domingo, 21 de diciembre de 2014

Por Una Navidad Sin Cristo

Más allá de los escupitajos vertidos en las redes sociales, ningún grupo significativo ha efectuado un reclamo formal en contra del gigantesco -y costoso- pesebre instalado en el frontis del palacio de La Moneda. Bueno: casi ninguno. Porque un colectivo de ateos emitió un comunicado en el cual llamaban la atención de que con dineros de los contribuyentes -entre quienes se encontraban, por supuesto, algunos de ellos- se erigiera una obra que no representaba a la totalidad de los chilenos, para colmo instalada en la sede del poder ejecutivo.

Un dato significativo es que estos ateos no se pronunciaron acerca de si ellos mismos iban o no a celebrar la Navidad, determinación que implica una serie de consecuencias interesantes, por ejemplo la entrega de regalos a sus hijos y conocidos. Aunque el tono de sus palabras insinuaba que sí estaban dispuestos a participar de estas fiestas, lo cual los excluiría de la posibilidad de ser señalados con el dedo, indicados como estúpidos insensibles o peor aún, ser comparados con los testigos de Jehová, un grupo famoso entre otras cosas por marginarse de cualquier elemento relacionado con la natividad -incluso la repartición de obsequios y la opción de que sus vástagos actúen en un evento relacionado en sus escuelas-, y sobre el que el colectivo que ahora tratamos dudo que quiera generar la más mínima sensación de coincidencia. Lo curioso es que, a pesar de tal inclinación, este puñado de no creyentes igual utilizó, al menos como segundo argumento, la perorata que repiten sus similares del primer mundo, en donde se insiste que todo lo relativo al nacimiento de Jesús es una conjunción de mitos que relatan cuestiones que jamás existieron, empezando por la misma narración de los evangelios. Algo que por sí solo debería apartarlos por completo de la parafernalia que inunda cada diciembre.

Pero en fin. Hay gente que cree tener la solución para todo y dentro de esa amalgama se hallan los ateos militantes. Quienes se defienden recordando que la Navidad proviene de otra fiesta, las saturnales, bastante anterior al cristianismo, la cual los creyentes habrían usurpado una vez llegados al poder, como forma de evitar cualquier competencia de carácter proselitista. Hasta cierto punto podríamos estar de acuerdo. Sin embargo, cabe recalcar que la motivación de esa antigua celebración pagana también era religiosa, ya que tenía el propósito de honrar a Kronos, el dios creador del universo en la mitología grecorromana. Y si bien es cierto que varias tradiciones navideñas provienen de ahí, como el intercambio de regalos y el adorno de árboles, eso no disminuye los grados de inconsecuencia. En especial, porque fueron las autoridades del imperio romano, el mismo donde se conmemoraban las mentadas saturnales, quienes acuñaron el término ateo para referirse a los cristianos, ya que no sólo rechazaban el paganismo sino que además negaban la existencia de todo su panteón, algo incomprensible para la mentalidad latina que prefería el proceso contrario, esto es, agregar la mayor cantidad de divinidades posible. En conclusión, si nos retrotraemos a los orígenes, tenemos que los ateos contemporáneos, justamente los que desean que realicemos este ejercicio, son más religiosos que quienes intentan atacar por admitir a un "amigo imaginario".

Y si todavía alegan que sus intenciones son rescatar un patrimonio folclórico y que les importan un bledo los dioses, es preciso acotar que la Navidad cristiana también ha entregado sus aportes al acerbo cultural mundial. Y si salen con el asunto de que el nacimiento les fue impuesto a distintos pueblos, bueno: muchas de esas civilizaciones tampoco conocieron las saturnales. Creyentes y ateos: es hora de festejar. Junto a un pesebre, un pino o lo que sea. Pero alguien que nació hace más de dos mil años con la promesa de salvar a la humanidad, y que ha dejado una huella tan notoria en la historia, al menos merece ser tomado en cuenta.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La Canción de las Colinas

Ignoro si las personas que asisten a los distintos locales dependientes de Hillsong serán contadas como miembros pertenecientes a ese ministerio. Parece que al menos, así ocurre en Australia, su país de origen. Sin embargo, las peculiaridades de esta obra, cuyos responsables tratan siempre de dejar en claro que se trata de una congregación, pero que al mismo tiempo se esfuerzan en buscar que las personas no la vean como tal, finalmente genera expresiones de confusión entre el resto de los cristianos evangélicos, algunos de los cuales sienten que están enfrente de una suerte de no-iglesia, un paso intermedio entre una comunidad al estilo convencional del término y una organización transversal destinada a una misión específica como el Ejército de Salvación, YMCA o Puertas Abiertas.

Desde sus inicios, esta iniciativa ha sido orientada por el olfato comercial de sus fundadores, quienes desde un comienzo intentaron llegar a un segmento de la población que creían había sido descuidado por el resto de las iglesias: los jóvenes universitarios o que cursaban la educación superior, que consideraban eran víctimas de un estereotipo el cual, por desgracia, es real y frecuente entre muchos evangélicos: que estos muchachos suelen despreciar la palabra del Señor a causa de un supuesto complejo de superioridad intelectual que adquieren quienes acumulan conocimientos. En el afán de demostrar que los hermanos más tradicionales estaban equivocados, decidieron instalar su primer templo en la colina de un campus de donde buscaron atraer a los potenciales fieles mediante el empleo de la música pop (de esa combinación de acciones proviene el nombre Hillsong), manteniendo la predicación del mensaje en un segundo plano, misma que además han reducido a un extracto de los versículos bíblicos más conocidos por el común de la gente, adornadas con discursos muy elementales -incluso superficiales- sobre los temas más recurrentes entre los cristianos -y quienes no lo son- como el amor divino, la historia de Jesús o el perdón de los pecados. De hecho, fuera de Australia son más identificados como una industria musical antes que una congregación.

En resumidas cuentas, una comunicación de la palabra peligrosamente liviana y descafeinada. Algo que para nada es una novedad. Ya que estos componentes están presentes en cosas como el evangelio de la prosperidad y la nueva alabanza, o antes, en los llamados tele evangelistas. Incluso más atrás, los podemos hallar en los pentecostales latinoamericanos o los grupos surgidos del avivamiento del siglo XIX. A lo cual se une la característica de tratarse de una iglesia segmentada, que también proviene de antaño, cuando existían comunidades para ricos, pobres, negros, blancos, efusivos, poco efusivos: todo, producto de la independencia eclesiástica y del rechazo a la centralización vertical que la Reforma puso como sello frente al catolicismo. La diferencia la marca precisamente el olfato comercial de sus creadores, quienes han sabido adaptar estas particularidades a la mentalidad contemporánea y al clima social del momento, lo que los ha impulsado, para desconcierto de los hermanos más "tradicionales", a evitar pronunciarse sobre temas contingentes como el matrimonio homosexual, el islam extremista o la disputa entre quienes defienden los relatos del Génesis ante la evolución de Darwin. Estoy seguro que los dirigentes de Hillsong rechazan tales prácticas, pero se abstienen de tomar postura de acuerdo a un principio que al igual que todo el cóctel de actitudes descritas en estos párrafos proviene de las entrañas más arcaicas del protestantismo: desechar las discusiones porque desvían del propósito primordial: alabar al Señor. Al contrario de sus antecesores que jamás se atrevieron a no considerar la excepción.

Me pregunto qué pasará cuando las luces del espectáculo y la música pop pasen de moda. ¿Será capaz Hillsong de consolidarse en un mensaje sustentable? ¿O acabará como sus antecedentes, reducida al punto de tornarse una anécdota de museo? La falta de doctrina podría derivar en escándalos morales como los que afectaron a los ya mencionados tele evangelistas, si bien en esos casos primó la sensación de hipocresía, pues esos personajes insistieron demasiado en las temáticas que esta congregación australiana prefiere no abordar. Si no en escisiones importantes, otro gran vicio de los líderes evangélicos. ¿Se hundirá en un agujero financiero como la malograda Catedral de Cristal? Parece que en términos monetarios están bien posicionados. En fin. Son interrogantes válidas aunque a algunos les parezca que se trata de discusiones inútiles que desvían del recto camino.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Ni Calle Ni Televisión

Durante el último tiempo, ciertos expertos, tanto seculares como cristianos, han llamado la atención respecto al exceso de horas que los niños permanecen sentados viendo televisión o distrayéndose con juegos de vídeo. Apuntan a que esta tendencia dará origen a muchachos -y luego adultos- más egoístas, menos sociables y con problemas de obesidad. Una preocupación que en determinados casos, ha impulsado a estos investigadores a lanzar diatribas de orden moral, con todo el grado de exageración que esa forma de expresar las inquietudes conlleva.

Es cierto. En los últimos años hemos sido testigos de cómo la televisión, los vídeo juegos caseros o el computador se han constituido en el foco de interés de los más chicos. Sin embargo, es interesante hurgar en las causas y los caminos que acabaron desembocando en esto. En tal sentido, cabe destacar que a partir de la década de 1980, coincidiendo con una recuperación de las ideas conservadoras y las actitudes reaccionarias que parecían batirse en retirada tras la llamada revolución de las flores, se gestó en los países más desarrollados un movimiento que buscaba que los más pequeños salieran a la calle lo menos posible, pues allí se hallarían expuestos a un sinnúmero de peligros. Junto a los argumentos característicos de un padre tradicionalista y religioso -quien teme que si su hijo comparte demasiado con otros chicos podría terminar adoptando visiones ajenas y hasta opuestas a los valores que se le pretende inculcar en su hogar de origen- se agregaron otros de tinte más pragmático -el aumento del parque automotriz y del delito- e incluso progresista -la polución atmosférica y acústica, la amenaza de los microorganismos-.

Los papás, criados muchos de ellos en medios con mayores grados de sociabilidad, empero comenzaron a preferir la seguridad de ver a sus vástagos sentados en la sala de estar frente a un aparato electrónico que garantizara su completo entretenimiento en los momentos que no estuvieran en la escuela ni que debieran hacer tareas. A esto se sumó la aparición de elementos tecnológicos que incentivaron tales prácticas. Por ejemplo, la televisión de pago, que trajo canales especializados en público infantil, además de la irrupción de receptores con control remoto destinados a ser más fáciles de manipular por los más pequeños. El auge de los ordenadores caseros, así como de vídeo juegos más sofisticados que permitían competir con un desconocido mediante una conexión virtual, desde luego aportaron lo suyo. Todo aparejado con un cambio de mentalidad, a la par que familias de países en vías de desarrollo aumentaron su poder adquisitivo, o en su defecto tuvieron mejor acceso a artículos de línea blanca. Quien dejaba que sus chiquillos corretearan por los callejones del barrio o el villorrio rural, era el pobre o despreocupado que no contaba en su propiedad con los nuevos avances. Para colmo, proliferaron los espacios de orden familiar, como Alf o Garfield, donde la máxima -y casi exclusiva- distracción del protagonista era observar la tele engullendo comida rápida.

Un círculo vicioso que los expertos recién han llegado a notar. Y que en su afán de alertar a las supuestas víctimas, se han volcado a llamar a los padres a que les quiten la única fuente de atracción que les queda a los niños, sin entregar propuesta alguna a cambio. Recién caen en la cuenta que la televisión puede acarrear aspectos negativos, no sólo los propios que se derivan del ejercicio de ver los programas que los diversos canales ofrecen, sino porque además los chicos pueden manejar el control remoto a su regalado gusto, sorteando incluso el control parental y así acceder a programación no dirigida a ellos. Simplemente, sujetos ociosos que ya no reciben ayudas monetarias de los empresas de medios de comunicación en las cuales permanecieron dos décadas advirtiendo que la calle y la sociabilidad eran riesgo de muerte.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Los Papás de Nicolás

Han pasado algunas semanas y aún no se apaga la discusión acerca de "Nicolás Tiene Dos Papás", ese cuento para niños que el inefable Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH) decidió distribuir en diversos jardines infantiles públicos a lo largo del país, con la finalidad de que las nuevas generaciones no reproduzcan los arranques de homofobia y discriminación que han caracterizado a sus antepasados, y comprendan que así como hay hijos de padres divorciados o de madres que no se han casado, también existen aquellos que viven bajo la tutela de una pareja que no necesariamente está compuesta por un hombre y una mujer, y no por ello se trata de extraterrestres, zombis o monstruos legendarios.

