domingo, 18 de noviembre de 2012

La Hija del Predicador Islámico

Varios medios de comunicación cristianos han difundido, durante los últimos días, la noticia de la detención de Faihan al-Gameri, conocido predicador televisivo musulmán, de origen saudí, equivalente en esa religión a lo que en su momento fueron importantes evangelistas electrónicos como Rex Humbard o Yiye Ávila. El cargo: haber torturado hasta la muerte a su hija de cinco años, al parecer por contradecirlo. La pareja se había separado y la niña vivía con su madre, pero un acuerdo entre ambos cónyuges le permitió a su padre mantenerla durante unos cuantos días. Tiempo que el progenitor decidió aprovechar para encauzar a la pequeña en las enseñanzas del islam más integrista, y así contrarrestar la influencia acaso más "liberal" que su ex esposa, con su sola conducta, habría estado ejerciendo en ella. En este marco es en donde se habrían producido las situaciones de maltrato, con los horrendos resultados ya descritos.

El hecho ha servido para que una vez más un puñado importante de cristianos, algunos con amplio poder mediático y económico, resalte las supuestas características negativas del credo mahometano, e insista en que sólo se trata de una religión de odio que promueve el crimen, el terrorismo, la discriminación por género y el regreso al oscurantismo. Una actitud bastante paradójica, por decirlo de un modo suave. Pues a esos mismos hermanos, en varias ocasiones, se les ha escuchado pronunciarse en favor del castigo físico como manera más eficaz de corregir a los hijos, llegando a reforzar su postura recurriendo a aquellos pasajes del Antiguo Testamento en los cuales se les exhorta a los padres a golpear a sus vástagos hasta matarlos si fuere necesario de no enmendar su conducta; es decir, comportarse de forma similar a como lo hizo este infame clérigo musulmán (dato anexo: el Corán recoge una serie significativa de preceptos provenientes de la Torá, entre los que se cuenta justamente este asunto de la agresión como principal medida de formación). Y muchos de ellos se sienten orgullosos de haber obrado así, recibiendo además los aplausos de una buena parte de la congregación.

Incluso más: ya hemos comentado el caso de un país de tradición cristiana evangélica, como Inglaterra, donde la propia legislación le concede el derecho a los padres a castigar físicamente a sus hijos, coyuntura que es defendida por autoridades políticas de todas las tendencias. Y si la memoria no me falla, también hemos hecho mención a la estadísticas que indican que el mayor volumen de maltrato contra los niños a nivel familiar se da precisamente en lugares donde han imperado los seguidores de Jesús. Varios de estos sucesos han acabado en el fallecimiento del afectado, y aunque un buen puñado de ellos se debió a situaciones de inestabilidad emocional o de patologías mentales, en otros los victimarios eran personas respetables de sus respectivas congregaciones, quienes tenían la certeza de con esta forma de corrección estaban cumpliendo un mandato del Señor. A esto se debe agregar la insistencia de ministros y predicadores que insisten en que un muchacho ejemplar desde el punto de vista doctrinal es aquel que honra a todo evento a sus padres, lo que acarrea el deber de soportarlos hasta en sus decisiones más aberrantes. No importa que a uno su progenitor lo golpee al grado de la irracionalidad, lo involucre en la prostitución o abuse de él: es su autoridad más inmediata y sólo le cabe respetarla y acatar sus determinaciones. Aseverando algunos que a diferencia de otras prescripciones, la mínima falla de ésta trae como consecuencia la eterna condenación en el infierno.

Dicen por ahí que imbéciles hay en todos lugares. También en la viña del Señor, por desgracia. Y en otras partes también. En Chile, hace algunos se hizo tristemente célebre el caso de Alejandro Schayman, un ciudadano de origen judío perteneciente a la clase alta, muy observante de su religión, que golpeó de manera sistemática y metódica durante años a su hija Tamara, hasta que finalmente la mató. Por fortuna la comunidad hebrea lo apartó de sus filas y el tipo se vio obligado a emigrar. Más de algún cristiano debiera seguir tal ejemplo y aislar no sólo a quienes maltratan a los que mantienen a cargo, sino además a quienes alientan estas prácticas. Que incluso, en determinadas ocasiones fueron empleadas por la ciencia -o seudociencia- occidental, como aconteció en su momento con los conductistas, que intentaban corregir conductas infantiles mediante golpes eléctricos, mismo método usado por el clérigo que inspiró este artículo (más aún: la tortura con corriente es un invento de sicólogos y siquiatras). Hasta hoy se desconoce la medida que tomará el mundo islámico en cuanto colectivo. Pero una señal positiva de parte de las autoridades saudíes es la detención y el enjuiciamiento de este criminal padre. Así como se pueden hallar seres deleznables en todos los rincones, las religiones que algunos califican como malignas poseen rasgos de justicia.

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