domingo, 4 de octubre de 2009

Thomas Müntzer y los Hermanos Masacrados

Ahora que ha comenzado octubre, mes de la hispanidad y de la gloriosa Reforma a partes iguales, no está de más analizar un suceso oneroso acaecido en Alemania el 15 de mayo de 1525, y en el cual el propio Martín Lutero está involucrado. Se trata de la matanza de los campesinos liderados por Thomas Müntzer, un predicador que, como tantos otros en las tierras germanas, se entusiasmó con las ideas libertarias expresadas en las noventicinco tesis, y la opción, a todas luces viable, de alabar a Dios sin que un papa o un sacerdote imponga un determinado ritual. No obstante, este hermano, de confesión anabaptista, osó llegar mucho más allá y se unió a un levantamiento popular que exigía un trato digno de parte de los terratenientes y señores, de acuerdo con el mensaje caritativo impulsado por el mismo Jesús y, rectificado, en la teoría del Estado protector, por el apóstol Pablo.

Cuando los campesinos iniciaron su revuelta, allá por 1524, los príncipes del Sacro Imperio -autónimo de Alemania hasta el siglo XVIII- estaban indecisos sobre cómo responder. Varios eran partidarios de una represión militar, pero una minoría estaba a favor de instaurar una instancia de diálogo. Finalmente, Lutero contribuyó de manera decisiva a inclinar la balanza en favor de la primera opción, en una carta a los archiduques titulada " Contra los Campesinos Asesinos y Saqueadores" donde aconsejaba su total exterminio. Dicho y hecho: por su principio de que la religión de los nobles debía ser la del pueblo, en los círculos cortesanos el monje agustino gozaba de una alta estima, incluso entre quienes permanecían leales a Roma. Con sus declaraciones, consiguió unir a los regentes de ambos credo contra un enemigo común: los modestos y desarmados siervos rurales, que sólo reclamaban lo que la propia Biblia afirma que le pertenece al obrero. Y sucedió lo que era de esperar: en la batalla de Frankenhausen, acontecida en la fecha anotada en el primer párrafo, seis mil sublevados murieron. Müntzer fue capturado y, tras insufribles torturas, decapitado el 27 de mayo del mismo 1525.

En las iglesias, se suele presentar, para estas fechas, una película biográfica sobre la vida de Lutero, que incluye esta determinación. El iniciador de la Reforma es mostrado con una expresión de resignación y conmiseración hacia quienes mandó destruir, consolándose en el discutible argumento de que todo lo obrado era necesario. Personalmente, siempre he sido muy escéptico, en especial cuando a alguien se lo quiere mitificar. Pero leyendo el mensaje antes citado que le escribió a los príncipes, la verdad es que resulta muy difícil aceptar que Lutero tuvo una actitud de caballerosidad espiritual con los caídos. En la misiva hay un notorio desprecio hacia estos campesinos humildes a los cuales achaca toda clase de crímenes, muy similar a quienes han ordenado otras matanzas obreras masivas a lo largo de la historia. Además, si su compasión era sincera, su labor -y esto es un mandato que las Escrituras prescriben para todo cristiano- entonces debió haber sido la de mediador, de pacificador, si nos ceñimos a los términos de las bienaventuranzas. En consecuencia, lo que le correspondía, como cabeza espiritual, era evitar la masacre, no alentar su ejecución. Y lo peor es que, cuando en los templos se menciona este horroroso hecho ( casi siempre, por lo demás, de pasada y a la ligera), se lo califica como un mero gaje del oficio, generado por culpa de unos empleados que, de seguro debido a su falta de educación, tenían una irremediable dureza de cerviz.

Cuando se menciona el sufrimiento de los reformados que debieron aguantar las represalias de la iglesia católica, como contrapartida se dice que, si bien del lado evangélico ocurrieron crímenes, estos fueron focalizados, hacia no más de diez personas, por lo general intelectuales o gobernantes que querían mantener el romanismo por la fuerza aunque todo el pueblo opinase lo contrario. No es así. También de esta vereda se alentaron los genocidios, como los Oliver Cromnwell sobre los católicos de Irlanda, por ejemplo. Pero lo más vergozoso, es que muchos de estos actos deleznables fueron cometidos contra los mismos reformados, cuando formaban parte de una facción autónoma, que pese a ello no guardaba ninguna diferencia doctrinal. Eran como las denominaciones de la actualidad. Y sin embargo, los que tenían las armas de su parte no dudaron en emplearlas contra quienes deseaban ser tan libres como ellos, para más tarde, congraciarse con los inquisidores. Dividir la cas, pecar contra el propio cuerpo, parecía ser la consigna. Casos hubo muchos y uno de los más graves fue éste, donde seis mil cristianos de verdad fueron abatidos a instancias de un hermano de fe, el que supuestamente, los debía guiar por la senda del amor.

1 comentario:

  1. Saludos !.
    Nos gustó tu artículo. Ahora te animamos a que visites nuestra web Müntzeriana, así como si quieres escribirnos algún texto, mejor que mejor.
    www.circulothomasmuntzer.jimdo.com

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