domingo, 24 de marzo de 2013

Entretenimiento Familiar

¿A qué nos referimos cuando usamos la manida expresión "entretenimiento familiar"? Para obtener algunas respuestas, resulta imprescindible efectuar el ejercicio de retrotraerse a la realidad social norteamericana, donde si no se acuñó este término, al menos fue difundido con un grado de amplitud que le permitió adquirir un alcance universal.

Partamos admitiendo, entonces, que en Estados Unidos existe una utilización del concepto que a algunos, en especial quienes están más atentos a los llamados "valores de la familia", les puede parecer demasiado laxa y en ciertas ocasiones hasta banal, con todas las implicaciones morales que tal actitud conlleva. Hoy este calificativo es empleado para definir espectáculos como las carreras de autos, los casinos de Las Vegas o la revista Playboy. Eventos que en otra época se hallaban en una vereda opuesta, totalmente identificados con la imagen del varón adulto y vividor. Tal vez el cambio respecto a la consideración social que han sufrido esos ambientes se deba al éxito económico que traen a sus espaldas, un factor al que se le da una particular importancia en la auto proclamada "tierra de las oportunidades", donde se supone le cabe una importancia superlativa al esfuerzo personal, sobre todo si está destinado a la vocación empresarial. Mirado de ese modo, el mote podría ser presentado como una especie de galardón consuetudinario, un tipo muy peculiar de ascenso en la sociedad, comparable, con las aprehensiones necesarias eso sí, al escalamiento de peldaños que significa el enriquecimiento individual. A propósito, huelga recordar que estas muestras de recreación recién citadas se gestaron en lugares pobres, pequeñas casas o pistas de ripio, desde donde empezaron a subir gradualmente gracias a la adecuada administración de los recursos pecuniarios por parte de sus ejecutantes.

Además, este calificativo, por cierto, incluye una acepción que va más allá del asunto económico. Y guarda relación con el carácter conservador, no de la sociedad norteamericana en su conjunto, sino de la mayoría de quienes detentan algún nivel de poder en sus más diversas modalidades. Es innegable la connotación moral de una expresión como "entretenimiento familiar" cuyos alcances se entienden ya al enunciarla, dado el carácter histórico y social que posee justamente la ideología de la familia. Por lo que a modo de conclusión se puede aseverar que en esta auténtica certificación informal, se entremezclan aspectos ligados tanto al recato individual como a la prosperidad monetaria que es considerada también desde una perspectiva individual. Una combinación que tratándose de la idiosincrasia del ciudadano medio estadounidense, no debiera causar sorpresa. Pero que cuando menos requiere de una reflexión y enseguida de una discusión honesta y abierta. ¿Por qué, por ejemplo un casino es valorado de una manera positiva, siendo que es un sitio capaz de provocar vicios antisociales como la ludopatía, aparte de los orígenes oscuros de estos recintos -vinculados a clanes de mafiosos-, y no acontece lo mismo con, por señalar algo, un concierto de punk rock? Y estamos hablando de un pueblo, el norteamericano, donde el grueso de sus habitantes se ufanan de asociar la moralidad con su formación cristiana, tanto en términos personales como de nación. Si es la familia el deseo inefable del Señor para la humanidad, cuando menos es cuestionable que se le vincule al negocio de las apuestas o a una revista cuyo contenido hace sólo una década era tachado de pornográfico.

Una conducta que de cualquier manera cuenta con una explicación que también se puede descubrir revisando el asunto económico. Al tratarse de un evento "para toda la familia" en un país donde su población tiende a darle una excesiva importancia a esa institución, un espectáculo aumenta de modo considerable su poder de alcance y convocatoria, ya que no sólo puede atraer al padre y por extensión a la madre, sino que además puede ser ofrecido a los hijos. En contraste, los vividores y los solitarios ven reducidos sus espacios, siendo empujados a constituir un hogar con sus propios esposa y vástagos, lo cual a la larga aporta una nueva camada de potenciales clientes, que da paso ayudan a sostener los valores tradicionales. El problema es si esto no se halla reñido, no con la ética cristiana sino con la moral en general. Y no estoy pensando en los ejemplos que coloqué en los párrafos anteriores. Sino en cosas como locales de comida rápida, que han aumentado de modo ya más que alarmante la obesidad y la adicción a las grasas saturadas entre los niños. Como asegura el refrán, todo queda en familia. Sin embargo, los miembros de esa familia y las demás debieran considerar que a cada uno Dios le exigirá rendir cuentas.

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