lunes, 28 de noviembre de 2011

El Beso de Judas Benetton

Bastante controversia ha provocado uno de los más recientes afiches publicitarios de Benetton, la firma de origen italiano dedicada a la distribución de ropa, en donde aparecen Joseph Ratzinger y el clérigo musulmán egipcio Ahmed al-Tayeb, dándose un apasionado beso en la boca. No se trata de un montaje aislado. Al contrario, esta empresa lleva dos años exhibiendo dicha clase de carteles, en el marco de una campaña publicitaria que según sus creadores tiene como finalidad evitar el odio y fomentar la reconciliación entre las personas, en especial los líderes mundiales. Pero que, al igual que todo lo permitido por una casa comercial, busca sobre cualquier otra cosa vender un producto. Con ambos propósitos en mente -el declarado y el real, que acaba justificando al otro-, han lanzado fotografías trucadas donde se pueden observar ósculos entre, por ejemplo, Barack Obama y el presidente chino Hu Jintao, o Hugo Chávez y George W. Bush. En ambos casos, la situación ha molestado a las autoridades norteamericanas, al punto que la fábrica responsable ha tenido que retirar las polémicas imágenes. Lo mismo ha acontecido con el póster que involucra al papa, por el cual los encargados del Vaticano han puesto el grito en el cielo -el atmosférico, no el paradisíaco-, ya que la contra parte es un sujeto que se ha expresado de manera bastante dura hacia la iglesia católica por las declaraciones que a su vez algunos representantes de ésta han emitido respecto de la actuación de los sacerdotes islámicos en la crisis política de Egipto.

Partamos por el principio. Una campaña publicitaria no es más que eso. Y su propósito prácticamente exclusivo es, como se señaló en el párrafo anterior, vender un producto. Para ello, se debe recurrir a mecanismos que ocasionen los mayores niveles posibles de impacto entre la población, con el propósito de introducir entre sus habitantes aquello que se busca comercializar. Más todavía, si se considera que estas actividades, por definición, deben desarrollarse en un periodo muy breve de tiempo o espacio -emisiones de medio minuto en radio o televisión, afiches en las calles-, donde la sorpresa de encontrarse con una imagen cautivadora como quien se topa con un desconocido que por alguna característica llama la atención, es una condición indispensable si se desea tener éxito en el proyecto. En tal sentido, debe primar el ingenio, de modo que el destinatario llegue a ser capaz de abrir de par en par sus ojos ante el asombro. Por lo mismo, es que los creativos suelen recurrir al humor frívolo, que es diferente al satírico, pues este último persigue una intención más cercana a la protesta social. El objetivo de esta clase de realizaciones no es la reflexión, sino la convicción.

Es cierto que existen campañas destinadas a fomentar la conciencia de las personas ante una situación que a sus impulsores les parece desagradable. Pero éstas necesariamente deben guiarse por el mismo parámetro que caracteriza a las anteriores. Por ejemplo, durante la navidad del 2010, un grupo de cristianos ingleses colgó numerosos afiches en contra del aborto, en los cuales aparecía una supuesta ecografía de Jesús, que provocó respuestas airadas de parte de colectivos que aceptan la interrupción del embarazo. Ahora, en Estados Unidos, bastante polvareda han levantado fotografías en donde aparecen bebés durmiendo junto a cuchillos o hachas, montadas con el propósito de que los padres no duerman con sus hijos debido al riesgo que éstos pueden correr. El hecho de que tales cosas sean comentadas ya es un punto a favor de sus creadores, quienes han constatado que el propósito principal de sus iniciativas, el generar impacto, se ha cumplido. Y si un puñado de ofuscados logra que se retire algún póster, a la larga sólo perderá, pues estamos en presencia de otra señal que denota el éxito de la publicidad. Lo cual en la actualidad es mucho más inevitable, dado el auge de internet, donde ideas censuradas pueden ser difundidas con escasas posibilidades de control.

Benetton actúa con simple hipocresía. Y lo que se debe hacer ante estas patrañas es simplemente dar la vuelta y no considerarlas. Así las campañas publicitarias pierden su valor y finalmente acaban cayendo del edificio o del aire, como bien lo mostraba un episodio de Halloween de Los Simpsons. Además, la firma italiana, como ya se señaló, lleva dos años elaborando estos afiches, y que acudan a líderes como el papa o al presidente de Estados Unidos mediante asociaciones dudosas o rebuscadas (los norteamericanos pueden tener una rivalidad económica con China, pero más allá de eso poco), demuestra que se trata de una iniciativa en fase de declinación. Estos mismos escándalos pueden contribuir a su decadencia definitiva. Enhorabuena, para que la casa comercial que porta un mensaje de paz y amor responda por las usurpaciones que le ha hecho a pueblos ancestrales respecto de su vestimenta patrimonial (y cuyas demandas, supongo, las verá como un discurso de odio).

                                                                                       

domingo, 20 de noviembre de 2011

El Regreso de los Niños Golpeados

Hace unos días, un informe de un organismo competente revelaba que, tras varios años tendiendo a la baja, en los últimos dieciocho meses habían aumentado los casos de violencia intrafamiliar, en especial los relacionados con el maltrato infantil. Los expertos, además, advirtieron que tal fenómeno no debía ser atribuido al incremento en las denuncias, pues hace un buen tiempo que se ha creado conciencia en torno al tema. Una toma de raciocinio que, justamente, había instalado en la sociedad la idea de que el castigo físico contra los niños era una costumbre superada o que al menos se estaba batiendo en franca retirada; por lo cual ahora cabía dedicarse a erradicar agresiones hacia otros sujetos igualmente más débiles, como las mujeres o los animales.

Aunque en primera instancia parezca un ejercicio sesgado, antojadizo y poco serio, de todas formas cabe relacionar el mencionado aumento con la asunción de un gobierno conservador y de derecha, y no sólo porque el aumento de la curva coincida con el tiempo en el que esta legislatura lleva en el poder. Esta clase de administraciones suelen basar su discurso social en dos aspectos fundamentales: la recuperación de los llamados valores tradicionales y la preeminencia de la familia, entendida como un ente nuclear compuesto por padre madre e hijos -de preferencia más de uno-, aunque con una determinada extensión de los conceptos se puede incluir a los abuelos. Ambos elementos, además, se presentan relacionados de manera indisoluble, ya que ésta constituye la base de sustentación de aquéllos, que en definitiva son inevitables si se busca mejorar el estándar de vida de una comunidad. Así lo dejaron en claro los derechistas chilenos en la campaña electoral que finalmente les permitió acceder al ejecutivo; y de idéntico modo han procedido ya instalados en el palacio presidencial. De hecho, una vez adquirido el mando, varios ministros señalaron, o al menos dejaron entrever, que aquellos hogares conformados por un solo cónyuge (generalmente mujer, pues aquí es bastante común que sus parejas las abandonen tras el embarazo), eran una distorsión no muy deseable. Es verdad que han continuado con los subsidios en favor de tales casos, así como también han despachado proyectos de ley que pretenden incorporar a ciertas situaciones que los más fanáticos califican de "anti familia", como las convivencias homosexuales. Pero siempre queda la impresión de que lo tratan como un anexo, con el afán de presentarse como las autoridades que se preocupan de todos, y de ese modo ganar réditos.

Pero volvamos al punto inicial. En una administración derechista, que por lo tanto centra su preocupación en la estructura familiar, la consigna es que los problemas se resuelvan al interior de esa institución. En especial los relacionados con la conducta de los más jóvenes, cuyo nivel de disciplina o desacato se mide -mejor dicho se debe medir- de acuerdo a los parámetros fijados por los ya nombrados valores tradicionales, que por lo general coinciden con las visiones más conservadoras de la sociedad. Es la principal motivación que origina la existencia de esta clase de organización. Luego, como son los niños quienes necesitan de este encauzamiento, entonces la labor queda encargada a los padres (así en plural, porque con uno solo no sirve), los cuales reciben el mandato, teniendo libertad absoluta respecto del método que les resulte más adecuado. De ahí a aplicar castigos físicos, pues no quedan muchos pasos. En especial porque tratándose de la mejor instancia posible, todo cuanto emane desde el interior de ella es positivo y no puede ser cuestionado. Entonces, el asunto se torna un círculo vicioso respaldado por una conducta que también es de cuño conservador: la de lavar la ropa sucia en casa.

