domingo, 24 de agosto de 2014

Una Salida De Armario Cristiana

Hace unos días atrás, la cantante cristiana Vicky Beeching, intérprete tanto de pop como de alabanzas tradicionales, además de conocida presentadora de televisión, llamó la atención mediática en su país de origen -el Reino Unido- al efectuar una peculiar salida de armario, donde confesó que siempre ha tenido inclinaciones homosexuales, para finalmente afirmar que es gay y que tras muchos años de sufrimiento se ha dado cuenta de que Dios la acepta tal cual es. La situación generó estupor entre los círculos evangélicos pues muchas canciones de esta mujer son bastante populares entre los creyentes, en especial en Estados Unidos. A tal extremo llegó el revuelo, que un pastor, también británico, Ed Shaw -que en su momento también reconoció que desde su adolescencia siente una fuerte atracción por personas de su mismo género, si bien de inmediato agregó que lo había sabido sobrellevar gracias a la fe-, salió a esclarecer que una cosa es admitir que se tienen inclinaciones de tal naturaleza pero otra muy distinta es terminar sucumbiendo ante una clase de tentación que bien pudo ser colocada en el camino por el propio Señor como prueba de fidelidad.

El dilema que plantea esta artista -que también es teóloga- a través de sus declaraciones es bastante interesante, aunque personalmente creo que ni ella ni sus detractores lo han dimensionado siquiera en lo más mínimo. Pues a pesar de definirse como homosexual, nunca se le ha conocido pareja -ni gay ni hétero- y al parecer ha mantenido su virginidad. Cierto es que después de esta confesión el panorama podría cambiar y que estas palabras no sean sino la antesala de la presentación de alguna novia oculta. Algo que han aventurado los críticos de su opción, en especial porque acto seguido ha afirmado que el llamado matrimonio igualitario debiera existir en todas las legislaciones y que no ve con malos ojos que los afeminados integren o incluso dirijan iglesias. Sin embargo, por ahora aquellas no son más que especulaciones y lo único que se sabe con certeza es que esta cantante no ha efectuado contacto corporal alguno con otro ser humano. Lo cual nos permite regresar al debate mencionado al inicio de este párrafo y que resulta muy significativo al temor de los alcances doctrinarios que puede llegar a mostrar.

La Biblia siempre ha condenado los actos físicos que implican desviaciones de la sexualidad humana. Uno de los cuales es el echarse con personas de idéntico género. Sin embargo, si uno lee las Escrituras, incluso de la manera más denodada posible, se dará cuenta de que existe un consenso en el sentido de que la homosexualidad se manifiesta de modo prácticamente exclusivo mediante aspectos externos, como las relaciones gay o lesbianas o las conductas amaneradas. En realidad, la casi totalidad de los pecados sexuales se refieren a acometimientos visibles, con la quizá única excepción de la codicia erótica, pero aún así desear a una determinada persona es distinto a declarar públicamente una tendencia. Es más: siempre la castidad y la virginidad son tratadas como virtudes, y en ambos testamentos se expresa admiración por quienes permanecen solteros, aunque se reconozca que no se trata de la situación más frecuente. Bajo esa premisa, y en concordancia con la sentencia de que "varón y hembra los creó" es que los grupos cristianos han rechazado la idea de que haya un tercer género, reforzando el principio de que un homosexual virgen es un contrasentido inconcebible. Y si todavía hay sujetos que sienten atracción por individuos que cuentan con sus mismos genitales, está la alternativa del ejercicio espiritual que les permite a personas como el mencionado pastor Shaw continuar en el camino. Más aún: una gran cantidad de ministros y sacerdotes admiten que hay tipos con inclinaciones homosexuales más pronunciadas que otros, pero que si se contienen serán capaces de superar lo que a fin de cuentas es una prueba. Eso, sin considerar que el grueso de los científicos y médicos aseveran que la sexualidad recién se define por completo a los veinte años.

El pecado de la Beeching, entonces, no es ser homosexual, porque en realidad hasta ahora nunca lo ha sido. Las observaciones a sus palabras deberían ir orientadas más bien en el sentido de que busca provocar valiéndose de tendencias que la Biblia considera incorrectas. Dicho de otra forma, su desviación permanece en el campo ideológico, no en el práctico. No obstante, su confesión continúa generando el debate. ¿Puede alguien que se ha declarado gay, pero que mantiene su castidad, continuar siendo parte de una congregación? A la iglesia católica, con todo el asunto del celibato consagrado, esto la plantea importantes desafíos. Pero a otras profesiones cristianas también. ¿Qué hay de un individuo que a lo largo de su vida sólo ha experimentado atracción por sus congéneres, que lleva su cruz en secreto, y que para evitar complicaciones mayores decide mantenerse soltero (bueno: si en realidad jamás hallará con quien formar pareja, por causas obvias)? ¿Se re definirá el concepto de homosexualidad, a riesgo de contradecirse con la propia Biblia? ¿O se reforzará la idea que subyace en ciertas comunidades, que consideran la soltería como una coyuntura extraña al plan divino? De aquí hacia adelante es tiempo de respuestas...

         

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