domingo, 13 de febrero de 2011

La Locura de Chávez

Hugo Chávez acaba de celebrar doce años de su "revolución bolivariana", o lo que es casi lo mismo, de tiempo que lleva ejerciendo el poder en Venezuela. La oposición, como lo viene haciendo desde el primer aniversario, aprovecha la oportunidad para convocar a manifestaciones de repudio, demostrando que hace un buen rato cayeron en la trampa del juego maniqueo donde nadie reconoce las virtudes del rival: una estrategia, por cierto, diseñada por el propio gobernante, que ha resultado bastante eficaz, al punto de tornarse en uno de los pilares fundamentales de su continuidad. Y es que dichos disidentes, por mucho que incorporen dirigentes jóvenes en sus filas, y remplacen la arcaica e inútil intransigencia tan característica de los sectores acomodados que de pronto empiezan a constatar que los menos pudientes están más organizados y menos sumisos que antes, por un discurso que trata de ceñirse a las normas democráticas (en el supuesto de que son los adalides de estos valores, pues su contraparte los habría abandonado), al final, producto de la misma naturaleza de su origen -el social y el de la ideología que proponen como alternativa-, a cada rato son revelados como simples bobos que desconocen el mundo exterior y luego no lo comprenden, por lo que no les queda sino reaccionar con violencia, valga la redundancia, reaccionaria. Y en ese marco cabe ubicar los diversos calificativos con los cuales se han referido a Chávez desde que éste ganó su primera elección: de militar bruto a dictador comunista, para en tiempos recientes, cuando ya no queda saliva en el pozo de los escupitajos, tacharlo sencillamente de loco. Una seguidilla de insultos que han sido superados uno tras otro por el accionar del mandatario, quedando como términos vacíos de ideas y habitados sólo por la ira y el resentimiento.

No obstante, resulta interesante detenerse en el vituperio que hoy está de moda, y que alude a una supuesta situación de insanidad mental del presidente venezolano. Cuando resucitar el terror al marxismo ha sido un fracaso; cuando diseñar el monstruo de Fidel Castro ha provocado un efecto contrario al buscado (en especial, porque tales ataques sólo aumentan la simpatía hacia el líder cubano, algo que jamás han podido aceptar sus detractores); cuando sostenerse en el hecho de que Chávez es un militar como los innumerables tiranos que han asolado América Latina, no otorga los réditos esperados: queda entonces la opción de acudir a un salvavidas prestado por la ciencia, o en realidad, por la seudociencia. En un mundo, además, desencantado y donde la velocidad de las comunicaciones a cada momento dan cuenta por igual de pensamientos dogmáticos o de regímenes totalitarios. Ya no vale afirmar que estamos ante una bruja, un hereje o un servidor del diablo. Tampoco es correcto identificar al interlocutor como enemigo interno o parásito social. El espíritu tolerante de los tiempos que corren precisa, para privar a una persona de sus derechos, de pruebas que expliquen tales medidas desde un punto de vista empírico o judicial. Aunque las mentadas evidencias no sean contundentes ni convincentes, o estén amañadas, o simplemente sean falsas. Pero representan lo permitido entre la gente civilizada que ansía vivir en una democracia occidental. Precisamente lo que pregona la oposición a Chávez con el argumento de la locura: dar a entender que ellos postulan un ambiente libre, y su adversario no.

Lo infame de todo este planteamiento -bastante menos racional de lo que se pinta- es que la sempiterna y a estas alturas sacrosanta sicología clínica vuelve a aparacer como la solución definitiva e incuestionable de un conflicto. Lápida que, como siempre, es escandalosamente parcial. Ocurre que estos seudo profesionales desde que existen han utilizado el encierro sin juicio previo y por tiempo indefinido, en recintos conocidos como manicomios, de las personas que se muestran como extrañas o poco ortodoxas de acuerdo a los cánones de una determinada sociedad. A los cautivos se les somete a toda clase de torturas, se les aplican choques eléctricos, se les obliga a ingerir pastillas adictivas o se los inmoviliza mediante las llamadas "camisas de fuerza". Todo, con el fin de que el atormentado retorne a la "normalidad". Que casi siempre, sus celadores declaran que no ha conseguido. En la actualidad, aparte del retroceso que han experimentado las religiones y las ideologías, estos agentes de blanco se han beneficiado de la sobrevaloración de delirios masturbatorios como los de Sigmund Freud, Iván Pavlov o B. Skinner -cuyo sistema de premios y castigos se puede explicar en la rígida y retorcida formación puritana que recibió, pero en fin...-para erigirse como las voces absolutas y las únicas autoridades acreditadas para distinguir un cuerdo de un idiota, con ese mismo principio dualista que segrega lo supuestamente bueno de lo supuestamente malo. Y el segundo, cuando no es abiertamente secuestrado, debe ser enviado a terapia y en consecuencia queda inhabilitado para trabajar, opinar o tener amigos.

Si se atiende al reclamo de la oposición venezolana, se notará que Chávez es un insano porque propone una vía innovadora, o al menos, que no es bien evaluada por los analistas bienpensantes. Y si se revisa la historia de la locura, a poco andar se descubrirá que es el intento por acallar las distintas rebeldías y pensamientos independientes que se han suscitado en distintas épocas. El cuco del cáncer marxista ahora es sustituido por el de la esquizofrenia marxista. Cabría preguntarse si los sicólogos, prestos a inventar enfermedades y a acuñar nombres estrambóticos para mantener su posición de privilegio, bautizarán con alguna frase la supuesta patología que se ha descubierto en el gobernante venezolano. Desde este modesto escritorio ofrezco algunas terminologías: síndrome hipotalámico bolivariano, afibofrenia esquizoingnea revolucionaria, paranorinoco molecular llanero, oligonosequé delirante saltoangélico... Bueno, no continúo porque en una de ésas soy raptado y de ahí en adelante nadie conocerá mi paradero. De seguro -éstos jamás pierden- "diagnosticado" con delirio de persecución...

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