la homosexualidad sino sólo las perversiones sexuales derivadas de ésta -y que también se hallan en la heterosexualidad-, pues en cuanto a lo demás prima el amor divino y la no acepción de personas. Incluso hay quienes insisten en el supuesto carácter arcaico de las Escrituras, arguyendo que éstas se redactaron en una era en la que los descubrimientos médicos no eran tan abundantes como ahora, por lo cual resultaba imposible comprobar si una persona era o no gay por naturaleza, teoría que se ha puesto de moda últimamente. Una justificación que ha servido para que parejas igualitarias participen abiertamente en dichas congregaciones y hasta algunas tengan integrantes que son pastores. En el mismo talante, otros defienden la tesis que los textos consagrados no condenan el aborto debido a que nunca se habla de esa intervención de manera explícita, toda vez que quienes redactaron los versículos lo más probable es que ni siquiera sabían lo que acaecía con un feto dentro del vientre materno. Más aún. Por aquella eventual falla temporal es que en el catolicismo romano no se considera al Libro como única fuente de inspiración, agregando la tradición (todos esos apócrifos publicados entre los siglos II y V) y el magisterio, que son las conclusiones estampadas en los concilios o las declaraciones de papas y obispos. Me pregunto si el hermano Graham, al admitir que determinados sucesos están fuera del alcance bíblico, esté dispuesto a aceptar otros mecanismos de revelación, anomalía que siempre ha recalcado cuando la ocasión se lo permite, como por ejemplo su propia palabra.

Y aquí comienza a ser demostrada la enorme gravedad que conllevan sus declaraciones, rayanas en la apostasía. Pues aseverar que cierta actividad no constituye un asunto bíblico, equivale a afirmar que hay cosas en la vida cotidiana de un cristiano que no son abarcadas por la palabra de Dios. A menos, claro, que se construya un segundo mensaje, lo que se acerca al "fuego extraño" que no hace mucho denunció Graham sobre el mismo púlpito. Una anormalidad que me lleva a apoyar la decisión de los bautistas de Puerto Rico, pues advierten lo que puede acaecer si un incircunciso o un neófito llega a escuchar a un hermano que está errado, más todavía si se trata de uno con abundante carisma y un alto poder de arrastre y convocatoria. Lamentablemente es así, por mucho que los admiradores de Franklin digan que se le está faltando el respeto a alguien de su talla. Aparte de que ninguna figura humana es merecedora de adoración, una defensa de esa clase pasa por alto el hecho de que Jesús, Lutero y tantos otros, se colocaron en su momento frente a personalidades de mucho mayor rango que ellos, incluso en el plano eclesiástico -y varios, para ser honesto, se habían ganado esos puestos haciendo grandes y elogiables méritos-, y gracias a su insolencia es que contamos con este mensaje universal de paz y esperanza. Tres aspectos que están amenazados por la administración Trump.

miércoles, 11 de enero de 2017

La Rabieta de Netanyahu

Revuelo causó la última resolución de Naciones Unidas, en donde por enésima vez se le solicita al gobierno de Israel que deje de construir asentamientos para sus connacionales en los llamados territorios ocupados en los cuales se pretende consolidar el Estado de Palestina. De un lado, y a diferencia de ocasiones anteriores, en esta pasada Estados Unidos no ejerció su poder de veto sino que optó por abstenerse, lo que se tradujo en la primera condena efectiva contra la actitud de la nación hebrea de establecer colonias en un lugar que se considera parte de otro país. Lo que trajo como consecuencia una reacción puramente emocional de Benjamin Netanyahu, quien decidió expulsar de suelo israelí a todos los representantes diplomáticos de los miembros de la comunidad internacional que votaron la determinación citada desde el inicio de este párrafo, lo que en la práctica significa una ruptura de relaciones con todos ellos. Medida que irónicamente no afectará a los enviados norteamericanos, ya que sus autoridades, pese a que con su conducta generaron el resultado que enseguida provocó el enojo del primer ministro judío, empero como se señaló no apoyaron la aprobación.

En muchos aspectos la supervivencia de Israel es dependiente de Estados Unidos, y de pasada de casi todas las demás potencias occidentales. A los norteamericanos les ha convenido su existencia desde la Segunda Guerra Mundial porque les ha permitido tener una inmejorable cabeza de playa en un vasto territorio, el Medio Oriente, tan rico en recursos naturales como habitantes hostiles. En el país hebreo están conscientes de esta situación y la han utilizado de amplia manera en beneficio propio, con consecuencias muy favorables para ellos, ya que han devenido en un Estado consolidado y completamente viable, con una democracia, un desarrollo cultural y un estilo de vida similares al de cualquier territorio de la Europa más tradicional. Sin embargo, también han empleado esta condición privilegiada para cometer abusos, no sólo hacia los denominados palestinos, sino contra otras naciones de la región, como Egipto, Siria, Jordania o Líbano. Sabiendo además que cualquier acto que hagan contará no sólo con una impunidad que envidiaría cualquier otro aliado de occidente, sino incluso con la venia de sus protectores, en buena parte por lo descrito al inicio de este párrafo pero también por el sentimiento de culpa debido a lo que estadounidenses y en especial europeos hicieron en el pasado con el pueblo judío, que no comenzó con el genocidio de los nazis. De hecho ésta es la primera vez que los EUA cambian su postura de eterno rechazo a los dictámenes de la ONU respecto a los polémicos asentamientos, y sólo desde hace un par de décadas la comunidad europea adoptó una posición crítica en torno a dichas construcciones.

Sin embargo, Israel debería tomar en consideración que ya no es el único punto de penetración que Estados Unidos ha establecido en aquella conflictiva región. Por el contrario, de un tiempo a esta parte, sobre todo tras el fin de la Guerra Fría, ha establecido lazos bastante exitosos con monarquías absolutas islámicas del Medio Oriente, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, donde no se ve con buenos ojos la existencia del Estado hebreo. Alianzas que además, han significado una superación del reclamo israelí en relación a exhibir un sistema plenamente democrático frente a sus vecinos llenos de autocracias faltas de libertad de expresión, pues la misma naturaleza de esos gobiernos musulmanes ha puesto en evidencia que dicha discusión ha quedado desfasada ante otros aspectos. Por otro lado está la ascendente relevancia que han venido ganando los kurdos, que ya cuentan con un Estado de facto en Irak y bien podrían crear otro en Siria, ambos con alto potencial para constituirse en independencias de derecho. Una característica de este último pueblo es que pueden establecerse parangones entre él y el judío, puesto que su historia también da para relatos épicos, donde caben épocas de inenarrable sufrimiento y represión, en parte también por la dejación de occidente (que en los años 1920, en lugar de garantizarles una autodeterminación, repartió su territorio entre los ya mencionado Irak y Siria además de Irán y Turquía, permitiendo todos los sinsabores posteriores). Incluso tienen sus propios palestinos: los asirios. Delante de este ajedrez político, Israel, lejos de ser la principal puerta de entrada, se está quedando como la de servicio, junto a varias más de idénticas características.

La supervivencia de Israel es algo que no está en discusión, menos aún con la administración norteamericana que asumirá dentro de unos días. Sin embargo, distinta apreciación merece la eventual paz que se pueda generar dentro de su territorio. Las últimas medidas de Netanyahu, de carácter absolutamente belicoso, no aseguran tranquilidad en la llamada tierra santa. Y mucho menos contribuyen a mostrar una buena imagen. Una regla no escrita de la diplomacia, refiere que, si un país toma determinaciones en contra de sus pares que aprobaron una resolución contraria a sus intereses, pero al menos parcialmente perjudicial para la comunidad internacional, dicha nación no hará más que justificar tal libelo, y recibirá un repudio aún mayor. Quizá a los jefes actuales de la nación hebrea no les importe mucho, ya que al menos por el momento -y en realidad, hasta el más lejano o improbable de los futuros- no vean amenazada su integridad. Pero sus compatriotas residentes en el extranjero sí notarán las consecuencias de una opción no reflexionada -que además es probable que ellos mismos desaprueben- y deberán andar con la cabeza gacha por las calles, no precisamente por miedo a un eventual insulto antisemita (que por desgracia son abundantes en esta clase de situaciones). Los israelíes, sobre todo sus autoridades, deben tomar en cuenta que ya no son el centro de atracción de Estados Unidos, factor que tarde o temprano les puede acarrear más de un bochorno.