domingo, 26 de febrero de 2012

Evangelización o Adoctrinamiento

La iglesia católica ha dejado de quedarse en las meras palabras y ha decidido empezar a poner manos a la obra en eso que sus máximas autoridades llaman Nueva Evangelización. Con un gesto que puede resultar antes que nada simbólico, pero que se espera constituya un puntapié inicial sólido para comenzar una carrera plagada de éxitos: la distribución, a través de las diversas catedrales y parroquias europeas, de copias del Evangelio de Marcos, que cuentan con el dato curioso de haber sido impresas en los talleres de las Sociedades Bíblicas Unidas, entidad vinculada a las congregaciones reformadas, y que precisamente es la que reproduce, entre otras, la Biblia Reina-Valera.

Desde luego que la primera opinión que uno puede formularse al analizar tan magnánimo "logro", no pasa de una respuesta sarcástica, cuando no de una gran risotada. El romanismo, aunque en el último tiempo haya vistas mermadas sus arcas por distintas causas (algunas de las cuales, por cierto, han impulsado esta iniciativa supuestamente evangelizadora), empero es una entidad que sigue manejando importantes cantidades de dinero, fuera de que mantiene una alta influencia sobre los estratos políticos y económicos más visibles, situación que aún le permite recaudar fondos de manera bastante fluida. No debiera, en consecuencia, presentarse con un librillo que sólo contiene el más breve de los cuatro evangelios canónicos. El movimiento de los Gedeones Internacionales, con menos contactos, lleva ya varias décadas distribuyendo en forma gratuita ejemplares del Nuevo Testamento completo, que además incluyen los Salmos y los Proverbios, y esto en casi todo el mundo y con una interesante regularidad. Fuera de que ya en el pasado han existido sacerdotes y feligreses que han repartido estas ediciones troqueladas de la Biblia, eso sí de manera un tanto esporádica y con el propósito de vaciar las bodegas más que otra cosa.

Pero lo más llamativo no es el texto extraído de las Escrituras (a fin de cuentas, una Reina-Valera se puede obtener con relativa facilidad, también para quienes no son evangélicos), sino de que éste vendrá acompañado por notas a pie de página, aparte de un comentario introductorio. Que se encuentra -los propios sacerdotes lo han confirmado- bastante alejado de aquellas anotaciones de carácter exegético o arqueológico que pueden hallarse en las llamadas "Biblias científicas", como la de Jerusalén o Las Américas, precisamente impulsadas desde el seno del romanismo, pero de circulación restringida, y reservadas a las cátedras universitarias y los seminarios. Una polémica que ya constituye una actitud irresponsable desde el punto de vista teológico, pues se pretende adornar con explicaciones pueriles al más complejo de los tres evangelios sinópticos y por ende una de las composiciones más delicadas del NT. Sin embargo, a entender por el tenor de las declaraciones de obispos y curas rasos, tales acotaciones tratarán de acercar a los lectores a la doctrina católica, lo cual en sí no es completamente negativo, además de cualquier fe obra de idéntica manera. El problema es que esa actitud poco tiene de evangelización y nada de novedoso, ya que ahora mismo existen ejemplos que van en esa dirección como la Biblia Latino Americana, cuyo propósito es mantener inalterable el credo romanista con las particularidades que se dan en esa parte del planeta, como la denominada religiosidad popular.

En realidad, lo que busca la iglesia católica con estas soluciones fáciles y destinadas más a la propaganda, es revertir el sostenido declive que ha venido experimentando en todo el mundo. Situación que en Europa se debe a dos causas fundamentales: la creciente secularización y el avance del islam. La idea es matar esos dos pájaros, totalmente opuestos entre sí, con un solo tiro. Tal como en la mencionada América Latina se ha tratado de hacer tanto con los movimientos reivindicativos sociales como con el crecimiento imparable de las iglesias evangélicas -las "sectas pentecostales" como las calificó Ratzinger-. Para ello, los curas elaboran y distribuyen estos librillos, con notas complementarias destinadas a hacer calzar las Escrituras con sus dogmas, en lugar de inclinarse por una auténtica exégesis. No se trata de buscar el retorno de los antiguos cristianos al redil, sino de preparar una especie de ejército que empiece a luchar contra estas amenazas que, debido a la disminución de fieles, a la larga se tornan una pérdida significativa de dinero. Algo que por lo demás papas y obispos han efectuado desde siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario