domingo, 6 de septiembre de 2009

La Liberación Marginada

Cuando los sacerdotes y, en general, los católicos latinoamericanos quieren hostigar al pueblo evangélico con argumentos rebuscabos, y de ese modo aparentar una supuesta solemnidad académica, recurren a la manoseada monserga del imperialismo norteamericano, o, para colocarse a tono con el tenor de sus discursos, imperialismo yanqui. Sacan a colación el Informe Rockefeller, a partir del cual Estados Unidos habría fomentado el ingreso a su "patio trasero" de misioneros conservadores en todos los ámbitos -político, económico, social, cultural, moral-, como forma de desestabilizar los sistemas locales que no difunden una buena opinión de sus actuaciones y de sus consorcios. Como contraste, estos mismos curas y laicos romanistas presentan la autodenominada "teología de la liberación", un movimiento intelectual, aseguran ellos, que piensa el mensaje salvífico desde la realidad latinoamericana, abarcando, comprendiendo y procurando superar -que a fin de cuentas, de eso se trata la conversión- las escandalosas situaciones de pobreza y opresión aún vigentes en este lado del mundo, ocasionadas tanto por agentes internos como externos, y entre estos últimos, la odiosa sujeción a la influencia estadounidense. Justamente, lo contrario de lo que estarían buscando las comunidades evangélicas, debido no sólo a su procedencia, que en todo caso ya constituye un hecho determinante y absoluto; pero también, a causa de un discurso que repite las instrucciones de sus fundadores y no se inserta en los avatares diarios del subcontinente

Del Informe Rockefeller y las falsedades que se han tejido en torno a él, trataremos en un próximo encuentro. Por ahora, nos abocaremos a deglosar las expectativas que al menos un sector de católicos latinoamericanos
se han creado en torno a la teología de la liberación, tanto en su parte teórica como en sus consecuencias prácticas más plausibles, cuales son los curas obreros y la llamada opción por los pobres. En primer lugar, es importante señalar que no existe ningún teórico ni defensor de esta corriente de pensamiento que no haya sido sancionado por el Vaticano. Y sus máximos exponentes, hasta hoy son víctimas de la excomunión. Y desde la década de 1960, época en que florecieron estas tesis, hasta la actualidad, los papas han mantenido las condenas. No sólo contra los teóricos en particular, sino también contra el paradigma en general. Luego, cabe recordar que una sentencia pontificial es verdad revelada y por su intermedio dogma de fe para toda la iglesia católica aunque el resto de sus miembros opine lo contrario. En resumidas cuentas, la teología de marras está proscrita y acto seguido no forma parte del catolicismo, sino que es una religión distinta. Que al provenir desde el mismo seno del cristianismo, en este caso entendido como la congregación con sede en Roma, debe ser catalogado de herejía. Un pecado cuya gravedad se hace visible en las mencionadas excomuniones.

Sin embargo, los obispos se relamen los bigotes mostrando a la teología de la liberación como un logro del catolicismo latinoamericano y por ende, como un aporte de dicha subdivisión a la iglesia romana en general. No sé si por "catolicismo latinoamericano", entenderán algo distinto al rito religioso tradicional, con características propias pero que aún así reconoce incondicionalmente la autoridad del papa, como de hecho sucede con algunas comunidades de Armenia o Etiopía. Lo esencial a acotar aquí, es que excomulgar es en sentido etimológico e incluso teológico, sinónimo de exorcizar. Cuando el romanismo aplica tal medida, expulsa de su cuerpo los supuestos demonios que le están causando daño. O en su defecto, a quienes actúan aparentemente impulsados por fuerzas diabólicas. Enseguida, cae de cajón que ningún feligrés puede valerse de un endemoniado empedernido, ni de lo que opina bajo tal estado de intemperancia, para defender el mensaje salvífico, siquiera para atacar a un enemigo tanto o más diabólico. Finalmente, los cardenales y sacerdotes varios de este lado de América, que se valgan de elementos réprobos para guiar a las almas, deben rendir cuentas so posibilidad de que caigan de cabeza en el infierno, ahora o en la resurrección.

Personalmente, me parece que la teología de la liberación no atenta contra los valores esenciales del cristianismo. No pretende inventar un nuevo evangelio para determinado sector geográfico o racial, como sucede con el Islam o el rastafari; sino corregir a ciertos elementos nocivos a los cuales el propio Jesús se enfrentaría. Además, es necesario acotar que no es un movimiento de aparición espontánea, ya que deriva de la teología de los evangélicos negros estadounidenses, que a su vez, proviene de la teología social nórdica del siglo XIX, también de origen evangélico. A lo que sí se contrapone este paradigma, es a la estructura organizacional de la iglesia católica, por muchos factores y que van más allá del simple hecho de parecerse a otras confesiones cristianas. Por eso es que se le combatió con tanta energía desde el Vaticano, como antes se había hecho con la Reforma o la ortodoxia oriental. Porque dio a conocer errores y horrores del papismo que se vienen repitiendo a través de la historia, ya que conforman su núcleo ideológico. Y la persecusión nunca la han padecido, por ejemplo, y ya que los citamos, los islamistas o los muchachos del regay.

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