lunes, 17 de septiembre de 2012

Provocando la Ira de Alá

Hay un dicho de conocimiento universal que exige no hacerle a los demás lo que uno le resulta ofensivo. Y es muy citado y aprendido, no sólo por su palpable carga de sentido común, sino porque además está incluido en el Sermón de la Montaña, aquel discurso recogido en los evangelios donde Jesús prácticamente estampó una declaración de principios. Por lo que si un cristiano no lo aprende ya en sus primeros días después de convertirse, entonces no merece ser llamado como tal.

Sin embargo, lo delicado es que algunos hermanos, aún sabiendo de memoria dicho pasaje y con una comprensión clara de las intenciones de éste, en determinadas ocasiones o se olvidan de practicarlo o simplemente tienden a establecer excepciones. Las consecuencias de tal actitud no suelen ser muy gratas: si por algo nos enfrentamos a una sentencia que es medular no sólo en el marco de las enseñanzas de Cristo, sino de la Biblia en su conjunto. Y si existe un lector que trate de rebatir esa conclusión lógica, que nada más se detenga por un momento a observar lo que hoy mismo está acaeciendo alrededor del mundo, en especial en el Medio Oriente. Ahí, en varios países, masas airadas de musulmanes han efectuado violentas protestas contra cualquier elemento que represente la política o la cultura de Estados Unidos, llegando a darse situaciones de turbas que han asaltado e incendiado edificios de embajadas y consulados norteamericanos, derivando uno de estos acontecimientos, específicamente el acaecido en Libia, en la muerte del máximo representante diplomático estadounidense. ¿A causa de qué? Pues un cristiano copto de origen egipcio, afincado en la nación de América del Norte, difundió en forma amplia a través de las redes virtuales una sinopsis de catorce minutos de un filme de una hora denominado "El Juicio a Mahoma", agresivo al punto de la vulgaridad más virulenta, propia de los matones escolares. El tipo que se valió de la internet para distribuir dicho audiovisual además no es de los trigos limpios, pues hace poco salió de la cárcel tras cumplir una condena por estafa, fuera de que ha sido descubierto cometiendo otros delitos. Aparte de que firmó la producción con una identidad falsa, haciéndose pasar por judío, lo cual en una coyuntura delicada por las tensiones entre Israel e Irán ha agregado un elemento más de cizaña desde los Estados árabes hacia su homólogo hebreo.

¿Qué propósito podría tener un sujeto de semejantes antecedentes en divulgar un esperpento como éste, sabiendo o al menos intuyendo la probable reacción que sería capaz de ocasionar? Bueno: un importante punto a considerar es su ya mencionada condición de egipcio copto, una iglesia tradicional de ese país que está sufriendo las consecuencias del aumento del extremismo musulmán tras la denominada "primavera árabe" (en realidad, los cristianos de todas las denominaciones existentes en Egipto están padeciendo la violencia integrista), que en el caso de la nación del Nilo ha desembocado en la elección de un candidato a presidente proveniente de un partido político confesional islámico. En ese ámbito, podría esgrimirse que se persigue un afán de denuncia, que no por mera casualidad o por ser la tierra adoptiva de su mentor, se efectúa desde Estados Unidos, considerando que ese gobierno apoyó el derrocamiento de varios jerarcas del Magreb tras las sucesivas protestas que sus pueblos llevaron a cabo durante el 2011. No obstante, a poco andar esta suerte de revancha queda descubierta como un despropósito. Es cierto que la actualidad que están viviendo los hermanos egipcios es bastante angustiosa en términos de seguridad y de aceptación -y además se replica en la mayoría de los lugares afectados por las manifestaciones del año pasado-, pero un hecho muy diferente es extrapolar las conductas fanáticas de unos cuantos al conjunto del islam, más encima tachando a su profeta de todos los defectos imaginables, incluyendo algunos mal evaluados en casi todas las grandes religiones y en buena parte de la gente común, como pedofilia, homosexualidad, torpeza intelectual o inconsecuencia. Y ello enmarcado en una espuria película que se rodó en cinco días y en la que los actores participaron bajo engaños, pues sus diálogos fueron cambiados durante los trabajos de doblaje y montaje de sonido (una conducta muy lógica si volvemos a revisar el prontuario del responsable de este bodrio). Es como si los exiliados del régimen de Franco hubiesen difundido un filme plagado de insultos, no al generalísimo, sino a los españoles en general por aceptar vivir bajo un régimen autoritario. O que un detractor de Pinochet se dedicara a atacar a los chilenos por el mismo motivo.

Y lo peor de todo es que en Estados Unidos se han levantado pastores -una minoría por fortuna- que aplauden este filme que por su nula calidad y su descuidado formato ni siquiera debiera ser considerado como tal. De seguro que si dichos reverendos observasen en algún medio de comunicación masivo una burla de idéntico calibre contra Jesús se valdrían de cuanta artimaña legal y de las otras encontrasen con tal de prohibirla. De hecho, en la actualidad hay dos casos al respecto en América del Norte: un capítulo de la serie "Family Guy" en que un Salvador desencantado regresa a la Tierra con el único propósito de divertirse, y una película para televisión que supone que Cristo es fruto de una violación. En ambos, los ministros más entusiastas están dando una cruenta batalla. Resuena el "no hagas con los demás lo que no quieres que hagan contigo". De acuerdo: en ciertos países islámicos se experimenta una situación de persecución y en aquellos casos es legítima cualquier forma de defensa, incluso la resistencia armada. Pero por la vía de exacerbar los ánimos sin mediar provocación y con el exclusivo y manifiesto afán de vituperar más encima desde una ignorancia supina que para colmo se pretende propagar, sólo se está logrando que los cristianos que habitan esas zonas queden expuestos a un volumen todavía mayor de violencia. Y en occidente no deseamos que obren así con nuestros hermanos.

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