domingo, 30 de junio de 2013

Superman Supermercado

Muy comentada ha sido la forma en que los productores y encargados de "El Hombre de Acero" (Man of Steel), el nuevo filme que recrea la historia de Superman, han promovido la película en Estados Unidos con el objeto de obtener el siempre anhelado éxito de taquilla. Estableciendo paralelismos entre el supuesto carácter mesiánico del personaje -especialmente acentuado en esta entrega- y la figura de Jesús, se han dedicado a establecer contactos con pastores y líderes de las más diversas iglesias evangélicas, varios de quienes han caído en el juego y hasta han utilizado los púlpitos y los sermones dominicales para recomendar la realización, considerándola un ejemplo de edificación cuando no un virtual método alternativo para iniciarse e incluso acercarse a la biografía del Salvador, al menos en el caso de los niños y los neófitos que no llevan mucho tiempo en el camino del cristianismo o que por diversas causas -trabajo, carencia de comprensión lectora- no tienen el hábito de tomar una Biblia.

Superman siempre es candidato a transformarse en figura ideal, en todos los sentidos que puede abarcar el término. Pero en especial, en el marco de la atracción física que siempre llama la atención de los niños y los más jóvenes, quienes motivados por la apariencia de un personaje determinado lo terminan transformando en su modelo de referencia casi obligado, al extremo de que todo lo que haga dicho sujeto será imitado por ellos al menos en la medida de lo posible. Una tendencia de la que no están exentos los consumidores de tiras cómicas, aunque entre este público tales inquietudes se expresen a través de códigos propios y unívocos, como sucede en cada quehacer de la vida por lo demás. El extraterrestre de Kripton es un tipo muy bien parecido, de rostro angelical, caído del cielo (o del espacio, que para el caso es lo mismo) y que posee una reciedumbre mediante la cual es capaz de solucionar los entuertos más difíciles, incluso superar a la muerte: en una anterior versión fílmica consiguió revivir a una muchacha de la cual se había enamorado invirtiendo la rotación terrestre; y él mismo, en una de sus más célebres entregas en papel, logró resucitar tras ser abatido por un rival tanto o más extraordinario. Es un vencedor innato que permite que muchas personas se proyecten a través de sus hazañas, lo que permite a sus creadores y escritores alentar un espíritu de superación que es muy acorde al discurso político oficial de su país de origen: Estados Unidos, y no sólo en los aspectos belicistas (si bien ganó gran parte de su popularidad en la Segunda Guerra Mundial, desbaratando las estratagemas de los alemanes y los japoneses), sino también en el aspecto del éxito económico resumido en el eslogan de "el gran sueño americano".

Justamente, Estados Unidos es un país donde la fe evangélica cuenta con una importante influencia en la sociedad, y entre sus practicantes más notables se encuentran los cristianos del llamado "cinturón bíblico" que son celosamente conservadores en especial en asuntos de moralina. Y aunque entre las cosas a evitar para ellos se encuentren las tiras cómicas -llenas de historias de monstruos diabólicos mediante las que se elaboran sendas alegorías sociales-, la verdad es que a varios les bastaría una descripción detallada de Superman para convencerlos casi de que es Jesucristo enfundado en vestimentas de gimnasio. Nos hallamos ante el superhéroe por antonomasia, aséptico, asexuado y que no tiene la más mínima línea de imperfección. Su imagen puede ser empleada como modelo incluso para el resto de los relatos de historietas, con el afán de que sus respectivos autores enmienden el rumbo y regresen al correcto camino. No es, por ende, tan difícil descubrir las explicaciones del por qué un alto número de hermanos ha mordido el anzuelo preparado desde Hollywood. Toda vez que en su sentimiento interior desean que la industria cinematográfica abandone las sendas pecaminosas y se acerque al Salvador, ya que ninguno se atreve a pedir la aniquilación de una actividad que, con toda la carga negativa que puede sobrellevar, no obstante ha sido uno de los modos más eficaces en los cuales la nación bendecida por Dios a causa de la fe de sus padres fundadores ha conseguido prosperar a nivel mundial. 

El problema es el grado de ingenuidad que ostentan estos hermanos. Las pretensiones de Hollywood se hallan lejos del afán de difundir la palabra o de divulgar valores morales, estando a cambio ligadas al simple propósito de hacer dinero. Para eso, y con una acertada estrategia comercial, han recurrido a un sector importante de la sociedad norteamericana, que además cuenta con un aceptable poder adquisitivo y al cual la industria del entretenimiento a ratos parece dejar de lado -no es así del todo-. Los evangélicos, por desgracia, han caído en la trampa publicitaria, embaucados por las declaraciones del director del filme (Zack Snyder, especializado en películas de horror, entre las que se cuenta la nueva versión de "El Amanecer de los Muertos) y de ciertos productores de la Warner. No se entienda esta opinión como un llamado a boicotear la realización ni a rechazarla y a considerarla réproba. Sino de que, al igual que es muy nocivo censurar obras, es endiosarlas atribuyendo características que no tienen y que no pretendieron ya en sus mismos orígenes aunque sus responsables después aparezcan en los medios de comunicación afirmando lo contrario.


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