domingo, 18 de diciembre de 2011

La Fornicación Es Interracial

Muchos hermanos se vieron sorprendidos por la noticia, divulgada hace unas semanas, de que una congregación bautista de Estados Unidos había amenazado con expulsar a una de sus integrantes luego de presentar en una reunión a su futuro esposo. ¿La causa? El prometido era de raza negra. Un cristiano de excelente testimonio y devoción inquebrantable. Pero además... de origen afroamericano. Que se paraba frente a la asamblea para que sus integrantes se enteraran de que les iba a robar a una de sus jóvenes más hermosas y virginales, de la misma forma que lo advertía D.W. Griffith en su película The Birth of a Nation. A ellos, un grupo de blancos tradicionales que desde la época de los pioneros defendían los valores más puros e imperecederos de la cristiandad. Y que de seguro aún estarán quejándose de la creciente apostasía que ha contaminado al mundo y en particular a su país, porque la corporación de la cual depende esta iglesia rechazó el acto de segregación y dictaminó que los jóvenes tenían todo el derecho a casarse y a exigir que el pastor dirigiera la ceremonia de enlace.

Cuando uno le habla de la historia de los evangélicos norteamericanos a un activista o un intelectual secular, el capítulo al cual más tiempo se le dedica es al de las comunidades negras y al Movimiento por los Derechos Civiles liderado por Martin Luther King (pastor bautista para más inri). No es para menos: se trata de un pasaje hermoso con características épicas, que a cualquier debería hinchar de orgullo. Sin embargo, dicho relato suele ocultar la parte oscura de la realidad. Aquella que recuerda que los blancos racistas (quienes no sólo sometieron a los afroamericanos a la esclavitud primero y a la servidumbre después, sino también a los indígenas, los inmigrantes, los mestizos e incluso los blancos pobres) también asistían -y aún asisten- a los templos evangélicos todos los domingos, donde los sermones eran atiborrados con citas bíblicas sacadas de contexto con el propósito de justificar la política de segregación, mientras en las oraciones se le rogaba a Dios para que mantuviera el estado de cosas. Y algunos, de seguro pensando en aquellos versículos donde el Señor insiste en que aborrece las manifestaciones formales de fe que no van acompañadas de obras contundentes, optaban por pasar de la palabra a la acción y formaban parte del tristemente célebre Ku Klux Klan, organización con pretensiones cristianas que recurría a los símbolos religiosos al momento de llevar a cabo sus ejecuciones.

He ahí una de las mayores motivaciones que tuvo Luther King. Los blancos segregacionistas a cada rato les decían a sus hermanos negros que ellos no eran dignos de la salvación y para eso se valían de doctrinas como la predestinación calvinista. Con lo cual el Movimiento por los Derechos Civiles se transformaba en una cruzada de quienes buscaban que por fin se les otorgara su legítimo espacio en el cielo. También empleaban sentencias como aquella que exigía a los fieles no unirse "en yugo desigual con los incrédulos", usada para reprobar las relaciones amorosas con no convertidos; pero que era aplicada con absoluta libertad con el propósito de censurar la posibilidad de parejas interraciales (con el agregado de que los negros o cualquier otra etnia eran por siempre considerados indignos de la salvación). Hasta el día de hoy, existen evangélicos norteamericanos que consideran la unión entre personas de distintas razas un pecado tan grave como el adulterio y la fornicación, y por ende una cuestión tan inaceptable como el matrimonio entre personas del mismo sexo. Prejuicio que, por supuesto, es avalado también con la extracción de textos desde las Escrituras, como debe corresponder por lo demás.

Uno puede esquivar el bulto aseverando que ésta es una actitud marginal y residual de hermanos que sólo han caído en un error. No es así. Es cierto que el problema del racismo ya no es tan fuerte en Estados Unidos y que por ejemplo, el Ku Klux Klan (creado precisamente con el afán de evitar que los negros proclamasen su conversión al cristianismo, declaración que para los segregacionistas constituía una auténtica profanación) desapareció hace tres décadas. Pero incidentes como el acontecido en la iglesia bautista afloran de vez en cuando en aquellas congregaciones que son conservadoras al estilo del discurso norteamericano patriotero y salpicado de moralina elemental y poco reflexiva. Los ahorcamientos de afroamericanos en medio de cruces ardientes, han sido remplazados por diatribas contra los homosexuales o el uso de anticonceptivos, así como por arengas que apoyan la invasión de países más débiles por parte de los militares estadounidenses, sólo porque dichos pueblos han adoptado de forma masiva otras religiones, como el islam. Por ello es que estas personas, en más de una ocasión, no se dan cuenta cuando ya han traspasado la barrera, porque el procedimiento es idéntico, cambiando sólo el foco de atención. La pureza y la decencia deben mostrarse en la cara, y las manchas oscuras suelen ser percibidas como señal de suciedad.

                                                                                                   

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