domingo, 31 de marzo de 2013

La Última Tentación de Brian

¿Por qué "La Vida de Brian" nunca ha sido exhibida por televisión abierta en Chile? No se puede explicar esta omisión como consecuencia de su marcada heterodoxia, ya que otro filme que en su tiempo desató una violenta polémica, "La Última Tentación de Cristo", sí ha conocido las pantallas de los canales de libre recepción, y durante la Semana Santa. Quizá el meollo del asunto está en que no provocó un escándalo de proporciones como sucedió con la película de Scorcesse, que por estos pagos fue víctima de un dictamen judicial que selló se prohibición, ocho años después de su estreno internacional. Y por lo tanto, jamás ha contado con una exposición mediática, que si bien, como en la situación recién expuesta, puede resultar perjudicial en un momento, a la larga siempre termina acarreando réditos positivos.

Sin embargo, la comedia de los Monthy Python merece no sólo ser rescatada sino además conocida por un público masivo. Fuera de que observarla por estas fechas se traduce en una acertada oportunidad para compararla, no sólo con las realizaciones que suelen atiborrar los receptores de televisión desde el Viernes Santo hasta el Domingo de Pascua, casi todos tan grandilocuentes como insípidos; sino además con el mensaje de los evangelios, o mejor dicho, la manera distorsionada en como tales palabras se difunden y practican por la cristiandad contemporánea. Primero, porque a pesar de aparentar lo contrario, principalmente debido a su recurso humorístico, el filme no se aleja de lo expuesto en la Biblia, siendo un incluso un grave error calificarlo de hierático o blasfemo (adjetivos que, al menos desde el punto de vista de los religiosos más conservadores, sí se le pueden aplicar a la ya mencionada producción de Martin Scorcesse). Para empezar, las burlas están dirigidas especialmente contra algunas costumbres muy arraigadas entre los israelíes del Nuevo Testamento, como la lapidación o la actuación de los celotes, que son criticadas por el mismo Jesús y más tarde son rechazadas de modo categórico por los pastores y misioneros de diversa índole. También se coloca énfasis en la conducta de los seguidores de Brian, que en ciertas ocasiones recuerda a aquellos ángeles que, al comienzo del libro de Hechos, llaman a los apóstoles a dejar de quedarse mirando al cielo y a dedicarse a propagar la palabra de salvación que para eso han aceptado ser discípulos de Cristo. Aparte de ello se hace hincapié en aspectos de la época que han sido verificados tras sucesivas investigaciones las cuales cuentan con la aprobación del grueso de los ministros, por ejemplo la enorme cantidad de personas con pretensiones mesiánicas que abundaban en la Palestina de entonces, y que tendían a confundir al pueblo más que constituir una guía. Más todavía: cosas de la creencia popular, que algunos han señalado como símbolos de lo errado que estaba entonces y aún está el culto judío -y que les ha valido a sus emisores ser tachados de antisemitas- igualmente aparecen, como aquel árbol que una turba considera que produce los frutos de la sabiduría divina.

Los detallistas de siempre -que tienen una actitud semejante a esos gafapastas que ven los filmes una y otra vez sólo para descubrir errores de ambientación o de continuidad- de seguro destacarán que esta película posee aspectos que no están acordes con la época ni el lugar históricos en los cuales desenvuelve su trama. A saber, el hecho de que jamás existió un Coliseo en Jerusalén. No obstante, es importante acotar que nos hallamos frente a una sátira, donde la rigurosidad de las reconstrucciones por definición no es un factor que deba medirse con especial celo. Además, en el marco del péplum hay un sinnúmero de obras que se presentan como serias y que empero fallan en una incontable cantidad de cuestiones puntuales. Para comenzar, la lengua, que siempre es el inglés en circunstancias que ese idioma surgió varios siglos después de acontecida la Antigüedad clásica. Luego, los decorados, que en realidad mezclan las ideas de los diseñadores de Hollywood con las convicciones populares. Enseguida, ciertas secuencias que están ausentes en la Biblia y que sólo se utilizan como relleno o en los avatares propios de la continuidad cinematográfica; mientras que otras están basadas en leyendas creadas durante el devenir de las centurias o que pertenecen a aquellos textos apócrifos sentenciados como la verdad revelada mediante la Tradición por la iglesia católica. Lo delicado de todos estos añadidos es que son exhibidos como pasajes bíblicos auténticos y por lo tanto contenidos del mensaje cristiano. Una conducta que por sus características merece mucho más el calificativo de desviada en el sentido mencionado en el párrafo anterior a propósito de "La Última Tentación de Cristo", pero de modo adicional en varios más.

