lunes, 11 de abril de 2016

Hacia el Tercer Templo

Desconozco cuánto hay de verdad en esto. Pero diversos medios de comunicación, la mayoría vinculados a la iglesia evangélica, pero también uno que otro de carácter secular, han venido difundiendo la noticia de que Israel está preparando la erección del llamado Tercer Templo, en alusión a aquellos dos que fueron destruidos por los babilonios y los romanos, respectivamente. Por ahí se dice que ya han sido confeccionados los planos, que en otro lugar se están preparando sacerdotes, que más allá se están criando animales especiales para los futuros sacrificios, o que ya se han terminado los adornos y accesorios. Grupos de cristianos han reaccionado a estas informaciones con algarabía, mientras otras personas han expresado opiniones que van desde la incredulidad a la preocupación, en el supuesto de quienes estarían interesados en concretar esta edificación, tienen un enorme interés en hacerlo en el sitio exacto donde se situaban sus antecesores, que es nada menos que la Explanada de las Mezquitas, considerado por los musulmanes como su segundo lugar más sagrado (sólo superado por La Meca) y símbolo de la resistencia palestina.

Por supuesto, que los cristianos que se muestran jubilosos ante este supuesto acaecimiento, no han reparado en las consecuencias negativas que podría tener si finalmente llega a concretarse. Primero, las que para las gentes seculares aparecen como más obvias, como la generación de un nuevo conflicto, ahora de consecuencias insospechadas, entre israelíes y no sólo palestinos, sino musulmanes en su totalidad. Pero además, en el marco mismo de las profecías bíblicas, que al parecer estos entusiastas no han leído correctamente. Pues el Nuevo Testamento, y en particular el Apocalipsis, es enfático en señalar que el levantamiento de esta clase de obra constituye un claro símbolo de lo que se describe como el anticristo, sobre lo cual se advierte, buscará re definir varios conceptos del cristianismo tradicional, a fin de que ello y su carisma, provoque la atracción masiva mundial en torno a su figura, permitiéndose atribuir la facultad de decidir qué es lo correcto y lo que no, todo ello con el pretexto de ser un elegido por Dios. Y uno de los modos de llamar la atención, precisamente es la erección de templos fastuosos, algo que por cierto ha sido empleado durante la historia por gobernantes tiránicos que pretenden ocultar sus crímenes y asimismo dar una imagen de grandeza pretendiendo transformarse en intermediarios de las divinidades o al menos ocasionando aquella sensación.

 Además, otro hecho que obliga a mirar con preocupación este optimismo irresponsable de los grupos cristianos ya mencionados, es que no han reparado que quienes se han propuesto llevar adelante esta construcción, lo hacen porque de acuerdo a interpretaciones propias, el arribo del Mesías es inminente. En circunstancias que los creyentes en Jesús ya saben que el Esperado anduvo por esas tierras hace poco más de dos mil años. No tengo intención de acusar en lo más mínimo a los representantes del pueblo hebreo que están detrás del proyecto del Tercer Templo. Sin embargo, y aún admitiendo que defender a Israel de sus enemigos es una obligación para los hijos del camino, al mismo tiempo hay que tener muy en cuenta las discrepancias que existen entre ambas expresiones de fe. En especial quienes se declaran seguidores de Cristo, a los cuales se les ha advertido en prácticamente todo el Nuevo Testamento que mezclar doctrinas es un acto de la máxima gravedad, por lo cual en su momento deberán rendir cuentas. Aunque tales propuestas vengan del pueblo escogido, y como demostración de esa incompatibilidad están las diversas reprensiones que Pablo efectuó contra los judaizantes. No se debe olvidar al respecto, que los términos Cristo y Mesías son sinónimos etimológicos, y que al aplaudir iniciativas como la que se estaría gestando en el Medio Oriente, en el fondo se está aceptando la llegada de un nuevo Salvador, algo mucho peor que aceptar iconos como la Virgen María o Mahoma.

Por otra parte, si en la Biblia se enfatiza que por sus frutos los conoceréis, uno ya intuye que la insistencia en una iniciativa como ésta sólo traerá más enfrentamiento y destrucción, del que ni incluso Israel podrá salir indemne. Por mucho que proyectos de esta clase calcen con determinadas profecías (en todo caso, no en clave positiva como algunos pretenden demostrar), y que se pueda homologar esta espera del Mesías a la Parusía, alentar cuestiones como la eventual erección del Tercer Templo significa, de una manera u otra, aprobar las nefastas consecuencias que tal acción acarrearía, lo que a la larga constituye, al menos por omisión, permitir todo lo contrario a aquello que el Señor quiere para un cristiano. Que siempre se ha insistido en que es lo correcto. Y sin excepciones.

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