domingo, 22 de marzo de 2015

Fin de Semana de Pirados

En sólo un fin de semana, cuatro jóvenes murieron intoxicados producto de sobredosis de drogas o sustancias afines. Con ello se sobrepasó la cifra de fallecidos por causas similares del año pasado. Y quizá lo más triste de todo, es que entre los decesos había muchachos que no superaban los quince años.

Lo que más llamativo lo constituyen las sustancias que estos muchachos inhalaron y que los llevaron a la muerte. Dos hermanas, por ejemplo, aspiraron gas licuado contenido en un cilindro portátil, de ésos que se usan como combustible para las cocinillas. Mientras una pareja, junto a otros dos amigos (estos últimos sobrevivieron, aunque se encuentran hospitalizados con riesgo vital) se inyectó morfina, un componente más conocido por su aplicación, irónicamente, en las faenas médicas, pero cuya estructura y efectos son parecidos a los de la cocaína y la heroína. En ambos casos confluyen una serie de factores. Primero, la desesperación de una persona que, por diversos motivos, sufre una severa crisis de ansiedad que lo impulsa a drogarse con lo que tenga a mano. Luego, la ignorancia, y en idéntica medida la falta de educación, que caracteriza a un grueso de la población chilena, la cual, queda comprobado, debe estar instruida incluso respecto de ámbitos reñidos con la legalidad. Y finalmente, las consecuencias de la carencia de oportunidades, pero también de la pobreza y la desigualdad, que padecen muchos chilenos y que terminan haciendo la diferencia hasta al momento de buscar pirarse.

En lo cual también hay parte de culpa del Estado. Los aparatos públicos prácticamente carecen de una red, al menos eficiente, que auxilie a los adictos, incluso a los que se acercan de modo voluntario a pedir ayuda. Las únicas políticas al respecto han sido represivas, como aumentar las penas por porte de sustancias prohibidas y hacer punibles situaciones que son propias del consumo privado pero jamás del tráfico, caso emblemático lo que ha venido ocurriendo con las personas encarceladas por porte de algunos gramos de marihuana. O bien medidas más sutiles -y propensas a ser elogiadas desde el punto de vista práctico- como la eliminación de los solventes volátiles del neoprén, que impulsó a los chicos que consumían ese pegamento a pasarse al tolueno, la bencina o el gas. Por otra parte, las proscripciones sin ton ni son reducen la proliferación de drogas pero a la vez encarecen su precio, lo que arrastra a los dependientes a buscar salidas alternativas. Los que poseen mayor información y cuentan con mejores recursos económicos se contactarán con conocidos en el extranjero y traerán píldoras sintéticas que legalmente no se pueden perseguir porque no se hayan registradas y las entidades encargadas además las desconocen. Pero los que pertenecen al pueblo raso -la alta mayoría- se verán obligados a adquirir un medicamento o un elemento que por distintas circunstancias circula en el ambiente. Y por lo general, esos últimos casos son los que derivarán en consecuencias más graves, porque los compuestos ingeridos no fueron diseñados para la evasión.

                                                 
Es una situación similar a lo que está acaeciendo en el norte de Europa con el cocodrilo, una droga que produce una quemazón en los músculos que puede llegar a ser fatal, y que se popularizó tras la recesión económica que afectó a esa región y las férreas medidas anti drogas que tomaron los gobiernos en cuestión. No falta quien se pregunta por qué lo hacen sabiendo que colocarán en riesgo su vida. La respuesta es simple: cuando el adicto está desesperado, o ingerirá una dosis anormal o se arrojará del piso más alto de un edificio. Es como los reos cuando, apremiados por la falta de alcohol, elaboran el pájaro verde, un brebaje que mezcla barniz con restos de comida. Es ahí donde las instituciones deben estar alerta. Y evitar conducir a la muerte a un pobre desgraciado asegurando que realizan todo lo posible para salvarlo.

domingo, 8 de marzo de 2015

Día de la Mujer: Poco Que Festejar

Muchas mujeres -y no pocos hombres, aunque algunos de ellos sólo lo hicieran impulsados por un entusiasmo ambiental- han aplaudido el anuncio de la presidente de crear un ministerio que trate los asuntos del género, aún cuando se trata de una iniciativa puramente cosmética, pues el actual servicio nacional es una de las carteras del gabinete. La propuesta ha sido lanzada en el momento propicio: durante un discurso pronunciado este ocho de marzo, día en que se conmemora la inmolación del más de centenar de trabajadoras que perecieron en el incendio de la fábrica Triangle en New York, producto de que no lograron escapar a causa de que los empleadores mantenían las puertas cerradas en el afán de evitar eventuales fugas desde el sitio laboral.

¿Hay algo más que celebrar fuera de la concreción del mencionado Ministerio de la Mujer, que al fin y al cabo es sólo un cambio burocrático? La verdad es que muy poco. Primero que nada, y recordando el incendio en la empresa neoyorquina, aún los salarios femeninos son inferiores a los que gana un equivalente varón, si bien la diferencia es escasa y se circunscribe a algunas ocupaciones. Sin embargo, lo más cuestionable surge al momento de revisar la orientación a donde ha sido dirigida la igualdad de género en las últimas décadas, la cual además, y aunque muchas y muchos no quieran o les dé vergüenza reconocerlo, ha sido supervisada y encauzada por la iglesia católica y los círculos de empresarios más acaudalados, dos grupos de entidades con bastante poder en el país. Lo cual se ha intentado enganchar con un discurso de supuestos progresistas y socialdemócratas, una mezcla escasamente verosímil en realidad, pero que ha sido presentada a la opinión pública de un modo tal que la mayoría piensa que es, si no un logro perfecto, al menos un gran avance.

Partamos por la maternidad. Se ha aumentado la cobertura en salas cuna y se ha ensalzado a la madre trabajadora, a la par que el rechazo de carácter reaccionario al embarazo adolescente ha sido reducido a una expresión insignificante. Por supuesto que son transformaciones que no se pueden dejar de elogiar. Sin embargo, la omnipresencia de la iglesia romana a su vez ha permitido que se eche pie atrás en intentos por repartir anticonceptivos e impartir clases de educación sexual en las escuelas, factores que han resultado determinantes en el aumento de la preñez entre las jóvenes secundarias. A esto se suma el bombardeo publicitario donde de modo constante se muestran imágenes de féminas acompañadas de niños pequeños -en muchas ocasiones recostadas en el tronco de un varón-, lo que constituye un claro incentivo. Ante tal situación, el progresismo ofrece un premio de consuelo y entrega míseras ayudas económicas que no alcanzan para mantener a un bebé, y luego alienta a estas personas a demandar a los padres biológicos -cuya coyuntura monetaria no es mejor- a fin de que paguen la pensión alimenticia (incluso con la opción de sacar una gran tajada). Ya no se repudia a la púber con un feto, pero las posibilidades de que acaben concibiendo son mayores, y eso no es sino una manera diferente de imponer el conservadurismo. Mientras que las más adultas deben resignarse a ingerir fármacos para aliviar su supuesta neurosis, en circunstancias que los medicamentos son la droga adictiva femenina por excelencia, a la vez que el alcohol y las sustancias prohibidas son la masculina.

No se ha visto al actual servicio nacional de la mujer, en una actitud más enérgica frente a los arbitrarios planes femeninos que ofrecen las aseguradoras y las instituciones privadas de salud, así como de las administradoras de fondos de pensiones. Tampoco suele estar presente en los casos de abuso sexual, si bien sí lo hacen en las situaciones de violencia doméstica -que son más ambiguas-. Y en cuanto a políticas de planificación, lo más cercano a eso es insistir en ampliar los derechos para el aborto, que claramente no es un método anticonceptivo. Y que no constituye sino otro triunfo del catolicismo. Porque se trata de algo que todos sabemos finalmente no se aprobará -o se conseguirá con un alto número de restricciones- y debido a que su insistencia es el resultado de la intolerancia de los curas, quienes han provocado que al otro lado surja una posición igualmente extremistas en el afán de contrarrestar. Las féminas más famosas -Violeta Parra, Gabriela Mistral- no se hicieron famosas por lo que tenían entre las piernas. Así como tampoco lo fueron las trabajadoras sacrificadas a fuego hace ya más de un siglo.

domingo, 22 de febrero de 2015

Frambuesa Cameron

Kirk Cameron acaba de arrasar en los premios Razzie, ésos que pocos días antes de la ceremonia del Oscar se entregar a los peores filmes del año anterior. El actor y productor, convertido hace unos años a la fe evangélica, y objeto de repudio de parte de la comunidad gay por ciertas declaraciones que han sido tildadas de homofóbicas, fue nominado por "Saving Christmas", una película navideña que, como lo sugiere su título, retoma los tópicos característicos de tales realizaciones, pero dándoles un enfoque "cristiano".