El problema de "La Vida de Brian" radica en que trata las cosas de una forma humorística, lo cual algunos ven como un insulto, pues inevitablemente debe valerse del ridículo. Tal vez ahí está el germen de quienes ocasionaron esos escándalos desproporcionados cuando la aparición de "La Última Tentación de Cristo", pero que aquí optaron por la indiferencia. A lo mejor tenían miedo de ser descubiertos como sujetos de los que sólo cabe reírse, y de quedar en la misma situación de vergüenza que experimentaron Eva y Adán al tomar conciencia de su desnudez. En el filme de Scorcesse, en cambio, cabe un margen para mostrarse como un defensor de la figura de Jesús ante los ataques ofensivos de gente malintencionada. Ahí la popularidad ocasionada como consecuencia de la condena al final no es tan nociva pues la obra, con su sola exposición, respeta los cánones de la seriedad del debate. En una sátira, por el contrario, ese equilibrio se desbarata y dependiendo de lo punzante y asertivo del humor -un tipo de expresión más apetecido por la gente común, en remplazo de los tratados sesudos-, éste causará tal impacto en las masas que acabarán volcándose sobre quien se siente agredido haciendo aún más indecorosa su derrota. Y las realizaciones de los Python cumplen con ambas exigencias. Por eso lo mejor es hablar poco de ella y mantenerla bajo cuerda, que es más grave burlarse de una postura que proponer otra, incluso si se plantea en abierta confrontación con la primera.



domingo, 24 de marzo de 2013

Entretenimiento Familiar

¿A qué nos referimos cuando usamos la manida expresión "entretenimiento familiar"? Para obtener algunas respuestas, resulta imprescindible efectuar el ejercicio de retrotraerse a la realidad social norteamericana, donde si no se acuñó este término, al menos fue difundido con un grado de amplitud que le permitió adquirir un alcance universal.

Partamos admitiendo, entonces, que en Estados Unidos existe una utilización del concepto que a algunos, en especial quienes están más atentos a los llamados "valores de la familia", les puede parecer demasiado laxa y en ciertas ocasiones hasta banal, con todas las implicaciones morales que tal actitud conlleva. Hoy este calificativo es empleado para definir espectáculos como las carreras de autos, los casinos de Las Vegas o la revista Playboy. Eventos que en otra época se hallaban en una vereda opuesta, totalmente identificados con la imagen del varón adulto y vividor. Tal vez el cambio respecto a la consideración social que han sufrido esos ambientes se deba al éxito económico que traen a sus espaldas, un factor al que se le da una particular importancia en la auto proclamada "tierra de las oportunidades", donde se supone le cabe una importancia superlativa al esfuerzo personal, sobre todo si está destinado a la vocación empresarial. Mirado de ese modo, el mote podría ser presentado como una especie de galardón consuetudinario, un tipo muy peculiar de ascenso en la sociedad, comparable, con las aprehensiones necesarias eso sí, al escalamiento de peldaños que significa el enriquecimiento individual. A propósito, huelga recordar que estas muestras de recreación recién citadas se gestaron en lugares pobres, pequeñas casas o pistas de ripio, desde donde empezaron a subir gradualmente gracias a la adecuada administración de los recursos pecuniarios por parte de sus ejecutantes.

Además, este calificativo, por cierto, incluye una acepción que va más allá del asunto económico. Y guarda relación con el carácter conservador, no de la sociedad norteamericana en su conjunto, sino de la mayoría de quienes detentan algún nivel de poder en sus más diversas modalidades. Es innegable la connotación moral de una expresión como "entretenimiento familiar" cuyos alcances se entienden ya al enunciarla, dado el carácter histórico y social que posee justamente la ideología de la familia. Por lo que a modo de conclusión se puede aseverar que en esta auténtica certificación informal, se entremezclan aspectos ligados tanto al recato individual como a la prosperidad monetaria que es considerada también desde una perspectiva individual. Una combinación que tratándose de la idiosincrasia del ciudadano medio estadounidense, no debiera causar sorpresa. Pero que cuando menos requiere de una reflexión y enseguida de una discusión honesta y abierta. ¿Por qué, por ejemplo un casino es valorado de una manera positiva, siendo que es un sitio capaz de provocar vicios antisociales como la ludopatía, aparte de los orígenes oscuros de estos recintos -vinculados a clanes de mafiosos-, y no acontece lo mismo con, por señalar algo, un concierto de punk rock? Y estamos hablando de un pueblo, el norteamericano, donde el grueso de sus habitantes se ufanan de asociar la moralidad con su formación cristiana, tanto en términos personales como de nación. Si es la familia el deseo inefable del Señor para la humanidad, cuando menos es cuestionable que se le vincule al negocio de las apuestas o a una revista cuyo contenido hace sólo una década era tachado de pornográfico.

Una conducta que de cualquier manera cuenta con una explicación que también se puede descubrir revisando el asunto económico. Al tratarse de un evento "para toda la familia" en un país donde su población tiende a darle una excesiva importancia a esa institución, un espectáculo aumenta de modo considerable su poder de alcance y convocatoria, ya que no sólo puede atraer al padre y por extensión a la madre, sino que además puede ser ofrecido a los hijos. En contraste, los vividores y los solitarios ven reducidos sus espacios, siendo empujados a constituir un hogar con sus propios esposa y vástagos, lo cual a la larga aporta una nueva camada de potenciales clientes, que da paso ayudan a sostener los valores tradicionales. El problema es si esto no se halla reñido, no con la ética cristiana sino con la moral en general. Y no estoy pensando en los ejemplos que coloqué en los párrafos anteriores. Sino en cosas como locales de comida rápida, que han aumentado de modo ya más que alarmante la obesidad y la adicción a las grasas saturadas entre los niños. Como asegura el refrán, todo queda en familia. Sin embargo, los miembros de esa familia y las demás debieran considerar que a cada uno Dios le exigirá rendir cuentas.

lunes, 18 de marzo de 2013

Papa Para Papanatas

Las expectativas que ha generado la elección de Jaime Bergoglio, de ahora en adelante Francisco I, como nuevo papa, han llevado a que el sacerdote argentino reciba elogios a cada momento más exultantes. Quizá la mayoría de los entusiastas aduladores se sienta excitada por el factor de la novedad, al ser erigido como sumo pontífice un oriundo de América Latina, región del planeta que aporta la más alta cantidad de católicos en la actualidad, pero de la cual hasta hace veinte años era impensable que podría surgir la máxima autoridad del romanismo, en especial atendiendo a su condición de zona pobre y al menos en términos religiosos, subordinada. Y el fervor del instante ha traspasado con creces las fronteras de la iglesia vaticana. Como sucede con el inefable pastor Luis Palau, coterráneo del aún no entronizado "santo padre", quien se ha sumado al coro de alabanzas, destacando la supuesta vocación ecuménica y de diálogo permanente con otros credos que caracterizaría la personalidad de su connacional.

Los medios masivos de comunicación, por su parte, han destacado ciertas acciones de Bergoglio que de acuerdo a lo finalmente se señala en ciertos reportajes, demostrarían un importante giro de timón en la dirección del catolicismo, siempre en sentido positivo. Por ejemplo, el hecho de que el nuevo papa utilice ropa y calzado más baratos que sus antecesores, y que prefiera, incluso en Roma, el transporte público, extrapolando algunos comportamientos que ya lo habían hecho reconocible en Argentina, donde al parecer residía en una simple habitación, sita o al menos cercana a uno de los asentamientos informales ("villas miseria") que existen en ese país. La verdad es que aquellas supuestas demostraciones cotidianas de modestia ya habían sido exhibidas por Benedicto XVI también en sus primeras horas de pontificado, cuando se describía a un Ratzinger que buscaba pasar por las márgenes del río Tíber como un ciudadano más, desplazándose a pie hasta una cafetería cercana a la basílica de San Pedro a beber un té y hacer una sobremesa informal con los comensales del lugar. Y aunque bien que en el caso de Paco I pueda tratarse de un gesto honesto natural en una personalidad permanente, a diferencia del evidente estilo fariseo de su predecesor, eso es menos que insuficiente si se pretende, no reformar -porque ésa es una ilusión peregrina tratándose del romanismo-, sino solamente corregir una serie de irregularidades réprobas que tienen eviscerado al Vaticano. Si no, ahí está lo acontecido con el hoy "emérito".

