domingo, 30 de septiembre de 2012

Jesús Casado y Mahoma Agresivo

Todo el ruido que han ocasionado las reacciones de los musulmanes en contra del filme y de las caricaturas que se burlaban de Mahoma, ha ocasionado que un hecho que pone en duda un aspecto esencial de otro grupo de religiones abrahámicas no haya recibido la atención y la dedicación que precisaba. Se trata del papiro hallado en Egipto que, según sus descubridores e investigadores, daría cuenta de que Jesús tuvo una esposa, contradiciendo aspectos esenciales acerca de la biografía del Salvador que se desglosan en los evangelios. Si bien el escrito -que no pasa de ser un mísero fragmento de cinco líneas- ha sido desmentido por personas confiables, incluso fuera del ámbito de la teología, lo interesante del caso es efectuar una comparación y analizar el modo en que contestaron los feligreses de cada uno de los credos que han sufrido sus correspondientes escarnios por estos días.

Por un lado, los islámicos han asaltado embajadas, asesinado diplomáticos y proferido amenazas de muerte contra diversos líderes occidentales. Muy por el contrario, los cristianos, de todas las ramificaciones, han optado por replicar a través de las revistas especializadas y los medios de comunicación, de un modo bastante enérgico, pero sin caer en la desesperación, la irracionalidad y mucho menos la violencia. Las consecuencias de ambas formas de proceder saltan a la vista, y son tan encontradas y dispares como los actos que las inspiraron. Las personas comunes y corrientes han empezado a mirar con una alta preocupación a los mahometanos, al mismo tiempo de que se dejan convencer por las contundentes explicaciones de teólogos y ministros. Estos últimos además se han encargado de poner paños fríos al asunto con la más completa libertad, al aseverar que la situación de un Cristo con esposa no necesariamente coloca en jaque dogmas fundamentales del cristianismo (personalmente, yo no lo creo así), ya que el Mesías jamás tuvo la intención manifiesta de aniquilar por completo la institución familia, sino de exigir que los fieles observen más allá de la urgencia por tener un linaje, que a fin de cuentas es un recurso imprescindible si se quiere recorrer el camino de salvación. Lo que a la larga es percibido como una conducta avanzada y progresista frente a una masa primitiva que puede ser insultada sólo con dibujar un supuesto rostro de su profeta, puesto que su religión impide hasta representarlo físicamente (con lo que quedan justificadas las acciones de represalia, ya que la blasfemia no está en el ridiculizar, sino en un hecho anterior, que se ubica antes de la partida).

Bien. Se podrá argüir que un pedazo de papiro escrito en una lengua fenecida es bastante menos atractivo desde el punto de vista del espectador medio que una caricatura reproducida además en centenares de periódicos o un filme que es difundido por internet. En especial en la época contemporánea en donde la mayoría de las personas es poco dada a la lectura, aunque se trate de un texto de cinco líneas. Toda vez que aún existen vastos sectores del mundo en que la gente es analfabeta. Aparte de ello, cabe consignar que es más difícil luchar contra un elemento que ha sido producto de una investigación científica -aunque obedezca a ciertos intereses a los cuales les importa que los estudios arrojen una conclusión premeditada, y que no trepidarán en interpretar los resultados a su antojo si el ejercicio empírico es poco claro al respecto- que con un chiste que proviene más bien de la ignorancia y el prejuicio, y que en varios lugares en donde se ha expresado preocupación por la conducta de los musulmanes podría ser calificado como discurso de odio (por cierto nunca he oído a algún colectivo islámico pronunciarse acerca de la teoría de la evolución de Darwin). Finalmente, no faltará quien asevere que la opción tomada por los cristianos en realidad es una muestra del declive de la adhesión a sus creencias, frente a unos mahometanos colmados de fervor y vigor proselitista; y que exhiba como prueba de sus conclusiones lo acaecido décadas atrás con películas como "El Último Tango en París" o "La Última Tentación de Cristo", prohibidas en muchos países por presiones de las distintas iglesias. Sin embargo, eso no evita que a la postre se imponga una realidad más que palpable: mientras los devotos de Alá se sienten forzados a proteger su doctrina acudiendo al terrorismo, los seguidores de Jesús triunfan en el campo del debate serio, en el que son capaces de ofrecer una contraposición contundente. Y no existe ninguna desventaja de parte del islam porque carezca de teología -la hay, aunque se muy escasa-, ya que en el seno de este credo surgieron pensadores como Avicena y Averroes, además de poetas, astrónomos, físicos y los matemáticos que fundaron el álgebra. Fuera de que los cristianos han aprendido de sus errores y por ende ya no se lanzan en picada contra filmes como los recién mencionados en este párrafo.

