domingo, 29 de enero de 2012

Joven y Alocada por Conveniencia

Al momento de redactar este artículo, no he visto más que una sinopsis comercial de "Joven y Alocada", la película chilena que ganó un premio a mejor guion en el festival de Sundance (aparte, felicitaciones por ello: el evento que cada enero se celebra en Park City tiene un alto nivel de exigencia y es una excelente alternativa para dar a conocer aquellas producciones de gran calidad que no cuentan con la parafernalia de Hollywood o de otros grandes estudios para darse a conocer). De cualquier manera, con los textos que circulan por internet uno se puede formar una idea de su argumento, así como de su propuesta y sus intenciones. La protagonista es una adolescente de diecisiete años que maneja una bitácora virtual en la cual relata su vida, que se reduce a dos aspectos: la búsqueda incansable de placer sexual, ya sea con varones u otras mujeres, y los interminables conflictos que esa actitud le acarrea con su familia, encabezada por un exitoso pastor evangélico, creado al que, cada vez que encuentra la oportunidad, le lanza sus peores diatribas, las cuales además sostienen el discurso del filme.

Al parecer, el propósito de la realizadora y los libretistas es exponer el contraste que, dentro de la sociedad chilena, existe entre una especie de discurso moral consensuado y ciertos grupos juveniles. No es ninguna novedad: de hecho, casi la totalidad del cine criollo surgido desde mediados de la década de 1990 -cuando la dictadura dejó de ser un tema atractivo para directores y especialmente productores- ha abordado conflictos generacionales, ya sea de manera genérica, o en el marco de una familia nuclear. De esto último se pueden contar abundantes ejemplos ("La Buena Vida", "Fiestapatria", "Te Amo Made In Chile", "Navidad"), y no sólo en el cine sino también en la televisión. La diferencia con el filme de marras, es que, y a despecho de que no existe película chilena que se precie de tal si no tiene una escena de sexo explícito en algún punto de su metraje: es que por primera vez (vaya fuerza de esa expresión, ahora que nos estamos refiriendo al trato de lo sexual en las producciones) se pueden observar abundantes escenas del acto carnal, impulsadas por el único fin de la satisfacción, sin el temor a sentir culpas o remordimientos posteriores (y en este ítem hay una clara diferencia con "En La Cama", la obra que más se acerca a "Joven y Alocada") y para colmo protagonizadas por una mujer. Y no cualquiera, sino una chica de clase más o menos acomodada, proveniente de un hogar, si bien integrado por personas que profesan una religión algo exótica para los estándares chilenos, empero donde se inculcan valores claramente definidos, hecho que puede ser puesto a prueba hasta por el más incrédulo.

He aquí que uno puede contar con el derecho a formular una inquietud bastante legítima. ¿Por qué el filme se tuvo que decantar por una familia evangélica? ¿Por qué no se centró en un hogar de católicos devotos de organizaciones pacatas como el Opus Dei, donde se viven los mismos conflictos; y que además, por la situación económica de sus miembros y la posición social de la iglesia a la cual se adhieren, cuentan con un mayor abanico de influencias? Cabe acotar que, a causa del último factor mencionado, los problemas generacionales que ocurran en esas casas podrían llegar a ser muchísimo más intensos. ¿A qué viene, entonces, la bronca con los hermanos reformados, fuera de que alguno de los creativos haya participado de una congregación y su experiencia no haya sido óptima? Hay una tesis un tanto maliciosa pero totalmente competente que se puede esgrimir. Si el blanco de los lamentos era una orden romanista, o cualquier comunidad que girara en torno a una parroquia, de partida al filme le habría sido muy difícil, por no decir imposible, conseguir el financiamiento público del cual dependen todos los realizadores locales para sacar sus proyectos a la luz. Y de haberle dado al clavo con créditos por aquí y por allá, de seguro habría tenido que enfrentar toda la furia de los sacerdotes y obispos, quienes a pesar de estar atiborrados con escándalos de pedofilia, aún mantienen una capacidad vasta de ocasionar daño, aparte de que estos bochornos les sirven para subir unas cuantas décimas en las encuestas.

Algunos podrán argumentar que los evangélicos representan un tipo de cultura popular muy arraigada en la estrechez moral, y que varios de ellos, incluyendo quienes son autoridades, ya sea sociales o eclesiásticas, resultan bastante fastidiosos. Nadie puede negar que eso es cierto al menos hasta determinado punto. Pero a pesar de todo, los hermanos reformados siguen constituyendo una minoría con escaso cuando no nulo peso político o económico. Los otros, quienes pertenecen a la religión más fuerte, aún desprestigiados, acumulan tal nivel de influencias que incluso son pasados de largo cuando se pretende rodar filmes con la temática de "Joven y Alocada". Un hecho que toma más relevancia cuando los autores, en mensajes a través de la red así como en una que otra entrevista que han concebido, han insinuado que intentan denunciar -léase atacar- varios aspectos del credo protestante. Situación que podría aumentar los prejuicios de determinada clase de gente. Justamente, en favor de la iglesia romana y el enriquecimiento de sus integrantes más conspicuos a costa de los abusos ancestrales. En especial teniendo en cuenta que esta película cuenta con todas las condiciones para transformarse en un éxito de taquilla. Por el bien del cine chileno, la juventud libre y la santa madre iglesia (católica).

                                                                     

                                                                       

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