Pero, y revisando la ingenua actitud de personas como Palau -que lamentablemente, por estos días está atravesado a las diversas congregaciones evangélicas-, cabría preguntarse cuál es el verdadero propósito de este "ecumenismo" que muchos han destacado como una de las características más sobresalientes de Bergoglio. En especial en atención a que el nuevo papa ha demostrado ser un conservador y reaccionario a ultranza en asuntos de cultural general y moral personal, como cuando se refirió al matrimonio homosexual, legal en Argentina desde hace dos años, tachando aquella decisión como "obra del diablo". ¿Será este cacareado acercamiento una actitud muy parecida a la expresada por Ratzinger? Quien no olvidemos, en un discurso pronunciado en su natal Alemania, habló en clave positiva de Lutero y de las iglesias reformadas europeas, pero acto seguido calificó de "sectas" a las comunidades evangélicas latinoamericanas, que por cierto han sido el bastión del crecimiento de la fe cristiana y no sólo en esa parte del mundo. Claro. Deshacerse en cumplidos para organizaciones que vienen en franco declive, después de siglos tratando de aniquilarlas, no resulta tan difícil. Menos si el centro de alabanza lo constituye un compatriota que guste o no ha sido un aporte innegable a la historia universal, frente a lo cual no cabe sino resignarse. Y es preciso agregar que detrás de Benedicto, como el pastor Luis, se ubicaba una protestante: la canciller germana Angela Merkel, que no dijo ni pío cuando su connacional emitió las diatribas recién señaladas. ¿Tendrá la misma conducta el reverendo sudamericano si su reconocido obispo ataca algún hermano suyo? Cuando menos, es de esperar que no le encuentre la razón al pontífice y asegure que es preciso reconocer la "mala hierba" y arrancarla del huerto del Edén.

Porque en tal sentido, hay que colocar la mayor de las alertas. Los cardenales eligieron como papa a un latinoamericano, región del orbe que como ya se describió, es la que más católicos aporta a las estadísticas. Pero donde asimismo se registra el crecimiento más abultado de las iglesias evangélicas, situación que es manifiesto inquieta a los obispos y no sólo del territorio de marras. Por un lado se pretende entregar una imagen de renovación, a través de la erección de un sacerdote proveniente de un sitio postergado al cual supuestamente se le reconoce su incidencia cualitativa en el romanismo. No obstante, por otro bien podría constituir una búsqueda de un freno a la proliferación de otros credos, que se han ganado su espacio de manera legítima y sólo cumpliendo con el plan de Dios y predicando el mensaje de Jesucristo. Tratándose del Vaticano, al menos hay que observar los acontecimientos con cautela.

domingo, 10 de marzo de 2013

Jesús Metralleta

Hace unos días los creativos de Saturday Night Live, el conocido espacio humorístico televisivo norteamericano, se vieron obligados a retirar un comercial promotor del programa debido a la presión de diversos grupos cristianos. El mencionado anuncio publicitario mostraba a un Jesús que se desclavaba de la cruz y armado con una ametralladora salía a cobrar venganza de quienes lo habían colocado en tal situación, esto además en un contexto de extrema violencia, aunque sin alejarse del sentido burlesco que caracteriza a la producción madre. Varias iglesias y personeros evangélicos enviaron cartas de protesta y de modo adicional amenazaron a los patrocinantes con efectuar campañas en contra de sus objetos de venta, lo cual forzó a estos últimos a sumarse a los reclamos. Finalmente a los responsables de la serie no les quedó otra que retirar el odioso espot y ofrecer disculpas.

En primer lugar -lo señalé en un artículo anterior a propósito de un caso muy similar acaecido en Chile- personalmente no me interesan estos sarcasmos cometidos en la persona del Señor, cuya imagen es demasiado grande en la humanidad como para que se vea afectada. Una protesta airada contra tales exabruptos, además, podría resultar contraproducente -si bien en esta ocasión al parecer no lo fue, lo cual de todas formas constituye una mera excepción- ya que le daría mayor notoriedad al origen de la discordia. Además para qué vamos a andar con apariencias: muchos soñamos con la opción de defender la fe, en especial en situaciones de persecución, abundantes por estos días habría que agregar, llevando a la práctica material aquello de los "soldados de Jesús", poniéndole un tiro en cada cabeza caliente que intenta aniquilarnos ya sea a nosotros o a cualquiera de nuestros hermanos alrededor del mundo. Más de uno ha respondido así, por cierto, como Anders Behring en Noruega, aunque ahí se trató de una reacción injustificada y que por ende sólo merece la condena más absoluta. Y algo de eso hay en las congregaciones que se enfrentaron a SNL, pese a que en su afán se valieran únicamente de recursos legales y civiles (es decir no paramilitares). De hecho, varios de sus miembros presentaron el siguiente razonamiento: si un ataque bastante menor a una entidad como Mahoma ocasiona atentados terroristas con fallecimientos, ¿por qué debemos aceptar entonces que, como virtual premio de consuelo, se barra con la figura de Cristo, sólo porque sus seguidores son unos "bienaventurados pacificadores" inmersos también en un contexto, la cultura occidental, se supone más "avanzada" y "desarrollada", entre otros campos, en el de la tolerancia? El triunfo obtenido debe ser un orgullo para ellos, pues han demostrado que no se dejan avasallar, y que son capaces de luchar de modo no violento, a diferencia de ciertos representantes del islam.

Por otra parte, estas agrupaciones cristianas han destacado que los ofensores no se han visto afectados en su integridad física, al contrario de quienes se mofan, continuando con el ejemplo recién expuesto, del profeta musulmán, lo que por lo general implica el riesgo de ser agredido, incluso con una bomba o una bala. La verdad es que eso está por verse, pues aún hay que esperar las consecuencias que este desaguisado tendrá en la continuidad del SNL. Sin embargo, cabría formularse la pregunta: ¿qué sucedería si en lugar de Jesús, el aludido fuera el presidente norteamericano Barack Obama, a propósito de su política belicista hacia países como Irak o la RPD Corea, o de las promesas electorales que aún no ha cumplido? Retornando a los paralelismos, resulta interesante recordar un incidente ocurrido años atrás con el magacín satírico alemán "Titanic", cuando en la época más alta de los casos de pedofilia descubiertos al interior de la iglesia católica, emitió una portada en la que un sacerdote aparecía efectuando una felación a una imagen de Cristo crucificado quien era representado con una expresión de placer. Hasta la actualidad se destaca que dicho atrevimiento no acarreó consecuencias violentas. Empero, ¿los órganos judiciales germanos habrían permanecido igual de pasivos, si la revista hubiese publicado una caricatura con características similares de la canciller Angela Merkel?. Les aseguro que no. A cambio, lo más probable es que les sucediese lo de los españoles de "El Jueves" quienes tuvieron que resignarse a observar el secuestro de su periódico a causa de un dibujo del príncipe Felipe y su esposa.
En realidad en las tierras occidentales es fácil bromear con el Señor, que gracias al avance del movimiento secular se ha transformado en una figura abstracta a la cual recurren los sujetos mediocres que intentan pasar por irreverentes, pero que con esa actitud dejan en claro que son sólo un engranaje del actual sistema.

Y puestos a retomar las comparaciones: la verdad es que me ha tocado observar, en diarios de diversos puntos del orbe, caricaturas muy ingeniosas en contra de representantes detestables del islam, como Bin Laden o los ayatolás de Irán, que no provocan incidente alguno. Lo que para ellos constituye una provocación es el insulto contra el fundador de su fe, algo de lo cual los ofensores suelen estar conscientes, pues para los musulmanes la sola recreación de la imagen de Mahoma es una herejía. Es lo mismo que les ocurrió a los cristianos que protestaron contra el SNL, Sin embargo, acá el ataque a un líder público influyente suele significar mayores consecuencias negativas para el emisor, precisamente por ese pretendido modelo de civilidad que llama a no escupir contra alguien pues es signo de peligroso subdesarrollo. Pasó en Estados Unidos cuando los diversos medios de comunicación locales censuraron o intentaron prohibir opiniones en contra de George Bush durante la invasión a Irak. Y está acaeciendo en el momento con cuestiones como el caso Wikileaks. Parece que algunas personas individuales son más dignas de proteger que Cristo.

domingo, 3 de marzo de 2013

Los Jázaros de Sion

Un estudio recién publicado por un grupo de investigadores judíos ha revelado lo que todos sabían o al menos imaginaban: que el grueso de la consanguinidad de ese pueblo no proviene de la Palestina del Antiguo Testamento, sino de los jázaros, una civilización emparentada con los búlgaros que entre los siglos VIII y XIII organizó un importante reino entre el mar Caspio y el mar Negro, hasta donde arribaron diversas colonias hebreas que huían de las persecuciones, alentadas por un remanente que se encontraba establecido en esas tierras tanto de la época del Destierro como de la diáspora romana. Una vez asentados, su influencia dentro de la población fue creciendo gracias a las conversiones masivas y las relaciones comerciales, al punto de que las autoridades de aquella nación acabaron proclamado al judaísmo como religión oficial y única del Estado, de manera equivalente a lo obrado por el emperador Teodosio en Roma. Cuando este país terminó finalmente siendo destruido por los mongoles, los ahora jázaros-judíos escaparon hacia el norte y el centro de Europa dando origen a los azkenazíes, quienes sufrieron de manera más explícita los horrores del Holocausto y que en la actualidad constituyen la base de los habitantes del moderno Israel.

