domingo, 20 de noviembre de 2016

El Estado No Decide Aquí

Desde 2015, el ministerio de defensa ha venido denunciando, tanto a la justicia militar como civil, a los llamados remisos, aquellos jóvenes de dieciocho años recién cumplidos que no se inscriben en los cantones de reclutamiento por el asunto del servicio militar, aunque por ley están forzados a efectuar ese trámite. Dicha tarea, que debe cumplir la cartera antes mencionada, empero no se había realizado en décadas, incluso desde la dictadura de Pinochet. Lo curioso es que esta nueva directriz está siendo ejecutada por dos mujeres: Paulina Vodanovic, subsecretaria de las fuerzas armadas, encargada de elevar las acusaciones, y la fiscal Francisca Werth, quien las recibe. Todo bajo un gobierno encabezado por otra fémina: Michelle Bachelet. Situación no menor, considerando que el enrolamiento obligatorio sólo afecta a los muchachos de género masculino.

Cuando se empezó a discutir la legalidad del aborto en las llamadas tres causales, proyecto impulsado por esta legislatura, varias organizaciones feministas y mujeres instaladas en puestos públicos apelaron al hecho de que tanto quienes proscribieron totalmente la práctica de interrumpir el embarazo como aquellos que insistían hasta la majadería más desagradable en que las cosas debían mantenerse así, eran varones -juristas, sacerdotes, antiguos gobernantes-: seres que por causas obvias jamás se habían preñado y que por ende eran incapaces de llegar a experimentar las sensaciones que genera una concepción, ya fuese deseada o no. Y no obstante se abogaban el derecho de tomar determinaciones absolutas acerca del tema sin siquiera consultar a las reales afectadas. En tal contexto se tornó muy familiar la sentencia "el Estado no decide aquí" que las féminas más arrojadas se suelen escribir en sus vientres para luego a enseñar a cualquiera que pase por la calle o porte alguna cámara. Y otras resucitaron una vieja imprecación: "qué saben ustedes, hombres, lo que es parir un hijo", en todo caso, dedicada más a los padres ausentes que a quienes rechazan un feto que llevan en su interior.

Pues bien. Así como cualquier mujer puede alegar, con bastante legitimidad, que un varón con poder se está dando el lujo de decidir por algo que sólo ella padece, sin darle la opción de refutarlo además: del mismo modo los jóvenes de género masculino hoy se enfrentan a una autoridad femenina que toma determinaciones que sólo los afectan a ellos aparte sin hacerles consultas. Un asunto en el cual Michelle Bachelet ha actuado con una irracionalidad y una tozudez que no se condicen con su supuesto progresismo (que tiene mucho de la primera palabra y casi nada de la segunda, pero en fin), sino más bien con el hecho de pertenecer a una familia vinculada a los militares. Cuando acaeció el desastre de Antuco, la actual presidente, entonces al frente de la cartera de defensa, declaró que el servicio obligatorio era imprescindible debido al enorme tamaño del ejército chileno. Como dato curioso, el jefe de Estado de la época, su correligionario Ricardo Lagos, se había empeñado en reducir el volumen del aparto público, con el afán de tornarlo "más eficaz y moderno", un esmero que continuaría la actual mandataria en su primera legislatura. Luego, cuando los expertos le señalaron que a consecuencia de la aprobación de la exenciones al reclutamiento, quienes acababan cumpliéndolo era de modo casi exclusivo muchachos de extracción popular, optó por el mecanismo del sorteo, que sólo ha traído más oscuridad al sistema de selección. Y ahora, cuando el aumento de los remisos dan una información clara de lo que piensan los ciudadanos sobre este "servicio a la patria", se inclina por tratarlos como delincuentes, impulsando una denuncia insulsa que ni siquiera Pinochet se atrevió a activar.

Es cierto. El embarazo producto de una violación es una experiencia demasiado chocante para una mujer y por lo mismo se le debe dar la opción de decidir acerca del futuro de ese feto. Sin embargo, lo mismo se puede decir de un varón que se enfrenta a algo para lo cual no está preparado, donde lo han incluido antes de naces y que puede rematar en una experiencia poco agradable, capaz de entorpecer su desarrollo posterior. De idéntica manera que las representantes del género femenino reclaman contra los hombres con poder otorgado por el patriarcado, tampoco ellas usar las escasas conquistas conseguidas para perpetuar conductas conductas, por cierto, originadas en esa misma tradición indeseable. ¿Servicio militar? El Estado y las féminas que lo conforman no deciden aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario