domingo, 26 de junio de 2011

Homosexuales Insertados en la Sociedad

Esto del matrimonio homosexual, o como ellos mismos prefieren decir, matrimonio entre personas del mismo sexo, a fuerza del poder adquisitivo que en el último tiempo ha venido obteniendo la comunidad gay, y la necesidad de evadir o desviar la atención de temas de igual o mayor importancia -la responsabilidad en los bancos en la interminable crisis financiera, la intervención militar de la OTAN en Libia, el aumento de la pobreza,  los escándalos sexuales que siguen horadando a la iglesia católica-: ha trascendido los límites del debate y ha estado deviniendo en una moda cargante, insípida y sospechosa. No es que uno se ponga en contra de las llamadas "minorías sexuales". Pero la majadería con que los medios de comunicación masiva, tanto en términos positivos como negativos, instalan el tema hasta en la sopa, incluso motiva a darles una señal de alerta a los mismos practicantes de esa tendencia, advirtiéndoles que tengan cuidado de que sus peticiones, muy legítimas por lo demás, sean usadas con el propósito de esconder fines oscuros, o porque conviene explotar un determinado filón comercial. Algo de eso ha ocurrido este domingo en Chile, donde la marcha organizada por estas personas fue cubierta de manera diligente por los grandes tiburones de la prensa, en un semestre que ha estado jalonado de protestas de la más diversa índole -en rechazo a proyectos hidroeléctricos, en demanda de una mejor calidad de la educación, en favor de los presos políticos mapuches-, además de la caída sostenida en la popularidad del presidente. Claro: al apoyar una iniciativa que tanto por estar en primera plana como por no influir directamente en la estructura política social o económica de un país, no provoca mayor conflicto (salvo en los mojigatos de costumbre, que ante la vorágine quedan desfasados), se abre de inmediato la posibilidad de darse la mano entre individuos que en otros aspectos tienen posturas antagónicas al extremo de lo irreconciliable.

Por otra parte, las personas que manejan los medios de comunicación, así como el círculo de poderosos y acaudalados que los rodea, no han cambiado en un ápice su concepción moral de la sociedad. Si en los últimos años han discurrido en aceptar la tendencia homosexual, al punto de concederles espacios más o menos significativos a sus colectivos, es porque la presión de las mayorías y las circunstancias históricas hace rato que los estaba obligando a subirse al carro, pues la opción contraria habría puesto en serio riesgo su estatus. Toda vez que el ya descrito asunto de la explotación comercial ya aquí les permite ganar un dinero extra. Sin embargo, al menos en parte, lo que en realidad se pretende tanto con el matrimonio entre humanos del mismo género como con la denominada "unión civil", es insertar a estos colectivos en el modelo moral, jurídico y cultural más tradicional y tradicionalista de la civilización occidental, en una curiosa mezcla de liberalismo -entendiendo el término tanto en sus alcances políticos como económicos- y conservadurismo. Con el fin de rehabilitar a estos sujetos; o mejor dicho, habilitarlos. Para hacer efectiva tal incorporación, se recurre al medio más utilizado -por su eficacia-, no sólo en esta fracción del globo sino en un buen número de etnias a la hora de preservar las costumbres, ya sean éstas elogiables o detestables, que acumulan en su seno: el matrimonio, que a través de de sus derivados, la familia y la descendencia, actúa como contenedor de la movilidad y ralentiza las ansias de cambio, al asegurar la heredad. Fuera de que el connubio es una suerte de contrato estipulado en un papel con validez jurídica, con lo cual se garantiza el orden, en el sentido de lo que el grupo -más bien los principales dirigentes de ese grupo- esperan del individuo. De hecho, bajo una concepción liberal -que con matices, es seguida también por los a sí mismos llamados "progresistas"-, quien no firma acuerdos conocidos y reconocidos por el conjunto de habitantes, se torna un delincuente o un inadaptado.

Entonces, el matrimonio ha pasado a ser el ideal social y no la tolerancia. Para que los homosexuales hayan llegado a un nivel en donde la mínima muestra de discriminación puede acarrear sanciones contra el agresor, se debió solicitarles que se casasen. Y ellos mismos, para alcanzar tales grados de aceptación, debieron insistir en colocar dicho recurso en el centro de la discusión sobre su rol en la comunidad. La prueba más palpable de tal relación de causas y consecuencias, se encuentra precisamente en el foco de atracción en que se han convertido para la televisión y en general para la prensa más masiva. Ahora: uno podría aseverar que el interés de los medios se desprende del carácter innovador -con ribetes de escándalo, algo que tanto les apetece a las cadenas en la actualidad, de nuevo producto de la tentación que ocasiona la explotación comercial- que una propuesta de estas características contiene ya desde el instante mismo de su formulación. Sin embargo, en una situación como ésa los gay no despertarían una simpatía tan grande. A modo de ejemplo, en Chile existe un alto número de colectivos que exige derogar la constitución política impuesta por la dictadura. Varios de sus representantes son invitados con relativa frecuencia a los foros públicos a expresar sus posturas. Pero al final de la jornada, los medios masivos de comunicación que convocan a esos diálogos -y el grueso de los dirigentes ejecutivos y legislativos- acaban concluyendo que tal modificación es imposible y no puede ir más allá de los sueños de unos idealistas demasiado encumbrados.

El matrimonio entre personas de género idéntico, y hasta cierto punto la misma unión civil, terminará por incluir sólo a un segmento de una población que ha sido repudiada por siglos. Los homosexuales que opten por permanecer solteros -rechazando cualquiera de las dos instancias ofrecidas- continuarán siendo víctimas de los distintos calificativos que una sociedad ha reservado para aquellos que no se casan: que son inmaduros, niñatos, irresponsables. Eso, con el agregado de que no pueden manifestar cabalmente su tendencia fuera del ámbito de la relación de pareja (ni siquiera como libertinos irremediables, porque esa conducta sólo define el hecho de tener sexo a destajo, pero sin aclarar que el otro sea varón, mujer, o incluso niño o animal). Ahora: resulta interesante que las propuestas de connubio gay se den en una época en la cual la expansión del sida -enfermedad atribuida en un comienzo a la sodomía, a la prostitución y a la depravación sexual- ha impulsado el retorno de la idea de la pareja única como finalidad en el desarrollo integral del ser humano, aunque ya desligada del ámbito puramenete religioso (pues si ocurriera así, estaríamos en presencia de un retroceso cultural). Además, de que entre las familias que pertenecen a los estratos más adinerados existe un número creciente de individuos que están dispuestos a salir de sus armarios y vivir en forma plena de acuerdo a lo que sienten y piensan. Es decir, que desde el sitio al cual más le conviene la preeminencia del matrimonio y la familia como mecanismo para salvaguardar sus propios intereses, hay voces que de no ser escuchadas pueden pasar a acciones más cruentas y de ese modo menoscabar una institución primordial en el statu quo. Que no se malinterprete: este artículo no se opone a la búsqueda de derechos para los gay, ni siquiera está concebido como un rechazo al matrimonio homosexual. En una entrega anterior, señalé que tal figura, mirada desde cierta óptica -descrita para la ocasión-, podría disminuir la influencia social del connubio. No obstante, si los interesados se dejan arrastrar por los consensos  elaborados en medio de los temores y la falta de una discusión contundente (porque ella da origen a otro miedo: la enemistad y por su intermedio, la reyerta física), no harán sino endurecer todavía más el bloque, dejando de paso un nuevo puñado de marginados y marginales, que se sumarán a los tantos que ya colecciona el paradigma liberal.



                                                                                                                         

                                                                                 

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