domingo, 18 de marzo de 2012

Entre Nazis y Maricas

Me pregunto si los maricotas del MOVILH, tras el brutal ataque que hace una semana dejó moribundo al joven Daniel Zamudio, se habrán siquiera planteado la remota posibilidad de que exista algún error en aquella lista que dieron a conocer en enero pasado, en la cual ordenaban de manera decreciente las que, según ellos, eran las instituciones más homofóbicas del 2011. Cabe recordar que a la cabeza de aquella nómina se encontraban las iglesias evangélicas, en términos genéricos y sin hacer las necesarias distinciones: un puesto obtenido a consecuencia de un puñado de declaraciones poco afortunadas, poniendo especial énfasis en la intervención del pastor Edito Espinoza en el más reciente tedeum de fiestas patrias, de la cual este grupúsculo, por mucho que alegue que se trató de una ofensa inaceptable, al parecer continúa sacando réditos, como si se colocaran en cuatro patas para recibir la dulce sensación del masoquismo.

En cambio, al menos en la conferencia de prensa que se convocó con el propósito de divulgar el mentado informe, no se mencionó a las pandillas de neonazis, una de las cuales está acusada de la agresión en contra de Zamudio. Lo cual da a entender que, en el mejor de los casos, no ocupaban un lugar privilegiado dentro de la lista. Pese a que miembros de estas células vienen, desde hace unos cuantos años, ejecutando palizas contra homosexuales, travestidos y todo aquello que no se atenga a los cánones más tradicionales de lo masculino o femenino. En más de una ocasión con resultados fatales. Se argüirá, a modo de subterfugio, que la nómina sólo considera el año 2011. Recurso que no es válido, porque por mucho que los evangélicos tengan la intención de arrebatar el trono de la intolerancia con la finalidad de comunicarle a la opinión pública que existen y además desean aportar en favor de la pureza moral y por ende el avance de la sociedad (entendiendo que ambas cosas se encuentran encadenadas en un proceso lógico): empero, hasta la fecha no ha acaecido ningún incidente en el que un cristiano reformado haya golpeado a un gay o sus afines. Caso opuesto al de las hordas de fascistas, que incluso durante el año pasado, enviaron tanto al servicio de urgencia como a la morgue de éste, a varios muchachos de tendencias que les disgustan, no solamente amanerados. Por supuesto que no faltan las sentencias virulentas o destempladas. Sin embargo, no se conoce de algún hermano que haya tratado de agradar a Dios acudiendo al crimen.

Y he aquí un asunto donde queda demostrada la incongruencia, no de la colectividad homosexual, sino de uno de sus gremios, en este caso el MOVILH. Durante los últimos días, varios de sus componentes se han quejado en los diversos medios de comunicación, que ellos no son visibles y que se debió esperar una humillación tan terrible contra uno de los suyos para que fuesen considerados. Protesta formulada en base a las incontables situaciones de discriminación que los gay sufren a diario, costumbre en donde las agresiones físicas de las pandillas callejeras sólo constituyen la punta de un enorme témpano. Completamente de acuerdo con eso. Sin embargo, ¿no es esta misma organización, por cierto la más mediática, si bien no la única y ni siquiera la más importante entre las que representan a estas personas, la que con sus actitudes alienta este trato perjudicial? Por ejemplo, su reacción en contra de las iglesias evangélicas, que se ha producido por algunas aseveraciones emitidas a través de la televisión, en particular las mencionadas del pastor Espinoza, dichas en el marco del tedeum, evento muy esperado que además es transmitido a todo el país por el canal nacional. El propósito es contrarrestar unas expresiones que pueden resultar inadecuadas e irreflexivas con una presentación de similares características, en una suerte de enfrentamiento mutuo para ver quien finalmente se queda con los micrófonos. Pero detrás de ello no existe una investigación seria desde la que se surja una capacidad de sacar conclusiones realmente objetivas. Aparecer y meter ruido recurriendo a lo que mejor está al alcance de la mano. Y es una lástima porque cualquiera con un mínimo de sentido común se da cuenta de que son los neonazis quienes debieran estar puestos adelante en el listado de prioridades, aún cuando los diarios no comuniquen sus ataques y los mantengan bajo la alfombra como justamente acontece con los homosexuales.

Uno puede llegar a formular una tesis bastante perversa y antojadiza, a la luz de estos hechos. Y es que estas pandillas callejeras están compuestas en buen número por sujetos de clase media y alta con tendencia reaccionaria y conservadora. Imagen que proyectan los voceros del MOVILH cuando aparecen en las pantallas de televisión: todos varones, perfectamente bien ataviados con sus ternos de marca y sus corbatas, y compitiendo para saber quién tiene la voz más grave. Aparte de sus intentos por insertarse en ese tipo de sociedad, como lo es la búsqueda de una adaptación de las instituciones oficiales a las peculiaridades de su condición (matrimonio homosexual, adopción de hijos). Al contrario, ocurre que los evangélicos siguen siendo en su mayoría personas de extracción popular, aunque en el último tiempo esa situación esté cambiando. En consecuencia, esta agrupación gay se estaría yendo en picada contra una masa de pobres anónimos, contra los cuales, producto de la segregación social y la pésima distribución del ingreso que caracteriza a este país, sale gratis lanzar unos cuantos vituperios. Quizá no sea la conclusión correcta. Pero si este movimiento desea proyectar una consideración distinta, empiece por dejar de guardar silencio respecto de lo que sus vecinos y conocidos de barrio y reuniones varias efectúan por las noches.

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