Es discutible otorgarle al texto en cuestión la calidad de relato, ya que "Nicolás Tiene Dos Papás" no está estructurado como una narración. Se trata de una simple descripción, acerca del entorno de un niño de enseñanza inicial. Se lo ve junto a sus "padres" en casa, una pareja de varones gay, y luego jugando con sus compañeros de curso a quienes por supuesto no les interesa esa situación, de hecho ni siquiera muestran interés en formular esas típicas preguntas de los infantes que a los adultos les provoca tanto escozor. En una parte del cuento aparece la madre biológica del muchacho, pero no se especifica en qué circunstancias conoció al otro progenitor, ni por qué dejaron de frecuentarse, ni la causa por la que no convive con su hijo. Supongo que esas omisiones van en la línea de evitar detalles que pueden contribuir a lo que se pretende evitar, que es una eventual discriminación, en la medida de relacionar el "no saber" con el "no inmiscuirse en lo que no importa". O se busca dejar en claro que el pequeño tiene una mamá como todos los demás y no es un fenómeno por ser cuidado por su papá y el amante de éste. O la exclusión de otros elementos fue debido a problemas de espacio simplemente.

Lo cierto es que este escrito, como ya fue mencionado, carece de dos exigencias que son primordiales para que se lo considere una estructura narrativa, como son la acción y el conflicto. Entiendo que en la actualidad, todos los cuentos dirigidos a párvulos tienen esa peculiaridad, ya que el avance científico indicaría que a los niños de tan corta edad no se les debe dar a conocer un relato propiamente dicho porque la complejidad de éste les puede generar situaciones de angustia. Por lo mismo, diversos grupos -entre ellos los colectivos gay- recomiendan, por ejemplo, no leer la Biblia a muchachos tan pequeños, producto de sus contenidos ajenos a la mentalidad actual -distinta a la que se criaron los infantes del pasado- y cargados a la violencia explícita y la exageración. Volviendo al texto de Nicolás, los homosexuales alegan que fue diseñado por "expertos". Sin embargo es interesante ahondar en un asunto no menor, a propósito de aquellos representantes de credos que han objetado esta iniciativa. Nunca se ha enseñado religión en los jardines infantiles, y si bien muchas iglesias evangélicas cuentan al interior de sus templos con la llamada escuela dominical, donde se dan a conocer pasajes de las Escrituras incluso a la más tierna infancia (lo que al final hace que estas personas estén preparadas y no se tornen propensas a supuestos traumas), en caso alguno los líderes de tales congregaciones pretenden extrapolar sus métodos a los establecimientos públicos de la llamada educación pre escolar, ni siquiera en forma de proselitismo protagonizado por los propios chiquillos. Lo cual es diametralmente opuesto a la actitud del MOVILH, que intenta meter un libelo que no cuenta con la aprobación correspondiente a niños de cinco años, que además al contar con factores puramente descriptivos se transforma en una declaración de principios encubierta, lo cual a la larga redunda en una campaña ideológica.

Entiendo que los homosexuales estén motivados por un factor de urgencia, ante la discriminación histórica que han sufrido y que se refleja en crímenes callejeros como el que afectó a Daniel Zamudio, de los cuales por cierto se suscita al menos uno cada trimestre. Pero quizá habría mejor difundir este opúsculo en primero o segundo básico, y con un anuncio introductorio en lugar de la irrupción, entre prepotente y desesperada, que se observó hace algunas semanas. El desarrollo cognitivo de un niño de cinco años podría ser contraproducente con lo que se pretende instruir con la repartición del famoso librillo, precisamente por tratarse de una edad en donde la inocencia no admite discriminaciones negativas. Fuera de que en el MOVILH debieron haber estado conscientes del rechazo que una determinación así iba a provocar en ciertos apoderados, lo cual de seguro sabían y se lanzaron a explorar y explotar. Lo que sí olvidaron de vislumbrar con esta acción tan arrebatada como desesperada, son los daños colaterales que su obra puede ocasionar a futuro. Por ejemplo algunas rimas surgidas a propósito del título del escrito ("Nicolás tiene dos papás que se arreglan por atrás"), o las eventuales burlas que podrían recibir de aquí a un tiempo más los chicos que lleven ese nombre. Consecuencias no deseadas de una iniciativa que puede llegar a ser loable pero que fue impulsada más por la precipitación que por la reflexión.

                                                                                                   

domingo, 19 de octubre de 2014

Acoged A Los Homosexuales Adinerados

De nuevo el poder de la iglesia católica, sumado al carisma del actual papa, le han reportado a los miembros de esa organización un triunfo mediático. En este caso, con ocasión de la celebración en Roma de un Sínodo de la Familia. Una reunión tras la cual no se llegó a ninguna conclusión concreta, mucho menos a un minúsculo cambio doctrinal; pero en la que los participantes se comprometieron a "revisar" la actual situación de los homosexuales y divorciados. Tan sólo aquella declaración hizo reaccionar con entusiasmo a millones de ilusos a lo largo y ancho del globo, respecto a una probable inclusión de estas personas en las actividades eclesiásticas. Generando de paso una avalancha de elogios sobre el actual pontífice, que ya suma otra estrella en su corona de pretendido progresismo.

Caso por caso. En primer lugar, resulta bastante curioso, por decirlo de un modo suave, que se lancen vítores a la figura del papa por el supuesto intento de cambiar la visión del romanismo hacia los divorciados. Ya que eso es algo que ocurre en una época en que la separación matrimonial es tomada con absoluta normalidad, y los afectados por tales eventos no suelen mostrar ni las más mínimas señas de los traumas que se les atribuyen. Además de que las ramificaciones del cristianismo surgidas al calor de la Reforma casi desde sus inicios han aceptado las rupturas de vínculo, incluso las que se suscitan al interior de las mismas congregaciones (mientras la iglesia católica, y es algo que salió a relucir en este sínodo, es reticente hasta con la admisión de quienes han vivido un divorcio antes de ser convertidos). Quizá por ello es que la atención se centró en el otro grupo a tratar, los homosexuales, puesto que ahí existe la sensación de que se pretende cruzar una línea infranqueable, atendiendo al trato histórico que del ambiente religioso se ha prodigado a los amanerados. Lo cual a la larga se transformaría en la demostración más cabal de un pensamiento avanzado en términos culturales que de acuerdo a ciertas interpretaciones hasta podría ser exhibido como un gran acercamiento a los preceptos de amor universal propuestos por el mismo Jesús. Todo esto, en medio de una coyuntura donde cada día más países aprueban la unión matrimonial entre representantes de un idéntico género y la sociedad demanda de los grupos conservadores respuestas -a favor de los acontecimientos- acerca de ciudadanos que independiente de su opción están dispuestos a formar una familia con todos los valores que a tal entidad se le endilgan.

Frente a este interés internacional, del sínodo han surgido opiniones tan ambiguas como engañosas. Se anuncia con bombos y platillos algo que no pasa de ser una simple revisión, pero que por la sola naturaleza del tema que se está tratando, genera expectativas muy altas. No obstante, ¿qué hay detrás de esta insinuación del papa y los curas en torno a cambiar el giro? El homosexual que puja por ser aceptado, de acuerdo a términos establecidos en primera instancia por él y a quien además no le importa pasar por encima de aspectos que son la esencia de una institución, es un tipo de buena situación económica y social, a veces muy adinerado, que intenta alejarse lo más posible, al punto del desconocimiento, de los estereotipos tradicionales de su opción y que pretende pasar en la calle como un varón o una mujer más. Hablando en conceptos de escalafón socio monetario, se ubica en el sector más afortunado de la comunidad. Y si revisamos la historia, a poco andar se cae en la cuenta de la predilección del romanismo por aquella clase de personas, a las cuales los obispos siempre se han plegado como cuervos sobre el hombro, defendiendo los abusos propios de ricos egoístas a cambio de suculentas prebendas. En la actualidad, ese estrato, y los círculos de influencia, están integrados, entre otros, por sujetos que se definen a sí mismos como gay o tienen familiares cercanos que han tomado esa determinación. A quienes el papismo requiere darles un espacio, en el afán de que tal coyuntura sea recíproca y así consigan mantener sus arcas bastante opíparas.

La gran ramera babilónica siempre intentará venderse al mejor postor, y si el cliente anda buscando sexo homosexual, pues a acomodar el trasero y la doctrina. Podría ser, incluso, que los intentos no pasen más allá de este sínodo, y que en la iglesia católica estén tanteando la cuestión de que esto sea sólo una moda pasajera -tiene muchos visos de ello, a decir verdad-, y en base a tales inferencias dilatar este asunto hasta que caiga en el olvido, o mejor quede la sensación en la opinión pública de que realmente los curas cambiaron de rumbo (al respecto, señalar que un gran puñado de grupos evangélicos y ortodoxos, y del crisol de credos no cristianos, más allá del diálogo, han perseverado en su firmeza de considerar la homosexualidad, según sea el caso, como un pecado o una desviación aberrante, objetando al papismo su actitud en apariencia distinta). No estamos en caso alguno ante una expresión genuina de amor al prójimo, sino más bien de un ejercicio desesperado por aferrarse a la poca ostentación que aún queda.

domingo, 28 de septiembre de 2014

Una Guerrilla Reaccionaria

Uno de los argumentos que se esgrime para justificar los bombardeos de países árabes y occidentales a objetivos del llamado Estado Islámico en Siria e Irak, es que nadie, o al menos casi nadie, quiere ser regido en esa zona por un movimiento religioso tan extremo que incluso elimina a los miembros de su mismo credo que considera moderados, o en el lenguaje litúrgico de los musulmanes, infieles. Algo de cierto hay en aquella inferencia. En especial, cuando las imágenes televisivas muestran a miles de personas huyendo de los sitios donde han arribado los integrantes de esta milicia, quienes han llegado a destruir mezquitas. O cuando las investigaciones periodísticas dan cuenta que una buena parte de sus componentes no provienen de las zonas que han elegido como teatro de operaciones, ni siquiera de otros territorios del Medio Oriente, sino de Europa y América del Norte.

Es en este último punto donde resulta interesante detenerse. La mayoría de tales muchachos son, como ciertos medios de prensa han insistido hasta el cansancio, descendientes de inmigrantes de países con tradición islámica. No obstante, existe un cierto remanente de formación completamente occidental y cristiana -o sus equivalentes-, que se ha convertido a la religión mahometana, y en contadas situaciones ni siquiera eso, sino que se ha acoplado a este grupo porque ve en él una manera de luchar contra el poder y el sistema establecidos. Es cierto que a todas luces se trata de un movimiento reaccionario y que exhibe un integrismo religioso que hasta los más observantes consideran tan peligroso como inaceptable. Sin embargo, su presencia ha provocado un sentimiento en jóvenes idealistas ansiosos de cambiar el mundo, tal como lo pretendían sus antecesores de la década de los sesenta. Y aunque las circunstancias sean completamente distintas, incluso diametralmente opuestas, de igual modo que lo son las mentalidades de los involucrados en una y en otra época, empero también presentan características comunes. Por ejemplo, la alta instrucción, en varios casos universitaria, que detentan los que van a pelear al Medio Oriente, a veces nada envidiable si se la compara con quienes en el pasado vitoreaban a Vietnam o Cuba, y una existencia relativamente cómoda en un universo de pretendido pluralismo.

Y aquí llegamos a la pregunta que muchos se formulan. ¿Por qué jóvenes con acabada educación, deciden ir en apoyo de un movimiento reaccionario que de imponerse puede llegar a ser perjudicial para las libertades individuales y las utopías? Desde luego que la búsqueda de aventura no puede ser la única causa, ni siquiera la más importante. Por otra parte, es preciso recordar que las corrientes políticas que en la década de los sesenta eran vistas como ideales, al menos algunas de ellas, con el paso del tiempo se han revelado como igualmente perjudiciales y hasta malignas. Quizá la respuesta se halle en las vicisitudes que enfrenta el primer mundo hoy, en contraste con la imagen de vitalidad -muy idealizada por cierto- que suelen entregar los territorios exóticos. Recordemos que tanto Europa como Estados Unidos llevan una buena cantidad de años sumidos en una recesión económica que en el caso del viejo continente sus gobiernos han intentado resolver eliminando la estructura del Estado de bienestar, determinaciones que han afectado entre otros al ámbito cultural. Dicha coyuntura ha sido especialmente difícil para los hijos de inmigrantes, que no encuentran empleo, por muy ilustrados que estén. Tampoco la convivencia es armónica, con el levantamiento de agrupaciones de carácter racista y la aprobación de leyes que, bajo el pretexto de instaurar componentes civilizadores en la sociedad, terminan transformándose en iniciativas represoras, como la condena a los llamados discursos de odio, cuya ambigüedad siempre termina recayendo en estas tendencias calificadas como salvajes.

Osama Bin Laden era tan guerrillero como Ernesto Guevara. Y ambos eran barbudos y bien parecidos, con una presencia que cautivaba a las señoritas e impulsaba a los muchachos a imitarlos. Fuera de que los dos murieron por mano de agentes estadounidenses. Así como en los sesenta los procesos revolucionarios quisieron sanar las diversas injusticias existentes en el mundo, hoy en día el Estado Islámico les está dando a muchos jóvenes la opción de llamar la atención acerca de sus situaciones personales de pobreza y marginalidad. Que como ocurría hace cinco siglos atrás, también es ilustrada.

               

                                                     

domingo, 21 de septiembre de 2014

La Celebración Aséptica

Para acercarlas a lo que comúnmente se conoce como diversión familiar, la municipalidad de Santiago decidió introducir cambios en el desarrollo de las fondas del Parque O'Higgins este año. Lo más vistoso fue la orden de cerrar todas las actividades a las dos de la mañana, a fin de evitar la proliferación de ebrios. Además se prohibió la exhibición de música, ya sea en vivo o envasada, en cualquiera de los locales, con el pretexto de la instauración de un escenario preparado para la intervención de artistas contratados, el cual estaba rodeado de puestos de comida, semejándose la oferta más a una feria de exposiciones que a las características ramadas. Estas modificaciones, y tal vez el deseo de que no ingresara gente indeseable, motivó la aplicación de un cobro por la entrada, de dos mil quinientos pesos, que alejó a muchos de un recinto cuya visita era obligada durante las llamadas fiestas patrias. En cualquier caso, y a despecho de algunas fallas de procedimiento, los locatarios, tradicionales y de los otros, evaluaron de modo positivo las novedades, impulsados quizá por los buenos ingresos que les dejaron las celebraciones.

Hay que recalcar algo con toda honestidad. Las fondas siempre han estado ligadas al consumo de alcohol y es precisamente ésa la causa mayor -aunque no la única- de su existencia. No es para menos. Se trata de la celebración de la independencia y como toda fiesta que se precie de tal, ésta también cuenta con sus litros de mosto. La imagen del borracho durmiendo tirado en medio del mar de gente, o de su colega que se pone a bailar o a invitar tragos a quien se le cruce por delante, es tan parte del paisaje que hasta los medios de comunicación la destacan. Y ello es aceptado incluso en sus variantes más oscuras. Por ejemplo, la del padre de familia que gastaba todo su dinero en los licores baratos que se expenden en cada local, y que al lado suyo tenía a su esposa y sus hijos tirando de sus brazos, en un inútil afán de convencerlo que regresara a casa. Una imagen que por fortuna se encuentra en franca retirada de estos recintos. Así como también la de las riñas que se generan producto de los excesos con la bebida, aunque en este caso aún permanecen con una escasa dosis de fuerza.

Es por ello quizá que las autoridades de antaño restringieron estas expresiones de entretenimiento popular a determinadas épocas como las fiestas patrias. Sin embargo, siempre tuvieron en cuenta que como todas las actividades humanas, éstas tenían su lado negativo, el cual había que mantener lo más minimizado posible. Lo que se logró impartiendo una mayor educación y culturas entre las capas más desposeídas, pero jamás con medidas represiva en contra de éstas. En realidad, si sujetos como la alcaldesa de Santiago u otros pretenden "cambiar el rostro" de las fondas, lo más eficiente sería eliminarlas y sustituirlas por estos espectáculos pomposos que fueron instalados en el Parque O`Higgins. O bien volver a hacer el esfuerzo de instruir al pueblo en asuntos como el respeto mutuo y la responsabilidad, Pero con la enseñanza de horrible calidad que hoy se ofrece en el país, sumado a los abusos del sistema social y económico que nos rige, es imposible guiar a las personas a una toma de conciencia genuina, resultando el orden decretado dedo mediante normas punitivas decididas desde lo alto, esa misma cima que se encuentra tan distanciada del resto a causa de la desigualdad.

La alcaldesa de Santiago pertenece a un partido de centro izquierda que se define a sí mismo como progresista. De ésos que no ven con malos ojos la legalidad del aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Pero que también arrugan la cara frente a la embriaguez, a la cual consideran resabio de la abusiva sociedad patriarcal dominada por los patrones de fundo y donde se podía trapear con el más débil a destajo. Y como por lo general era el padre quien así obraba con su mujer y sus hijos, entonces se trata de frenar dichas intenciones mediante el entretenimiento familiar, que permite la existencia de responsabilidades mutuas -siempre conservando sus roles tradicionales dentro del grupo- entre los miembros de ese tipo de organización. Sin embargo, las fondas en su conjunto son una herencia de ese periodo de la historia, y si en la actualidad no reflejan tales conductas abyectas, es porque las nuevas generaciones se han tomado esos espacios, No los excluyamos ahora, cobrando por el ingreso o cambiando las reglas del juego. Porque es probable que lleguemos a observar en estas festividades a individuos de cierto poder adquisitivo, mientras los demás se ven forzados a reunirse en las cloacas, expuestos a idénticos riesgos a los que sus antepasados se enfrentaban en las ramadas de antaño, apartados de todo, incluso de las medidas de seguridad.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Cuando Los Cristianos Son Agresores

Diversas organizaciones no gubernamentales cristianas, como Puertas Abiertas, publican con cierta periodicidad un barómetro acerca de la persecución llevada adelante contra los hijos del camino en diversas partes del mundo. Una iniciativa loable, ya que se trata de una realidad que en determinados lugares, como algunos países musulmanes, ha adquirido ribetes espantosos. Sobre todo en el último tiempo, cuando la falta de un proyecto político, social e intelectual que se erija como la alternativa al estado de cosas -dejación provocada precisamente por el fracaso de los paradigmas históricos propuestos en tal sentido-, además de las consecuencias negativas que acarrea la aplicación del sistema imperante, ha impulsado a la población a entregarse a caudillos carismáticos y movimientos que apelan a sentimientos y prejuicios que, bajo el rótulo de mitologías y tradiciones, están arraigados en colectivos de diferentes lugares, lo cual ha terminado por ser nefasto en aquellas zonas donde el mensaje de Jesús no es mayoría o no se halla enraizado en la idiosincrasia nacional.

Sin embargo, ¿qué ocurre en esos casos donde los cristianos aparecen como perseguidores? Cabe señalar que esa clase de coyunturas han existido desde los primeros siglos. Por ejemplo, ya en el imperio romano, una vez que Teodosio declaró al camino como religión oficial y única del Estado (e incluso poco antes), algunos líderes dirigieron auténticas operaciones de venganza contra paganos y gnósticos, hechos que llevaron a crímenes como el de la matemático Hipacia. Para qué hablar de lo sucedido en la Edad Media con la inquisición, que en cierto sentido es la culminación de lo que ya se podía observar en la Antigüedad clásica. Y aunque se diga con algún grado de acierto que esas prácticas fueron incentivadas no a partir de un cristianismo más puro sino de una variante desviada en varios aspectos como en efecto es el catolicismo, es interesante recalcar que los "santos oficios" también se dieron entre reformados, como las cacerías de brujas en Salem o en países nórdicos. Después vinieron asuntos como la segregación racial en Estados Unidos, donde se dio la peculiaridad de que una organización de creyentes (el Ku Klux Klan) atacaba a sus propios hermanos de fe (los pentecostales de raza negra y el Movimiento Por los Derechos Civiles). En épocas recientes, cotamos con el horroroso gobierno de Efraín Ríos Montt en Guatemala, que bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo cometió uno de los genocidios más atroces que se recuerden en América Latina.

Bien. Se podrá argüir que se trata de hechos del pasado. No obstante, incluso algunos de ellos aún permanecen frescos en la memoria colectiva y ni siquiera han sido superados del todo. Por ejemplo, aún hoy en Guatemala no se conoce por completo lo acaecido durante la tiránica administración de Ríos Montt -quien además continúa involucrado en la política activa en ese país-. Mientras que en Estados Unidos, a la luz de sucesos recientes, está claro que aún quedan problemas raciales por resolver. Por otra parte, cabe recordar que estas coyunturas se suscitaron en una época en que existían predicadores muy influyentes que no obstante hicieron la vista gorda, teniendo la capacidad de llamar la atención acerca de los errores que estaban cometiendo sus hermanos. Varias de estas personas aún son ministros importantes, pero ni ellos ni muchos fieles han colaborado para que estas problemáticas sean esclarecidas y cerradas. Y sin embargo, aún nos queda por mencionar acontecimientos que se están dando en el tiempo presente, mientras yo escribo este artículo y ustedes lo leen. Como en Uganda, donde un presidente cleptómano que suma dos décadas de un régimen denunciado en cuanto foro sobre derechos humanos se organiza, ha impuesto una ley que castiga a los homosexuales con cadena perpetua, en una actitud similar a la que ocurre en territorios islámicos. Promulgó este edicto inspirado en sus convicciones cristianas (es anglicano) y aconsejado por un violento pastor presbiteriano. O en Ucrania, donde un político bautista -Olexander Turcinov- primero como mandatario interino y en la actualidad a la cabeza del senado, ha propiciado una masacre contra ciudades del este de esa nación, las que sólo están demandando una mayor autonomía. Lo peor de este último caso, es que la persecución no es motivada por cuestiones espirituales, sino chovinistas y patrióticas, las que se han intentado calzar con el discurso de Jesús.

