domingo, 22 de febrero de 2015

Frambuesa Cameron

Kirk Cameron acaba de arrasar en los premios Razzie, ésos que pocos días antes de la ceremonia del Oscar se entregar a los peores filmes del año anterior. El actor y productor, convertido hace unos años a la fe evangélica, y objeto de repudio de parte de la comunidad gay por ciertas declaraciones que han sido tildadas de homofóbicas, fue nominado por "Saving Christmas", una película navideña que, como lo sugiere su título, retoma los tópicos característicos de tales realizaciones, pero dándoles un enfoque "cristiano".

No pretendo aquí cuestionar la honestidad de Cameron, que por lo demás parece un convertido sincero, aunque poco instruido en una amplia variedad de temas, lo que por cierto se deja notar al momento de hablar de asuntos delicados, entre los cuales se cuenta la mencionada cuestión homosexual. Es verdad que los colectivos gay han reaccionado de un modo tan exagerado que roza la mala intención, además en contra de una persona que tiene una participación muy marginal y puntual en los círculos del espectáculo. Sin embargo, sus reclamos son hasta determinado punto legítimos, pues hay que reconocer que Kirk ha emitido comentarios ofensivos, alejados del amor predicado por Jesús, que no se justifican ni siquiera en el ámbito del cristianismo más observante. Es más: parece que sus opiniones, prácticamente imposibles de encontrar entre sus compañeros de profesión, están destinadas a constituir la base de una minúscula vigencia, frente a la innumerable cantidad de filmes mediocres, cuando no derechamente malos, que ha protagonizado en épocas recientes, justamente el lapso en el cual ha intentado demostrar los aspectos positivos que habría depositado en él su nueva fe.

Una seguidilla de producciones que por fin halló una adecuada recompensa en las recientes Frambuesas de Oro. Y que son la muestra culminante de una falta de talento, una demostración permanente de mal gusto y un escaso interés por progresar en el trabajo interpretativo, factores que ni la piedad más remota es capaz de remediar, ni el más poderoso de los seres superiores hacer frente (menos en el cristianismo, si se considera que Jesús insistió en que la ayuda divina debe ir acompañada de un esfuerzo personal si se quiere que surta efecto). Cameron se inició en la década de 1980, no en el cine propiamente tal, sino en una serie televisiva del montón, donde tenía una plaza asegurada gracias a su rostro más que a sus capacidades. Luego de años de oscuridad y adicciones, cuando el envejecimiento lo terminó apartando de la pantalla chica, apareció dando testimonio de su nueva vida, con declaraciones llamativas como cuando afirmó que no sólo rechazaba las escenas de sexo sino que también aquellos papeles en donde el personaje tenía que besar a una chica, pues no era su esposa (está casado y tiene seis hijos). Por lo mismo se ha visto obligado a refugiarse en el doblaje -donde lo hace con bastante decencia, hay que reconocer-, fuera de sus actividades fílmicas con fines proselitistas. Al menos en lo que respecta a los asuntos puramente profesionales, no ha experimentado un cambio ni mucho menos ha nacido de nuevo.

Quizá si Cameron se hubiese reducido al mencionado doblaje -donde además se gana lo suficiente para vivir- su evaluación como actor hoy estaría bastantes peldaños más arriba que los Razzie, y muchas personas ligadas a la industria cinematográfica escucharían su testimonio de fe sin prejuicios o sospechas de fanatismo irracional. Pero Kirk tenía que convencerse de que había sido llamado para algo mayor, que de seguro no era la calidad artística. Lástima. Porque si lo llegan a recordar será por los "galardones" que obtuvo su película navideña, y las críticas negativas de cada filme que protagoniza o produce. Sin embargo, dudo que su condición de evangelista de celuloide alguna vez sea reconocida, en especial porque es muy difícil que algún colega se convierta tras observar uno de sus bodrios, y tampoco un número incluso aceptable de gente común lo hará. Otro como Ed Wood, nada más, en el sentido de crear obras insufribles creyendo que definirán el futuro. Bueno: después de todo, "Plan 9" era una realización cristiana, financiada por una congregación bautista.

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