lunes, 8 de febrero de 2016

Ted O Una Nueva Cruz

El triunfo de Ted Cruz en Iowa, en el inicio de las primarias de los republicanos, ha significado una sensación de alivio en buena parte de la opinión pública norteamericana, que ha visto cómo este descendiente de inmigrantes cubanos ha desplazado del primer puesto al inefable Donald Trump. Especial interés por estos resultados han mostrado los círculos cristianos conservadores de Estados Unidos, ya que este político, que es hijo de un pastor bautista, jamás ha dejado de asistir ni de participar en su iglesia local, y siempre ha defendido los principios de moralina que caracterizan a estos grupos.

Si uno empieza a hurgar en las protestas y en el pensamiento de Cruz, se dará cuenta de que, aparte de ser escasos, no difieren en gran medida de los planteamientos de cualquier postulante republicano medio a la presidencia norteamericana (y que salvo las cuestiones morales mencionadas en el párrafo anterior, tampoco son distintas de las de otro aspirante favorito en general). Pero además, se asemejan bastante a los escupitajos enunciados por el odioso Trump. En varias ocasiones se ha mostrado partidario de establecer normas más duras contra los inmigrantes -siendo él, precisamente, uno de ellos-, y su discurso hacia representantes de otras culturas y religiones, posee una mezcla de intolerancia e ignorancia que a veces cae en lo patético. Por ejemplo, hace pocos días señaló que para frenar al Estado Islámico, iba a aumentar los bombardeos sobre Siria, enfocándose en las áreas de origen de ese movimiento o donde los informes de inteligencia señalaran que mantenía cuarteles generales. Nadie le ha avisado a Ted, que esa estrategia se viene utilizando durante tres años y que en lugar de neutralizar a dicha organización, ha provocado que se disperse por otros países árabes, Europa y el mismo suelo norteamericano, como lo demuestran los ataques terroristas perpetrados a fines del 2015.

Cruz genera atracción en los cristianos más conservadores, porque entrega una imagen de la clásica austeridad protestante, en el sentido de la sobriedad social, al menos en los aspectos de la vida cotidiana que son seculares o se desarrollan fuera de los límites de los templos. En ese ámbito, no se le va a escuchar un insulto grandilocuente como que los mexicanos son todos unos violadores y traficantes, que ha sido una de las declaraciones más polémicas de Trump. Sus acciones, empero, son más sutiles y no tienden a provocar una reacción inmediata, sino que se emiten con las, digamos, palabras adecuadas, a fin de que el oyente llegue a valorarlas incluso en términos positivos. Es, en definitiva, una demostración de lo políticamente correcto. Algo que no es muy bien visto en quienes estas últimas semanas le han expresado su apoyo, porque consideran que equivale a ese relajamiento moral que les ocasiones tantas aprehensiones porque con él va aparejado, entre otros elementos, el matrimonio homosexual. Y por ello en círculos evangélicos y bíblicos dicha conducta se describe con una sola palabra: hipocresía. Una actitud que no sólo puede ser encontrada en Ted sino también en sus potenciales votantes, muchos de quienes, siquiera por descarte, antes de lo acaecido en Iowa hallaban coincidencias entre el pensamiento de Donald y el modelo de creyente.

Finalmente, bueno es prestar atención a una estratagema bastante sucia que habría cometido Cruz durante la votación de Iowa. En ese acontecimiento había otro postulante, Ben Carson, que se presentaba con opciones de hacerle sombra a Trump, usando la misma estrategia de captar el sufragio cristiano conservador. Durante el desarrollo de este evento, los partidarios de Ted hicieron correr la voz de que este candidato se retiraría de la contienda en favor suyo, ante el menor arrastre que convocaría. El mismo Carson, de confesión adventista, salió a desmentir ese rumor, lo que no evitó la fuga de simpatizantes. Un episodio oscuro que nos lleva a exclamar "por sus frutos nos conoceréis".

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