Por cierto que existen algunos colectivos que rechazan estas conclusiones, que no obstante, debemos insistir, sólo vienen a confirmar un hecho hacia el cual apuntaban todas las inferencias. Los más enardecidos son, desde luego, los representantes del sionismo más conservador, así como las diversas iglesias evangélicas que los apoyan. Entre las causas que los alientan a tomar dicha posición, hay algunas de carácter práctico que hasta determinado punto expresan inquietudes que son comprensibles aunque no justificables. Para comenzar, el temor a que estos datos sean utilizados y manipulados por los partidarios extremistas de las reivindicaciones del pueblo palestino -que son igualmente legítimas-, quienes lo único que desean es la disolución del actual Israel y la erradicación de los judíos de Canaán. Con estos antecedentes -provenientes además de un estudio efectuado por académicos universitarios de origen hebreo- contarían con un nuevo subterfugio en su campaña por intentar demostrar que los judíos son unos mentirosos que inventan mitos con el afán de ganarse la conmiseración de la gente común y así contar con una suerte de venia social que les permita entrometerse en zonas que no les pertenecen no escatimando esfuerzos para aniquilar a una determinada población nativa, que sería de acuerdo a este planteamiento lo que hoy está sucediendo en Palestina. Incluso, tales teóricos acostumbran ir más allá buscando negar el Holocausto nazi, o al menos minimizarlo, aseverando que la cantidad de víctimas es muy inferior a la que se suele señalar. En síntesis, los resultados del estudio que hemos estado discutiendo durante todo este artículo se podrían transformar en un sustento favorable al antisemitismo, algo que atemorizados israelíes repiten con una irracionalidad similar a quienes practican ese horrendo prejuicio racial.

Sin embargo, lejos de la preocupación, los judíos de todo lugar y forma de pensamiento deberían sentirse halagados con esta noticia. Ya que, desde sus inicios, la religión de las sinagogas planteó la opción de propagar sus preceptos al resto de los ciudadanos, con el propósito de que éstos conociesen al único Dios verdadero, en una conducta que además constituye un antecedente inmediato y determinante del proselitismo cristiano. Si bien es cierto que los antiguos hebreos se veían a sí mismos como los exclusivos merecedores de la salvación, tal actitud empezó a variar tras el exilio babilónico. Pero incluso antes de ese acontecimiento, existió una institución, los levitas, que era considerada una tribu más, a pesar de que sus integrantes no estaban unidos por lazos de consanguinidad, puesto que se les escogía de los diferentes lugares del país para transformarlos en sacerdotes. Es decir, que ya en el Viejo Testamento, donde se le da una suma importancia a la cuestión de la heredad, y la manera casi exclusiva de propagar el sistema de creencias -y la supervivencia del Señor de los señores en las mentalidades humanas, lo que no es poco- es mediante la procreación: con todo ya se abre una ventana hacia otros modos de conformar un colectivo. Una alternativa que se tornó más apremiante con la meteórica expansión de la fe de Jesús, cuyos primeros practicantes, en masa por lo demás, fueron los propios judíos, quienes veían la propuesta del crucificado como una reforma necesaria, con lo cual amenazaban al credo tradicional con la completa desaparición.

Precisamente, lo que define a los judíos es que no se trata de un pueblo étnico. No es el único caso existente en el mundo, y como ejemplos podemos colocar a los cosacos o a los musulmanes bosnios. Lo llevado a cabo por los académicos universitarios, lejos de ser visto como una amenaza, debiera reforzar una condición de la cual los mismos hebreos siempre se han sentido orgullosos. Por otro lado, estos investigadores no han dejado de recalcar que de todas formas en el material genético se puede apreciar un remoto origen en la zona de Palestina, e incluso de la Mesopotamia en la época del huerto del Edén. Dios creó al hombre para que hiciera buenas cosas sobre la faz de la Tierra. Y entre tal clase de obras, se encuentra la difusión de Su mensaje.