lunes, 15 de agosto de 2016

Ideologías

Dentro de algunos círculos cristianos reaccionarios, en especial católicos, ha venido siendo usada con bastante frecuencia la expresión "ideología de género" para agrupar todas esas actitudes contemporáneas que están provocando debate -y a veces tirria- en la sociedad occidental en general y al interior de las iglesias en particular, como el aborto, el matrimonio homosexual o la sostenida -y según algunos excesiva- adquisición de derechos por parte de las mujeres, que en ciertas ocasiones rozan la línea de los privilegios. La definición tras el mencionado término intenta denunciar la idea, amparada en la interpretación de determinados datos científicos (y también seudocientíficos), de que la identidad tanto masculina como femenina son una construcción puramente cultural e histórica, sin sustento biológico, y por ende imposible de atribuir, como lo pretenden varios grupos religiosos, a un ser superior o una planificación divina.

Cuando uno analiza los alcances de esta definición, y más aún, los extrapola a las posibles maneras de darlos a conocer por parte de los grupos interesados, queda claro que ante todo se trata de un ejercicio publicitario con pretensiones mesiánicas, de carácter evidentemente alarmista. Se acuña un término no con el afán de efectuar un discurso serio y sistematizado en torno a él, sino para provocar una reacción únicamente emotiva en el oyente, a fin de que éste adhiera de modo instantáneo a las advertencias del emisor y acto seguido las difunda con idéntica convicción en otros potenciales escuchas. Proselitismo en su estado más elemental. Y basta poner atención en los componentes del vocablo para caer en la cuenta. La palabra "ideología", si bien se trata de una evidente reducción de su significado fundada en el desconocimiento, en la actualidad posee connotaciones negativas, que remiten a ensayos políticos totalitarios como el nazismo o el comunismo soviético, o en el mejor de los casos, a prácticas "pasadas de moda". Mientras que "género" hoy es usada de manera muy cotidiana y con excesiva liviandad, en especial en relación a lo masculino y femenino, en remplazo de "sexo", que en estas materias puede oler a vieja guardia, pero que al mismo tiempo ha quedado reservada al acto carnal, que ya no es una unión exclusiva entre un varón y una mujer, ni mucho menos un privilegio del matrimonio clásico.

Entonces, se emplea una palabra en boga a la que se le han dado atribuciones, si no positivas, cuando menos neutras. Pero antecedida de otra de connotación abiertamente negativa. El resultado es que la simpatía que la sociedad actual demuestra hacia el vocablo "género" en esta situación particular se invierte, pasando a adquirir los defectos propios de la reducción ideológica. Una reversión que les interesa a quienes acuñan el término para denunciar las supuestas características (negativas) que contiene, por su capacidad de ocasionar una sensación inmediata en el oyente. Eso sin contar que definir ciertas actitudes utilizando un concepto que engloba a lo "pasado de moda" da pie para insistir en que se trata de concepciones añejas de la realidad, surgidas en una época en que el conocimiento humano de estas materias no se encontraba tan acabado, por ende alejadas de la verdad (que en este caso no es científica, sino religiosa y teológica), al extremo de poder aseverar que quien las defiende es un cavernario cerrado a los nuevos descubrimientos. Cosas respecto de las cuales no sé si estarán conscientes quienes emplean la expresión de marras, pero que al menos les permiten al menos tener la sensación de colocarse a la altura de sus potenciales contendientes, en una pelea donde, si caben algunos grados de racionalidad, sin duda son los más básicos, apenas suficientes para descubrir el punto donde se puede asestar con más eficacia el siguiente golpe. Mientras el debate brilla por su ausencia.

Eso es finalmente la denominada ideología de género. Un grito desesperado de ciertos grupos que intentan presentarse como los buenos porque a la vez están señalando a los malos. Consistente en un listado apenas encadenado y concatenado de frases repetitivas y memorizadas. De hecho, los aludidos perfectamente podrían contraatacar imputando a sus adversarios la ideología de la familia, institución que por cierto siempre sacan a colación los cristianos reaccionarios cuando se topan con las irregularidades mencionadas en el primer párrafo. Pese a que es una organización de origen pagano a la que ni el mismo Jesús le dio mayor relevancia.

                                                 

No hay comentarios:

Publicar un comentario