De nuevo se formula la pregunta. ¿Y qué debemos hacer cuando nuestros hermanos de fe son agresores? Es cierto que los casos son menores a los que se han dado con las diversas religiones que se reparten el mundo. Pero están ahí. Y los creyentes no les prestan atención e incluso a veces los justifican, llamado a los fieles hasta a orar porque a esas personas les vaya bien en sus tareas. Ojalá una institución, ya sea Puertas Abiertas o cualquier otra, denuncie tales atrocidades y deje en claro que no se trata de una conducta correcta. Como por ejemplo lo hacen los musulmanes moderados en cada ocasión que se le atribuye a la esencia de ese credo los actos deleznables de sus miembros más fanáticos. Jesús nos llama a retirar la viga del propio ojo antes que fijarse en el ajeno, y Pablo agrega que es obligación de un hijo del camino arreglar los problemas de su propia casa antes que preocuparse de los externos. El resto es simplemente dar un mal testimonio.

domingo, 24 de agosto de 2014

Una Salida De Armario Cristiana

Hace unos días atrás, la cantante cristiana Vicky Beeching, intérprete tanto de pop como de alabanzas tradicionales, además de conocida presentadora de televisión, llamó la atención mediática en su país de origen -el Reino Unido- al efectuar una peculiar salida de armario, donde confesó que siempre ha tenido inclinaciones homosexuales, para finalmente afirmar que es gay y que tras muchos años de sufrimiento se ha dado cuenta de que Dios la acepta tal cual es. La situación generó estupor entre los círculos evangélicos pues muchas canciones de esta mujer son bastante populares entre los creyentes, en especial en Estados Unidos. A tal extremo llegó el revuelo, que un pastor, también británico, Ed Shaw -que en su momento también reconoció que desde su adolescencia siente una fuerte atracción por personas de su mismo género, si bien de inmediato agregó que lo había sabido sobrellevar gracias a la fe-, salió a esclarecer que una cosa es admitir que se tienen inclinaciones de tal naturaleza pero otra muy distinta es terminar sucumbiendo ante una clase de tentación que bien pudo ser colocada en el camino por el propio Señor como prueba de fidelidad.

El dilema que plantea esta artista -que también es teóloga- a través de sus declaraciones es bastante interesante, aunque personalmente creo que ni ella ni sus detractores lo han dimensionado siquiera en lo más mínimo. Pues a pesar de definirse como homosexual, nunca se le ha conocido pareja -ni gay ni hétero- y al parecer ha mantenido su virginidad. Cierto es que después de esta confesión el panorama podría cambiar y que estas palabras no sean sino la antesala de la presentación de alguna novia oculta. Algo que han aventurado los críticos de su opción, en especial porque acto seguido ha afirmado que el llamado matrimonio igualitario debiera existir en todas las legislaciones y que no ve con malos ojos que los afeminados integren o incluso dirijan iglesias. Sin embargo, por ahora aquellas no son más que especulaciones y lo único que se sabe con certeza es que esta cantante no ha efectuado contacto corporal alguno con otro ser humano. Lo cual nos permite regresar al debate mencionado al inicio de este párrafo y que resulta muy significativo al temor de los alcances doctrinarios que puede llegar a mostrar.

La Biblia siempre ha condenado los actos físicos que implican desviaciones de la sexualidad humana. Uno de los cuales es el echarse con personas de idéntico género. Sin embargo, si uno lee las Escrituras, incluso de la manera más denodada posible, se dará cuenta de que existe un consenso en el sentido de que la homosexualidad se manifiesta de modo prácticamente exclusivo mediante aspectos externos, como las relaciones gay o lesbianas o las conductas amaneradas. En realidad, la casi totalidad de los pecados sexuales se refieren a acometimientos visibles, con la quizá única excepción de la codicia erótica, pero aún así desear a una determinada persona es distinto a declarar públicamente una tendencia. Es más: siempre la castidad y la virginidad son tratadas como virtudes, y en ambos testamentos se expresa admiración por quienes permanecen solteros, aunque se reconozca que no se trata de la situación más frecuente. Bajo esa premisa, y en concordancia con la sentencia de que "varón y hembra los creó" es que los grupos cristianos han rechazado la idea de que haya un tercer género, reforzando el principio de que un homosexual virgen es un contrasentido inconcebible. Y si todavía hay sujetos que sienten atracción por individuos que cuentan con sus mismos genitales, está la alternativa del ejercicio espiritual que les permite a personas como el mencionado pastor Shaw continuar en el camino. Más aún: una gran cantidad de ministros y sacerdotes admiten que hay tipos con inclinaciones homosexuales más pronunciadas que otros, pero que si se contienen serán capaces de superar lo que a fin de cuentas es una prueba. Eso, sin considerar que el grueso de los científicos y médicos aseveran que la sexualidad recién se define por completo a los veinte años.

El pecado de la Beeching, entonces, no es ser homosexual, porque en realidad hasta ahora nunca lo ha sido. Las observaciones a sus palabras deberían ir orientadas más bien en el sentido de que busca provocar valiéndose de tendencias que la Biblia considera incorrectas. Dicho de otra forma, su desviación permanece en el campo ideológico, no en el práctico. No obstante, su confesión continúa generando el debate. ¿Puede alguien que se ha declarado gay, pero que mantiene su castidad, continuar siendo parte de una congregación? A la iglesia católica, con todo el asunto del celibato consagrado, esto la plantea importantes desafíos. Pero a otras profesiones cristianas también. ¿Qué hay de un individuo que a lo largo de su vida sólo ha experimentado atracción por sus congéneres, que lleva su cruz en secreto, y que para evitar complicaciones mayores decide mantenerse soltero (bueno: si en realidad jamás hallará con quien formar pareja, por causas obvias)? ¿Se re definirá el concepto de homosexualidad, a riesgo de contradecirse con la propia Biblia? ¿O se reforzará la idea que subyace en ciertas comunidades, que consideran la soltería como una coyuntura extraña al plan divino? De aquí hacia adelante es tiempo de respuestas...

         

domingo, 3 de agosto de 2014

Senos y Traseros Para Israel

Fue muy comentada la aparición en las redes sociales, de chicas jóvenes y adolescentes, algunas de origen judío y otras no, casi desnudas y luciendo en sus zonas íntimas tatuajes y mensajes de apoyo a las acciones del ejército israelí en la Franja de Gaza, así como de repudio a los palestinos. Quienes se declaran favorables a la causa de este último pueblo, en su mayoría militantes de grupos de izquierda, usaron los mismos medios para condenar dichas exhibiciones, sin dejar de recurrir a los insultos antisemitas que ya parecen imprescindibles cuando se tratan estos temas. Por su parte, los que permanecen del lado del gobierno hebreo, en especial las asociaciones de cristianos evangélicos, guardaron un sepulcral silencio respecto de la manifestación, quizá temiendo una severa recriminación en base a un supuesto doble criterio moral.

Disparidad que desde luego se puede apreciar a la distancia entre los pro palestinos, que como ya se indicó, en este último tiempo se suelen ubicar en los sectores más marginales y asimismo radicales de izquierda (las bandas neonazis que se han expresado no cuentan, porque ellos desean la desaparición tanto de árabes como de judíos) además de grupos de libre pensadores. Muchas de tales personas aplauden cuando una pandilla de jóvenes mujeres se desnuda en contra de alguna determinación de un gobierno considerado díscolo por los medios masivos de comunicación más conocidos, o en favor de una iniciativa que por diversas causas despierta la sensibilidad de las generaciones contemporáneas, como la ecología, los derechos de los animales o la oposición a la organización de una guerra. Prueba de ello es el aliento que en Europa se le ha dado al colectivo Femen. Incluso no faltan quienes, en un acto de pretendida solidaridad, se unen a este tipo de manifestantes y muestran también sus carnes, como sucedió años atrás cuando la invasión norteamericana a Irak. Las chicas hebreas han decidido tomar la posta y llevar adelante sus propios desnudos, de acuerdo con la pauta que han diseñado los mismos que dieron origen a estas actividades y ahora les parecen un insulto, no a la moral, sino a un pueblo que está siendo masacrado, y dentro del cual existen víctimas infantiles, quienes no cuentan con el desarrollo cognitivo suficiente para entender los trasfondos que existen tras las poses en cueros. Pues se supone que la ausencia de vestimenta constituye una provocación contra un adversario que no sólo es de tendencia conservadora sino además usa la solemnidad de la ropa como muestra de la seriedad que le pretende dar a determinaciones execrables.

En tal sentido, el destape de las pro israelíes también lleva implícito un mensaje. Destacar que se trata de la única democracia auténtica sita en el Medio Oriente, y que son un país que respeta las libertades individuales, al contrario de sus adversarios militares que profesan una religión preocupada de los aspectos más rancios de la moralina, superados por las naciones civilizadas hace décadas, y que además considera a la mujer como un ser de segunda clase. Es el aspecto que enciende las iras de los izquierdistas y libertinos que se colocan en la vereda de los palestinos (si bien la parte beligerante, en estricto rigor, no es la totalidad de ese pueblo, sino el movimiento Hamas, una organización cercana al islam más integrista). Ven que una estrategia propulsada por ellos ha sido bien aprovechada por un grupúsculo para alentar una causa que les repugna, ante lo cual responden de una manera básica irracional y que en teoría no se condice con su modo de pensar, como es el antisemitismo, a dicho de forma más amplia, el racismo. Ese temor a ser considerados como hipócritas es lo que alejado a la llamada derecha cristiana de las opiniones acerca de este incidente, que en otras circunstancias jamás hubiesen dejado pasar. En tal respecto, los evangélicos pro sionistas (que al igual que los detractores de esa ideología política, usan el término sin conocer sus alcances semánticos e históricos) han preferido guardar silencio porque a fin de cuentas, estos desnudos tratan de menoscabar las sentencias de un credo que entre tantas cosas, igualmente pretende llevarse por delante a quienes no lo siguen, pues son "infieles". Con eso se evitan que los ciudadanos pedestres les espeten el mencionado vocablo de hipócritas, mientras que a los otros sí se les puede llamar inconsecuentes.

Lo cual no quita que no se les pueda llamar la atención a los cristianos por su política de doble rasero. Pues finalmente, una vez más hacen la vista gorda frente a un desaguisado masivo cometido por israelíes, sólo porque se trata del pueblo escogido del Señor y por ende el antisemitismo es un pecado casi imperdonable. Y ahora, en un aspecto relacionado con la moral sexual, que ellos vigilan con especial celeridad. Al igual que con lo que está acaeciendo ahora en Gaza, el silencio conlleva a la propagación del mal por omisión, que puede ser tanto o más dañino que el griterío insultante y la propagación de prejuicios.

domingo, 13 de julio de 2014

La Hamburguesa del Arco Iris

Durante la semana, la cadena de locales de comida rápida Burger King, lanzó en Estados Unidos, con su propia campaña publicitaria, una "hamburguesa gay", la cual viene empaquetada en un envoltorio que simula los colores del arco iris, emulando la bandera de los homosexuales que flameó por primera vez en San Francisco. Por supuesto que apenas dar a conocer este producto las llamadas redes sociales se inundaron de sentimientos encontrados. Por un lado, los colectivos que agrupan a quienes han tomado esa opción sexual, celebran la iniciativa, mientras que miembros de diversas congregaciones cristianas no se han guardado las palabras de repudio, exigiendo a sus hermanos que no vuelvan a comprar alguna cosa que sea emitida por la empresa responsable del invento de la discordia.

Antes que nada, es preciso aclarar que las hamburguesas se clasifican de modo exclusivo de acuerdo al tipo de carne a partir del cual han sido fabricadas, y así es como las tenemos de vacuno, pollo o cerdo. No existe una variante gay, a menos que la res, el puerco o la gallina de origen en vida hayan sido de tendencia homosexual, fenómeno muy difícil de encontrar porque para eso se requiere un cierto raciocinio que sólo los humanos pueden exhibir. Y aunque se diera, aún así es imposible -o en el mejor de los casos, no ha sido comprobado- que tras consumir un trozo de músculo una persona adquiera las características del animal de origen. Si así ocurriera, entonces los deportistas uruguayos que sobrevivieron tres meses en Los Andes hoy serían aviadores, ya que estuvieron forzados a practicar la antropofagia en perjuicio de los pilotos del vuelo siniestrado. O cualquier trasplantado que hubiese recibido un órgano de algún representante del género opuesto, o siquiera una donación de sangre, a poco andar le daría por travestirse o por pensar en operarse sus genitales. En tal caso estaríamos defendiendo la doctrina de los testigos de Jehová, quienes rechazan las transfusiones porque ello implica trasladar el alma de una persona a otra. Cuestión que no sólo ha sido desmentida con evidencias científicas, sino que además es falsa desde el punto de vista teológico estando basada en una interpretación errónea de la Biblia.