Ojalá -lo que quiera Alá- esto se constituya en un precedente y el islam deje de ser una amenaza. Ora porque el público común le dé la espalda al evaluar la reacción de sus fieles frente a la de los cristianos en situaciones de blasfemia; ora porque los musulmanes se comiencen a dar cuenta de que van por la ruta equivocada, incluso según lo que dicta el Corán, y a su vez también aprendan de sus errores. Lo cierto es que cada credo ha padecido por estos días su respectiva coyuntura que afecta a sus correspondientes puntos dogmáticos esenciales; no obstante, la diferencia la marca su respuesta. No su contundencia -de nivel semejante en ambos bandos- sino el modo de canalizarla. Y eso ha repercutido en la prensa internacional. Pues si la violencia de los musulmanes sigue acaparando los titulares de los noticiarios, lo de la cónyuge de Jesús ha pasado sin pena y con poca gloria y ya no se impondrá como una ola de cuestionamientos. A veces abstenerse de gritar evita que las personas acaben ensordecidas por una bulla no deseada que está de lo más alejada de la verdad.

domingo, 23 de septiembre de 2012

La Atajada de los Pro Animal

Se sucede otro aniversario de fiestas patrias y con él, una polémica que están obligados a escuchar hasta quienes buscan desconectarse del mundo disolviéndose en medio de las celebraciones. No; no se trata de algún pastor exaltado que hace una intervención más apasionada de lo recomendable en el tedeum evangélico, ni de los integrantes de ese credo que cada año, en la víspera de estos feriados, efectúan un llamado vehemente a dejar de lado el alcohol y los bailes exagerados. Por lo demás tales recomendaciones las venimos oyendo desde épocas ignotas y jamás han derivado en restricciones aguafiestas, salvo el intento de prohibir el uso del hilo de competencia en el encumbramiento de volatines -que no forma parte de las inquietudes de los hermanos reformados- y la norma que aumenta las sanciones para los conductores ebrios -absolutamente necesaria, y por cierto más débil de lo que debería-. Los problemas ahora son provocados por los defensores de los derechos de los animales, que aparte de pedir a los ciudadanos que se abstengan de consumir carne, han puesto un especial énfasis en el deporte folclórico por excelencia de Chile, el rodeo, llegando a irrumpir en medio de los espectáculos con sus pancartas que advierten del supuesto maltrato que sufren las bestias que se utilizan para esta práctica.

La principal aprehensión de estos activistas es el procedimiento conocido como la atajada, aquel ejercicio en el cual la pareja de jinetes acorrala a un novillo contra las paredes del escenario, y que por cierto constituye el atractivo principal y el núcleo del desarrollo de este deporte. Desde luego, para personas con determinada sensibilidad, el impacto visual que ocasiona observar cómo una enjuta cría de toro es arrinconada contra una pared, valiéndose además de otro animal como es el caballo, no resulta muy tolerable. Y más todavía cuando dichos manifestantes han sido criados y educados en un ambiente alejado del circuito campesino y folclórico dentro del cual se practica el rodeo. Sin embargo, llegando a este punto, la legítima preocupación por los seres inferiores se mezcla con la ignorancia supina. Pues lo que se pretende con este acto, que reproduce una costumbre imprescindible en los ambientes rurales -actividad que justamente dio vida a este juego-, precisamente lo que busca es hacer retornar a la bestia a su corral sin producir daño, cuestión que además se confirma al observar el reglamento y el sistema de calificación, que incluye descuentos para quienes cometen errores en su intento por domar a la supuesta víctima. Es una técnica comparable al acto de obligar a volver a la casa a una mascota, perro o gato, que tras un pequeño descuido se ha fugado a la calle. 

