domingo, 8 de abril de 2012

Eutanasia Canina de Una Vez Por Todas

La exagerada aunque necesaria atención puesta en el asesinato del joven Daniel Zamudio, por desgracia ha dejado de lado acontecimientos que también se han suscitado durante estas semanas, y cuya gravedad requiere que también se les ponga atención. Entre ellos, quizá el asunto más delicado sea el caso de una niña de cuatro años que fue atacada de manera brutal por un perro de raza Rottwailer, quien resultó con una importante fractura de cráneo y la pérdida total de audición en un oído, si bien ya se encuentra fuera de riesgo vital. El can había sido abandonado sólo días antes en el barrio, lo cual fue tiempo suficiente para que mostrara su nivel de agresividad, pues había ya mordido a algunos vecinos y transeúntes.

De seguro más de un lector se decepcionará porque este articulista vuelve a tocar un tema que ha tratado en innumerables ocasiones. Pero la verdad es que cuando están en juego asuntos que atañen al bien común, hay que ser lo más majadero posible y no dejar pasar las oportunidades en que la cuestión puede colocarse de nuevo sobre la mesa. Así ha sucedido con el infame crimen cometido contra Zamudio, el que ha servido para tomar conciencia de las consecuencias que puede generar un discurso de odio, en este caso contra los homosexuales. E igualmente debiera acaecer con el infortunio de esta pequeña, respecto a la tenencia responsable de mascotas y en especial la situación de los perros vagos y callejeros, algunos de los cuales deambulan por las aceras aún teniendo dueño conocido. Y lo interesante es cómo estos dos acontecimientos vienen acompañados, por la situación coyuntural, de notables coincidencias sobre las que hasta se pueden formular paralelismos. Pues el asesinato del joven gay ha impulsado que tanto el ejecutivo como el parlamento, presionados por el reclamo ciudadano, se apresten a aprobar un proyecto de ley que sanciona todo tipo de discriminación negativa, el cual estaba durmiendo hace bastante rato en las carpetas de los legisladores. Mismos archivos donde se encuentran iniciativas tendientes a  aumentar las penalidades contra el abandono de animales, o a aprobar y de paso regular la llamada eutanasia canina.

Quizá porque aconteció unos días más tarde, y de un suceso bastante terrible, es que el asunto de la niña mordida ha sido tratado en segundo plano tanto por los medios de prensa como por las autoridades. Sin embargo, es importante recalcar que este último acaecimiento también significó consecuencias horribles para un ser humano, aunque no lo haya matado (recordemos que la pequeña permanecerá con secuelas físicas de por vida). Por lo que se puede extraer como conclusión, que no es la conmoción popular la que fija las prioridades (de hecho es más bien al revés), sino que detrás de cada énfasis existen grupos interesados. En ese marco, no se debe olvidar que las organizaciones que se oponen a la eutanasia canina, los llamados "pro animal", cuentan con una buena cantidad de recursos económicos y muchos de sus principales dirigentes son de clase media relativamente alta para arriba. No muestran el perfil del mojigato aferrado a la iglesia católica, tanto en su vertiente más tradicional como en la renovación formal -aunque no de fondo- propuesta por asociaciones como el Opus Dei o Los Legionarios de Cristo. Pero en cambio pertenecen al sector de los así denominados "progresistas", término que al igual que liberal -palabras que al final se usan como afines, aunque los mismos que las emplean para identificarse aseguren que describen a rivales ideológicos mutuos- está de moda, al extremo que resulta imprescindible encasillarse en uno de los dos para evitar ser tachado de retrógrado, extremista o estúpido mental, expresiones que identifican a los condenados por las inquisiciones del siglo XXI. Una aureola que además permite el respaldo de importantes personalidades del ámbito público y político, muchas de quienes están en constante pelea justamente con los sectores más pacatos -al punto que algunos apoyan el aborto y la eutanasia humana- lo cual desde luego los ha incentivado a ser los primeros en colocar el grito en el cielo ante el homicidio de Daniel Zamudio, idéntica forma en la que obran cuando se les plantean las soluciones descritas en este artículo.

No nos dejemos embaucar con los fanáticos que aunque prediquen una religión más simpática o novedosa, en última instancia provocan con sus actitudes el mismo daño. La eutanasia canina es una necesidad tan urgente como la prohibición de determinadas discriminaciones y la coyuntura de estas semanas así lo ha demostrado. Que se deba emplear como recurso extremo y después que hayan fallado todos los demás, totalmente de acuerdo. Pero es un buen respaldo que permite el control de plagas, con la finalidad de frenar la proliferación excesiva de perros, un animal no sólo peligroso sino además asqueroso, y que en sus variantes callejeras está ocasionando graves problemas sanitarios en muchas poblaciones del país. Además para qué nos engañamos: los canes botados que pululan por nuestras urbes, entre los que se cuenta el que mordió a la niña, han sido puestos allí por personas adineradas que suelen ser vecinos de los líderes de las organizaciones pro animal que ya se hartaron de cuidar un ser vivo que en cualquier caso es un advenedizo en la familia. Si saben lo que les puede ocurrir a sus otrora adoradas mascotas, tal vez tomen conciencia de sus actos y lo piensen dos veces antes de arrojar una bestia a los suburbios.

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