miércoles, 11 de enero de 2017

La Rabieta de Netanyahu

Revuelo causó la última resolución de Naciones Unidas, en donde por enésima vez se le solicita al gobierno de Israel que deje de construir asentamientos para sus connacionales en los llamados territorios ocupados en los cuales se pretende consolidar el Estado de Palestina. De un lado, y a diferencia de ocasiones anteriores, en esta pasada Estados Unidos no ejerció su poder de veto sino que optó por abstenerse, lo que se tradujo en la primera condena efectiva contra la actitud de la nación hebrea de establecer colonias en un lugar que se considera parte de otro país. Lo que trajo como consecuencia una reacción puramente emocional de Benjamin Netanyahu, quien decidió expulsar de suelo israelí a todos los representantes diplomáticos de los miembros de la comunidad internacional que votaron la determinación citada desde el inicio de este párrafo, lo que en la práctica significa una ruptura de relaciones con todos ellos. Medida que irónicamente no afectará a los enviados norteamericanos, ya que sus autoridades, pese a que con su conducta generaron el resultado que enseguida provocó el enojo del primer ministro judío, empero como se señaló no apoyaron la aprobación.

En muchos aspectos la supervivencia de Israel es dependiente de Estados Unidos, y de pasada de casi todas las demás potencias occidentales. A los norteamericanos les ha convenido su existencia desde la Segunda Guerra Mundial porque les ha permitido tener una inmejorable cabeza de playa en un vasto territorio, el Medio Oriente, tan rico en recursos naturales como habitantes hostiles. En el país hebreo están conscientes de esta situación y la han utilizado de amplia manera en beneficio propio, con consecuencias muy favorables para ellos, ya que han devenido en un Estado consolidado y completamente viable, con una democracia, un desarrollo cultural y un estilo de vida similares al de cualquier territorio de la Europa más tradicional. Sin embargo, también han empleado esta condición privilegiada para cometer abusos, no sólo hacia los denominados palestinos, sino contra otras naciones de la región, como Egipto, Siria, Jordania o Líbano. Sabiendo además que cualquier acto que hagan contará no sólo con una impunidad que envidiaría cualquier otro aliado de occidente, sino incluso con la venia de sus protectores, en buena parte por lo descrito al inicio de este párrafo pero también por el sentimiento de culpa debido a lo que estadounidenses y en especial europeos hicieron en el pasado con el pueblo judío, que no comenzó con el genocidio de los nazis. De hecho ésta es la primera vez que los EUA cambian su postura de eterno rechazo a los dictámenes de la ONU respecto a los polémicos asentamientos, y sólo desde hace un par de décadas la comunidad europea adoptó una posición crítica en torno a dichas construcciones.

Sin embargo, Israel debería tomar en consideración que ya no es el único punto de penetración que Estados Unidos ha establecido en aquella conflictiva región. Por el contrario, de un tiempo a esta parte, sobre todo tras el fin de la Guerra Fría, ha establecido lazos bastante exitosos con monarquías absolutas islámicas del Medio Oriente, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos o Qatar, donde no se ve con buenos ojos la existencia del Estado hebreo. Alianzas que además, han significado una superación del reclamo israelí en relación a exhibir un sistema plenamente democrático frente a sus vecinos llenos de autocracias faltas de libertad de expresión, pues la misma naturaleza de esos gobiernos musulmanes ha puesto en evidencia que dicha discusión ha quedado desfasada ante otros aspectos. Por otro lado está la ascendente relevancia que han venido ganando los kurdos, que ya cuentan con un Estado de facto en Irak y bien podrían crear otro en Siria, ambos con alto potencial para constituirse en independencias de derecho. Una característica de este último pueblo es que pueden establecerse parangones entre él y el judío, puesto que su historia también da para relatos épicos, donde caben épocas de inenarrable sufrimiento y represión, en parte también por la dejación de occidente (que en los años 1920, en lugar de garantizarles una autodeterminación, repartió su territorio entre los ya mencionado Irak y Siria además de Irán y Turquía, permitiendo todos los sinsabores posteriores). Incluso tienen sus propios palestinos: los asirios. Delante de este ajedrez político, Israel, lejos de ser la principal puerta de entrada, se está quedando como la de servicio, junto a varias más de idénticas características.