En ese sentido, los pro animal deberían revisar la historia y captar las circunstancias que dieron origen a este deporte, cuya motivación principal era exhibir la reciedumbre del ganado criado durante la temporada. Por lo que, lejos de abusar de las bestias, lo que se pretende es transformarlas en las niñas bonitas y en la principal atracción de la feria. Esto se condice con una cultura ancestral, la del campo central chileno, cuya principal expresión era el fundo, donde un patrón controlaba todos los aspectos de sus peones y podría ejercer sobre ellos su más despótica autoridad. Bajo este contexto, el dueño de la hacienda le otorgaba más importancia a una cría de corral, que era el sustento económico del recinto, por encima del campesino de quien podía prescindir cuando lo estimaba conveniente, valiéndose incluso de su eliminación. De ahí se deriva uno de los aspectos más odiosos que caracterizan a la idiosincrasia del rodeo , cual es su reproducción de las castas sociales tradicionales de la geografía rural chilena. Mientras los inquilinos y simples campesinos están restringidos a competencias menores de domadura y encierro, en las que no cabe ningún atisbo de maltrato -si así ocurriera tales pruebas ni siquiera serían imaginadas- y aparte de ello es la integridad del humano la que corre un cierto peligro, las actividades más vistosas, como las atajadas, son reservadas para los hijos de los hacendados. Ellos demuestran que son más importantes que el ganado, pero éste a su vez se encuentra por encima del huaso pobre. Y en resumen, se puede concluir que la bestia no es agredida sino protegida, en cuanto justificación monetaria de un predio determinado.

De ahí la ignorancia supina que se hacía referencia respecto de los pro animal. Ellos han sido educados en un ambiente urbano y por ende alejados del medio rural y de sus costumbres. Pero además, han recibido una instrucción considerable que en este país sólo pueden recibir sectores de clase media y alta, lo cual permite una asimilación de temas menos conocidos y que requieren de una formación especial para ser asimilados, como es la cuestión de los derechos de los animales. Eso los impulsa a mirar a la gente del campo, incluso los más acaudalados, con desdén, tildándolos de brutos primitivos, que es una acusación que las personas oriundas de las ciudades les suelen levantar a quienes provienen de los vergeles. Lo que en definitiva, llega a afirmar que el ímpetu de los adoradores de bestias es sobre todo clasista, y que esta agresión a veces va dirigida contra sus propios familiares, pues no olvidemos que por la forma que tiene la geografía humana en Chile, los apellidos de la oligarquía están todos cruzados entre sí. La finalidad de tal actuación sería ganar una cuota de prestigio, puesto que la cultura del rodeo es la que está más arraigada en el país, se busca armar un contrapunto a través de la cultura pro animal con el propósito de ganar espacios mostrado una imagen alternativa con el propósito de obtener un beneficio individual.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Provocando la Ira de Alá

Hay un dicho de conocimiento universal que exige no hacerle a los demás lo que uno le resulta ofensivo. Y es muy citado y aprendido, no sólo por su palpable carga de sentido común, sino porque además está incluido en el Sermón de la Montaña, aquel discurso recogido en los evangelios donde Jesús prácticamente estampó una declaración de principios. Por lo que si un cristiano no lo aprende ya en sus primeros días después de convertirse, entonces no merece ser llamado como tal.

Sin embargo, lo delicado es que algunos hermanos, aún sabiendo de memoria dicho pasaje y con una comprensión clara de las intenciones de éste, en determinadas ocasiones o se olvidan de practicarlo o simplemente tienden a establecer excepciones. Las consecuencias de tal actitud no suelen ser muy gratas: si por algo nos enfrentamos a una sentencia que es medular no sólo en el marco de las enseñanzas de Cristo, sino de la Biblia en su conjunto. Y si existe un lector que trate de rebatir esa conclusión lógica, que nada más se detenga por un momento a observar lo que hoy mismo está acaeciendo alrededor del mundo, en especial en el Medio Oriente. Ahí, en varios países, masas airadas de musulmanes han efectuado violentas protestas contra cualquier elemento que represente la política o la cultura de Estados Unidos, llegando a darse situaciones de turbas que han asaltado e incendiado edificios de embajadas y consulados norteamericanos, derivando uno de estos acontecimientos, específicamente el acaecido en Libia, en la muerte del máximo representante diplomático estadounidense. ¿A causa de qué? Pues un cristiano copto de origen egipcio, afincado en la nación de América del Norte, difundió en forma amplia a través de las redes virtuales una sinopsis de catorce minutos de un filme de una hora denominado "El Juicio a Mahoma", agresivo al punto de la vulgaridad más virulenta, propia de los matones escolares. El tipo que se valió de la internet para distribuir dicho audiovisual además no es de los trigos limpios, pues hace poco salió de la cárcel tras cumplir una condena por estafa, fuera de que ha sido descubierto cometiendo otros delitos. Aparte de que firmó la producción con una identidad falsa, haciéndose pasar por judío, lo cual en una coyuntura delicada por las tensiones entre Israel e Irán ha agregado un elemento más de cizaña desde los Estados árabes hacia su homólogo hebreo.

