sábado, 13 de agosto de 2011

Los Cristianos en Su Trinchera

¿Qué les está sucediendo a los cristianos del Primer Mundo? Viven con una mezcla de miedo y odio injustificables frente a lo que consideran potenciales amenazas a su existencia, como el islam, la inmigración o las leyes seculares. En lugar de mostrar la reciedumbre que debiera ser propia de quien ha depositado su fe en el único Dios verdadero, actúan con pavor ante su versión distorsionada -Alá-, ante ídolos minúsculos cuando no simplemente falsos, e incluso, ante humanos que no reconocen a ningún ser  superior como su protector personal y deciden movilizarse de manera completamente individual. Muchas veces, con la desesperación que caracteriza a alguien que percibe que tanto su persona como los principios y valores que representa se hallan al borde de la aniquilación total.

Los hermanos de los países más desarrollados exigen un mayor control de parte de las autoridades hacia lo que consideran una irrupción de las hordas musulmanas. En Estados Unidos, ciertos gobernantes han promovido la invasión de territorios más débiles bajo el pretexto de "liberar a los pueblos de la opresión y la tiranía" y de llevar adelante una necesaria "cruzada por la libertad y la justicia", oponiendo ese concepto de "guerra justa" a la "guerra santa" propugnada por los extremistas islámicos. Mientras que en Europa -que cuenta con una fuerza militar bastante menor- la actitud defensiva viene de parte de decretos legales que intentan detener el arribo de extranjeros restringiendo la circulación de las personas, además de iniciativas que tratan de ser hostiles hacia los seguidores de Mahoma que habitan el Viejo Mundo, como la prohibición de ciertas vestimentas o el espionaje contra clérigos de esa religión, sospechosos de promover conductas antisociales. El subterfugio empleado es que algunas de sus enseñanzas occidentales son incompatibles con la democracia occidental y el derecho a la libre expresión. Bueno: es innegable que el islam genera esa clase de inquietudes; pero eso no puede dar pie al empleo de métodos que están igualmente reñidos con las libertades individuales, para colmo inspirados en otra distorsión exagerada y malsana de un credo.

En muchos templos, a uno y a otro lado del Atlántico, se está vaticinando una persecución de ribetes apocalípticos. A su estilo, dependiendo del lado del planeta en el cual uno se encuentre. En Estados Unidos, a través de ese fundamentalismo kitsch instaurado por los tele predicadores y las mega iglesias. En Europa, por medio de discursos que se intentan apoyar en una supuesta racionalidad académica que a su vez pretende darle soporte a conclusiones que se presentan como de sentido común. ¿No recuerdan, ya que se mencionó esta potencial campaña de extermino, esos artesanos del terror, los tres primeros siglos de historia del cristianismo,  y las circunstancias en que se desarrolló la hermandad primigenia? Esos creyentes no sólo debían enfrentar el martirio y al imperio romano. También a versiones distorsionadas de la fe ocasionadas por la influencia de otros credos, como el paganismo y el judeocristianismo. Además de escisiones y rivalidades surgidas en el mismo seno de las comunidades, como los gnósticos, los arrianos o los neofisistas. A lo cual se debe añadir el poco acceso que podían tener a los textos sagrados, precisamente debido a la forzosa clandestinidad. Y pese a todo, esos hombres y mujeres salieron adelante. Idénticas condiciones experimentaron los iniciadores de la Reforma, y sin embargo su proyecto jamás sucumbió. Ahora, la situación es muy distinta. Los que se espantan ante la ola de apostasía e idolatría, gozan del privilegio de vivir en naciones donde, si una confesión cristiana no es oficial, cuando menos es mayoritaria y por ende, respetada y reverenciada, o en el peor de los casos, tolerada por las autoridades civiles, hasta las que son ateos de lo más recalcitrantes. Si cuentan con recursos más amplios y eficientes, entonces, ¿cómo es posible que chillen de manera escandalosa, gritando en las plazas y en las redes que si se continúa permitiendo esto o aquello, la sociedad que conocemos -y que es la única buena y aceptable- se irá a lo más profundo del abismo?

Los hermanos del Primer Mundo viven mencionando los aspectos negativos que incluye el islam. Pero se han olvidado de explicar en detalle el amor de Cristo. Al final, sólo exhiben un discurso huero que produce la sensación de que incita al odio. Lanzan tantos escupitajos contra los homosexuales, que no han reparado en que hay una posibilidad de que éstos se salven. Consideran el aborto como el máximo de los crímenes, con lo que le cierran la puerta a una mujer que se ha arrepentido de haber efectuado esa práctica. Se oponen a todo lo que consideran actitud secular, pero nadie sabe lo que proponen a cambio. Y si con todo y la advertencia del infierno eterno, igual un grupo muy importante de personas insiste en desafiar los preceptos bíblicos, al menos queda el remanente que asiste semanalmente a los templos para inculcarle la campaña del miedo, con el propósito de que ellos la difundan y así se concrete una labor proselitista basada en el rechazo y la conducta negativa frente a lo que genera siquiera la más mínima sospecha. Así no debiera ser extraño que sujetos como Anders Behring, el carnicero de Utoëya, que concluyan que lo más adecuado es salir a predicar con un fusil de asalto. Total, después se asevera que se decían cristianos pero que no lo eran de verdad.

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