Los mayores exponentes de la prensa escrita chilena -proclives a este gobierno- han indicado que en el último tiempo se ha producido una rebrote en la consideración de la familia entre los ciudadanos, tanto a nivel de opinión como de práctica. Los administradores de esta legislatura han recalcado dicho fenómeno con expresiones de júbilo. Debería tomarse en cuenta que tal tendencia siempre trae aparejados daños colaterales como el maltrato infantil, que son consecuencia de la misma estructura familiar así como del carácter conservador y moralista que caracteriza a las legislaturas derechistas. Y que las tres cosas se hallan unidas de manera indisoluble.

domingo, 13 de noviembre de 2011

La Sacerdotisa Kristeva

Hace unos días, pasó por Santiago la sicoanalista búlgara Julia Kristeva, invitada por la Universidad de Chile. La verdad es que su visita habría pasado inadvertida de no ser porque le concedió una entrevista al periódico The Clinic, donde intentó, con pretensiones filosóficas, re definir el concepto de rebeldía, que ha tratado de explicar en algunos libros que ha redactado por ahí. Por supuesto, y al igual que todos los extranjeros con aires intelectuales que en el último tiempo han arribado al país, no dejó de hacerle un guiño al movimiento estudiantil local, que ha paralizado buena parte de los planteles superiores y los establecimientos secundarios por ya ocho meses. Más aún: buscó una fórmula que le permitiese hacer calzar dicho incidente con los seudo tratados que escribe y que al parecer apenas conocen ediciones en español. Y todo señala que se sintió satisfecha con sus conclusiones. No es para menos, considerando el suculento cheque que debió haberle pagado el lupanar de Bello, cuyos decanos y académicos siempre se andan quejando de que la falta de fondos les impide concretar la mayoría de los proyectos que planean: misma coyuntura por la cual se han volcado en masa en apoyar la actual huelga, que tiene a sus alumnos como los principales protagonistas.

Al respecto, y retomando la intervención en The Clinic, hay una opinión de la Kristeva que no se puede dejar de comentar, pues es una muestra de que hasta los intelectuales más, por decirlo de una forma que sea legible para el común de la gente, liberales y progresistas tienen también sus prejuicios. En un momento la periodista le pregunta por el mencionado movimiento estudiantil, y ella declara sentirse sorprendida -aunque nunca aclara si gratamente o no- de que una mujer, haciendo alusión a Camila Vallejo, aparezca como la líder natural e indiscutible de este proceso, en circunstancias que en Chile "todavía no está el derecho al aborto". Tal conclusión, aparte de que por sí ya es un insulto, refleja además una extrema parcialidad propia de quienes son incapaces de comprender la diversidad de las culturas, acusación que precisamente las personas de formación europea les hacen a las mentalidades supuestamente más provincianas del Tercer Mundo. Observándola con detalle, se torna una especie de declaración de principios, de alguien que entiende que las cosas se dan sólo siguiendo una continuidad lógica que es imposible que se dé mediante una vía alternativa. Por otro lado, se desconoce el valor de un enorme puñado de féminas que destacaron por sus méritos y su rebeldía -contra el orden establecido o la injusticia social- y jamás necesitaron recurrir a la interrupción del embarazo como eslogan, sencillamente porque existían otras prioridades que atender. Eso sin contar que se pasa por alto a todas las mujeres que han efectuado un aporte significativo a la humanidad sin raspaje de por medio.