La supervivencia de Israel es algo que no está en discusión, menos aún con la administración norteamericana que asumirá dentro de unos días. Sin embargo, distinta apreciación merece la eventual paz que se pueda generar dentro de su territorio. Las últimas medidas de Netanyahu, de carácter absolutamente belicoso, no aseguran tranquilidad en la llamada tierra santa. Y mucho menos contribuyen a mostrar una buena imagen. Una regla no escrita de la diplomacia, refiere que, si un país toma determinaciones en contra de sus pares que aprobaron una resolución contraria a sus intereses, pero al menos parcialmente perjudicial para la comunidad internacional, dicha nación no hará más que justificar tal libelo, y recibirá un repudio aún mayor. Quizá a los jefes actuales de la nación hebrea no les importe mucho, ya que al menos por el momento -y en realidad, hasta el más lejano o improbable de los futuros- no vean amenazada su integridad. Pero sus compatriotas residentes en el extranjero sí notarán las consecuencias de una opción no reflexionada -que además es probable que ellos mismos desaprueben- y deberán andar con la cabeza gacha por las calles, no precisamente por miedo a un eventual insulto antisemita (que por desgracia son abundantes en esta clase de situaciones). Los israelíes, sobre todo sus autoridades, deben tomar en cuenta que ya no son el centro de atracción de Estados Unidos, factor que tarde o temprano les puede acarrear más de un bochorno.

domingo, 25 de diciembre de 2016

Regale Un Pañal en Navidad

Cuando todavía no se soluciona desde el punto de vista judicial la colusión del papel higiénico, un nuevo tongo liderado por el magnate Eliodoro Matte Larraín sale a la luz, esta vez relacionado con los pañales. El modo de operar fue idéntico: la compañía encabezada por el sujeto recién mencionado, poseedora de un cuasi monopolio del producto afectado, presionó a una internacional que le comenzaba a plantear una incipiente competencia, aprovechando el desconocimiento que los propietarios de ésta tenían de la dinámica de los grandes empresarios locales. Luego, cuando la situación amenazaba con ser descubierta, los mismos que crearon al monstruo salieron en los medios de prensa haciéndose las víctimas, orquestando un falso sentimiento de culpa acompañado por una tan vergonzosa como impresentable delación de la contraparte, a fin de dar la sensación de que se colabora con los organismos respectivos.

Un dato que es interesante de recordar es la vinculación que los grandes empresarios han tenido desde siempre con la iglesia católica, la cual, hasta la actualidad, se ha traducido en la entrega de altas sumas de dinero a esa institución y la defensa pública de los llamados "valores tradicionales" que ella promulga, en especial los que están relacionados con la moralina más plausible, como el rechazo a los métodos anticonceptivos, el sexo no matrimonial y la insistencia en la familia en su sentido más convencional: esto es, padre, madre y al menos un número aceptable de hijos. Y este apoyo lo ejecutan de manera explícita -a través de declaraciones y muestras de simpatía con determinados sacerdotes y obispos- o implícita, mediante la publicidad de sus distintos negocios. En esto último, son comunes los avisos donde parejas sonrientes -casi siempre con sus anillos de compromiso en el anular- de sectores medios hacia arriba, junto a niños pequeños tratan de irradiar felicidad merced a su estado y a la adquisición del artículo promovido en los afiches y comerciales. En tal aspecto mejor ni hablar de lo concerniente a los pañales, donde además se da la opción de inculcar los roles ancestrales asignados a ambos géneros -siempre la mujer es la que aparece mudando al bebé, algo justificado por el asunto del apego maternal, supongo-. Aunque claro: las distintas agencias y empresas han olvidado que estos artilugios también son utilizados por los ancianos que por diversas circunstancias no son capaces de controlar sus esfínteres. Pero en fin: a los viejos hace rato que se les murió la mamá y además su piel arrugada no es compatible con cierta estética publicitaria.

Entonces surge la interrogante. ¿Cuál es el propósito de que estos sujetos -empresarios y curas- busquen incentivar, cuando no forzar, al resto de las personas a tener descendencia? Esta recomendación es el punto de partida de aquella que sostiene que un hijo lo es todo -y que quien no lo tiene es nada- y por ende hay que colmarlo de las mayores comodidades a fin de que se pueda desarrollar en absoluta armonía con la sociedad y el consumo. Algunas superfluas, como el televisor último modelo o la televisión pagada para su mayor entretenimiento, o el juguete más caro para expresar orgullo frente a sus compañeros de escuela. Pero otras, claramente de elemental necesidad, como el vestuario, la alimentación, la juguetera en general y en el caso de los menores de dos años, los pañales. Este último producto, por sus características, tan desechable como imprescindible, y que se debe comprar constantemente, a veces con menos de un día de diferencia. Por lo tanto, si nos encontramos conque dicho artículo es facilitado por una agrupación monopólica, con la capacidad de fijar los precios, ya sea por la falta de alternativas o a través de la presión matonesca, las ganancias se elevan a niveles atmosféricos si los nacimientos se continúan sucediendo de manera copiosa. Ganan los magnates y los sacerdotes, que siguen recibiendo suculentas donaciones.

Uno de quienes más ha alardeado de tales valores es justamente el grupo Matte, con vínculos bastante estrechos con la iglesia católica. A la luz de lo descubierto la última semana, uno no puede dejar de preguntarse si detrás de esta capa de moralidad se oculta un afán por tornarse más rico y poderoso, a costa de las vidas humanas más pequeñas y de las que están por nacer, por usar una frase tan recurrente por estos sujetos. ¿Finalmente es ése el propósito de los hijos? ¿Mantener el sistema económico, en específico una de sus variantes, cual es el consumo? No puedo dejar de recordar, mientras escribo estas reflexiones, en la paupérrima situación que están viviendo los niños internados en hogares del SENAME, sobre quienes hemos conocido cosas inenarrables este año. Pues mientras el Estado se carga a los infantes más pobres, los privados hacen lo propio con los de las capas medias y más pudientes. A escala eso sí: porque en este asunto de la colusión de precios no se han llegado a producir desenlaces fatales, al menos que se sepa. Sin embargo en ambos casos los más pequeños sufren la codicia y la desidia de quienes aseveran cuidarlos y sólo los toman en cuenta como dato. Y todo ello en vísperas de Navidad.

domingo, 11 de diciembre de 2016

La Iglesia Verdadera

Uno de los argumentos más recurrentes usado por los romanistas para asegurar que son la única iglesia reconocida por el Señor, a despecho de lo que puedan representar para el cristianismo agrupaciones como por ejemplo los ortodoxos o los evangélicos, es que ellos, tras la legalización llevada a cabo por Constantino, fueron quienes definieron tanto la estructura como los dogmas y la expansión de la fe, todo gracias a una invitación que les formuló el emperador, al tratarse del colectivo más expandido y mejor organizado de entonces. Trabajo que permitió erradicar doctrinas erradas como los docetistas, gnósticos, arrianos o nestorianos.

Como todas las declaraciones acerca de hechos de la historia que pretenden ser absolutas y definitivas, ésta tiene algo de verídico pero también bastante de leyenda y falacia (o ambas cosas a la vez). En efecto, luego de que Constantino se convirtiera, al menos teóricamente, en seguidor del camino, buscó la asesoría de algún grupo que le permitiera ordenar y estandarizar esta fe, pues como todo gobernante absoluto que se precie de tal, no quería que la diversidad de criterios resquebrajara un paradigma en el cual, además, había decidido confiar, derivando en propuestas divergentes entre sí, que llegaran a enfrentarse públicamente al extremo de fomentar la rebelión contra las autoridades políticas. Dicha ayuda la encontró en los católicos, un colectivo relativamente antiguo -y por ende con peso histórico, lo cual se vuelve un factor muy importante en estos casos- que aparte estaban muy afincados en Europa, constituyendo la casi totalidad de los creyentes de la península italiana y en especial de Roma, aún por esa época capital del imperio -y cuyo templo era muy significativo para los cristianos- y lo que tal vez más llamó la atención del augusto, poseían una estructura organizativa que usaba como referencia la del imperio, colocando por ejemplo, un obispado por provincia, y un sacerdote menor por cada comuna.

 Sin embargo, dentro del imperio romano existían agrupaciones de cristianos diferentes a los católicos, que no eran practicantes de las falsas doctrinas que empezaron a declinar conforme la fe fuera alcanzando un mayor estatus político. Así, en el sector oriental se encontraban los antioqueños y alejandrinos, que habían creado dos valiosas escuelas de teología. Por otro lado, cabe señalar que esa zona siempre fue reticente a aceptar las decisiones de sus pares europeos, en especial cuando se trataba de aspectos que los identificaban de modo particular pero que no formaban parte de la doctrina legada por Jesús o los autores del Nuevo Testamento. Una situación que permaneció soterrada por varios siglos hasta que el dogma del filioque la reflotó en todo su esplendor y dio origen a la iglesia ortodoxa. Pero que en la misma Antigüedad dio señales de que el catolicismo, incluso el primitivo, no marcó una presencia sofocante allí, ya que en varias partes sobrevivieron las congregaciones de cuño nestoriano como los coptos, los etíopes o los armenios, que por cierto subsisten hasta hoy, y cuya existencia de para intuir que fueron toleradas como una suerte de excepción no deseada pero necesaria, pasando por alto las controversias teológicas (que en este caso son inherentes al cristianismo en general y no a una de sus divisiones, ya que hablamos de la unión hipostática). Es verdad que el concilio de Nicea significó una baja en la influencia de los colectivos mencionados en este párrafo, merced a la definición de aspectos esenciales para el paradigma del camino (y en ese sentido, cabe agradecerle a los viejos romanistas por ser capaces de convocar a los auténticos seguidores a aquella asamblea). No obstante, si en alguna ocasión los papistas quisieron imponer sus términos, salvo la cuestión de los arrianos, fue más bien en el marco de sus propias peculiaridades, antes que en principios comunes, en los cuales había pleno acuerdo.

El hecho de que una iglesia posea una imponente importancia histórica, la puede convertir en monumento y punto de referencia. Pero ni aún así quiere decir que su actitud actual es la correcta o que está cerca del reino. La propia Biblia ha dado cuenta de que la salvación se puede ganar o perder en el último momento de la vida, independiente de cómo el ser humano haya guiado su existencia hasta entonces. Nosotros lo sabemos gracias a la posición social que hoy ostentan las congregaciones evangélicas clásicas, como luteranos, presbiterianos o episcopales. Además, la iglesia católica contemporánea dista mucho de sus orígenes, pues en el trayecto ha ido sumando doctrinas extrañas e incomprensibles que incluso se hallan en abierta oposición con lo establecido en las Escrituras o en los primeros concilios. El factor ancestral no debe ser temido, aunque sí admirado y estudiado, esto último para darse cuenta de los errores que el romanismo ha venido cometiendo de manera sistemática en los últimos siglos, y que sonrojarían a sus antepasados del 325. Y con esta información en la mano, refutar argumentos que parecen infranqueables.

domingo, 20 de noviembre de 2016

El Estado No Decide Aquí

Desde 2015, el ministerio de defensa ha venido denunciando, tanto a la justicia militar como civil, a los llamados remisos, aquellos jóvenes de dieciocho años recién cumplidos que no se inscriben en los cantones de reclutamiento por el asunto del servicio militar, aunque por ley están forzados a efectuar ese trámite. Dicha tarea, que debe cumplir la cartera antes mencionada, empero no se había realizado en décadas, incluso desde la dictadura de Pinochet. Lo curioso es que esta nueva directriz está siendo ejecutada por dos mujeres: Paulina Vodanovic, subsecretaria de las fuerzas armadas, encargada de elevar las acusaciones, y la fiscal Francisca Werth, quien las recibe. Todo bajo un gobierno encabezado por otra fémina: Michelle Bachelet. Situación no menor, considerando que el enrolamiento obligatorio sólo afecta a los muchachos de género masculino.

Cuando se empezó a discutir la legalidad del aborto en las llamadas tres causales, proyecto impulsado por esta legislatura, varias organizaciones feministas y mujeres instaladas en puestos públicos apelaron al hecho de que tanto quienes proscribieron totalmente la práctica de interrumpir el embarazo como aquellos que insistían hasta la majadería más desagradable en que las cosas debían mantenerse así, eran varones -juristas, sacerdotes, antiguos gobernantes-: seres que por causas obvias jamás se habían preñado y que por ende eran incapaces de llegar a experimentar las sensaciones que genera una concepción, ya fuese deseada o no. Y no obstante se abogaban el derecho de tomar determinaciones absolutas acerca del tema sin siquiera consultar a las reales afectadas. En tal contexto se tornó muy familiar la sentencia "el Estado no decide aquí" que las féminas más arrojadas se suelen escribir en sus vientres para luego a enseñar a cualquiera que pase por la calle o porte alguna cámara. Y otras resucitaron una vieja imprecación: "qué saben ustedes, hombres, lo que es parir un hijo", en todo caso, dedicada más a los padres ausentes que a quienes rechazan un feto que llevan en su interior.

Pues bien. Así como cualquier mujer puede alegar, con bastante legitimidad, que un varón con poder se está dando el lujo de decidir por algo que sólo ella padece, sin darle la opción de refutarlo además: del mismo modo los jóvenes de género masculino hoy se enfrentan a una autoridad femenina que toma determinaciones que sólo los afectan a ellos aparte sin hacerles consultas. Un asunto en el cual Michelle Bachelet ha actuado con una irracionalidad y una tozudez que no se condicen con su supuesto progresismo (que tiene mucho de la primera palabra y casi nada de la segunda, pero en fin), sino más bien con el hecho de pertenecer a una familia vinculada a los militares. Cuando acaeció el desastre de Antuco, la actual presidente, entonces al frente de la cartera de defensa, declaró que el servicio obligatorio era imprescindible debido al enorme tamaño del ejército chileno. Como dato curioso, el jefe de Estado de la época, su correligionario Ricardo Lagos, se había empeñado en reducir el volumen del aparto público, con el afán de tornarlo "más eficaz y moderno", un esmero que continuaría la actual mandataria en su primera legislatura. Luego, cuando los expertos le señalaron que a consecuencia de la aprobación de la exenciones al reclutamiento, quienes acababan cumpliéndolo era de modo casi exclusivo muchachos de extracción popular, optó por el mecanismo del sorteo, que sólo ha traído más oscuridad al sistema de selección. Y ahora, cuando el aumento de los remisos dan una información clara de lo que piensan los ciudadanos sobre este "servicio a la patria", se inclina por tratarlos como delincuentes, impulsando una denuncia insulsa que ni siquiera Pinochet se atrevió a activar.

Es cierto. El embarazo producto de una violación es una experiencia demasiado chocante para una mujer y por lo mismo se le debe dar la opción de decidir acerca del futuro de ese feto. Sin embargo, lo mismo se puede decir de un varón que se enfrenta a algo para lo cual no está preparado, donde lo han incluido antes de naces y que puede rematar en una experiencia poco agradable, capaz de entorpecer su desarrollo posterior. De idéntica manera que las representantes del género femenino reclaman contra los hombres con poder otorgado por el patriarcado, tampoco ellas usar las escasas conquistas conseguidas para perpetuar conductas conductas, por cierto, originadas en esa misma tradición indeseable. ¿Servicio militar? El Estado y las féminas que lo conforman no deciden aquí.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Acerca de la Cremación

En medio de sus declaraciones falsamente sociales y sus llamados a privilegiar el ecumenismo por encima de la evangelización -a la que hace unas semanas calificó de "veneno" y "proselitismo"-, Bergoglio sorprendió a todos con unas recomendaciones en torno a la cremación. Subrayó que si algún creyente quiere ser incinerado una vez fallecido, desde el punto de vista de la teología católica no tiene impedimento. Pero acto seguido, condenó la práctica de esparcir las cenizas del inmolado, y a cambio exigió depositar las ánforas en columbarios situados en parroquias o cementerios (no mantenerlas al interior de las casas). Una orientación papal que sorprendió a muchos (e indignó a algunos), que no obstante no es primera vez que se formula: una década atrás, el cardenal chileno Jorge Medina efectuó opiniones en el mismo tenor y coincidentes con lo que acaba de plantear Francisco.

Casi desde el origen del cristianismo, la cremación de cadáveres ha sido objeto de intensas discusiones. Muchos de los cuales han derivado en conclusiones no muy proclives a incentivar esta práctica. Ante todo, a simple vista parece contraponerse con la sentencia del Génesis, que asevera que el ser humano regresará -o debe regresar- de manera inexorable al polvo del cual Dios lo formó. Una relación conceptual que además ha impulsado a los agnósticos, ateos o librepensadores a preferir la incineración como última voluntad, a modo de dejar establecido, hasta la tumba y para que no quepan dudas, su desacuerdo con la fe más dogmática -o al menos con quienes la difunden-. A eso hay que agregar el creciente interés por la religiosidad y el misticismo orientales, donde existen bastantes credos que no sólo recomiendan, sino que también prescriben la inmolación de los difuntos como primera y a veces exclusiva posibilidad incorporándola incluso en sus ritos. Muchas personas de occidente que sienten atracción por dichas corrientes de pensamiento (las que desconocen en su casi totalidad y de las cuales sólo toman sus aspectos más superficiales e inmediatos, pero en fin) ven en su proliferación poco menos que la salvación de la humanidad, tal cual sucede por cierto con los seguidores del camino (al menos los que no han optado por el ecumenismo más acomodaticio), lo que produce un choque entre dos intentos de imposición. Y dado que la quema de fallecidos es una de las recomendaciones más fuertes de quienes están frente a los partidarios de Jesús, entonces eso se torna otro antecedente en pro de su desaprobación.

En las iglesias reformadas, al menos de cuño europeo, este dilema ha sido resuelto con una sentencia de carácter práctico: "Dios puede resucitar un cuerpo desde un tazón de cenizas lo mismo que desde un tazón de polvo", recordando además que lo aseverado en el Génesis pierde buena parte de vigencia e importancia ante la esperanza de redención ofrecida a través de Cristo. Pero en el catolicismo -y varias congregaciones evangélicas, hay que admitir- la cremación continúa provocando auténticos quebraderos de cabeza. Algunos de ellos, que apenas esconden un trasfondo económico y son una muestra más de ese permanente acomodamiento doctrinal que en el romanismo pomposamente se denomina "signo de los tiempos", pero que en realidad es una constante invitación a mutar, y a veces modificar, los dogmas en favor de mantener el estatus y los privilegios sociales. En tal sentido, no han faltado -con argumentos muy sólidos- quienes sospechan que este llamado de Francisco obedece a un afán por sostener el negocio de los cementerios eclesiásticos y los columbarios al interior de los templos, el que pierde una buena cantidad de números si los deudos prefieren esparcir los restos o conservarlos en sus domicilios. Al respecto, cabe acotar que hasta no mucho el papismo rechazaba cualquier forma de incineración de cadáveres, hecho expresado en documentos que llevaban el sello de la infalibilidad. Sólo después de la IIGM se abrió a reconsiderar esa proscripción, debido a la disminución de solicitudes de entierro en sus camposantos (que ya no eran los únicos donde se podía depositar occisos). Una conducta ambivalente de la cual el mismo Bergoglio ha dado cuenta, por ejemplo en sus supuestas intenciones de acoger a los homosexuales, en circunstancias que su institución siempre ha sugerido -cuando no ordenado- su eliminación, debido a que en la actualidad hay personas de tendencia gay con altos ingresos y considerable poder de influencia.

Es cierto que un cristiano debe tener como principal opción la inhumación del cadáver. No tanto por cumplir una supuesta obligación establecida en el Génesis (parte de la ley antigua, superada tras el sacrificio de Cristo), sino porque el mismo Señor creó nuestro mundo en base a ciclos de regeneración y restauración, donde la descomposición de los cuerpos ayuda a mantener la fertilidad de la tierra. Por último, se trata de respetar la creación, siquiera de manera simbólica. Sin embargo, es innegable que frente a problemas relacionados con la modernidad -falta de espacio, exceso de población y por ende de fallecidos- o situaciones específicas -gran y repentina mortandad, epidemias muy contagiosas- la cremación debe barajarse como una opción incluso necesaria o urgente. Quizá no para guardar eternamente un ánfora con las cenizas del difunto en el líving de la casa (lo que a la larga, se transforma en idolatría y cultos a los muertos). Pero sí para sortear acaecimientos puntuales en los cuales se juega la supervivencia humana. Finalmente, lo que importa es la resurrección posterior, donde el Señor restablecerá cada organismo, y lo dejará mejor de como se vio en su paso por el globo.

domingo, 16 de octubre de 2016

Niños Sin Hogar

Más que los varios miles de niños muertos en la última década en recintos sostenidos o reconocidos por el Servicio Nacional de Menores, lo que llama a la indignación es la actitud de los políticos y opinantes de toda índole, quienes protestan, rasgan vestiduras y hasta lloran (literalmente) a causa de una situación que ellos mismos contribuyeron a ocasionar. Pues es preciso señalarlo, el proceso de descomposición de los hogares de infantes, a pesar de que estas instituciones siempre estuvieron al borde del precipicio, comenzó casi al mismo tiempo en que se producían los decesos masivos de sus internos debido a las negligencias de los adultos que los tenían que custodiar (y entre quienes se encuentran los servidores públicos mencionados al inicio de este párrafo.

Resulta innegable fijar el punto de partida de este deterioro en los cambios legislativos acaecidos en los primeros años de este siglo, cuando se reformó lo relativo a la responsabilidad penal juvenil. Una iniciativa que no es negativa en sí (para los afectados es una garantía de juicio justo, en comparación a ciertos elementos que incluía el estatuto anterior, como el trámite de discernimiento y las detenciones "por protección"); pero que estuvo acompañada de dos hechos que a la larga la transformaron en una referencia: el aumento de las acciones consideradas punibles -y de los castigos para las que ya eran consideradas como tales-, suscitada en el marco del miedo irracional a la delincuencia común, al extremo de presentarla como un tema de interés nacional; y la inexcusable necedad cometida por las autoridades de entonces, quienes encargaron al ya mencionado Servicio Nacional de Menores la tutela de estos infractores, sin efectuar una mínima separación entre ellos y los pequeños que estaban resguardo estatal por provenir de un ambiente de riesgo. Torpeza que, en todo caso, fue consciente, y que demuestra el desprecio social que siente por estos muchachos.

Existe un prejuicio arraigado respecto de los menores de edad, en el sentido de que serían gamberros impenitentes a causa de su falta de experiencia y conocimiento del engranaje comunitario. Si no se les aplica una disciplina lo más estricta posible, no dejarán de hacer travesuras -en la acepción más negativa del término-, además lo único que les permitiría su mentalidad imberbe. En Chile hay ejemplos de esas convenciones en la implantación de la jornada escolar completa y la ya mentada responsabilidad penal juvenil. Y si se trata de chicos provenientes de las capas más pobres, donde se supone el entorno familiar carece de los medios suficientes para ejecutar las necesarias correcciones, el asunto es bastante peor. Nos hallamos frente a potenciales ebrios y vividores inútiles, o como se asevera en la actualidad -para presumir de ciertas nociones científicas y no pasar por un mojigato anacrónico-, futuros delincuentes. El hecho de que descubramos -gracias a los escándalos mediáticos y la excesiva cobertura de la prensa escrita, la radio y la televisión- cada día más infractores legales que no rozan los dieciocho años, se torna en un aval para estas ideas preconcebidas. Lo cual, finalmente, remata en la conclusión de que todos los chicos susceptibles de caer en una institución guardadora son eventuales atracadores, por lo que da lo mismo meter a un idéntico saco a quienes han llegado a ese escalafón junto a los que ingresan a un hogar porque es imposible que sean criados en el de origen.

Aquí existe otro hecho repugnante, relacionado con la manera en que en su momento se justificó esta inaceptable mescolanza. Se dijo que los menores eran así considerados con el afán de no vulnerar sus derechos y no ser juzgados como adultos, lo que les obligaría a asumir una responsabilidad que no serían capaces de comprender. Además de que separar a los infractores del resto de la población infantil equivalía a ser tratados como niños de segunda clase. Ignoro si detrás de estas declaraciones existían auténticas buenas intenciones: lo cierto es que la realidad dejó en claro que eran contraproducentes. Y al margen de aquello, uno no puede evitar sospechar que tras esas palabras de buena crianza se escondía un desdén hacia los más pequeños cimentado en los prejuicios ya citados aparte de un intento por evadir preguntas relativas a la inyección de recursos o la realización de un trabajo esforzado, serio y perdurable en el tiempo. Lo último, eludido no sólo producto de la pereza obvia, sino también debido al temor que causaba la presión de los grupos que siempre insisten con el asunto de la delincuencia, muchas veces, para extraer réditos personales. Sí, pues: de qué se quejan ahora, si ellos confeccionaron este sistema, con el propósito de neutralizar cacos, antes de que tratar con seres humanos.

domingo, 2 de octubre de 2016

El Manual De La Discordia

El recién publicado Manual de Sexualidad Adolescente se transformó en una nueva oportunidad para colocar en ridículo a los grupos reaccionarios, que en Chile no sólo son religiosos, sino también económicos y políticos. Ello, a sólo dos semanas de celebrarse las elecciones municipales. Lo que vuelve a la coyuntura más delicada pues el librillo de la discordia fue promovido y financiado por el ayuntamiento de Santiago Centro, cuya alcaldesa, de tendencia izquierdista y progresista, espera ser ratificada en su cargo por cuatro años más, buscando continuar una administración que no ha estado exenta de polémicas y críticas. A las cuales, por cierto, podría sumarse el ya famoso tratado, que fue elaborado a través de un panel que incluyó a varios púberes, los que plantearon de modo muy franco sus inquietudes acerca de cuestiones como la felación y la penetración anal, así como la opción de tener varias parejas sexuales, de distintos géneros, y las relaciones homosexuales y lesbianas. Y a quienes les respondieron con el mismo grado de honestidad, que por cierto se refleja en el texto, donde aparte se agregan varias ilustraciones, con el afán de hacerlo práctico como material de apoyo en los establecimientos educacionales. Sobra decir que en el opúsculo en cuestión jamás se menciona el denominado amor de pareja ni mucho menos la estabilidad conyugal; en cambio, viene un compendio de las diversas formas que permiten evitar el embarazo (el aborto no es una de ellas, eso sí)