No pretendo aquí cuestionar la honestidad de Cameron, que por lo demás parece un convertido sincero, aunque poco instruido en una amplia variedad de temas, lo que por cierto se deja notar al momento de hablar de asuntos delicados, entre los cuales se cuenta la mencionada cuestión homosexual. Es verdad que los colectivos gay han reaccionado de un modo tan exagerado que roza la mala intención, además en contra de una persona que tiene una participación muy marginal y puntual en los círculos del espectáculo. Sin embargo, sus reclamos son hasta determinado punto legítimos, pues hay que reconocer que Kirk ha emitido comentarios ofensivos, alejados del amor predicado por Jesús, que no se justifican ni siquiera en el ámbito del cristianismo más observante. Es más: parece que sus opiniones, prácticamente imposibles de encontrar entre sus compañeros de profesión, están destinadas a constituir la base de una minúscula vigencia, frente a la innumerable cantidad de filmes mediocres, cuando no derechamente malos, que ha protagonizado en épocas recientes, justamente el lapso en el cual ha intentado demostrar los aspectos positivos que habría depositado en él su nueva fe.

Una seguidilla de producciones que por fin halló una adecuada recompensa en las recientes Frambuesas de Oro. Y que son la muestra culminante de una falta de talento, una demostración permanente de mal gusto y un escaso interés por progresar en el trabajo interpretativo, factores que ni la piedad más remota es capaz de remediar, ni el más poderoso de los seres superiores hacer frente (menos en el cristianismo, si se considera que Jesús insistió en que la ayuda divina debe ir acompañada de un esfuerzo personal si se quiere que surta efecto). Cameron se inició en la década de 1980, no en el cine propiamente tal, sino en una serie televisiva del montón, donde tenía una plaza asegurada gracias a su rostro más que a sus capacidades. Luego de años de oscuridad y adicciones, cuando el envejecimiento lo terminó apartando de la pantalla chica, apareció dando testimonio de su nueva vida, con declaraciones llamativas como cuando afirmó que no sólo rechazaba las escenas de sexo sino que también aquellos papeles en donde el personaje tenía que besar a una chica, pues no era su esposa (está casado y tiene seis hijos). Por lo mismo se ha visto obligado a refugiarse en el doblaje -donde lo hace con bastante decencia, hay que reconocer-, fuera de sus actividades fílmicas con fines proselitistas. Al menos en lo que respecta a los asuntos puramente profesionales, no ha experimentado un cambio ni mucho menos ha nacido de nuevo.

Quizá si Cameron se hubiese reducido al mencionado doblaje -donde además se gana lo suficiente para vivir- su evaluación como actor hoy estaría bastantes peldaños más arriba que los Razzie, y muchas personas ligadas a la industria cinematográfica escucharían su testimonio de fe sin prejuicios o sospechas de fanatismo irracional. Pero Kirk tenía que convencerse de que había sido llamado para algo mayor, que de seguro no era la calidad artística. Lástima. Porque si lo llegan a recordar será por los "galardones" que obtuvo su película navideña, y las críticas negativas de cada filme que protagoniza o produce. Sin embargo, dudo que su condición de evangelista de celuloide alguna vez sea reconocida, en especial porque es muy difícil que algún colega se convierta tras observar uno de sus bodrios, y tampoco un número incluso aceptable de gente común lo hará. Otro como Ed Wood, nada más, en el sentido de crear obras insufribles creyendo que definirán el futuro. Bueno: después de todo, "Plan 9" era una realización cristiana, financiada por una congregación bautista.

domingo, 1 de febrero de 2015

Familia Unida Para Estafar al Fisco

Entre todas las desagradables sorpresas que a diario proporcionan las investigaciones del llamado "caso Penta", está una que, entremedio de tanto dirigente político involucrado y un número no menor de empresarios acaudalados intentando evadir impuestos, ha sido poco advertida y muchos menos analizada. Se trata de la persistencia de los dueños y los principales gerentes de ese conglomerado, en colocar los nombres de sus esposas e hijos en las boletas fraudulentas que le entregaron al fisco, para de esa forma concretar su deseo de no pagar tributos o al menos evitar ser encartados en el momento en que los fiscalizadores descubriesen las triquiñuelas. Una conducta que debe llevar a la reflexión, sobre todo tratándose de hechores identificados con la derecha partidista y la moralina conservadora, obedientes a los planteamientos de la curia católica en asuntos como el aborto, el relajamiento sexual o el matrimonio homosexual, y que no pierden la oportunidad de recalcar la ideología que establece la preeminencia de la familia, en el sentido moralmente más clásico y reconocible del término.

En esto mismo, ¿qué lleva a los defensores más estrictos de "la familia" a inculpar a los integrantes de la suya en delitos, sin que éstos tengan la oportunidad de objetar esta situación, si es que se les había puesto al tanto de ella? Por ahí dicen que el dinero es capaz de cambiar -mejor dicho corromper- conciencias. Aunque en este caso quizá no se haya llegado a tal extremo. Pues para estos sujetos existen dos puntos esenciales e inquebrantables en la definición de familia que ellos aprueban. Primero, es una entidad que debe permanecer unida frente a toda clase de adversidades, incluso las surgidas en su propio seno -como violencia interna o infidelidad de un cónyuge-, cuando menos de un modo aparente. Luego, y a despecho de favorecer a tesis como la comunicación mutua o el hogar democrático, siempre hay una jerarquía establecida, donde la cabeza es el padre, seguido de la madre y finalmente por los hijos en orden cronológico decreciente. Por ende, las decisiones últimas las toma el varón y al resto de los componentes les queda acatar, porque una conducta en otro sentido puede implicar la ruptura de un vínculo sagrado. Y en conclusión, si la totalidad de los miembros de la casa están de acuerdo en una actividad, aunque ésta sea ilícita, no obstante también es aceptable desde el punto de vista ético.

Esto nos impulsa a indagar uno de los motivos por los cuales las personas de estratos sociales altos insisten hasta la majadería en la ideología de la familia. Al engendrar una buena cantidad de hijos, aseguran que éstos hereden la práctica totalidad de las propiedades posibles, no dejando espacio para quienes provienen de un origen menos acaudalado. Los conceptos de unidad e indisolubilidad, además, obligan a los miembros a conducir de forma impávida hacia el mismo destino. En tal sentido, que existan cómplices, incluso involuntarios, es una señal de triunfo, no sólo en los aspectos visibles, sino porque igualmente han imperado los llamados valores tradicionales. La esposa debe ser una sola mente con su marido, de lo contrario éste quedará vulnerable al qué dirán. Enseguida, los vástagos le deben obediencia estricta a sus padres, para que ellos sean mejor evaluados ante la opinión pública y así, a partir de sus respectivos roles, todos salgan finalmente favorecidos. Los propietarios de Penta serán defraudadores, pero cuentan con una familia ejemplar y eso es la principal fuente de su orgullo. Y después el éxito en los negocios, que en cierta medida parte de lo anterior.

Familias ejemplares y a la vez criminales abundan en la historia. Sin ir más lejos, los mafiosos le dan una gran importancia a dicha entidad, pues de ese modo consiguen acercarse a los grupos de poder y, entre otras cosas, evitar el enjuiciamiento y la cárcel. Fuera de que están en posición de efectuar alianzas matrimoniales con los más oligarcas y de esa forma, unirse en una organización de clan. Así que vayamos bajando del pedestal a ciertas ideologías, que para cuando nos demos cuenta, se apropiarán de manera tal que sólo nos quedará agachar la cabeza como hijos, pero de cuarta clase.

domingo, 4 de enero de 2015

Una Ejecución Voluntaria

Frank Van Den Bleeken, quien lleva tres décadas recluido en una cárcel de Brujas, Bélgica, por varios delitos de violación, uno de los cuales acabó en la muerte de la víctima, solicitó una eutanasia, que se le aplicará este próximo once de enero. ¿El motivo? El tipo se considera un peligro para la sociedad y además asegura que no puede soportar su adicción sexual -que por causas obvias tampoco puede paliar mientras se halla en prisión- ni los tormentos que le genera el cargo de conciencia justamente debido a los crímenes por los que está recluido. Por lo mismo quiere aprovechar la salida que le permite el sistema judicial de su país (el suicidio asistido fue autorizado por un grupo de magistrados) donde existe una interpretación muy laxa acerca de la situación de enfermedad terminal, al punto que la "muerte dulce" allí se le ha otorgado a personas sordomudas o que cuentan con un mínimo defecto físico. De paso, deja ya de ser una carga social, al no obligar al Estado a desembolsar dinero de los contribuyentes en su sostenimiento en el cautiverio, ni a pagar costosos tratamientos siquiátricos que no le estaban surtiendo efecto.

Desde luego que el caso ha despertado una intensa curiosidad internacional. Como miembro de la Unión Europea -sede de las representaciones de dicho organismo, faltaba más- Bélgica se halla forzado a excluir de su legislación la pena de muerte. Al mismo tiempo, este país, en un afán de demostrar el progreso -y el progresismo- de un primer mundo mental y culturalmente desarrollado, ha intentado despejar la serie de prejuicios que existen respecto de la eutanasia, llegando a autorizarla incluso para niños, o en casos como los recién mencionados en donde se busca de un modo bastante peculiar llevar a la población el concepto del Estado de bienestar, buscando solución a los problemas de cierta gente que quizá por una serie de trabas morales o educacionales es incapaz de suicidarse por mano propia. Lo interesante es cómo este caso ocasiona un cierre de ciclo. Pues a fin de cuentas nos encontramos frente a una suerte de ejecución voluntaria, aprobada por entidades estatales. Me pregunto si en su celda o en el patio de la cárcel Van Den Bleeken habrá descubierto alguna viga o trozo de metal en la cual colgar una vestimenta y ahorcarse, un procedimiento común entre los reos, en especial en aquellos culpables de abuso sexual. Quizá las prisiones belgas están a prueba de esos incidentes, y como acaece en naciones donde se emplea la condena capital, de esa forma se conseguía que fuera el andamiaje público el que decidiera la vida del individuo, por último considerando el riesgo de fuga.

Eso es lo que debe llevar a reflexionar. ¿Qué diferencia hay entre este "derecho adquirido" y una ejecución cualquiera? Al igual que en Estados Unidos, en Bélgica se aplicará una especie de inyección letal, que en el país norteamericano se utiliza como muestra de "civilización" pues en teoría casi no provoca sufrimiento. Por otro lado, los magistrados belgas basaron su decisión coincidiendo en argumentos con este delincuente, aceptando su eutanasia porque era un peligro y una carga para la sociedad, en la cual estaba de más, precisamente una de las justificaciones más comúnmente emitidas en favor de la pena capital. A eso se añade el clamor de las víctimas y sus familiares, en el sentido de que desearían que se mantuviera vivo en una cárcel pues así es como expiará sus culpas de la manera más eficaz. Algo que los detractores de la pena de muerte suelen emplear para fortalecer su postura, ya que muchos consideran que al matar al criminal se lo está liberando del pago de su deuda.

Siempre he defendido la idea de que una persona que rechaza la eutanasia no puede acto seguido declararse en apoyo a la pena de muerte. Y este caso es un buen ejemplo, aunque a la inversa. En ambas situaciones, hay un desinterés de parte de la estructura social y estatal por abordar las particularidades de una persona que necesita -y clama- ayuda. En resumen, se trata de un olvido de los deberes. Pese a que finalmente la terminación de la vida esconda un dejo de voluntad y no sea completamente impuesta. De cualquier manera, ¿alguien le sugirió o alentó a este reo para que solicitara el suicido asistido? Somos progresistas. No corremos al individuo de la sociedad pero sí lo presionamos para que lo haga.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Por Una Navidad Sin Cristo

