domingo, 31 de julio de 2011

La Irrupción de las Iglesias Orgánicas

Desde hace algunos años, sobre todo en Estados Unidos, ha venido cobrando fuerza el fenómeno de las llamadas iglesias orgánicas: grupos de quince hermanos promedio, que se congregan en algún lugar determinado, que no suele ser un templo, sino una casa particular, alguna sede social, una oficina o incluso a veces una plaza pública. Dichas reuniones son estructuradas, de todas formas, como cultos convencionales, es decir, con alabanzas, oraciones y un sermón. La idea de quienes han optado por esta tendencia, es emular a los cristianos de la época primigenia (siglos I-III ac.,), muchos de los cuales efectivamente eran miembros de comunidades muy nucleares, sobre todo en aquellos lugares donde aún no se había predicado. Una situación que se suele replicar hasta nuestros días, en aquellos países donde el mensaje de Jesús no ha penetrado con fuerzas o el número de fieles, por diversas circunstancias, continúa siendo escaso.

Quienes llegan a este tipo de iglesias, son hermanos que provienen de las más diversas agrupaciones. Algunos pertenecían a movimientos pentecostales; otros, a denominaciones cuyo origen se puede rastrear hasta la misma reforma: no pocos, además, eran inconversos, y fueron invitados por algún amigo que formaba parte de estas asambleas orgánicas. Pero lo más interesante, es que la mayoría de estos hermanos acaba de desertar de una mega iglesia, esos templos diseñados para albergar como mínimo a un millón de fieles, dirigidos por pastores o predicadores carismáticos cuya consigna principal -y en bastantes ocasiones, única- es atraer la mayor cantidad de almas a la salvación. Precisamente, las orgánicas han surgido de la mano de líderes que participaban en una de esas faraónicas instituciones, sin sentirse representado por ella. Por lo que su abandono conlleva, hasta cierto punto, una fuerte crítica a su modo de actuar, el que no es capaz de satisfacer a algunos de sus integrantes, que empiezan a experimentar una sensación de vacío espiritual. Lo cual resulta curioso, porque la causa de la incomunicación se origina en el mismo aspecto por el que esas enormes congregaciones han sido elogiadas y sus dirigentes puestos como ejemplos a seguir: el colocar todos los esfuerzos en captar más personas al evangelio, porque a fin de cuentas es lo único válido ante la posibilidad de la condenación eterna producto de la maldad humana.

En realidad, si analizamos la historia del cristianismo evangélico, a poco andar observamos que se trata de un conjunto de propuestas novedosas, que lograron cuajar gracias al decaimiento de las instituciones clásicas, para tiempo después, ser esas mismas ofertas víctimas de la decadencia y el desgaste. Así, las iglesias orgánicas surgen como respuesta a la declinación de las mega iglesias; que a su vez, fueron impulsadas hace más o menos treinta años por el declive de los movimientos pentecostales; los cuales habían encontrado terreno fértil en el avivamiento del siglo XIX, que en términos sociológicos se puede interpretar como un reclamo contra el anquilosamiento de las denominaciones tradicionales, las mismas que nacieron como consecuencia de la Reforma, que insufló un nuevo aire a un cristianismo aprisionado por las bulas papales y los acomodaticios dogmas católicos. Cada quien fue significativo en su tiempo. Y lo más importante siempre fueron los frutos. Pues todas aquellas revoluciones no sólo marcaron una época, sino que las corporaciones que formaron continúan existiendo hasta hoy.

Nadie está capacitado para negar la sinceridad de los hermanos que han optado por cualquiera de las iglesias orgánicas. El hecho de que se hayan consolidado como alternativa válida ya constituye un aporte para el evangelio. Si se erigen como el nuevo paradigma imperante, es un asunto que se verá si ocurre en las próximas décadas. Sólo cabe decir que, aunque Dios sea único e inmutable, los seres humanos son diversos y la fórmula que resultó para convertir a uno, resulta ineficaz al aplicarse en otro. Por lo que a cada hermano le corresponde su propio templo y es en la diversidad en que está más clara la posibilidad de llevar un mayor número de personas a la salvación. Será la permanencia de remanentes de estas comunidades, más allá de su periodo dorado, el que nos confirme si se trataba de alternativas sinceras y honestas.
                                                                                                               

1 comentario: