domingo, 30 de septiembre de 2012

Jesús Casado y Mahoma Agresivo

Todo el ruido que han ocasionado las reacciones de los musulmanes en contra del filme y de las caricaturas que se burlaban de Mahoma, ha ocasionado que un hecho que pone en duda un aspecto esencial de otro grupo de religiones abrahámicas no haya recibido la atención y la dedicación que precisaba. Se trata del papiro hallado en Egipto que, según sus descubridores e investigadores, daría cuenta de que Jesús tuvo una esposa, contradiciendo aspectos esenciales acerca de la biografía del Salvador que se desglosan en los evangelios. Si bien el escrito -que no pasa de ser un mísero fragmento de cinco líneas- ha sido desmentido por personas confiables, incluso fuera del ámbito de la teología, lo interesante del caso es efectuar una comparación y analizar el modo en que contestaron los feligreses de cada uno de los credos que han sufrido sus correspondientes escarnios por estos días.

Por un lado, los islámicos han asaltado embajadas, asesinado diplomáticos y proferido amenazas de muerte contra diversos líderes occidentales. Muy por el contrario, los cristianos, de todas las ramificaciones, han optado por replicar a través de las revistas especializadas y los medios de comunicación, de un modo bastante enérgico, pero sin caer en la desesperación, la irracionalidad y mucho menos la violencia. Las consecuencias de ambas formas de proceder saltan a la vista, y son tan encontradas y dispares como los actos que las inspiraron. Las personas comunes y corrientes han empezado a mirar con una alta preocupación a los mahometanos, al mismo tiempo de que se dejan convencer por las contundentes explicaciones de teólogos y ministros. Estos últimos además se han encargado de poner paños fríos al asunto con la más completa libertad, al aseverar que la situación de un Cristo con esposa no necesariamente coloca en jaque dogmas fundamentales del cristianismo (personalmente, yo no lo creo así), ya que el Mesías jamás tuvo la intención manifiesta de aniquilar por completo la institución familia, sino de exigir que los fieles observen más allá de la urgencia por tener un linaje, que a fin de cuentas es un recurso imprescindible si se quiere recorrer el camino de salvación. Lo que a la larga es percibido como una conducta avanzada y progresista frente a una masa primitiva que puede ser insultada sólo con dibujar un supuesto rostro de su profeta, puesto que su religión impide hasta representarlo físicamente (con lo que quedan justificadas las acciones de represalia, ya que la blasfemia no está en el ridiculizar, sino en un hecho anterior, que se ubica antes de la partida).

Bien. Se podrá argüir que un pedazo de papiro escrito en una lengua fenecida es bastante menos atractivo desde el punto de vista del espectador medio que una caricatura reproducida además en centenares de periódicos o un filme que es difundido por internet. En especial en la época contemporánea en donde la mayoría de las personas es poco dada a la lectura, aunque se trate de un texto de cinco líneas. Toda vez que aún existen vastos sectores del mundo en que la gente es analfabeta. Aparte de ello, cabe consignar que es más difícil luchar contra un elemento que ha sido producto de una investigación científica -aunque obedezca a ciertos intereses a los cuales les importa que los estudios arrojen una conclusión premeditada, y que no trepidarán en interpretar los resultados a su antojo si el ejercicio empírico es poco claro al respecto- que con un chiste que proviene más bien de la ignorancia y el prejuicio, y que en varios lugares en donde se ha expresado preocupación por la conducta de los musulmanes podría ser calificado como discurso de odio (por cierto nunca he oído a algún colectivo islámico pronunciarse acerca de la teoría de la evolución de Darwin). Finalmente, no faltará quien asevere que la opción tomada por los cristianos en realidad es una muestra del declive de la adhesión a sus creencias, frente a unos mahometanos colmados de fervor y vigor proselitista; y que exhiba como prueba de sus conclusiones lo acaecido décadas atrás con películas como "El Último Tango en París" o "La Última Tentación de Cristo", prohibidas en muchos países por presiones de las distintas iglesias. Sin embargo, eso no evita que a la postre se imponga una realidad más que palpable: mientras los devotos de Alá se sienten forzados a proteger su doctrina acudiendo al terrorismo, los seguidores de Jesús triunfan en el campo del debate serio, en el que son capaces de ofrecer una contraposición contundente. Y no existe ninguna desventaja de parte del islam porque carezca de teología -la hay, aunque se muy escasa-, ya que en el seno de este credo surgieron pensadores como Avicena y Averroes, además de poetas, astrónomos, físicos y los matemáticos que fundaron el álgebra. Fuera de que los cristianos han aprendido de sus errores y por ende ya no se lanzan en picada contra filmes como los recién mencionados en este párrafo.

Ojalá -lo que quiera Alá- esto se constituya en un precedente y el islam deje de ser una amenaza. Ora porque el público común le dé la espalda al evaluar la reacción de sus fieles frente a la de los cristianos en situaciones de blasfemia; ora porque los musulmanes se comiencen a dar cuenta de que van por la ruta equivocada, incluso según lo que dicta el Corán, y a su vez también aprendan de sus errores. Lo cierto es que cada credo ha padecido por estos días su respectiva coyuntura que afecta a sus correspondientes puntos dogmáticos esenciales; no obstante, la diferencia la marca su respuesta. No su contundencia -de nivel semejante en ambos bandos- sino el modo de canalizarla. Y eso ha repercutido en la prensa internacional. Pues si la violencia de los musulmanes sigue acaparando los titulares de los noticiarios, lo de la cónyuge de Jesús ha pasado sin pena y con poca gloria y ya no se impondrá como una ola de cuestionamientos. A veces abstenerse de gritar evita que las personas acaben ensordecidas por una bulla no deseada que está de lo más alejada de la verdad.

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