domingo, 23 de julio de 2017

Las Libertades de Marcela Aranda

Una de las consecuencias que produjo el bochornoso paso del Bus de la Libertad por Santiago y Valparaíso, fueron los quince minutos de fama de Marcela Aranda, activista evangélica vinculada a políticos conservadores y de derecha, quien gracias al acaparamiento que hizo de los medios de comunicación en torno a su figura, logró que éstos la describieran como la vocera de los responsables del famoso vehículo. No creo que siquiera se haya detenido a reflexionar sobre lo ridículo de estas intervenciones, todas las cuales se dieron en el marco de los espacios de farándula, los cuales buscaron en su figura una versión femenina de Javier Soto (algo que consiguieron). Ni mucho menos deben haberle preocupado los reportajes periodísticos que denunciaban que se le inventó un cargo fantasma en la gobernación provincial de la ciudad portuaria, durante el periodo 2010-2014, justamente cuando el sector político afín a sus aspiraciones regía el país. De seguro que en esto último sus simpatizantes habrían decidido terminar la discusión de inmediato, bajo el pretexto de que un puñado de impíos malignos está intentando montar una acusación con el sólo afán de desacreditar a una sierva del Señor, detractora del aborto, la homosexualidad y el libertinaje, y en consecuencia defensora de la vida y la integridad moral.

Ya desde los evangelios, en el Nuevo Testamento se insiste en que un cristiano se precie de tal debe mostrar lo conocido como buen testimonio. Y Pablo, en la primera carta a Timoteo, en concreto a lo largo del tercer capítulo, pone un énfasis especial en la conducta de los líderes, la cual debe ser intachable, al punto que ningún aspecto de su vida personal, por mínimo que fuese, debe dar lugar siquiera a la más tenue de las habladurías. Situación que es claro que no ocurre con esto del trabajo ficticio que aceptó Marcela Aranda, el cual además fue pagado con dineros estatales. Que tal anomalía se dé en el ambiente privado, ya es objeto de preocupaciones desde el punto de vista de la ética laboral protestante (recordemos: esta activista es cristiana evangélica), ello también tipificado por el apóstol de los gentiles en otra de sus epístolas, II Tesalonicenses 3: 6-12. Sin embargo, en el empleo público adquiere una mayor delicadeza. Nos estamos refiriendo nada menos que a los fondos fiscales, aquellos que se obtienen mediante la recaudación de impuestos y que al Estado le resultan imprescindibles para su propia supervivencia así como el bienestar y la seguridad de sus ciudadanos. Su malversación siempre será motivo de escándalo, en la prensa, entre el público en general y en los distintos estamentos judiciales (en la mayoría de las legislaciones, sobre todo las de naciones donde cuajó la Reforma, defraudar el erario público puede llevar a penas bastante más aflictivas que hacerlo con un particular)

El argumento de que se trata de prensa amarilla (que por lo demás no lo es) que intenta desacreditar a una sierva divina que llama la atención acerca de las actitudes de los potenciales lectores, auditores o tele espectadores, no es sino una falacia vergonzosa que busca justificar lo inaceptable. Es cierto que el chisme es una actividad condenada con alta firmeza en el Nuevo Testamento, porque aparte de que su ejecución se da en el marco de una infame cobardía, conlleva un enjuiciamiento, para colmo ambiguo e informal, del hermano (en la Biblia se recalca que eso es incorrecto incluso tratándose de un prójimo no convertido). Sin embargo, los autores de las Escrituras también previeron de modo amplio e irrefutable acerca de la nube de testigos, la cual, para que no termine lloviendo ácido sobre los creyentes, no debe ser estimulada por éstos, lo cual se traduce en hacer lo que corresponde ante los ojos del Señor de acuerdo al mensaje que se predica y a lo que espera la sociedad de uno, ya que de otro modo seremos incapaces de cumplir el mandato de ganar almas para la salvación. Y en buena parte de la comunidad no es bienvenida la pereza ni la obtención de salarios gratuitos. Tampoco en el cristianismo, pues como ya apuntamos, Pablo advierte que "el que no trabaje tampoco coma", algo que, doy por sentado, saben o al menos intuyen en las masas seculares.

El testimonio de Marcela Aranda contiene aspectos que no son del agrado incluso para los evangélicos más conservadores. Muchos observan con denodada atención eso del parlar descomedido de las mujeres, colocando énfasis cuando sobresale por sobre la personalidad de sus maridos. Bueno: esta persona es casada, y nadie ha escuchado a su esposo -también cristiano- en medio de las diatribas que ha lanzado frente a los medios de comunicación. También se le podría reprochar su ignorancia hasta de los mismos temas y circunstancias que la han impulsado a levantar la voz, ya que en muchas intervenciones no fue capaz de definir ni mucho menos explicar en qué consiste la cacareada ideología de género, y por lo que parece desconoce el origen de Hazte Oír, la organización extremista e integrista católica que se halla detrás del Bus de la Libertad. Cuestiones que se pueden considerar como una falta de esfuerzo, dejación reprendida varias veces en la Biblia. Y cuya primera muestra de superación se demuestra en la persecución de un trabajo decente y real.

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