domingo, 25 de abril de 2010

Aunque No Sea Un Verdadero Cristiano

Al ver en los noticiarios, el fallecimiento de Paul Schaeffer, no puedo dejar de recordar que aquella horrenda organización que formó, bajo nombres eufemísticos tales como Colonia Dignidad, Villa Baviera o Sociedad Benefactora y Educacional; era en sus orígenes una iglesia evangélica, presentada más encima, como una corporación con fines altruistas. Lo cual nos impulsa a admitir que los seguidores de la Reforma, no estamos tan alejados de vicios que creíamos propios del catolicismo, como el abuso sexual de niños, el fraude pecuniario, la explotación del más débil o el despotismo eclesiástico amparado en un falso derecho divino. Y que a veces, la reiteración de dichas prácticas en el seno de una comunidad, puede derivar, producto de los rasgos inherentes al movimiento iniciado por Lutero, en una espiral de aberraciones tanto o más nociva que el máximo nivel de degradación de toda la curia romana junta, incluyendo tanto sus crímenes contemporáneos como los históricos.

De acuerdo. El evangelismo no es una entidad unificada y de mandato vertical, al contrario de la iglesia católica. Y eso evita que, en caso de destaparse estas muestras extremas de desviación del mensaje cristiano, se hundan todas las congregaciones junto a aquella donde radica el problema. Incluso, aún conociéndose varios escándalos a la vez, éstos al final acaban circunscribiéndose a las iglesias reformadas donde se ocasionaron, dejando incólumes a las demás. Diferente a la situación del papismo, donde el hallazgo de un cura pedófilo vuelve responsables de manera automática a todos sus superiores, llegando hasta el mismo sumo pontífice. Quizá sea por ello que algunos hermanos le restan importancia a tales casos cuando ocurren en el seno de una comunidad evangélica. Algunos relacionan su insistente aparición en la prensa como una señal de la persecución apocalíptica de un mundo cada día más apóstata contra un puñado de fieles que mantienen la pureza exigida por Jesús. Se le puede dar un cierto crédito a esas afirmaciones, en el sentido de que se estaría acusando a un inocente sólo porque un familiar se ha visto involucrado en un delito. Pero la inmensa mayoría, sobre todo quienes son más conservadores y celosos, optan por mirar para el lado, arguyendo que personas como Schaeffer no eran auténticos cristianos sino apóstatas que integraban una secta. Es una respuesta que puede ser válida, aunque sólo para esquivar el bulto, zanjar la discusión y continuar predicando el mensaje salvífico. Sin embargo, también contiene un cierto volumen de falacia y ambigüedad.

Veamos. Aunque las iglesias evangélicas no se agrupen bajo un ente siquiera federado, poseen bastantes características comunes entre ellas, ya sea de índole teológica, social o política; o incluso, comparten procedimientos a la hora de organizar y administrar las diversas congregaciones. En cuántas ocasiones, cuando asistimos a un servicio pentecostal, bautista, presbiteriano o de cualquier otro signo, aún con las particularidades que puede ofrecer cada uno, el oficiante remata diciendo: "tenemos muchos letreros, pero somos uno en el Señor"; lo cual, la asamblea contesta con un enérgico y lapidario "amén". Y por último, todos los templos que se construyen, surgen desde las mismas motivaciones y la misma espiritualidad, hecho igualmente reiterado hasta el cansancio en los cultos. En el camino, no faltan quienes malinterpretan un versículo de la Biblia y, al no contar con una orientación adecuada que los corrija, acaban tomando un sendero lateral, transformado esa discrepancia en una bandera de lucha y haciéndola crecer a medida que avanza el tiempo. Y atención, que no necesariamente dichos errores apuntan a un aspecto de la doctrina, sino a simples normas de comportamiento, como el peinado, el largo de las faldas, el uso de pantalones en las mujeres, el largo del cabello en los varones o el color de la ropa elegido para escuchar un sermón. De ahí a que aparezca un tipo que afirme que mantener sexo con niños no es un pecado, avalándose incluso en las Escrituras, puede haber menos que un paso, si no recibe la enseñanza adecuada y no se atienden las reales circunstancias tras las cuales accedió al evangelio. Que no necesariamente es el que ostenta una mentalidad más liberal: de hecho la pedofilia siempre ha rondado entre quienes tienden a ser más conservadores o, dependiendo del credo, falangistas, integristas o fundamentalistas.

No obstante, nunca se debe olvidar que semejantes individuos son nuestros hermanos de fe y en un momento recibieron el mensaje con denodado entusiasmo. El mismo mensaje que, salvo algunos aspectos cosméticos, es idéntico más allá de la congregación de la cual el emisor proceda. De igual modo que la iglesia católica debe hacerse responsable de un cura pedófilo porque éste cuenta con una superioridad jerárquica que a la vez lo vigila y ampara, el cristiano evangélico tiene que asumir como cuerpo de Cristo las equivocaciones y los horrores cometidos por alguien que probablemente viva al otro lado del planeta, pero que recibió una palabra similar a la que oímos acá. Jim Jones, Paul Schaeffer, el Ku Klux Klan o los terroristas anti aborto, también alzaron sus manos y cantaron loas al Señor. Debemos preguntarnos por qué terminaron de tan abyecta manera, aún cuando hasta el último minuto afirmaban actuar en el nombre celestial. Sólo eso nos permitirá evitar estos errores en el futuro.

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