Lo más interesante de este manual es su condición de ser elaborado por y para adolescentes. O al menos que se presente así. Ya que si se trata de un compendio de preguntas y respuestas específicas, financiado con fondos públicos además, por supuesto que debe haber contado con la participación -y aprobación- de varios expertos y "adultos responsables" que pueden ser profesores, médicos o cualquier otra persona relacionada con el ámbito de la salud (espero que no sicólogos, aunque no soy tan optimista). Fuera de que de no ser así, no lo iban a publicar con la pompa y la cobertura periodística de la que fuimos testigos, por mucho que incitar el escándalo entre los de siempre se buscase. Sin embargo, ya es un punto de vista original -y un hecho meritorio- el que este libro se estructure desde la perspectiva de los muchachos menores de dieciocho años, incluso incorporando opiniones de chicos que aún no abandonan la niñez o recién ingresan a la pubertad. Todos sabemos -y no necesariamente porque hayamos pasado esas etapas- que pretensiones como la pareja estable o el intento por establecer un equilibrio entre la sexualidad y el amor son cuestiones que se adquieren con la madurez (o mejor dicho, con la pudrición), que los "lolos" ven como algo lejano. Ni siquiera quienes provienen de una formación moral más conservadora vislumbran la opción de tomar un varón a una mujer durante esa edad con el afán de permanecer el resto de la vida juntos: lo más probable, en cambio, es que mantengan su abstinencia. O cedan frente a alguna tentación, que en cualquier caso, y lo digo con conocimiento de causa, es muy improbable que ocurra.

En cambio, lo más natural es que los chicos estén llenos de inquietudes acerca de un tema que recién están empezando a descubrir (entre otros motivos, porque su cuerpo les está comenzando a proporcionar información). Entonces es lógico que busquen -y exijan- respuestas frente a un hecho que al menos en teoría se presenta como beneficioso y atractivo (de nuevo, porque sus propios organismos así lo sugieren).Luego. la lógica implica que dichas explicaciones se pueden hallar del modo más adecuado posible en expertos, como personas ligadas al ámbito de la salud y enseguida de la educación. ¿Colectivos religiosos? Pueden ser un buen punto de referencia, pero les juega en contra que en estos temas se desenvuelven demasiado mejor a nivel adulto, y no debido a esa caricatura de querer imponerse en reclamo de un mandato divino: un sacerdote o un ministro de cualquier credo siempre iniciará sus actividades a partir del matrimonio, orientando -y a veces forzando- al resto de los mortales a llegar a tal instancia, sin importar lo que inevitablemente debió acaecer antes. Y en tal preludio pudieron estar implicados elementos como la pornografía, los mitos, las leyendas urbanas o la publicidad televisiva (patrocinada a veces por empresas conducidas por reaccionarios que suelen financiar a las iglesias) que otorgan una visión, más que distorsionada, tergiversadora de los asuntos, capaz de llevar al ignorante justamente a lo más odiado por todo los grupos, también los eclesiásticos, como el embarazo adolescente, la violencia entre novios o cónyuges o la segregación o desvalorización de un género o una etnia.

La honestidad de este manual, no radica en hablar con un supuesto desparpajo, "a calzón quitado", como reza el refrán chileno. Hay algo de aquello, pues en el afán de interpretar a los adolescentes -que no lo olvidemos, intervinieron en este proyecto- se trataron algunos aspectos como si fuera una conversación entre muchachos acerca de las características físicas de algún integrante de otro género -individualizado o no-. Pero en realidad lo que hace es mostrar a los chicos en su desconocimiento de las cosas, con excelentes intenciones desde luego, y entregar las respuestas precisas, de la manera que más fácil les resulte captarlas. De eso se trata la educación, toda vez que este librillo le entrega a los maestros herramientas para impartir sus contenidos de modo correcto en las aulas. Dejémonos de pamplinas y entendamos que así se expresa un adolescente medio. Los adultos están tan ensimismados en su comodidad que no lo consiguen comprender. O temen a la culpa por reencontrarse con su pasado y con conductas que hoy les parecen vergonzosas y que desean olvidar, pues de otra manera quedarían al desnudo.