domingo, 16 de octubre de 2011

En Las Manos de Jamenei

Hace unos días atrás, se conoció la noticia de que el gobierno iraní decidió dejar en manos del ayatolá Jamenei, la confirmación o rectificación acerca de la condena a muerte que un tribunal eclesiástico de aquel país le impuso al pastor evangélico Yousef Nadarkhani, acusado de apostasía por haberse convertido desde el islam, delito que por allá conlleva la pena capital. Muchos cristianos, no sólo reformados, han recibido con mesurada alegría este anuncio, pues podría ser una señal positiva, en el supuesto de que en Teherán han sentido la presión internacional frente a una determinación que, en bastantes lugares del mundo, es vista como una aberración inaceptable, y que de llevarla a efecto, les significaría a las autoridades persas un nuevo ladrillo en su ya muy amurallado aislamiento diplomático. Aunque, es necesario recordarlo, de este tipo de personas se puede esperar cualquier cosa, incluso que finalmente ejecuten al líder espiritual, tal como lo hacen esos villanos inmisericordes que tanto gusta mostrar Hollywood, varios de los cuales -más por una motivación ideológica que un intento genuino de acercarse a la realidad- justamente son musulmanes.

¿Cuál sería el propósito de remitir a la máxima autoridad religiosa un asunto que para cualquiera que haya sido formado bajo los principios de la democracia occidental, debiera circunscribirse exclusivamente a un tribunal civil? Para empezar, no olvidemos que, producto del ordenamiento jurídico y político que surgió en Irán a partir de los acontecimientos de 1979, el ayatolá no es sólo la principal representación eclesiástica del país, sino que además funge como jefe de Estado, en lo que conforma una curiosa monarquía constitucional teocrática. Bajo dicha premisa, una corte islámica tendría tantas o más competencias que una común; o cuando menos le correspondería a aquella clase de magistrados decidir sobre cuestiones que de acuerdo a los convencionalismos más tradicionales, atañen al ámbito de un credo, como por ejemplo los asuntos morales. O por ejemplo -que resulta mucho más aclarador- la actitud de cambiar de religión. Y sería esperable que si la abandonada es la oficial -es decir, la única con la facultad de emitir fallos con valor judicial-, el virtual involucrado recibirá una drástica condena. Así ha ocurrido no sólo con los países musulmanes que mantienen esta forma de legislación, sino también con budistas, cristianos de todas las estirpes -sólo recordar las hogueras, que no fueron un patrimonio exclusivo de la inquisición católica-, paganos -la pena a muerte que se le impuso a Sócrates se apoyaba en acusaciones de índole religiosa- y hasta ateos -no pensando únicamente en los comunistas, sino también en propuestas nacidas en el ámbito del escepticismo científico, como las de Richard Dawkins-.

Pero volviendo al tema inicial. Jamenei está por encima de todas las demás autoridades, que además en Irán se eligen mediante sufragio universal. Lo cual ocurre porque no es ni más ni menos que el principal nuncio de Alá en la Tierra. Detalle que le permite presentarse como un rey. Y al respecto, ya sabemos que las monarquías seculares de cualquier parte del mundo, siempre han utilizado el pretexto del mandato divino. Ventaja que siempre es confirmada por la máxima autoridad de la religión mayoritaria, que consagra al gobernante. Luego, cabe sólo imaginar el poder que ganaría quien ya no es coronado por un líder espiritual, porque él mismo ostenta ese cargo y a consecuencia de ello se debe colocar por encima de todo otro regente. En las teocracias no es la jefatura de Estado la que protege al credo oficial, sino que es dicho credo quien está llamado a cubrir a los ciudadanos. Proceso que de igual modo acaece bajo los parámetros del ordenamiento jurídico iraní. Para empezar, cabe acotar que fueron los clérigos musulmanes y no los magistrados civiles los que condenaron a este pastor a muerte, lo que convierte a la intervención del ayatolá en un camino lógico. Pues además, en otro aspecto que caracteriza a estos regímenes, el mayor emisario de los dioses cuenta con la capacidad de decidir sobre la vida o la muerte de los demás seres humanos.

En esto último también reside un cierto grado de astucia. Si Jamenei opta por obligar a cumplir la sentencia, será alabado por los musulmanes extremistas -y una buena porción de los islámicos en general- pues de seguro cumplió con los dictámenes de Alá, que como buena entidad suprema suele tomar decisiones que resultan absurdas, incomprensible o dolorosas para las personas comunes. Pero si la anula, tanto su figura como la del gobierno iraní tendrán una consideración más positiva de parte de la comunidad internacional, la cual olvidará por algún tiempo que en ese país subsisten aberraciones como ésta, que además se reproducen en otros casos que no trascienden a la prensa. El ayatolá será visto como una autoridad misericordiosa y razonable, en contraste con los mandos medios que por su inexperiencia o falta de espiritualidad suelen actuar con excesivo celo, lo que a la larga constituirá un triunfo mediático, y reforzará su condición de guía para todos los ciudadanos pedestres persas con todo lo que aquello significa. Situaciones que los cristianos, y muy a pesar de nuestros hermanos sitos en Irán, que son una minoría significativa, al final pasaremos por alto, producto del alivio que genera el analgésico de la liberación, conseguido tras un arduo sacrificio, después del cual el organismo sólo pide descanso. Y eso nunca debió haber sido así, en especial porque este pastor llevaba dos años encarcelado, tiempo en el que las distintas iglesias no hicieron mucho para revertir su situación, así como tampoco los gobiernos que dicen confiar en Dios, al menos cada vez que efectúan una transacción pecuniaria. Recién la coyuntura actual forzó a varios a levantarse de sus bancas y clamar porque este bochorno no se consume. Aunque al parecer ha dado pie para delirios incomprensibles, como los del presidente de Estados Unidos, quien aseguró que los servicios secretos de su administración descubrieron un complot para cometer atentados terroristas y asesinatos de embajadores en territorio norteamericano, tramado por el mismísimo régimen de Irán, y urdiendo una madeja que resulta más rebuscada que compleja, y sobre la cual no hay mayores datos. Jesús no está para falsedades, sino para superar las injusticias.

1 comentario:

  1. Buenas tardes,

    hemos empezado un nuevo blog sobre asesinos en serie, dónde cada semana analizaremos el caso de un asesino serial de la historia. Si quieres pasarte a hechar un vistazo, cualquier duda o sugerencia será bienvenida!

    Saludos!

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