¿Qué propósito podría tener un sujeto de semejantes antecedentes en divulgar un esperpento como éste, sabiendo o al menos intuyendo la probable reacción que sería capaz de ocasionar? Bueno: un importante punto a considerar es su ya mencionada condición de egipcio copto, una iglesia tradicional de ese país que está sufriendo las consecuencias del aumento del extremismo musulmán tras la denominada "primavera árabe" (en realidad, los cristianos de todas las denominaciones existentes en Egipto están padeciendo la violencia integrista), que en el caso de la nación del Nilo ha desembocado en la elección de un candidato a presidente proveniente de un partido político confesional islámico. En ese ámbito, podría esgrimirse que se persigue un afán de denuncia, que no por mera casualidad o por ser la tierra adoptiva de su mentor, se efectúa desde Estados Unidos, considerando que ese gobierno apoyó el derrocamiento de varios jerarcas del Magreb tras las sucesivas protestas que sus pueblos llevaron a cabo durante el 2011. No obstante, a poco andar esta suerte de revancha queda descubierta como un despropósito. Es cierto que la actualidad que están viviendo los hermanos egipcios es bastante angustiosa en términos de seguridad y de aceptación -y además se replica en la mayoría de los lugares afectados por las manifestaciones del año pasado-, pero un hecho muy diferente es extrapolar las conductas fanáticas de unos cuantos al conjunto del islam, más encima tachando a su profeta de todos los defectos imaginables, incluyendo algunos mal evaluados en casi todas las grandes religiones y en buena parte de la gente común, como pedofilia, homosexualidad, torpeza intelectual o inconsecuencia. Y ello enmarcado en una espuria película que se rodó en cinco días y en la que los actores participaron bajo engaños, pues sus diálogos fueron cambiados durante los trabajos de doblaje y montaje de sonido (una conducta muy lógica si volvemos a revisar el prontuario del responsable de este bodrio). Es como si los exiliados del régimen de Franco hubiesen difundido un filme plagado de insultos, no al generalísimo, sino a los españoles en general por aceptar vivir bajo un régimen autoritario. O que un detractor de Pinochet se dedicara a atacar a los chilenos por el mismo motivo.

Y lo peor de todo es que en Estados Unidos se han levantado pastores -una minoría por fortuna- que aplauden este filme que por su nula calidad y su descuidado formato ni siquiera debiera ser considerado como tal. De seguro que si dichos reverendos observasen en algún medio de comunicación masivo una burla de idéntico calibre contra Jesús se valdrían de cuanta artimaña legal y de las otras encontrasen con tal de prohibirla. De hecho, en la actualidad hay dos casos al respecto en América del Norte: un capítulo de la serie "Family Guy" en que un Salvador desencantado regresa a la Tierra con el único propósito de divertirse, y una película para televisión que supone que Cristo es fruto de una violación. En ambos, los ministros más entusiastas están dando una cruenta batalla. Resuena el "no hagas con los demás lo que no quieres que hagan contigo". De acuerdo: en ciertos países islámicos se experimenta una situación de persecución y en aquellos casos es legítima cualquier forma de defensa, incluso la resistencia armada. Pero por la vía de exacerbar los ánimos sin mediar provocación y con el exclusivo y manifiesto afán de vituperar más encima desde una ignorancia supina que para colmo se pretende propagar, sólo se está logrando que los cristianos que habitan esas zonas queden expuestos a un volumen todavía mayor de violencia. Y en occidente no deseamos que obren así con nuestros hermanos.

lunes, 10 de septiembre de 2012

La Pelea Por Las Almas

Cuando un cristiano medio revisa datos estadísticos que dan cuenta del explosivo aumento de la cantidad de templos en un determinado lugar -en especial, si se trata de su territorio natal o en el que actualmente reside- no puede ocultar su alegría y en el acto eleva una oración de agradecimiento a Dios porque aquella región ha sido bendecida con Su palabra. Por supuesto que se trata de una reacción lógica y además completamente aceptable. Sin embargo, también es recomendable guardar una dosis de prudencia con el fin de reflexionar acerca de un peligroso vicio que se oculta detrás de las cifras, y que hasta cierto punto está relacionado en forma íntima con la explosión demográfica de iglesias evangélicas. Se trata de la mala distribución geográfica que justamente presenta el conjunto de esos recintos, y que es endémica en ciertas zonas de América Latina.

En varias ocasiones, cuando un pastor, predicador o hermano equis se siente tocado por la luminosidad divina y decide instalar un templo, no halla nada mejor que construirlo al lado, al frente, en la calle de atrás o en la esquina contigua de otro que lleva algún tiempo establecido. Tal actitud no obedece a un interés por convertir la mayor cantidad de almas. Al menos, no como principal o única prioridad. Aquí sólo cabe descubrir a una persona que tantea diversas opciones a fin de escoger aquella que garantice el éxito de su empresa, y quien en ese sentido, imagina que en un barrio donde ya existen comunidades de reformados hay más disposición a escuchar la palabra de salvación, teniendo en mente la posibilidad de prosperar -en todos los sentidos que tanto la RAE como los cristianos le dan al término- en un lapso breve. El inconveniente de semejante determinación es que el nuevo inquilino es incapaz de, cuando simplemente no quiere vislumbrar el hecho de que en ese sector sea probable que ya se hayan convertido todos los ciudadanos posibles, un universo no necesariamente relacionado con la absoluta totalidad de habitantes. Entonces, al darse cuenta de que los métodos más tradicionales no funcionan, empieza, en muchos casos de forma inconsciente, motivado por la desesperación frente a un eventual fracaso, y por lo mismo a la pérdida de la gracia del Señor, a promover su ministerio de modo comercial pensando en los miembros de las comunidades vecinas. Y comienza a meter aspectos novedosos en la alabanza e incluso en la difusión de la palabra (cada vez más emocional y liviana), que resultan atractivos primero para los más neófitos (que por su situación son vulnerables a transformarse en trotaconventos), luego para quienes se encuentran desencantados y finalmente para una parte de los fieles más incondicionales, ocasionando discusiones del tipo "acá somos más espirituales", "nosotros estamos mejor preparados" o "en mi iglesia se canta de manera más fuerte y sincera que en la tuya". De ahí a las agresiones, tanto verbales como físicas, faltan unos pasos.

Dicha situación acontece en pequeña y gran escala. En muchas ciudades es posible ubicar un alto número de templos en ciertos barrios, mientras en otros, relativamente voluminosos, las comunidades evangélicas brillan por su ausencia. También es posible extrapolar este fenómeno a un país completo. Por ejemplo, en Chile hay algunas urbes del sur en las cuales se funda una congregación prácticamente cada trimestre, a pesar de encontrarse saturadas en este aspecto, mientras localidades y hasta comunas enteras, en especial hacia el norte, carecen por completo de una edificación donde adorar a Dios. Más aún, parece que ciertos hermanos han decidido abandonar el mandato de predicar el evangelio incluso en los parajes más recónditos, y se limitan a ofrecer técnicas novedosas de alabanza con el propósito de captar a los feligreses de las iglesias más antiguas, palabra que suelen confundir o simplemente asociar con "anticuado". Es cierto que existen determinadas congregaciones y hasta denominaciones que han extraviado el entusiasmo inicial y requieren de un renovado impulso espiritual, puesto que a veces se visualizan claras señales de que su supervivencia está en peligro.Sin embargo esto se halla lejos de ser un problema general, mucho menos al extremo de defender la tesis de que cada época tiene su propio sistema de predicación (adaptación de estilos sí, pero no más allá).

Por supuesto que el crecimiento de las iglesias evangélicas debe ser bien recibido. Pero así como no se puede poner el sol sobre nuestro enojo, tampoco debe colocarse encima de nuestra satisfacción. El aumento de los templos es una demostración del avance de las conversiones, no obstante de igual modo representa un cierto nivel de desorden y desmesura que precisa ser corregido. Ya hay determinados lugares en donde la excesiva instalación de comunidades reformadas está provocando molestia y rechazo entre las personas seculares, precisamente quienes son la principal motivación que impulsa a inaugurar estos recintos. Muchos se quejan de que sólo ven reyertas entre los hermanos a causa de los incidentes citados en el segundo párrafo, y que suben los altavoces e intentan cantar -más bien chillar- de manera más ruidosa para tapar a sus competidores, convencidos de que oye al que grita de modo más escandaloso. Si uno posee la capacidad de discernir dada por el espíritu de Dios, también puede caer en la cuenta de que agregar un templo más en algún barrio puede llegar a ser, si se cumples algunas circunstancias, negativo en términos de testimonio, y por ende seguir la voluntad divina podría ser equivalente a desistir.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Terapias Para Hacer Machos

El parlamento del estado norteamericano de California ha evacuado un proyecto de ley que busca la total prohibición de las terapias que intentan prevenir o corregir la homosexualidad. Dichos tratamientos son defendidos y promovidos por prominentes líderes religiosos cristianos, tanto católicos como evangélicos, así como por las congregaciones que dirigen. Sin embargo, quienes efectúan tales trabajos son sicólogos profesionales, graduados en prestigiosas universidades gringas, que han asumido de manera sutil e indirecta el papel de inquisidores que a sus propios jefes les ha sido retirado como una muestra de superación del oscurantismo.

