domingo, 3 de noviembre de 2013

El Patrón Tercermundista

Más allá de lo insufrible que puede resultar el espacio televisivo "Morandé Con Compañía", existe cierta incongruencia de parte de los ciudadanos colombianos que reclaman en contra de uno de los segmentos humorísticos de ese programa, "El Patrón del Pan", que es una parodia de la telenovela "El Patrón del Mal", la cual a su vez pretende ser un relato biográfico del infame narcotraficante Pablo Escobar. Pues se quejan de que se toma a la ligera un periodo muy oscuro en la historia de ese país, cuando la misma fisonomía del personaje mostrado en la serie original -uno de los tantos factores que ha ocasionado su éxito internacional- constituye un potencial que da pie a comentarios de sobremesa y a imitaciones de carácter sarcástico que acto seguido son capaces de tornarse libretos para producciones remedadoras de nula calidad.

Desconozco los rasgos más sobresalientes del auténtico Pablo Escobar; pero ya que "El Patrón del Mal" busca, como fue mencionado, ser un esbozo biográfico de su persona, no nos queda sino aceptarlo como base de nuestras opiniones. Nos hallamos ante un mafioso rechoncho, de voz nasal, baja estatura y bigotes propios de un proxeneta de algún barrio perdido en una ciudad de mediados del siglo veinte. Muy lejano a la imagen de sobriedad que nos legaron imágenes como las de la familia Corleone en los filmes de Ford Coppola. Lo cual revela al colombiano como otro delincuente del Tercer Mundo, apartado del glamour de don Vito y su hijo Michael -que los lleva a relacionarse incluso con la jerarquía católica-, inmerso en un ambiente repleto de campesinos ignorantes y forzado, por la geografía tropical en donde comete sus fechorías, a desarrollar un carácter exaltado y exuberante que hace dudar hasta de su virilidad. Más aún: su conocido recitado amedrentador -"yo le mato a equis, ye y zeta, y si tiene mascota también se la mato y si su abuelita se murió se la desentierro y se la vuelvo a matar"- ha llamado la atención tanto por su estructura como por ser emitido en un tono vocal agudo, mezcla que después ha dado motivación a ser remedada de modo risible y ridículo. Cabe recordar que Sonny, uno de los vástagos de don Vitorio, acabó acribillado precisamente gracias a su comportamiento impulsivo, y que el propio patriarca de esa saga condensaba todas sus amenazas en una tan breve como inolvidable sentencia: "le haré una oferta que no podrá rechazar", bastante más efectiva que la sarta de fanfarronadas histéricas expelidas por el vendedor de cocaína.

En conclusión, se puede aseverar que existe un contenido étnico que potencia las bromas en contra del personaje -tanto el real como el recreado por esta telenovela- Pablo Escobar. De más está agregarlo, que contiene prejuicios de índole racista. Incluso en el empleo de la palabra que se escogió para definirlo. "Patrón" es un término propio de países tercermundistas y bananeros, y muy de curso en América Latina. El vocablo describe a un hacendado rural que cuenta con un mínimo de poderío local el cual consigue sostener a causa del abuso de campesinos iletrados que son sólo un poco más brutos que él. No ocurre lo mismo con el "Padrino", un tipo dotado de altos niveles de inteligencia y sagacidad, que sabe pensar y servirse los platos de manera fría, que se desenvuelve en un medio repleto de peces bastante gordos a quienes convence de diversas formas -extorsión, soborno, diplomacia- pues nunca le será suficiente con la mera demostración de fuerza. En un territorio pobre, atrasado, aislado, donde las autoridades -públicas y privadas- suelen ser de facto, no se requiere ir más allá de las armas y el dinero. En cambio, en una zona con leyes consolidadas, la supervivencia queda reservada para los más listos y aquellos que son capaces de ofrecer múltiples opciones. El colombiano contaba con el permiso para hacer alardes porque no tenía competidores y además era el eterno ganador en único juego permitido (de hecho su caída comenzó a gestarse cuando llegaron otros más vociferantes y con más arrojo al momento de oprimir el gatillo -es decir que le perdieron el miedo-, entre quienes se encontraban los representantes del Estado). Sin embargo, de haber asomado sus narices en New York, habría terminado, no quizá con una bala en la cabeza, pero sí en la cárcel, y no en una de cinco estrellas como la que se mandó a construir en Envigado precisamente.

Esos elementos han sido tomados por la serial original y desde ahí surgen los comentarios burlescos. Me da la impresión que los creadores de la telenovela están conscientes de esto y es un rasgo que explotan, como forma de menoscabar la personalidad de Pablo Escobar a través de la humillación y el humor, aunque fueren sugeridos. El problema es que cuando las parodias acaban saliendo a la luz pública, dan cuenta que este mafioso no es atacado por sus fechorías, sino porque se trataría de una suerte de criminal mediocre, producto del entorno en donde prosperó. Y tal inferioridad finalmente es otro ladrillo en la pared de imágenes estereotipadas que se construyen en zonas del primer mundo respecto del latinoamericano estándar. Lo negativo de ello es que uno termina estableciendo distancia de delincuentes como el colombiano, que es lo que a la larga se pretende; pero igualmente se ensalza todavía más, no sin un dejo de romanticismo, la figura del capo que nos han legado los países más desarrollados, la que peor aún, se torna un modelo a seguir tal como ciertos estilos de la moda o determinadas bandas de pop.

                                                                         

No hay comentarios:

Publicar un comentario