¿En dónde estará el origen de este convencionalismo espetado por la Kristeva, sin responsabilidad alguna de su parte? Quizá haya que recordar una muy acertada definición de Jean Piaget respecto a los sicoanalistas, tendencia a la cual la entrevistada adscribe. El creador del constructivismo, quien alguna vez fue discípulo de Freud, a poco andar abandonó desilusionado aquella camarilla, pues notó que "se agrupan en capillas y tratan de herejes a todos los que no piensan como ellos". Lo cual no se encuentra muy alejado de la realidad, si se considera que su fundador invirtió conceptos de la teología judía, con el propósito de crear una corriente nueva y heterodoxa que le diera la posibilidad de sobresalir (no es raro en la religión hebrea: cabe recordar que desde siempre han existido sinagogas para ateos y que en la Edad Media en su seno se propagó la cábala, una variación tan sui géneris, que hoy se considera un credo separado. En cierto sentido -por ser una invención reciente- el sicoanálisis ha seguido el mismo camino). Ahora, que también puede ser una conducta que resida en el ello, ese espacio de la mente que de acuerdo a Sigmund esconde todas las consecuencias poco deseadas de la represión y la neurosis, que él le atribuye a todas las religiones sin distinción -menos a la que creó, por cierto-, y que puede salir a flote en cualquier momento y de las maneras más insospechadas, cambiando por completo la percepción que hasta entonces se tenía de esa persona. De lo que se trate, estamos en presencia de una actitud propia de quien acuesta a su interlocutor en un diván, dejándole con eso en una posición de inferioridad, con el de que no discuta, dialogue o siquiera converse, sino que relate su existencia que a la postre no es más que una sarta de frustraciones y concepciones delirantes que deben ser corregidas o eliminadas, pues siempre serán el escudo de un anormal.

Julia Kristeva, que en la misma entrevista insiste en reiteradas ocasiones en la reivindicación del género, acto seguido también advierte de que el feminismo puede transformarse en una opción totalitaria, como según ella ha ocurrido con todos los movimientos revolucionarios en la historia (es decir, se han tornado un círculo vicioso de represión y neurosis, que requiere con urgencia de los sicoanalistas para anularlo). Lo curioso es que su misma opinión, formulada desde la testera del terapeuta que está ahí para extraer los traumas que coartan la libertad, al final se guía por el procedimiento de la verdad absoluta, ahora avalada por una supuesta objetividad científica. La mujer que no se ha hecho un aborto, o que no ha planteado aquel "derecho", con la mayor vehemencia posible, la virgen, o la que le resta importancia al placer sexual, es presa de una anormalidad alienante. Por lo que cualquier cosa que plantee finalmente no puede ser considerada válida. Y si algún acaecimiento rompe esa lógica, si no se trata de una excepción explicable mediante los mecanismos de la sicología (que siempre acaban concluyendo que se trata de una enajenación que tarde o temprano derivará en consecuencias nefastas), entonces es una conducta que debe motivar el asombro en el peor sentido del término, porque más que una propuesta consciente, es una sucesión de reacciones emocionales ante estímulos externos que acabarán en violencia y destrucción. Bueno: por algo todos estos personajes son usados por las tiranías para controlar y disuadir a los ciudadanos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

La Engañosa Resurrección de las Religiones

Abundan los teóricos que han afirmado que el siglo XXI se caracterizará por una suerte de rebrote del espíritu religioso; cuestión que, en todo caso, parece confirmarse luego de transcurrida una década de la mencionada centuria: durante ella, y ante el declive de las ideologías políticas que determinaban el actuar de los líderes del mundo hasta hace sólo veinte años, diversos movimientos de cuño cristiano, judío, musulmán u oriental han captado la atención de la gente, proceso el cual, al menos por ahora, no muestra signos de agotamiento. Muy por el contrario, se percibe cada vez una mayor reciedumbre, alentada especialmente a partir de los ataques a las Torres Gemelas perpetrados por extremistas islámicos el once de septiembre de 2001.

No obstante, se trata un resurgimiento que debe llamar a la reflexión, ya que debido a sus características, no está exento de provocar aprehensiones. Si uno lo observa con un grado mínimo de detalle, notará que las estructuras eclesiásticas de aquellas religiones que se han beneficiado más con esta recuperación del entusiasmo, han tenido empero una participación muy secundaria en él, incluso experimentando una merma de adhesión a veces más significativa que la sufrida en la época de repliegue de sus respectivas feligresías. De modo paralelo, el renacer ha estado ligado más bien con iniciativas privadas e independientes, ajenas a las formas clásicas de organización, a la cual en todo caso siempre manifiestan su más honesto respeto. Así, el reciente auge del islam no ha sido sostenido por las mezquitas más ancestrales o tradicionales, sino que se ha desarrollado en torno a la creación de nuevos centros de estudio y acción, uno de los cuales es la célula terrorista de Al Qaeda. En paralelo, el catolicismo, el último tiempo, ha sido apuntalado no por sus órdenes más clásicas -formadas, se supone, por personas muy preparadas-, sino por agrupaciones que las imitan, aunque su tinglado interno es distinto, como los neo catecúmenos, el Opus Dei o los Legionarios de Cristo. Los evangélicos, a su vez, han vuelto a florecer gracias a las mega iglesias, los tele predicadores o sujetos como los denominados neo con de Estados Unidos, quienes les han arrebatado el protagonismo a los templos presbiterianos, bautistas y también pentecostales. Mientras que el misticismo oriental ha sido absorbido y filtrado de manera indirecta a través de sectas como el Baha'i, la Nueva Era, Silo o los ecologistas y los defensores de los derechos de los animales.

Todos estos movimientos poseen características comunes. Primero, son muy proselitistas, lo cual les ha permitido, aparte de la coyuntura mundial, ganar una importante cantidad de adeptos. En seguida, no se esmeran en construir una base teológica o intelectual fuerte, ya que su principio fundamental es que el mayor número de personas, independiente de su formación o niveles de escolaridad, asimile un mensaje que se pretende universal y único. Pero quizá lo más importante -ya que le da una justificación a las dos actitudes antes reseñadas-, es su carácter marcadamente conservador. Señalamos en el párrafo anterior que estas organizaciones no tienden a cuestionar los aspectos más elementales de sus respectivas religiones, ni sus estructuras más tradicionales ni a quienes las encabezan, ya que su deseo final no es fundar un nuevo credo -y luego ser tachado de infiel, hereje, sectario o falso profeta según corresponda- sino entregarle nuevos bríos al ya existente, porque constituye la verdad absoluta, que sólo se ha debilitado en la conciencia general porque sus custodios han equivocado el rumbo o no han querido ejercer su autoridad espiritual con mayor severidad. Entonces esta nuevas expresiones de fe se atribuyen un mandato mesiánico, y como todo proceso interesado en practicar una reforma, tratan de retornar a los orígenes, donde se halla la fuente de la pureza, de la que las sucesivas generaciones se han alejado por diversos motivos. El problema es que tratándose de religiones, ese manantial primigenio guarda una especial relación con las tradiciones, que no se circunscriben sólo a aspectos étnico culturales, sino a una amalgama cuyo rostro más identificable suelen ser los prejuicios y convencionalismos sociales, algunos de los cuales han sido superados tanto por los descubrimientos científicos como por los avances que la humanidad ha hecho en materia de derechos humanos.

Es éste el punto que ocasiona una mayor controversia. Al transformarse el pensamiento conservador y devenir en una herramienta de lucha, se torna reaccionario, así como su símil liberal o radical se se orienta a la revolución cuando adquiere un cariz violento. Y la reacción es peligrosa en el sentido de que su triunfo puede significar la pérdida de derechos ganados tras una buena cantidad de décadas. De hecho: si uno analiza  las iniciativas que han resultado como consecuencia de este renacer religioso, observará que casi todas basan sus predicamentos en una serie de restricciones y prohibiciones, que es necesario implantar para frenar el arrollador avance del mal en el mundo. Esto, además, aderezado con un rasgo que es transversal a estos movimientos, y es que su verdad es la absoluta y todas las demás son inaceptables, algo que se acrecienta cuando las organizaciones adquieren un talante más belicoso. En tal sentido, hemos visto a católicos y evangélicos insistir en erradicar costumbres consideradas libertinas, así como a fanáticos del budismo y el hinduismo proscribir ciertos pasatiempos como sucedió a mediados de año con las corridas de toros en Cataluña. Es que tales credos se valían de dichas prerrogativas en el momento mismo de su constitución, y como se trata de regresar a la fuente primigenia, ya se sabrá cuál es el camino lógico. Ahora: eso no significa que la solución sea atacar a estas iniciativas, ya que quienes lo intentan, como Richard Dawkins, acaban volviéndose lo que odian. Sí se les puede encauzar a través del diálogo y la orientación -ha acontecido en otras épocas-, entregándoles herramientas que favorezcan su tolerancia. De hecho, muchas corrientes que hoy aparecen como moderadas y equilibradas, en sus inicios eran tan agresivas como las propuestas tratadas en este artículo.