domingo, 4 de enero de 2015

Una Ejecución Voluntaria

Frank Van Den Bleeken, quien lleva tres décadas recluido en una cárcel de Brujas, Bélgica, por varios delitos de violación, uno de los cuales acabó en la muerte de la víctima, solicitó una eutanasia, que se le aplicará este próximo once de enero. ¿El motivo? El tipo se considera un peligro para la sociedad y además asegura que no puede soportar su adicción sexual -que por causas obvias tampoco puede paliar mientras se halla en prisión- ni los tormentos que le genera el cargo de conciencia justamente debido a los crímenes por los que está recluido. Por lo mismo quiere aprovechar la salida que le permite el sistema judicial de su país (el suicidio asistido fue autorizado por un grupo de magistrados) donde existe una interpretación muy laxa acerca de la situación de enfermedad terminal, al punto que la "muerte dulce" allí se le ha otorgado a personas sordomudas o que cuentan con un mínimo defecto físico. De paso, deja ya de ser una carga social, al no obligar al Estado a desembolsar dinero de los contribuyentes en su sostenimiento en el cautiverio, ni a pagar costosos tratamientos siquiátricos que no le estaban surtiendo efecto.

Desde luego que el caso ha despertado una intensa curiosidad internacional. Como miembro de la Unión Europea -sede de las representaciones de dicho organismo, faltaba más- Bélgica se halla forzado a excluir de su legislación la pena de muerte. Al mismo tiempo, este país, en un afán de demostrar el progreso -y el progresismo- de un primer mundo mental y culturalmente desarrollado, ha intentado despejar la serie de prejuicios que existen respecto de la eutanasia, llegando a autorizarla incluso para niños, o en casos como los recién mencionados en donde se busca de un modo bastante peculiar llevar a la población el concepto del Estado de bienestar, buscando solución a los problemas de cierta gente que quizá por una serie de trabas morales o educacionales es incapaz de suicidarse por mano propia. Lo interesante es cómo este caso ocasiona un cierre de ciclo. Pues a fin de cuentas nos encontramos frente a una suerte de ejecución voluntaria, aprobada por entidades estatales. Me pregunto si en su celda o en el patio de la cárcel Van Den Bleeken habrá descubierto alguna viga o trozo de metal en la cual colgar una vestimenta y ahorcarse, un procedimiento común entre los reos, en especial en aquellos culpables de abuso sexual. Quizá las prisiones belgas están a prueba de esos incidentes, y como acaece en naciones donde se emplea la condena capital, de esa forma se conseguía que fuera el andamiaje público el que decidiera la vida del individuo, por último considerando el riesgo de fuga.

Eso es lo que debe llevar a reflexionar. ¿Qué diferencia hay entre este "derecho adquirido" y una ejecución cualquiera? Al igual que en Estados Unidos, en Bélgica se aplicará una especie de inyección letal, que en el país norteamericano se utiliza como muestra de "civilización" pues en teoría casi no provoca sufrimiento. Por otro lado, los magistrados belgas basaron su decisión coincidiendo en argumentos con este delincuente, aceptando su eutanasia porque era un peligro y una carga para la sociedad, en la cual estaba de más, precisamente una de las justificaciones más comúnmente emitidas en favor de la pena capital. A eso se añade el clamor de las víctimas y sus familiares, en el sentido de que desearían que se mantuviera vivo en una cárcel pues así es como expiará sus culpas de la manera más eficaz. Algo que los detractores de la pena de muerte suelen emplear para fortalecer su postura, ya que muchos consideran que al matar al criminal se lo está liberando del pago de su deuda.

Siempre he defendido la idea de que una persona que rechaza la eutanasia no puede acto seguido declararse en apoyo a la pena de muerte. Y este caso es un buen ejemplo, aunque a la inversa. En ambas situaciones, hay un desinterés de parte de la estructura social y estatal por abordar las particularidades de una persona que necesita -y clama- ayuda. En resumen, se trata de un olvido de los deberes. Pese a que finalmente la terminación de la vida esconda un dejo de voluntad y no sea completamente impuesta. De cualquier manera, ¿alguien le sugirió o alentó a este reo para que solicitara el suicido asistido? Somos progresistas. No corremos al individuo de la sociedad pero sí lo presionamos para que lo haga.

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