Más allá de los escupitajos vertidos en las redes sociales, ningún grupo significativo ha efectuado un reclamo formal en contra del gigantesco -y costoso- pesebre instalado en el frontis del palacio de La Moneda. Bueno: casi ninguno. Porque un colectivo de ateos emitió un comunicado en el cual llamaban la atención de que con dineros de los contribuyentes -entre quienes se encontraban, por supuesto, algunos de ellos- se erigiera una obra que no representaba a la totalidad de los chilenos, para colmo instalada en la sede del poder ejecutivo.

Un dato significativo es que estos ateos no se pronunciaron acerca de si ellos mismos iban o no a celebrar la Navidad, determinación que implica una serie de consecuencias interesantes, por ejemplo la entrega de regalos a sus hijos y conocidos. Aunque el tono de sus palabras insinuaba que sí estaban dispuestos a participar de estas fiestas, lo cual los excluiría de la posibilidad de ser señalados con el dedo, indicados como estúpidos insensibles o peor aún, ser comparados con los testigos de Jehová, un grupo famoso entre otras cosas por marginarse de cualquier elemento relacionado con la natividad -incluso la repartición de obsequios y la opción de que sus vástagos actúen en un evento relacionado en sus escuelas-, y sobre el que el colectivo que ahora tratamos dudo que quiera generar la más mínima sensación de coincidencia. Lo curioso es que, a pesar de tal inclinación, este puñado de no creyentes igual utilizó, al menos como segundo argumento, la perorata que repiten sus similares del primer mundo, en donde se insiste que todo lo relativo al nacimiento de Jesús es una conjunción de mitos que relatan cuestiones que jamás existieron, empezando por la misma narración de los evangelios. Algo que por sí solo debería apartarlos por completo de la parafernalia que inunda cada diciembre.

Pero en fin. Hay gente que cree tener la solución para todo y dentro de esa amalgama se hallan los ateos militantes. Quienes se defienden recordando que la Navidad proviene de otra fiesta, las saturnales, bastante anterior al cristianismo, la cual los creyentes habrían usurpado una vez llegados al poder, como forma de evitar cualquier competencia de carácter proselitista. Hasta cierto punto podríamos estar de acuerdo. Sin embargo, cabe recalcar que la motivación de esa antigua celebración pagana también era religiosa, ya que tenía el propósito de honrar a Kronos, el dios creador del universo en la mitología grecorromana. Y si bien es cierto que varias tradiciones navideñas provienen de ahí, como el intercambio de regalos y el adorno de árboles, eso no disminuye los grados de inconsecuencia. En especial, porque fueron las autoridades del imperio romano, el mismo donde se conmemoraban las mentadas saturnales, quienes acuñaron el término ateo para referirse a los cristianos, ya que no sólo rechazaban el paganismo sino que además negaban la existencia de todo su panteón, algo incomprensible para la mentalidad latina que prefería el proceso contrario, esto es, agregar la mayor cantidad de divinidades posible. En conclusión, si nos retrotraemos a los orígenes, tenemos que los ateos contemporáneos, justamente los que desean que realicemos este ejercicio, son más religiosos que quienes intentan atacar por admitir a un "amigo imaginario".

Y si todavía alegan que sus intenciones son rescatar un patrimonio folclórico y que les importan un bledo los dioses, es preciso acotar que la Navidad cristiana también ha entregado sus aportes al acerbo cultural mundial. Y si salen con el asunto de que el nacimiento les fue impuesto a distintos pueblos, bueno: muchas de esas civilizaciones tampoco conocieron las saturnales. Creyentes y ateos: es hora de festejar. Junto a un pesebre, un pino o lo que sea. Pero alguien que nació hace más de dos mil años con la promesa de salvar a la humanidad, y que ha dejado una huella tan notoria en la historia, al menos merece ser tomado en cuenta.

domingo, 7 de diciembre de 2014

La Canción de las Colinas

Ignoro si las personas que asisten a los distintos locales dependientes de Hillsong serán contadas como miembros pertenecientes a ese ministerio. Parece que al menos, así ocurre en Australia, su país de origen. Sin embargo, las peculiaridades de esta obra, cuyos responsables tratan siempre de dejar en claro que se trata de una congregación, pero que al mismo tiempo se esfuerzan en buscar que las personas no la vean como tal, finalmente genera expresiones de confusión entre el resto de los cristianos evangélicos, algunos de los cuales sienten que están enfrente de una suerte de no-iglesia, un paso intermedio entre una comunidad al estilo convencional del término y una organización transversal destinada a una misión específica como el Ejército de Salvación, YMCA o Puertas Abiertas.

Desde sus inicios, esta iniciativa ha sido orientada por el olfato comercial de sus fundadores, quienes desde un comienzo intentaron llegar a un segmento de la población que creían había sido descuidado por el resto de las iglesias: los jóvenes universitarios o que cursaban la educación superior, que consideraban eran víctimas de un estereotipo el cual, por desgracia, es real y frecuente entre muchos evangélicos: que estos muchachos suelen despreciar la palabra del Señor a causa de un supuesto complejo de superioridad intelectual que adquieren quienes acumulan conocimientos. En el afán de demostrar que los hermanos más tradicionales estaban equivocados, decidieron instalar su primer templo en la colina de un campus de donde buscaron atraer a los potenciales fieles mediante el empleo de la música pop (de esa combinación de acciones proviene el nombre Hillsong), manteniendo la predicación del mensaje en un segundo plano, misma que además han reducido a un extracto de los versículos bíblicos más conocidos por el común de la gente, adornadas con discursos muy elementales -incluso superficiales- sobre los temas más recurrentes entre los cristianos -y quienes no lo son- como el amor divino, la historia de Jesús o el perdón de los pecados. De hecho, fuera de Australia son más identificados como una industria musical antes que una congregación.

En resumidas cuentas, una comunicación de la palabra peligrosamente liviana y descafeinada. Algo que para nada es una novedad. Ya que estos componentes están presentes en cosas como el evangelio de la prosperidad y la nueva alabanza, o antes, en los llamados tele evangelistas. Incluso más atrás, los podemos hallar en los pentecostales latinoamericanos o los grupos surgidos del avivamiento del siglo XIX. A lo cual se une la característica de tratarse de una iglesia segmentada, que también proviene de antaño, cuando existían comunidades para ricos, pobres, negros, blancos, efusivos, poco efusivos: todo, producto de la independencia eclesiástica y del rechazo a la centralización vertical que la Reforma puso como sello frente al catolicismo. La diferencia la marca precisamente el olfato comercial de sus creadores, quienes han sabido adaptar estas particularidades a la mentalidad contemporánea y al clima social del momento, lo que los ha impulsado, para desconcierto de los hermanos más "tradicionales", a evitar pronunciarse sobre temas contingentes como el matrimonio homosexual, el islam extremista o la disputa entre quienes defienden los relatos del Génesis ante la evolución de Darwin. Estoy seguro que los dirigentes de Hillsong rechazan tales prácticas, pero se abstienen de tomar postura de acuerdo a un principio que al igual que todo el cóctel de actitudes descritas en estos párrafos proviene de las entrañas más arcaicas del protestantismo: desechar las discusiones porque desvían del propósito primordial: alabar al Señor. Al contrario de sus antecesores que jamás se atrevieron a no considerar la excepción.

Me pregunto qué pasará cuando las luces del espectáculo y la música pop pasen de moda. ¿Será capaz Hillsong de consolidarse en un mensaje sustentable? ¿O acabará como sus antecedentes, reducida al punto de tornarse una anécdota de museo? La falta de doctrina podría derivar en escándalos morales como los que afectaron a los ya mencionados tele evangelistas, si bien en esos casos primó la sensación de hipocresía, pues esos personajes insistieron demasiado en las temáticas que esta congregación australiana prefiere no abordar. Si no en escisiones importantes, otro gran vicio de los líderes evangélicos. ¿Se hundirá en un agujero financiero como la malograda Catedral de Cristal? Parece que en términos monetarios están bien posicionados. En fin. Son interrogantes válidas aunque a algunos les parezca que se trata de discusiones inútiles que desvían del recto camino.