¿En qué sentido, pues, puede tener lógica la existencia de una hamburguesa gay? Sí, lo adivinaron: en uno que funciona estrictamente como gancho comercial. Lo homosexual está de moda, gracias a que esos colectivos hoy cuentan con uno que otro integrante influyente que se ha dispuesto a reclamar derechos esenciales para él y su comunidad, lo cual no sólo es justo, sino además absolutamente justificable, más allá de que toda esta parafernalia haya dado como resultado la aparición de propuesta discutibles, como el denominado matrimonio igualitario. Sin embargo, lo importante a aclarar en este momento es caer en la cuenta de que los creativos de Burger King notaron la oportunidad de llevar adelante un buen negocio (que lo acabará siendo, independiente de las protestas de pastores y otros miembros de comunidades cristianas), que de paso les permite subirse al carro de la victoria, que en este tipo de coyunturas siempre termina significando estar de lado de lo que en un cierto momento la opinión pública considera bueno, algo que siempre desean las grandes empresas, pues finalmente es aquí donde se halla el grueso de sus potenciales clientes. Así como hace algunos años, la publicidad de las mayores corporaciones insistía en la relevancia de la familia, eslogan que explotaron hasta transformarlo en repetitivo, banal y odioso, se está efectuando en la actualidad con la homosexualidad, una avalancha que durará lo suficiente y luego se irá a los archivos, cuando la gente común se sienta hastiada por el constante bombardeo de los medios masivos de comunicación y aparte descubra que ya no hay nada que agregar al tema.

Por lo que deberíamos salir los cristianos a protestar, es en contra de estas cadenas que emiten productos de la llamada "fast food" (me niego a decirles alimentos), que con su abundancia de grasas saturadas contribuyen al aumento de los niveles de obesidad y todas las enfermedades que ello conlleva. Esto es, en términos generales, y no porque a un invento específico le añadan el rótulo de "gay". Quiero darles a conocer a los pastores que se han lanzado en picada contra Burger King que yo tampoco asisto a sus restaurantes ni compro sus creaciones. Pero he actuado así desde siempre y por motivos de salud, misma causa que me arrastra a repudiar a otras cadenas del rubro como Mc Donald's, que sé a muchos hermanos les provoca mayor atracción porque su publicidad está enfocada en el marco de los llamados valores tradicionales, entre los que se encuentra la mencionada familia. Peor sería que estas empresas, en un futuro cercano, lanzaran una hamburguesa cristiana, y con ella convencieran a una buena cantidad de ingenuos que, como una manera de demostrar su fe, empiecen a meterse porquería en su templo del Espíritu Santo.

domingo, 29 de junio de 2014

La Desafinada Música Cristiana

Muchos aún no salen de su estupor tras leer o escuchar las declaraciones de Tim Lambesis, fundador y antiguo líder de dos muy reconocidas bandas del llamado heavy metal cristiano: Society's Finest (Mejor Sociedad) y As I Lay Dying (Cuando Estaba Moribundo). Para quienes no lo saben, este mozalbete, el año 2013, cuando era considerado uno de los mejores exponentes de este peculiar estilo de música -tanto por personas vinculadas a círculos seculares como eclesiásticos- fue condenado a seis años de prisión por intentar matar a su esposa, con quien mantenía un proceso de divorcio y custodia de los tres hijos en común. Pues bien: hace unos días atrás, declaró en un entrevista que jamás había tenido fe, que era más bien ateo y que durante toda su carrera, lejos de alabar a Dios, buscó más bien el negocio. Como guinda de la torta, agregó que el noventa por ciento de los integrantes de conjuntos de rock cristiano son tan creyentes como él, y pidió a los muchachos que compran sus discos que "dejen de vivir en un burbuja".

El llamado rock cristiano, más que un estilo de música definido, en realidad consiste en tomar melodías seculares -a veces rozando el plagio- y sobre ellas colocar letras con mensajes religiosos proselitistas y citas bíblicas. En estricto rigor, lo único que se hace es remplazar, ya que se trata de ritmos de relativa simpleza donde la temática de las canciones más bien busca subvertir los llamados valores tradicionales así como los aspectos culturales más visibles del cristianismo, en un intento muy elemental de provocación. La idea que subyace detrás de este propósito es un esfuerzo ingenuo y algo bruto por tratar de evangelizar un forma de expresión juvenil a la cual se la ha tildado -por los mismos que a través de estas imitaciones pretenden revertir tales características- de libertina, transgresora o satánica. Y dado que se torna urgente evitar que los muchachos caigan en las garras de Lucifer, lo más común es que se tome el género, y muchas veces la agrupación que está de moda, y producir la mayor cantidad posible de clones de ella. Así, si en un momento están de moda los conjuntos metálicos, el punk o el teen-pop -donde hay un notable ejemplo con Justin Bieber-, la casi exclusiva preocupación es promover a los conjuntos que mejor se acerquen a tal o cual estilo.

El asunto es que las iglesias evangélicas han vivido desde su origen en la copia de los ritmos foráneos, incluso aquellos exponentes que han alcanzado gran calidad. Por ejemplo, Johann Sebastian Bach, quien era capaz de componer cuatro cantatas a la semana para ser tocadas durante la reunión dominical, empero lo hizo según el estilo barroco imperante en su época, similar al de sus contemporáneos Haendel o Vivaldi (este último, autor de piezas sacras encargadas por el papa de turno y destinadas a ser interpretadas en grandes catedrales). Después, algunos cánticos de alabanza tomados de ritmos folclóricos de los países donde se entonaban, en ciertos casos poniendo énfasis en sus variaciones kitsch (como cuando, a partir de la década de 1950, ciertos hermanos componían canciones basadas en boleros y en rancheras). Y en los tiempos más recientes, echando mano a los movimientos más pop. Siempre con la intención de generar el clon de la forma que se halla en boga. Nunca los cristianos reformados han conseguido elaborar un estilo de música que los identifique, como ocurre en el catolicismo con el canto gregoriano o con los rastafaris y el reggae. Lo más cercano a ello son el los himnos confeccionados por Lutero -con reservas, porque muchos de ellos surgieron a partir de canciones medievales- y el góspel. Pero la mayoría de los creyentes los desconocen o no les interesan, y en tal sentido es penoso escuchar a algunos que aseguran que se trata de antiguallas que no mueven espíritus.

Algo de cierto hay en las destempladas y por momentos injustas palabras de Lambesis. Porque si bien muchas bandas, a diferencia de lo que dice este sujeto, sí expresan los sentimientos genuinos de sus integrantes, el rock cristiano se ha transformado en una industria musical más, capaz de hacer ricos y famosos a los jóvenes que lo practican en un lapso más o menos breve de tiempo. Y muchos buscan reconocimiento personal bajo el pretexto de que así Satanás y sus ídolos de la droga y el sexo serán eclipsados. Y un género cada día más aceptado por el mundo secular -al extremo de que muchos conjuntos cuentan con fans que admiran este tipo de expresión pero que no son ni les interesa ser cristianos- es propenso a suscitar anomalías como la de este sujeto que trató de matar a su mujer. Recordar que estas agrupaciones tienen un apartado propio en el Grammy. ¿Tendrán sus miembros un apartado propio en el cielo?

                                                                                                                             

domingo, 15 de junio de 2014

Aysén: Aguas en Libertad

Finalmente las autoridades asignadas decidieron no aprobar el proyecto Hidroaysén, ese mastodóntico complejo de once centrales hidroeléctricas que se planeaba construir en la región más virgen y deshabitada del país. Los que apoyaban esta idea, no perdieron la oportunidad de colocar el grito en el cielo. Arguyeron que los integrantes del actual gobierno prefirieron darle la razón a una montonera de ecologistas románticos e irreflexivos con la intención de no bajar la popularidad en las encuestas, antes que buscar una solución al problema de la generación de energía, que en todo caso es una de las taras más significativas a nivel nacional, coyuntura que se refleja en las tarifas de la luz, que se hallan entre las más altas del mundo.

Estamos de acuerdo en que el ecologismo es ante todo un movimiento religioso que se encuentra bastante alejado del rigor científico, incluso del que existe en la biología y en la ecología, disciplinas a las cuales sus integrantes pretenden acercarse. Sin embargo, eso en caso alguno constituye un subterfugio para negar una más que visible realidad. Hidroaysén era un proyecto demasiado elefantiásico, al punto que hasta se le pueden colocar calificativos como demencial o delirante. Hablamos de casi una docena de centrales hídricas, construcciones que de por sí ya son de gran tamaño, sin contar el indispensable anexo de los lagos artificiales. Un ecosistema determinado es capaz de soportar dos o tres de estas edificaciones, pero jamás once, y eso aunque cuente con una extensión más o menos amplia. Por si fuera poco, firmas ajenas a las que participan en esta iniciativa, pero que se encuentran ligadas por asuntos de negocios, aguardaban con ansias una decisión positiva sobre el particular, ya que deseaban agregar una decena de generadoras más, en un intento -consciente o no- de presentar a la región de Aysén como la gran abastecedora energética del país, en una especie de creación de una imagen turística y propagandística distinta a la tradicional, donde abunda la insistencia en un paisaje no tocado por la mano humana, en que destacan bosques impenetrables y ríos indomables, precisamente las características que por su lado defendían los detractores a la concreción del
complejo

Fuera de ello, cabría formular ciertas consideraciones, que dan para al menos sospechar del propósito expuesto de ofrecer la opción de reducir las cuentas de la luz, algo que en los últimos días ha sido tan cacareado por los defensores de este proyecto. Para comenzar, es preciso señalar que las centrales hidroeléctricas requieren la instalación de una costosa infraestructura, la cual después es preciso mantener con mucho denuedo. La generación de electricidad, por su parte está sujeta a los vaivenes climáticos, y de los lagos artificiales no se puede esperar una existencia tan larga (en promedio tienen cien años de vida útil y quinientos de vida en general). Además, hay un porcentaje de energía que se pierde en el transporte, y si consideramos que lo producido en Aysén iba a ser dirigido a la ya distante zona central y a las faenas mineras del norte, al respecto nos topamos con un curioso círculo vicioso (para compensar la cantidad derrochada es necesario construir una edificación más grade y cara). Sin contar que las torres de alta tensión tenían que construirse sobre un territorio que en algunas partes ni siquiera cuenta con caminos, por lo cual se trataba de una inversión gigantesca. Con esta amalgama de datos, uno llega a preguntarse qué de realista y pragmático -condiciones sine qua non para que una empresa económica llegue a buen puerto- tiene Hidroaysén. ¿Había un intento por parte de poderosos capitalistas de pasar a la historia? ¿O de demostrar que eran capaces de perfeccionar la naturaleza (que fue una de las mayores obsesiones de los comunistas soviéticos)? ¿Decir que convirtieron, principalmente gracias a su propio esfuerzo, a una región equis en la proveedora nacional de electricidad? ¿Volteando y transformando por completo su rasgo más visible? Tal vez sus propósitos eran más terrenales, por ejemplo traspasar los costes a los clientes y así obtener más dinero gracias a la especulación financiera. No lo olvidemos: lo de la eventual caída de las tarifas es más un subterfugio para blindar este proyecto frente a la opinión pública.

