domingo, 21 de septiembre de 2014

La Celebración Aséptica

Para acercarlas a lo que comúnmente se conoce como diversión familiar, la municipalidad de Santiago decidió introducir cambios en el desarrollo de las fondas del Parque O'Higgins este año. Lo más vistoso fue la orden de cerrar todas las actividades a las dos de la mañana, a fin de evitar la proliferación de ebrios. Además se prohibió la exhibición de música, ya sea en vivo o envasada, en cualquiera de los locales, con el pretexto de la instauración de un escenario preparado para la intervención de artistas contratados, el cual estaba rodeado de puestos de comida, semejándose la oferta más a una feria de exposiciones que a las características ramadas. Estas modificaciones, y tal vez el deseo de que no ingresara gente indeseable, motivó la aplicación de un cobro por la entrada, de dos mil quinientos pesos, que alejó a muchos de un recinto cuya visita era obligada durante las llamadas fiestas patrias. En cualquier caso, y a despecho de algunas fallas de procedimiento, los locatarios, tradicionales y de los otros, evaluaron de modo positivo las novedades, impulsados quizá por los buenos ingresos que les dejaron las celebraciones.

Hay que recalcar algo con toda honestidad. Las fondas siempre han estado ligadas al consumo de alcohol y es precisamente ésa la causa mayor -aunque no la única- de su existencia. No es para menos. Se trata de la celebración de la independencia y como toda fiesta que se precie de tal, ésta también cuenta con sus litros de mosto. La imagen del borracho durmiendo tirado en medio del mar de gente, o de su colega que se pone a bailar o a invitar tragos a quien se le cruce por delante, es tan parte del paisaje que hasta los medios de comunicación la destacan. Y ello es aceptado incluso en sus variantes más oscuras. Por ejemplo, la del padre de familia que gastaba todo su dinero en los licores baratos que se expenden en cada local, y que al lado suyo tenía a su esposa y sus hijos tirando de sus brazos, en un inútil afán de convencerlo que regresara a casa. Una imagen que por fortuna se encuentra en franca retirada de estos recintos. Así como también la de las riñas que se generan producto de los excesos con la bebida, aunque en este caso aún permanecen con una escasa dosis de fuerza.

Es por ello quizá que las autoridades de antaño restringieron estas expresiones de entretenimiento popular a determinadas épocas como las fiestas patrias. Sin embargo, siempre tuvieron en cuenta que como todas las actividades humanas, éstas tenían su lado negativo, el cual había que mantener lo más minimizado posible. Lo que se logró impartiendo una mayor educación y culturas entre las capas más desposeídas, pero jamás con medidas represiva en contra de éstas. En realidad, si sujetos como la alcaldesa de Santiago u otros pretenden "cambiar el rostro" de las fondas, lo más eficiente sería eliminarlas y sustituirlas por estos espectáculos pomposos que fueron instalados en el Parque O`Higgins. O bien volver a hacer el esfuerzo de instruir al pueblo en asuntos como el respeto mutuo y la responsabilidad, Pero con la enseñanza de horrible calidad que hoy se ofrece en el país, sumado a los abusos del sistema social y económico que nos rige, es imposible guiar a las personas a una toma de conciencia genuina, resultando el orden decretado dedo mediante normas punitivas decididas desde lo alto, esa misma cima que se encuentra tan distanciada del resto a causa de la desigualdad.

La alcaldesa de Santiago pertenece a un partido de centro izquierda que se define a sí mismo como progresista. De ésos que no ven con malos ojos la legalidad del aborto, la eutanasia o el matrimonio homosexual. Pero que también arrugan la cara frente a la embriaguez, a la cual consideran resabio de la abusiva sociedad patriarcal dominada por los patrones de fundo y donde se podía trapear con el más débil a destajo. Y como por lo general era el padre quien así obraba con su mujer y sus hijos, entonces se trata de frenar dichas intenciones mediante el entretenimiento familiar, que permite la existencia de responsabilidades mutuas -siempre conservando sus roles tradicionales dentro del grupo- entre los miembros de ese tipo de organización. Sin embargo, las fondas en su conjunto son una herencia de ese periodo de la historia, y si en la actualidad no reflejan tales conductas abyectas, es porque las nuevas generaciones se han tomado esos espacios, No los excluyamos ahora, cobrando por el ingreso o cambiando las reglas del juego. Porque es probable que lleguemos a observar en estas festividades a individuos de cierto poder adquisitivo, mientras los demás se ven forzados a reunirse en las cloacas, expuestos a idénticos riesgos a los que sus antepasados se enfrentaban en las ramadas de antaño, apartados de todo, incluso de las medidas de seguridad.

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