lunes, 24 de agosto de 2009

Simpatía y Compasión

Cuando ha recién pasado el cuadragésimo aniversario de Woodstock, no estaría de más recordar el cuarentenario de otro festival de rock, que hizo transitar al movimiento jipi, desde la visible decadencia, a una crisis terminal, de la cual ya no habría retorno. Se trata del tristemente célebre concierto de Altamont, California, llevado a cabo el 6 de diciembre de 1969, organizado por los Rolling Stones, y donde intervinieron bandas como Santana, Jefferson Airplane o Crosby, Stills, Nash & Young. Al igual que lo de agosto, este evento iba a tener su propio registro y fue así como tres cineastas decidieron filmar la película correspondiente. Pero lo que iba a ser una nueva propuesta de paz y amor, se convirtió en un testimonio de violencia, cuando un integrante de los "Hells Angels", la odiosa pandilla de motociclistas contratados para cuestiones de seguridad, asesinó a un espectador de raza negra, al parecer, porque pensaba agredir con un cuchillo a otros asistentes y a los propios Stones, que estaban cantando en ese momento. La banda de Jaegger y compañía se ganó, producto de este incidente, y ya en forma definitiva, el mote de peligroso y de adoradores de Satanás, calificativo con el que han debido cargar por el resto de su existencia. Erróneamente, además, se divulgó el rumor de que en el momento del ajusticiamiento, estaban interpretando la canción "Simpathy For The Devil", cuestión que ha sido desmentida por los mismos documentos históricos.

Y es que ésta ha sido una de las tantas falsedades que se han tejido en torno al primer corte del "Beggars Banquet", que es un pelo de la cola -no la del "patas de cabra" en todo caso- ante toda su leyenda oscura. Algo que se arma, por ejemplo, a partir de cuestiones tan insólitas como un error de traducción, pues el título vertido al español es "Compasión por el Diablo" y no "Simpatía...", como casi siempre se busca considerar. Esta sutileza es clave para entender su texto. Primero, el diablo se presenta como "un hombre rico y con clase" que crucificó a Jesús, pero que también promovió los conflictos armados y las masacres en nombre del cristianismo, y por extensión, de los credos más influyentes. Lo que lleva implícita una protesta contra los círculos eclesiásticos tradicionales, pues el mensaje bíblico apunta siempre a quienes ostentan riqueza y poder desmedidos, como sujetos dispuestos a entorpecer el mensaje de salvación. Por otro lado, este diablo, ha sido además el orquestador de grandes rebeliones populares, como la Revolución Rusa o las que se desprendieron de la Reforma luterana de 1517. Dos movimientos que, en el seno de los representantes del cristianismo "oficialista", fueron vistos como desviaciones intolerables, por lo que siempre se recomendó su exterminio. Nos encontramos ante la imagen clásica del demonio traicionero y a la vez astuto que cambia de bando en el instante preciso para salvaguardar sus propios intereses; pero que, para pasar desapercibido, se vale de la conducta de quienes dicen actuar en nombre de Dios. La conclusión final es que toda la historiografía sacra, desde sus orígenes y en todos los rincones del mundo, no es más que un engaño, montado por una minoría de tartufos que sólo quieren proteger sus parcelas. De ahí que pregunte insistentemente: "¿es que aún no entiendes mi juego?"

Pero también -y quizá sea esto lo que más irrita a un cristiano medio, aunque no esté consciente tal vez de ello- es que la canción es una ácida crítica contra el perdón religioso. Según la doctrina del Sermón del Monte, uno debe estar dispuesto a indultarlo todo, "setenta veces siete", como sentencia el propio Cristo. Entonces, Lucifer -para emplear el nombre utilizado en el texto- solicita la compasión que se le entrega, prácticamente como un derecho, a todo criminal, así sea el ratero encarcelado y sentenciado a muerte, como el gobernante genocida, este último, además, no solamente absuelto, sino también elogiado por obispos y ministros. Es cierto que la Biblia afirma categóricamente que el perdón debe administrarse con justicia y racionalidad, pero eso es algo que las iglesias han olvidado, en aras de intereses que guardan escasa cuando no nula relación con el mensaje salvífico. El mismo que insiste en que cada ser humano, salvo que se encuentre en una situación de incapacidad mental, es exclusivo responsable de sus actos y no debe echarle la culpa a otro a un ser extra terrenal. Finalmente, el diablo -dentro de su astucia, sin embargo-, se defiende de las calumnias que le han levantado, porque aunque haya alentado, promovido o insinuado, son después de todo los hombres en su libre albedrío quienes han ejecutado, cosa que por sí solo jamás habría podido hacer en el planeta.

Lejos de mostrarle cruces, "Simpathy For The Devil", debe ser vista como una invitación a la reflexión y a la corrección por parte de los cristianos. En clave negativa, claro está, porque la canción adolesce de errores de interpretación propios de una persona que se ha familiarizado con el ritualismo litúrgico, pero que prácticamente carece de conocimientos de teología. Pero con todo, resulta bastante mejor que ciertos balbuceos espetados por seudos músicos que hablan del verbo, el sustantivo y otras verborreas. Es cierto que el sesentismo quería acabar con la religión, personificada en las denominaciones cristianas tradicionales; pero esto se debió a los errores históricos en los cuales incurrieron las diferentes congregaciones. Los que, por la manera en que se aborda este tema, al parecer se siguen repitiendo, aunque sea de manera residual.

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