Uno no debe descartar bajo motivo alguno cualquier fuente de energía. Pero debe haber un justo y necesario equilibrio entre las distintas alternativas, ya sea térmica, hídrica, eólica, solar o incluso nuclear. Cualquiera que se prefiera de modo excesivo sobre las otras, aún con el pretexto de que es más limpia al medio ambiente (y en el caso del uso del agua, no es así), a mediano plazo ocasionará inconvenientes ecológicos. Y ya que mencionamos la producción de electricidad mediante quema de combustibles fósiles: en la región de Aysén existen importantes yacimientos de carbón, que a diferencia del que hasta hace algunas décadas se extraía en Lota, es relativamente estéril en términos de contaminación atmosférica. En la zona ya se ha instalado pequeñas minas, y los procesos de explotación han obligado al empleo de los siempre presentes químicos, que acá no son muy controlados por tratarse de un territorio ajeno a los más conocidos en términos de faenas mineras. Varios depósitos iban a quedar sumergidos por los lagos artificiales abastecedores de las centrales de Hidroaysén. Ahora queda una nueva opción de trabajo. Y un nuevo debate.

domingo, 1 de junio de 2014

Aborto o El Nuevo Santo Grial

A pesar de que el gobierno ha insistido en que sólo pedirá la aprobación del aborto para casos terapéuticos o de violación, ciertos grupos se han formado tal nivel de expectativas que ya suponen que el proyecto de ley irá más allá. Otros, con más entusiasmo que realismo, pretenden organizar protestas incluso enfrente de las altas autoridades de la iglesia católica, o en los frontis de los templos más emblemáticos de aquella religión, como en efecto ocurrió tanto el año pasado como hace unas cuantas semanas; convencidos de que con el bullicio callejero obtendrán réditos en cuanto a una mayor extensión del límite trazado para ejecutar interrupciones del embarazo. Desde luego, tal nivel de esperanzas no considera el poder de presión que a pesar de todos los golpes aún ostentan los sectores conservadores, entre los que por supuesto cabe agregar al romanismo. Más aún: la posibilidad de quedar nuevamente en nada es casi tan probable como la aceptación del malparto en los términos propuestos por la actual administración gubernamental.

Durante dos y media décadas, los curas han impuesto su visión moralina de las cosas y han logrado impedir que en las escuelas se informe acerca de los métodos anticonceptivos, lo cual ha sido una de las causas del aumento de la maternidad adolescente, además de constituir un retroceso respecto de la dictadura militar, donde, aún de manera acartonada, se mencionaban estos procedimientos con menos temores que ahora. Pero aparte de ello, han conseguido que los ciudadanos comunes tengan un menor acceso a cualquiera de los diversos mecanismos de planificación familiar, incluso de los que tienen la venia del Vaticano. Sobre todo esto, como guinda de la torta (o como demostración más visible de la pureza moral a la que nos han sometido nuestros auto proclamados tutores), se encuentra el impedimento al aborto bajo cualquier circunstancia, hasta en casos de fetos inviables que para colmo colocan en riesgo la vida de la madre. Bien: algunos aseverarán que esa última situación está aceptada en los códigos jurídicos -irónicamente descrita como "interrupción del embarazo"-; pero todos sabemos que la mayoría de los médicos se muestran dubitativos al instante de aplicarla por temor a ser sometidos a un encartamiento, y hay testimonios muy abundantes acerca del particular.

Quienes han contribuido a cimentar este cúmulo de restricciones no han tomado en cuenta que la prohibición del aborto no sólo se ha transformado en la evidencia más palpable del edificio que han construido, sino que también se ha tornado un punto de referencia para los detractores y enemigos declarados de esa misma estructura. De tal manera que estos últimos han terminado por dejar de observar otra cosa en el horizonte excepto la proscripción final, y hallados en una situación en donde ya no aguantan el exceso de sometimiento y requieren una urgente válvula de escape, no buscan otra cosa sino hacer daño en el elemento más simbólico de sus rivales, que además vislumbran como el único camino para liberarse tras un tiempo prolongado de opresión e injusticias. Es lo que está presente en los partidarios del malparto libre. Lo miran como un símbolo de desplome de algo que hace rato no soportan. Y en parte por ello, se han vuelto llanos a considerarlo como un método anticonceptivo a la par con los demás, aparte de la demostración de que lo antiguo e inaceptable ha sido por fin derribado. Es simple: los más relajados están participando del juego de los grupos conservadores, quienes deben sentirse orgullosos porque a la larga esto es otro saldo de su vocación tutelar para con el resto de los ciudadanos.

Consecuencias además de haber reducido la calidad del debate -y el foro mismo- a una insistencia enconada e irreflexiva en el "no". Fuera de utilizar la interrupción del embarazo como muletilla para advertir de lo que podría suceder si se liberaba esto o lo otro. ¿Cuántas veces les oímos decir a los curas, cuando se pretendía legislar sobre un aspecto de orden moral, que ello iba a conducir a un desprecio por la vida, sacando de manera abierta o subrepticia el asunto del aborto? Se insistió en él cuando se discutía la ley de divorcio, y de nuevo se lo citó cuando surgió el asunto de la píldora del día siguiente o cuando se quiso redactar iniciativas que ratificaran el protocolo internacional sobre derechos de la mujer (que aún no se aprueban en Chile, por cierto) El malparto era un crimen atroz y eso implicaba de forma adicional oponerse al uso de anticonceptivos porque ambas prácticas estaban relacionadas respecto del eventual rechazo a la maternidad. En la actualidad, una generación hastiada y carente de información lo apoya no sólo como mecanismo de planificación familiar, sino como un emblema de la necesaria independencia. Sí, señores del romanismo: ustedes han ganado. En dejar como herencia una masa irreflexiva que sólo atiende a las respuestas concretas que puedan reafirmar sus convicciones (precisamente lo que ocurre con la fe cuando se profesa de modo reaccionario). Afronten los resultados, en especial cuando ha quedado al descubierto que vuestra merced es incapaz de entregar dichas respuestas.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Por Ser Carabinero

Hace unos días, un juez de un tribunal de primera instancia decidió no someter a proceso a un joven acusado de participar en una violenta agresión en contra de un carabinero, hecho ocurrido durante las protestas del día del trabajador, y en donde varios sujetos rodearon al policía, al cual golpearon y luego patearon en el suelo. Incluso, de no ser por la intervención de otros integrantes de la manifestación -quienes por acometer tal acción igualmente recibieron lo suyo-, las consecuencias para este guardia habrían sido mucho más graves que la pérdida de un par de piezas dentales, que finalmente fue lo más delicado que le ocurrió. Es este cúmulo de antecedentes lo que impulsó la indignación de quienes no aprobaron la decisión del magistrado, el cual consideró insuficiente las pruebas otorgadas por los acusadores, que consistían en fotografías e imágenes audiovisuales donde aparece un rostro parecido al del muchacho que se buscaba encartar, además de relatos de algunos aunque no de todos los testigos; y en cambio le resultó más convincente la coartada del imputado, que negaba su presencia en el sitio del suceso. Se optó finalmente por evitar el bochorno, que se ha vuelto tan común en el sistema judicial chileno, de mantener encarcelado a un inocente, pese a tratarse de un delito que reserva consideraciones especiales para los culpables.

Existen testimonios que aseveran que este teniente de carabineros formaba parte de un grupo que al ver a la turba dirigirse contra ellos decidió huir, pero que en la retirada olvidaron a este funcionario, quien por su parte no se percató de la estrategia empleada por su compañeros, y cuando se dio cuenta ya estaba lo suficientemente solo. De ser así, entonces no se trataría de un piquete destinado a controlar los disturbios que, en mayor o menor medida, suelen acompañar a las marchas callejeras. Lo que permite asociar este hecho con uno acaecido en 2011, donde otro grupo de policías, que regresaban al cuartel tras efectuar labores de vigilancia, fue emboscado por una turba descolgada de una protesta en demanda por la calidad de la educación, recibiendo uno de ellos un certero golpe en el rostro efectuado con una patineta. O lo que les pasó a otros dos efectivos en 1998, quienes conducían una patrulla, y tras detenerse esperando el cambio de color de un semáforo, les llegó un cóctel molotov arrojado por un detractor de Pinochet pocos días después que el tirano fuera detenido en Londres. En las tres ocasiones citadas, de las cuatro que yo recuerde que en los últimos tiempos un guardia haya sacado la peor parte en una reclamación pública (la otra es el carabinero que terminó con parte de su rostro quemado en las afueras de la universidad ARCIS en 1999), prevalece un aspecto común: los lesionados no pertenecían a las Fuerzas Especiales, esa odiosa división policial que tiene connotaciones de brigada anti motines y que se lleva la gran tajada de denuncias por abusos durante las manifestaciones.

Algo que a las claras habla pésimo de estos grupúsculos que se dedican a enturbiar las protestas que, de más está decirlo, son legítimas. Los miembros de Fuerzas Especiales son sujetos entrenados y formados para repeler las manifestaciones, y en tal sentido, aunque su actitud colme la paciencia de los marchantes, ellos cuentan con el equipamiento y la preparación suficiente para resolver los conflictos a su favor. Mientras que los carabineros que efectúan otro tipo de labores, y que tienen la poca fortuna de encontrarse con una turba enardecida en el lugar y el momento equivocados, además de tener que lidiar con el factor sorpresa, carecen de la vestimenta e incluso de la capacidad de contestar a un puñado de personas que no son la clase de tipos violentos o difíciles que enfrentan a diario. Eso de cierta forma lo saben los atacantes, del mismo modo que los gorilas anti motines que salen en contra de los reclamantes están conscientes de que se encuentran en superioridad de condiciones. En ambos casos se trata pues de actos de cobardía, efectuados hacia quienes lo más probable es que no sean rivales. Y así como se asevera que los FE descargan sus frustraciones porque no les alcanzó el cerebro para más que ser pacos, o debido a la presión propia de quienes deben estar sometidos a la disciplina y jerarquía militares: de igual manera los responsables de desmanes canalizan la impotencia de no ser capaz de triunfar sobre un elemento atiborrado con escudo, casco, rodilleras y bastón de fuerza, lanzándose en picada en contra de sus versiones menos ataviadas. En los dos ejemplos, con provocaciones iniciales de por medio.

Ante esto, uno no puede sino estar de acuerdo con quienes estiman que para bajar los disturbios en las protestas, primero debe disminuir la violencia de los funcionarios de carabineros. Si estos individuos fueran un poco más amables, no se arriesgarían a que sus colegas recibieran el enojo de unos tipos doblemente enrabiados. En cierta forma se trata de romper el círculo vicioso. Pero aquí cabe desde luego una voluntad de los representantes del Estado, a quienes les corresponde reconocer su parte de responsabilidad y desde ahí ir a la raíz del problema, en lugar de apegarse al coro populista cada vez que un juez -quien decide en nombre de ese mismo aparato público, por lo demás- dicta una resolución considerada blanda o injusta. ¿Nunca han oído que la violencia, incluso verbal, sólo conlleva a más violencia?

domingo, 4 de mayo de 2014

Martín Larraín o Cuando La Familia es Buena

Indignación. Es lo único que cualquier persona con sus facultades cognitivas en perfectas condiciones puede sentir frente a la aberración cometida por Carlos Larraín, el conocido político derechista proveniente de un sector social acomodado, quien ofreció pagarle diez millones de pesos a la viuda de Hernán Canales, con el compromiso de que ésta desistiera de la querella contra su hijo Martín, quien atropelló y mató a ese ciudadano en un camino carretero de la localidad de Curanipe, luego de lo cual huyó y horas después dio una confesión falsa en un recinto policial, al parecer con el afán de que no se descubriera que estaba bebido. Un malestar general que se torna más profundo cuando uno analiza los acontecimientos y nota que el acuerdo antes mencionado es sólo el punto culminante de una seguidilla de injusticias en las que estuvieron involucrados los mismos tribunales, quienes rechazaron que otros familiares de la víctima -como sus hermanos, hijos o primos, que acompañaban al ahora occiso el día del fatal accidente- formaran parte de la demanda, reduciendo el respaldo de ella únicamente a la esposa, una mujer analfabeta y con prácticamente nulas posibilidades de proveerse de un abogado competente, incluso si fuera asignado por el sistema público.

Quizá la mejor manera de comprender la desfachatez, no tanto de Carlos Larraín como del sistema judicial, esté en la utilización del concepto de buena familia, que se aplica a núcleos conservadores de sectores altos, y por extensión medios, compuestos por un padre y una madre que llevan años de matrimonio, compromiso sellado ante un representante de la religión mayoritaria del país, y que en la medida de los posible cuentan con una alta cantidad de hijos (los del político son diez, de los cuales Martín es el menor). Porque dicho término implica que existe una suerte de lado oscuro, de mala familia o más bien de no-familia, que es una versión, más que opuesta, indeseada e indeseable. Y dado que los llamados buenos pertenecen a un estrato acaudalado e influyente, lo lógico es que los contrarios se ubiquen en las antípodas sociales, no tanto entre los más pobres sino más bien en el pueblo raso. Enseguida, considerando que lo correcto es lo que se debe cuidar con mayor celo, entonces es preciso resguardar al núcleo que cumple de mejor manera los estándares reseñados al comienzo de este párrafo. Condenar, siquiera encartar al benjamín de los Larraín, quien sólo cometió una chiquillada propia de su inmadurez, constituye un intento de destrucción de lo que es adecuado, lo que a la postre puede minar la moralidad de una nación. En cambio, lo otro es una masa amorfa y peligrosamente horizontal donde confluyen parientes cercanos y lejanos, en una mescolanza gregaria que se acerca a los planteamientos de los jipis y los socialistas.

Es la lección que le pretendieron dar los tribunales a la viuda de Hernán Canales. Padre, madre e hijos son los vértices de un triángulo creado por la sabia naturaleza. Cualquier instancia que rompa ese equilibrio es un hecho antisocial que no debe ser alentado. Por ello es que los hermanos y los hijos de la víctima merecían ser excluidos de la acusación contra Martincito. Tenían que estar preocupados de sus propios dependientes, y no ayudar a esposas o niños ajenos ni dejarse auxiliar por alguno de éstos, ya que eso significa que no hay orden al interior de la casa. Para colmo el jefe de hogar falleció, lo que a la larga es otro punto en contra de esta señora. ¿Cómo es posible que alguien con esa clase de antecedentes tenga el descaro de presentar pleito en contra de un muchacho que manejaba un costoso y estéticamente llamativo vehículo, el cual lo blindaba de eventuales ataques imprevisto, y con el cual además demostraba la importancia no de su familia, sino de la familia? ¿Cómo, más encima una piscina a la que apenas la entrelazaba la sangre, y que deambulaba por un camino asfaltado?

Es el problema de un país que privilegia de manera excesiva la ideología de la familia. Ésta, de manera irremediable, se acaba siempre reduciendo a los núcleos más altos, que cuentan con los recursos no sólo para mantener un buen número de hijos sino además evitar su exposición al exterior incluso cuando se trata de situaciones graves, lo que permite sostener el principio de lavar la ropa sucia en el hogar, donde hay unos padres competentes y repletos de valores. Al resto le queda afrontar las garras de la delincuencia, la adicción y el relajamiento moral. No importa su exterminio, más aún llega a ser aconsejable, pues representa una variante distorsionada y corrompida al estilo de los sistemas políticos descritos por Aristóteles, que es urgente extirpar porque entrega una mala imagen de lo que se cree. ¿Cómo fue que Hernán Canales y su esposa, o sus más cercanos, no fueron capaces de ahorrar lo suficiente para adquirir un automóvil, y así evitar que auténticos desconocidos sirvieran como escudos humanos mutuos? Una conclusión que subyace en decisiones como enviar a niños a orfanatos o quitárselos a sus progenitores biológicos para otorgarlos en una adopción irregular. De lo cual hablaremos más adelante.

domingo, 20 de abril de 2014

En el Arca Todo Cabe

Mucho se ha escrito acerca de la última película de Noé dirigida por Darren Arofnosky, en especial dentro de los círculos cristianos. Se ha dicho que el filme se vale de fuentes de dudosa procedencia, como apócrifos de origen hebreo, e incluso de textos provenientes de movimientos que surgieron en paralelo al cristianismo primitivo, y que rivalizaron con éste, como el gnosticismo. Desde luego que son debates que se circunscriben al ámbito teológico, y no consideran la calidad artística de la producción, toda vez que para muchos de los reclamantes, cuando se trata de recrear pasajes bíblicos, ambos elementos deben estar unidos y mantener una relación de mutua dependencia. Aunque de todas formas, los críticos coinciden en que esta realización va de lo regular a lo aceptable, y que no va a trascender lo suficiente, restringiendo sus exhibiciones futuras a uno que otro pase en televisión durante la Semana Santa.

El arca de Noé habrá sido de dimensiones colosales, pero el espacio que se le dedica a esa gesta en Biblia está muy acotado, reduciéndose a una mera anécdota incluso dentro del libro que la contiene, el Génesis. Siendo realistas, todo lo que se narra acerca del diluvio y la construcción de la embarcación no da para más que un cortometraje o un segmento de un filme largo, como de hecho estos acontecimientos fueron tratados en "La Biblia en el Principio" de John Huston. Quizá haya sido la manera en que se abordó en dicha producción este pasaje de las Escrituras, lo que finalmente motivó la realización de una obra bastante más extensa. Pues la viñeta cuenta con una extraña dosis de ironía y comicidad, en contraste con su par bíblico que jamás abandona el tono solemne. Tal vez se eligió esta historia para introducir tales elementos a fin de distender una película que podía terminar siendo tediosa debido a sus palpables pretensiones de seriedad, opción que se eligió lo más probable para no generar protestas entre la gran cantidad de personas que consideran estos sucesos como verdad revelada y sagrada. Entonces, en un afán de evitar tanto la censura como la mala taquilla, se decidió romper levemente con el estilo en un fragmento menor. Sin embargo, ni los guionistas ni el director consideraron la mediana popularidad que la epopeya de Noé tiene dentro de las iglesias, donde se suele recurrir a ella enseñándola en el formato de un cuento para niños. Un cúmulo de factores que debe haber dejado con sangre en el ojo a varios.

Por otro lado, el género cinematográfico conocido como péplum, que encasilla a las películas que tratan historias bíblicas o se ambientan en la Antigüedad clásica o la Edad Media, no se caracteriza por sostener una fidelidad con los relatos de las Escrituras que se busca recrear. Por ejemplo, en los filmes de origen católico se incluyen citas de textos apócrifos redactados entre los siglos III y IV, que en esa organización son admitidos como fuente inspirada mediante la denominada tradición. La muestra más evidente de ello es "Un Niño Llamado Jesús", basado casi exclusivamente en los protoevangelios. Pero también hay momentos en "Jesús de Nazareth" en los cuales también se sucumbe a esta tentación. Mientras que las producciones oriundas de Hollywood o de sus afines, desarrolladas en el seno de un país de tradición evangélica, prefieren rellenar el guion con escenas cuyo aporte a la trama es escaso, quizá temiendo que el agregado de secuencias de propia cosecha capaces de despertar interés, provoquen el reclamo de agrupaciones más conservadoras y religiosas, quienes llamarían la atención acerca de un elemento ausente en la Biblia pero con la fuerza suficiente para generar distracción y llegar a hacer creer a los espectadores que forma parte de la verdad revelada (como una encuesta reciente hecha en naciones anglosajonas, que dio a conocer que muchos niños creían que personajes como Superman o Harry Potter aparecían en el Nuevo Testamento). El Noé de Arofnosky, según entiendo, cuenta con influencias de los dos casos expuestos aquí, por lo que se trataría de una curiosa muestra de globalización, que igualmente afecta a los distintos seguidores del cristianismo.

Muy hermosa será la epopeya del arca de Noé. Pero en la Biblia, e incluso en el ámbito del Génesis, las historias de los patriarcas antediluvianos son una simple introducción a lo que realmente importa, que es la gestación del pueblo de Israel, y a partir de ahí, de la expansión del mensaje de salvación universal a través del cristianismo. Los relatos que anteceden a Abraham constituyen un mero recordatorio de que Dios existe y estaba ahí antes de la formación del mundo. Sin embargo, deben ser tomados como la antesala a lo que de modo indiscutible es más valioso. Así lo entendió el autor de la Torá y así lo debemos comprender nosotros en la actualidad. Que la gesta de Noé se le siga inculcando a los niños: totalmente de acuerdo. Pero con la conciencia de que la infancia es una etapa primigenia de la existencia, donde entre otras cosas se debe preparar a los muchachos para la edad adulta.


domingo, 6 de abril de 2014

El Bautizo de Córdoba

Muchos comentarios (pero no un escándalo, como habría sucedido hace sólo un par de años) generó el bautizo efectuado a una bebé en un templo católico de Córdoba, Argentina, hija de una pareja de lesbianas, la cual fue concebida por una de las dos mujeres mediante inseminación artificial. Los sacerdotes que estaban a cargo del recinto confirmaron en los medios de prensa que autorizaron la administración del sacramento aún conociendo la estructura familiar que rodeaba a la recién nacida, en parte cumpliendo las máximas de Jesús respecto al trato hacia los niños, así como también aceptando el principio cristiano de que el pecado es de exclusiva responsabilidad individual y al contrario de lo afirmado en el AT no se traspasa a las generaciones más jóvenes; y lo más probable, remembrando aquella sentencia emitida por el papa Francisco, también argentino, quien señaló que no era nadie para juzgar a un homosexual, declaraciones que se desprenden de otro principio prescrito a los creyentes, pero que a la luz del caso que nos convoca, no deja de esconder un cierto grado de ambigüedad.

Cuando el rechazo a la tendencia homosexual comenzó a perder terreno, a mediados de los años 1960, y en concordancia con la contingencia social que se dio tanto en esa década como en la siguiente, empezó a su vez a cobrar fuerza una versión exagerada de la caricatura del afeminado, que remató en esa imagen del marica chillón y avasallador que acompañó al auge de la llamada onda disco, y que se reflejó en la actitud de agrupaciones musicales como Village People, y con pretensiones más artísticas, Queen. Eran los tiempos de decadencia máxima de todo el ideario surgido con la denominada revolución de las flores, pero en donde igualmente las conductas libertinas llegaban a su mayor apogeo, representadas en aquellas discotecas como la Studio 54 donde se bebía, se consumían drogas y se copulaba con cuanto desconocido saliera al paso, sin importar su condición social o género. Entonces, la moda consistía en demostrarles, no sin un dejo de arrogancia, ya no a los grupos conservadores, sino a los individuos más recatados que sus normas culturales se batían en retirada. En esa vorágine de hedonismo, la homosexualidad era vista como la guinda de la torta. Y los gay de la época estaban conscientes de ello y lo explotaban, quizá porque les permitía obtener mucho dinero y además ser la ropa atractiva de la vitrina. Por lo que asumían con gusto y una sensación de triunfo dicho rol, que los transformaba en símbolos de un destape que no sólo abarcaba el libertinaje propiamente tal, sino que también algunos comportamientos definidos en círculos mojigatos como depravación.