Estas prácticas, además, contienen un sinnúmero de detalles aberrantes, más que suficientes para revelar frente al ciudadano común la auténtica naturaleza de quienes las llevan a cabo, así como el tenor de la pseudociencia que los impulsa, la cual lamentablemente ha sido puesta al lado de las ciencias verdaderas al extremo que hoy tiene un lugar en la educación superior. Por ejemplo, las mencionadas terapias les son aplicadas a niños, a veces muy pequeños, pues como ya fue señalado en el párrafo anterior, incluyen una variante de carácter preventivo. Es decir, cualquier mocoso que todavía no ingresa a la escuela primaria, y sólo en base a las sospechas de los adultos que lo rodean, corre el riesgo de caer en las garras de estos terapeutas y ser acusado de una conducta que por causas obvias es imposible de comprender para un ser de tan tierna edad. Lo cual resulta mucho más grave si se considera que la sexualidad personal no se define antes de los veinte años, y que cualquier intento por encauzar una actitud que de acuerdo al criterio de personas mayores constituye una desviación, puede acarrear consecuencias catastróficas para el afectado. En resumen, nos hallamos frente a un abuso infantil de enormes proporciones, que no requiere explicaciones ni discusiones amplias para convencer a un interlocutor de que lo condene, ya que sólo se compara con la pedofilia o el castigo físico contra los menores.

Por otra parte, no es extraño que personajes de la talla de los sicólogos se involucren en estos abyectos tratamientos y los lleven adelante con denodado gusto. Como se acotó en el párrafo introductorio, esta pseudociencia ha pasado a ocupar el puesto que la religión y las dictaduras ideológicas dejaron vacante en su momento, en lo relacionado con el control represivo de la sociedad. Es lógica la unión entre estos supuestos terapeutas y ciertos ministros de cuño conservador -más bien reaccionario-. Más aún si estos últimos buscan contrarrestar el cambio en la mentalidad de la población respecto de los homosexuales, sometidos por siglos a una constante y sistemática agresión que no es el modo correcto de abordar el problema, y por consiguiente constituye abominación ante los ojos de Dios. No obstante, a los pastores, evangelistas y feligreses que obran así, cabría formularles una pregunta: ¿qué sucede con esa advertencia de Jesús, quien apunta de que toda situación de violencia ejercida contra los niños a la larga se traduce en una ofensa contra el mismo Salvador? ¿Lo cual, para colmo, se efectúa recurriendo a una "mal llamada ciencia"? ¿Es acaso tan importante la corrección vertical, que no se debe escatimar en pedir auxilio a una práctica todavía más oscura que la astrología? En conclusión, ¿es imprescindible delegar a los más débiles, a los que se supone debemos proteger como cristianos y adultos responsables, en manos precisamente de uno de los peligros que más los acechan? O dicho de otra manera, ¿es necesario unirse en yugo desigual con un león rugiente, justamente para acercar a las nuevas generaciones a los caminos del Señor?

Antes de continuar, debo aclarar que no estoy defendiendo la teoría que afirma que se nace gay, la cual muchos científicos serios y sesudos afirman que es incorrecta. Mi intención es  recordar a quienes contratan a estos y otros sicólogos para aplicar en chicos inocentes sus bajos propósitos, que con ello cometen una serie de pecados: homofobia -tan grave como la homosexualidad-, apoyo en pseudociencias -que por su intermedio, torna a los incautos vulnerables a la hechicería- y maltrato infantil, por nombrar los más visibles. Se supone que tenemos las Escrituras y el amor cristiano como herramientas eficaces para afrontar estas situaciones, y que caer en el vicio de descansar en una alternativa a Dios es sinónimo de idolatría. Por desgracia, muchos, en su afán de eliminar la incredulidad a cualquier precio, producen daños colaterales que alcanzan a perjudicar a sus propios hermanos de fe. Y lo peor es que se enceguecen y consideran que su conducta pone otro ladrillo en la construcción del reino de los cielos.