lunes, 4 de enero de 2010

Los Mormones y el Café

A los ojos de un pobre ignorante que ha sido formado en el fanatismo religioso más recalcitrante e integrista, las costumbres de otros credos siempre resultan ridículas y merecedoras de los más crueles chistes. Pasa con los hindúes y ese asunto de la sacralización de las vacas, o con los jehovistas y su rechazo a las transfusiones de sangre. Prerrogativas que ya hemos analizado en artículos anteriores. Pero en ellos no se agota la serie de movimientos que cuentan con estos detalles dignos de la carcajada más malintencionada de un lego. Hay otros casos, como el de los mormones y su negativa a consumir café, que también dan, al menos, para una pequeña reflexión.

La proscripción del mormonismo para con esta bebida se da por dos motivos. El primero, bastante simple de explicar, sienta sus bases en la moralina más elemental, propia por lo demás del puritanismo norteamericano, al cual este grupo, lo quiera o no, le debe su causa de origen. Ocurre que el café siempre ha estado relacionado con la bohemia intelectual, a la cual siempre se le ha atribuido un tufillo anticristiano, o en el mejor de los casos, reñido con la corrección normativa en una sociedad bienpensante. El otro, en donde es posible hallar la esencia real de esta prohibición, radica en el hecho de que este trago se elabora a base de cafeína, una sustancia que se suele emplear en determinados medicamentos, pero que también se utiliza como droga adictiva, en circunstancias similares a la cocaína y a la heroína. Al respecto, cabe señalar que la marca de gaseosas Coca-Cola, se llamó así porque en principio incluyó en el brebaje a la sustancia derivada de la hoja de coca; pero cuando ésta empezó a ser condenada en Estados Unidos, la fue sustituyendo paulatinamente por cafeína, cuyos efectos sobre el organismo son bastante parecidos.

Ahora: no estoy recomendando que, para evitar un tropezón que nos mande de cabeza al infierno, dejemos de consumir café o algunas de las denominadas bebidas de fantasía. Sin embargo, conviene analizar más seriamente estos comportamientos de los mormones, y compararlos con nuestra propia consecuencia. Porque nosotros proscribimos ciertos alucinógenos y otras drogas calificadas de "destructivas", en base al supuesto daño que pueden hacerle al cuerpo, lo cual trae como consecuencia, la elaboración de sendos tratados, a veces con conclusiones falsas, sobre la marihuana, la ayahuasca o el opio. Sin embargo, la cafeína se encuentra entre estos elementos , así como un sinnúmero de píldoras y jarabes que se exhiben en las farmacias. Por contrapartida, las sustancias recién mencionadas, a menudo contienen más beneficios que perjuicios: por ejemplo, el cáñamo es una buena materia prima para fabricar papel, y una excelente planta a la hora de tratar de revertir un proceso de erosión. Lo que hacen los seguidores de Joseph Smith, no es más que dar el siguiente paso y demostrarle al mundo que son anacoretas más eficientes y por ende mejores cristianos: uno que el resto de los seguidores de Jesús, por cobardía, no se atreven a concretar.

A menudo el camello se burla del dromedario porque éste tiene una enorme giba, cuando las de él son dos: más pequeñas, pero dos. Muchas veces, la sátira contra posiciones radicales que nos parecen innecesarias, oculta nuestra cercanía justamente con esas posturas, la cual sólo constituye un derivado de lo que, en varias ocasiones, los más ortodoxos comenzaron. Si un determinado grupo se manifiesta contra la marihuana, al poco rato aparecerá otro que diga "pero la cafeína es igual de dañina y está en muchos productos". Y si revisamos nuestros argumentos, descubriremos que, en atención al desarrollo de éstos, inequívocamente se halla en lo cierto. Por lo mismo, debemos tomar conciencia de que todas las plantas y animales fueron creados por Dios para el correcto aprovechamiento y disfrute del hombre, quien es el único que puede invertir esa clase de bendiciones.

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