Pero hacia 1981 apareció el sida, que en sus inicios cargó con el mote de ser una enfermedad de homosexuales, y estas conductas comenzaron a ser miradas con recelo, una situación que, dándose la lógica, afectó en especial a sus representantes más plausibles. Fue entonces que los gay experimentaron un breve periodo de repliegue que les sirvió para elaborar una nueva estrategia que impidiera que se produjera un retroceso en la aceptación de su tendencia. De esas divagaciones de orden quizá más intelectual -una actividad que requiere de necesarias dosis de recato- se desprendieron propuestas como el matrimonio igualitario, la adopción de niños y en el caso de las lesbianas el embarazo por inseminación, iniciativas todas que han ocasionado bastantes quebraderos de cabeza entre algunos grupos religiosos. El gay podía llegar a ser un correcto padre de familia, institución símbolo de la moralidad, los buenos modales y el conservadurismo. Las salidas de armario, por su parte (efectuadas por personas de trayectoria reconocida por todas las capas de la sociedad, y que por lo tanto no corrían riesgos muy alto a la hora de tomar esa determinación), aportaron a la causa a personas que pertenecían a círculos reconocidos y respetables, como empresarios, políticos o profesionales. El ámbito de estos sujetos ya no se restringía a estilistas, peluqueros u otros oficios vinculados a la frivolidad del espectáculo. Muy por el contrario, entre ellos había una gran cantidad de integrantes de cuello y corbata, capaces de debatir sin siquiera provocar en el interlocutor una evocación mental de los estereotipos clásicos. Hechos que permitieron que también asomara la cabeza el por entonces poco atendido lesbianismo, recordando esas convicciones que asocian a lo femenino con el diálogo, pero además con la renuncia al avasallamiento y a la arrogancia.

Esta homosexualidad de pareja estable (que ha impulsado a condenar de modo enérgico, por ejemplo, a los bisexuales) es la que conquista terreno en la actualidad y la que se halla detrás de estos supuestos cambios de mentalidad que para los colectivos gay se han transformado en importantes logros. Por ello, no es extraño que en la iglesia católica, con su propio papa a la cabeza, se manifieste un cierto nivel de tolerancia y hasta de simpatía hacia situaciones como la de la pareja de lesbianas expuesta aquí. Una organización reaccionaria como quien más, pero que ha sido debilitada producto de una serie de golpes recibidos que han resultado bastante más poderosos que una epidemia viral. Y entre dos agrupaciones que después de todo tienen un determinado grado de afinidad, quizá no ideológica pero sí emocional o circunstancial, ambas disminuidas en sus fuerzas, surge la solidaridad mutua con la intención de recuperar la reciedumbre y volver al sitial de prestigio a imponer sus términos. Ha ocurrido siempre así incluso entre los que en apariencia eran los enemigos más enconados. Pero en fin: parafraseando el dicho, el diablo los junta para formar con ellos al anticristo.




domingo, 23 de marzo de 2014

Un Dios Que Te Odia

Durante el fin de semana se produjo el deceso de Fred Phelps, el fundador y hasta hace unos meses líder de la inefable Iglesia Bautista de Westboro, ese grupo autónomo conformado por miembros de tres familias, todas emparentadas entre sí, que se hizo conocido por los hostigamientos que efectuaba en los funerales de las celebridades, insistiendo delante de los deudos que a causa de su conducta terrenal iban a terminar en el infierno, así como en los velatorios de los soldados norteamericanos caídos en alguna de las tantas intervenciones de Estados Unidos en territorios extranjeros, no para protestar por la política belicista del país, sino para recordar que, de acuerdo a su propia y peculiar interpretación de las Escrituras, estos hechos formaban parte del enojo divino contra una nación que estaba abandonando los principios bíblicos y tolerando la existencia de la homosexualidad, tendencia que de acuerdo a estos religiosos debía ser condenada con la muerte.

Desde luego que hay bastante de morbo, sensacionalismo y prensa amarilla en torno al fenómeno Westboro, algo que probablemente Phelps nunca se detuvo a analizar en profundidad (la mayoría de estos extremistas religiosos, en todo caso, son poco reflexivos). No obstante, de seguro sí que tanto él como sus dirigidos estaban al corriente de lo que provocaban alrededor suyo, y empleaban tales consecuencias en favor de la divulgación de su mensaje, del que al menos este líder parecía muy convencido.   Así, esa hoguera de frivolidades que integraban todas la celebridades a las cuales Fred atacó de manera tan denodada, finalmente le permitió tanto a él como a su grupo ganarse un lugar en la opinión pública norteamericana y cristiana universal. Juego que en este último tiempo se le volvió en contra, cuando una comunidad de filiación satanista llevó a cabo un ritual en la tumba de su madre, devolviendo con la misma moneda las desagradables intromisiones efectuadas por esta congregación en las pompas fúnebres. Y que ahora anunció que realizará una serie de danzas con el propósito de asegurar que el recién difunto permanezca en el averno para que Mefistófeles lo transforme en gay. Odio con odio se paga.

Sin embargo, ¿fue sólo el sensacionalismo lo que ayudó a instalar en los márgenes más amplios de la sociedad a una insignificante iglesia familiar sita en un suburbio de Topeka? Por cierto que fue un factor muy significativo, en especial en un país que en muchos aspectos, también espirituales, ha sentado pautas en lo que se refiere a frivolidad. Pero esto tiene un punto de partida que subyace en el subconsciente de la mayoría de los norteamericanos, sobre todo en quienes están ligados al cristianismo evangélico. Aunque tal vez ninguno se atreva a irrumpir en un funeral con un cartel que asevere que Dios odia a los maricas, varios en los púlpitos y en los medios de comunicación especializados llaman a detener con la mayor fuerza y de cualquier modo la llamada agenda gay, buscando que a los homosexuales se les nieguen hasta los derechos humanos más básicos, ya que según ellos su conducta está relacionada con los más diversas aberraciones y los más abyectos abusos sexuales, cuestión que está comprobada que no es cierta y que además no es sino una versión más suavizada de lo que preconizan los Westboro, quienes acusan a estas personas de constituir la causa casi exclusiva de todos los males del mundo. Cuando acaece un asesinato homofóbico, muchos de estos creyentes alientan a no darle importancia, pues la víctima era un pecador que recibirá el castigo eterno. Y un grueso muy relevante opina o realmente concibe la idea de que dicha minoría es de lo peor, más aún que los más crueles impíos.

Fred Phelps podrá ser una variante extremista e inaceptable. Pero sólo constituye la punta de un témpano. Muchas de las actuaciones del recién fenecido pastor forman parte de los comentarios privados o los sermones de muchos hermanos, quienes no buscan cruzar la barrera por un asunto de buena crianza. Es por ello que pudo darse un individuo con tales características. Porque hay una base de prejuicios sociales detrás, por desgracia alentados por muchas de esas iglesias que hoy rasgan vestiduras y dicen que lo de Westboro es un camino equivocado. Cabe recordar que en algunas comunidades evangélicas, en los discursos de despedida de algún occiso que en vida no actuó conforme a la visión de sus connacionales de acuerdo a los dictámenes divinos, se le dedicaban discursos en los cuales se aseveraba que dicho finado se pudriría en el infierno. Y parece que hay cosas que no cambian. Ya que por estos mismos días un predicador norteamericano, de visita en Brasil, recalcó que Dios aborrece tanto al pecado como al pecador y que la sola tolerancia a la existencia de los homosexuales era un acto de cobardía y en consecuencia de apostasía que iba de seguro a significar la pérdida de la salvación. ¿El Señor es amor y también fuego consumidor? Completamente de acuerdo. Pero cuidado: no los vaya a terminar fulminando a ustedes.

                                                                                                                                      

miércoles, 12 de marzo de 2014

Tradicionalmente Gay

Vaya que debe ser difícil la disyuntiva para algunas iglesias evangélicas tradicionales y nacionales que existen en Europa. Como algunas son financiadas por el Estado respectivo ya desde tiempos de la Reforma, han sido obligadas a aceptar que dentro de sus templos se efectúen bodas homosexuales cuando los contrayentes así lo soliciten, en aquellos países donde esa forma de matrimonio ha sido aprobada, pues los aportes gubernamentales las transforman en un bien de uso público disponible para todos los ciudadanos sin diferencias (en lugares muy conocidos por sus notables sistemas de bienestar). Ciertos líderes y pastores se han resistido a estas prescripciones, y en casos puntuales han obtenido pequeños triunfos. Otros, por su parte, se resignan, mientras un tercer grupo recibe estas disposiciones con entusiasmo, ya que ven en su aplicación una señal de apertura y una posibilidad de cumplir el mandato de Jesús que llama a hacer lo correcto con el prójimo aún tratándose de un enemigo físico o un adversario ideológico.

Aunque en la actualidad la mayoría de las congregaciones evangélicas más antiguas, sean nacionales o no, están rodeadas por un halo de progresismo, tolerancia y liberalidad -en especial cuando se trata de abordar temas relacionados con la moral personal-: dicha conducta no se condice para nada con lo que mostraban en sus primeras épocas. Más aún: un buen número de estas comunidades se caracterizaba por una actitud mucho más hermética de la que hoy son capaces de exhibir, por colocar un ejemplo, los fundamentalistas más conservadores. A modo de demostración, baste recordar que hasta hace cien años, los anglicanos de Canterbury no aceptaban como dirigentes a personas zurdas, por aquello de que tras la parusía los justos se sentarían a la diestra de Dios mientras que los impíos a la izquierda (una alegoría que está basada en aspectos de la cultura romana, pero en fin...). Ni hablar de lo acalorado que ha acabado siendo el debate en esa misma organización británica, desde que sus altas cúpulas decidieron incluir a mujeres como pastores y obispos (esto último aún no aclarado del todo). Situaciones que se repitieron, con diversos matices, entre los luteranos holandeses y nórdicos, los cuales llegaron a alentar sendos procesos de brujería.

Con una velocidad mucho más lenta de lo ideal, estas congregaciones han ido abandonando dichos prejuicios. No obstante, para el grueso de la sociedad aún quedan barreras por franquear, y una de ellas es la aceptación de los homosexuales, incluso al interior de los templos. Asunto complejo porque esa tendencia es condenada de punta a cabo en la Biblia, a diferencia de las proscripciones de antaño que más bien estaban sustentadas en interpretaciones erróneas o puntuales de textos específicos sobres los cuales era necesaria un mayor acto exegético. Pero como el pasado condena, y a través de varios siglos los gay han padecido condiciones similares a las experimentadas por las mujeres, los niños, los discapacitados o los grupos étnicos considerados inferiores: entonces no faltan quienes exigen una explicación respecto a por qué se continúa dejando a un colectivo en la marginalidad a la vez que se acoge a todos los demás (y pidiendo disculpas públicas entretanto). Fuera de que es preciso acotar que estas iglesias se hicieron eco de las políticas de sus respectivos Estados protectores, cuya integridad estaban llamadas a salvaguardar. Por lo que en los gobiernos de tales países igualmente se siente una obligación con el particular, y la manera de mostrar un cambio de actitud es entregando nuevas orientaciones a las instituciones dependientes (de qué otra forma en cualquier caso).

En tal sentido, las nuevas iglesias evangélicas (tomando como punto de partida el Estados Unidos de mediados del siglo XIX) no se sienten tan atadas a una responsabilidad ética ni a una sensación de culpa -en el asunto que tratamos en este artículo, de más está decirlo- y sus componentes pueden emitir sus condenas contra los homosexuales con bastante más libertad y convicción. Más aún: en algunas de ellas se han retomado elementos como la restricción del ministerio femenino o incluso la segregación de grupos etáreos en determinados casos, si bien esto último casi siempre se restringe a aspectos de orden ideológico (personas con pensamientos progresistas, por ejemplo). Ocurre que tales congregaciones surgieron cuando sus antecesoras ya no respondían a las inquietudes de los cristianos y la predicación del mensaje y hasta el concepto del ágape se encontraban ausentes. El problema radica en que cada día presenciamos una hendidura más profunda entre quienes desean avanzar en la eliminación de prejuicios nocivos introduciendo modificaciones no menos nefastas, y quienes a modo de reacción se aferran a dichos prejuicios creyendo que constituyen palabra de Dios porque la sociedad no cristiana los detesta. Y en el medio, como la población civil en una guerra, están las almas que buscan a Jesús y no lo encuentran, pues no reciben la orientación adecuada de quienes debieran acudir en su auxilio.