lunes, 18 de marzo de 2013

Papa Para Papanatas

Las expectativas que ha generado la elección de Jaime Bergoglio, de ahora en adelante Francisco I, como nuevo papa, han llevado a que el sacerdote argentino reciba elogios a cada momento más exultantes. Quizá la mayoría de los entusiastas aduladores se sienta excitada por el factor de la novedad, al ser erigido como sumo pontífice un oriundo de América Latina, región del planeta que aporta la más alta cantidad de católicos en la actualidad, pero de la cual hasta hace veinte años era impensable que podría surgir la máxima autoridad del romanismo, en especial atendiendo a su condición de zona pobre y al menos en términos religiosos, subordinada. Y el fervor del instante ha traspasado con creces las fronteras de la iglesia vaticana. Como sucede con el inefable pastor Luis Palau, coterráneo del aún no entronizado "santo padre", quien se ha sumado al coro de alabanzas, destacando la supuesta vocación ecuménica y de diálogo permanente con otros credos que caracterizaría la personalidad de su connacional.

Los medios masivos de comunicación, por su parte, han destacado ciertas acciones de Bergoglio que de acuerdo a lo finalmente se señala en ciertos reportajes, demostrarían un importante giro de timón en la dirección del catolicismo, siempre en sentido positivo. Por ejemplo, el hecho de que el nuevo papa utilice ropa y calzado más baratos que sus antecesores, y que prefiera, incluso en Roma, el transporte público, extrapolando algunos comportamientos que ya lo habían hecho reconocible en Argentina, donde al parecer residía en una simple habitación, sita o al menos cercana a uno de los asentamientos informales ("villas miseria") que existen en ese país. La verdad es que aquellas supuestas demostraciones cotidianas de modestia ya habían sido exhibidas por Benedicto XVI también en sus primeras horas de pontificado, cuando se describía a un Ratzinger que buscaba pasar por las márgenes del río Tíber como un ciudadano más, desplazándose a pie hasta una cafetería cercana a la basílica de San Pedro a beber un té y hacer una sobremesa informal con los comensales del lugar. Y aunque bien que en el caso de Paco I pueda tratarse de un gesto honesto natural en una personalidad permanente, a diferencia del evidente estilo fariseo de su predecesor, eso es menos que insuficiente si se pretende, no reformar -porque ésa es una ilusión peregrina tratándose del romanismo-, sino solamente corregir una serie de irregularidades réprobas que tienen eviscerado al Vaticano. Si no, ahí está lo acontecido con el hoy "emérito".

Pero, y revisando la ingenua actitud de personas como Palau -que lamentablemente, por estos días está atravesado a las diversas congregaciones evangélicas-, cabría preguntarse cuál es el verdadero propósito de este "ecumenismo" que muchos han destacado como una de las características más sobresalientes de Bergoglio. En especial en atención a que el nuevo papa ha demostrado ser un conservador y reaccionario a ultranza en asuntos de cultural general y moral personal, como cuando se refirió al matrimonio homosexual, legal en Argentina desde hace dos años, tachando aquella decisión como "obra del diablo". ¿Será este cacareado acercamiento una actitud muy parecida a la expresada por Ratzinger? Quien no olvidemos, en un discurso pronunciado en su natal Alemania, habló en clave positiva de Lutero y de las iglesias reformadas europeas, pero acto seguido calificó de "sectas" a las comunidades evangélicas latinoamericanas, que por cierto han sido el bastión del crecimiento de la fe cristiana y no sólo en esa parte del mundo. Claro. Deshacerse en cumplidos para organizaciones que vienen en franco declive, después de siglos tratando de aniquilarlas, no resulta tan difícil. Menos si el centro de alabanza lo constituye un compatriota que guste o no ha sido un aporte innegable a la historia universal, frente a lo cual no cabe sino resignarse. Y es preciso agregar que detrás de Benedicto, como el pastor Luis, se ubicaba una protestante: la canciller germana Angela Merkel, que no dijo ni pío cuando su connacional emitió las diatribas recién señaladas. ¿Tendrá la misma conducta el reverendo sudamericano si su reconocido obispo ataca algún hermano suyo? Cuando menos, es de esperar que no le encuentre la razón al pontífice y asegure que es preciso reconocer la "mala hierba" y arrancarla del huerto del Edén.

Porque en tal sentido, hay que colocar la mayor de las alertas. Los cardenales eligieron como papa a un latinoamericano, región del orbe que como ya se describió, es la que más católicos aporta a las estadísticas. Pero donde asimismo se registra el crecimiento más abultado de las iglesias evangélicas, situación que es manifiesto inquieta a los obispos y no sólo del territorio de marras. Por un lado se pretende entregar una imagen de renovación, a través de la erección de un sacerdote proveniente de un sitio postergado al cual supuestamente se le reconoce su incidencia cualitativa en el romanismo. No obstante, por otro bien podría constituir una búsqueda de un freno a la proliferación de otros credos, que se han ganado su espacio de manera legítima y sólo cumpliendo con el plan de Dios y predicando el mensaje de Jesucristo. Tratándose del Vaticano, al menos hay que observar los acontecimientos con cautela.

No hay comentarios:

Publicar un comentario