martes, 16 de junio de 2015

Una Farsa Llamada Caitlyn

Finalmente, William Bruce Jenner, el atleta olímpico norteamericano que en 1976 ganó el oro del decatlón en los Juegos de Montreal, ha completado su proceso de transformación en mujer y se ha presentado en sociedad con el nombre de Caitlyn. Bueno: casi lo ha terminado. Porque aún falta una intervención quirúrgica que modifique sus genitales. Detalle que al protagonista de esta historia no sólo parece no importarle, sino que todo da a entender que ni siquiera lo considera en su bitácora de vida, ya que ha optado por mostrar su nueva imagen en las portadas de las más diversas revistas de espectáculos y farándula de su país de origen, prácticamente como una meta definitiva de un largo camino que inició hace un par de décadas y acerca del cual sus compatriotas estaban bastante enterados, pues tras dejar el deporte activo, actuó en varias películas y series de televisión, vigencia que le permitió ofrecer a los medios especializados los avances parciales de su cambio, a su correspondiente tiempo.

Si Caitlyn, ex William Bruce, hizo todo esto con la intención de permanecer en la memoria de los espectadores, hasta mucho tiempo después de sus hazañas deportivas -que no fueron tantas, si comparamos su currículo con el de otros atletas estadounidenses- entonces se anotó un extraordinario acierto. Lo mismo si su intención fue la de provocar o sólo de llamar la atención. Para empezar acaparó portadas en medios de todo el mundo y pudo conceder una buena cantidad de entrevistas, además de recibir incontables elogios por una "valiente actitud". También desató la ira de los detractores de las prácticas homosexuales, quienes ven en la manera positiva en que en las últimas décadas se han tomado estos comportamientos, un peligro letal para la sociedad. De hecho, ya un conocido pastor bautista de los Estados Unidos declaró, en el púlpito y durante un sermón, que odiaba a Jenner con todas sus fuerzas y que desearía verlo muerto. Lo que a la larga significa más agua para el molino, dado que en la actualidad se valora más una supuesta salida de armario que un discurso con pretensiones moralizadoras, para colmo violento e irreflexivo. Ese reverendo finalmente sólo pisó el palito. Otro más que lo hace.

Pero, ¿hay algún grado de honestidad en la decisión de este deportista devenido en actor, y ahora transformista, pues no lo olvidemos, aún no altera sus órganos genitales? Antes de su aparición en público con nueva identidad, Caitlyn disfrutó de todos los placeres heterosexuales que puede darse un varón. Se casó, tuvo tres hijos a los cuales crió como un padre ejemplar, tuvo actividad sexual no sólo con su esposa, y al igual que cualquier persona de cuerpo apolíneo, en sus años mozos debió haber disfrutado de un sinfín de admiradoras -no sólo en términos eróticos, se aclara-. Es cierto que tomó este camino hace ya un par de décadas, y que la determinación de proceder de forma gradual podría deberse a una serie de factores -formación, prejuicios sociales, timidez, temor al rechazo- que también están presentes en los llamados homosexuales de armario. Sin embargo, en el intermedio agrandó su familia, continuó actuando como un padre ejemplar, mientras en diversos medios de comunicación, a la vez, liberaba información acerca del proceso que había optado por realizar, dejando al menos entrever el destino final que éste tendría. ¿Por qué optó por comunicar a la opinión pública que había llegado a la meta, justo en el momento que lo gay está de moda, con estas discusiones acerca del matrimonio entre congéneres y otros asuntos de los cuales se ha hecho amplio eco la prensa? Una victoria que se puede calificar de  ambigua si volvemos a considerar el asunto de la operación de los caracteres sexuales primarios. Da la sensación que Jenner sólo habló en el momento oportuno. Y con bastante oportunismo.

Caitlyn dio "el último paso" poco después de divorciarse. En un matrimonio que llevaba varios años y cuyas causas de ruptura no han sido reveladas, pero que por los trascendidos, estarían ajenas a la confesión de homosexualidad del protagonista. ¿Hubo en este suceso, algún impulso para dar por terminado el proceso y declararlo como tal? ¿Pensaba que iba a perder su vigencia, ya que había pasado los sesenta años, y aparte de la lejanía de sus éxitos deportivos, su carrera como actor amenazaba con ir en declive? Un dato interesante es que la terapia hormonal de Jenner no sólo le ha permitido verse como una mujer, sino además una dos décadas más joven. Bueno, la revista que lo publicó en esa foto donde aparece con remera de tenista y pantalones cortos ajustados -que dan a notar lo que aún lleva entre las piernas, motivo por el cual tuvo que mantenerlas separadas- en su nombre en español lo dice todo: feria de las vanidades.

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