domingo, 4 de julio de 2010

La Biblia, la Patria y las Armas

Hace unos días atrás, la Corte Suprema de Estados Unidos ratificó el libre acceso a las armas de fuego para los habitantes de ese país, sepultando de paso las restricciones que algunas entidades estaduales querían imponer, a fin de disminuir el alto número de homicidios y prevenir las masacres masivas tales como Columbine y Virginia Tech, hechos que según expertos muy serios y respetables, ocurren por esa tendencia de los norteamericanos a resolver sus problemas apretando el gatillo. Cuestión que se verá acrecentada con la reciente resolución judicial, máxime si consideramos que en este lugar es posible comprar artefactos de toda calibre, con sus correspondientes municiones, hasta en los supermercados y los almacenes de barrio. Ya me imagino a la señora Yolita o la señora Juanita, yendo a la tienda de la esquina y diciendo: "déme un quilo de pan, unas torrejas de queso y una ametralladora".


En los EUA, el derecho a portar armas indiscriminadamente, es alentado por los grupos más conservadores y religiosos del país. Los mismos que forman parte del cinturón bíblico, que repudian sin concesiones el aborto, la homosexualidad y el islamismo, y que proclaman a los cuatros vientos los valores patrios, morales y familiares. Y que están vinculados a las mayores congregaciones cristianas y poseen vínculos con los más recalcitrantes evangelistas. Conocen las Escrituras como la palma de su mano, y las recitan de manera mecánica cada vez que se les presenta la oportunidad, en cualquier sitio público, ya sea la plaza, la oficina, la escuela o el parlamento. Pero ignoran, o desvían la cabeza, cuando Jesús llama a sus discípulos a ser pacificadores y a evitar el uso de la violencia, en especial cuando se cuenta con un instrumento capaz de entregar ventaja. Incluso, resulta muy curioso observar, que mientras más intenso es el compromiso espiritual, crece en forma directamente proporcional la predisposición a defender el empleo de dichos instrumentos. De este modo, la figura del cristiano ideal es la de un hombre que odia la promiscuidad sexual, no se involucra en manifestaciones populares y anda siempre con su Biblia bajo el brazo y su rifle colgado en el hombro opuesto.

Lo cual ocurre porque el mensaje de Jesús choca con un aspecto tan intrínseco de la cultura de los norteamericanos, que al igual que el empleo de las Escrituras, se le considera parte de la idiosincrasia nacional de ese pueblo. El uso de las armas de fuego está ligado de manera indisoluble a la historia del país, por lo que forma parte de esa actitud chovinista que se suele denominar "el alma patria". Y su proliferación y justificación hasta fue validada, siquiera de manera indirecta, casual o inocente, recurriendo a principios de la teología cristiana evangélica. Por ejemplo, en la época de la conquista europea, el estilo práctico y la aceptación a rajatabla de la teoría calvinista de la predestinación, privó a los colonos anglosajones de enarbolar principios como ese de "la espada y la cruz", que utilizaron los españoles con los indígenas de los futuros Estados latinoamericanos. En cambio, simplemente procedieron a desalojarlos de sus tierras valiéndose de las armas de fuego. Después, a mediados del siglo XIX, tuvo lugar la Guerra de Secesión, que moldeó definitivamente al Estados Unidos moderno. En periodos posteriores, se han sucedido las invasiones y ataques militares contra Alemania, Japón, Vietnam, Granada, Yugoslavia o Irak. Todas, presentadas como un afán de salvar al mundo de las garras del mal, encarnado en gobernantes que siguen ideas que por extrañas de seguro deben estar reñidas con los valores cristianos, los más acordes a la sociedad y la humanidad. A propósito, recuérdese el intento de George W. Bush de presentar su política belicista como una cruzada de conversión.

El problema es que, como se señaló más arriba, queda la sensación, en el norteamericano raso, que disparando se pueden arreglar las fallas de la naturaleza. Así se solucionó la esclavitud de los negros en propio territorio, se ocupó el Oeste plagado de bandidos e indios incivilizados y luego, se limpió al mundo de nazis, comunistas y emperadores japoneses. Entonces, suele ocurrir que el relevo es tomado por quien nadie esperaba. Como ocurrió en las masacres estudiantiles mencionadas en el primer párrafo, concretadas por alumnos que sufrían el acoso de sus pares matones. De seguro, discurrieron que un balazo ponía las cosas en su lugar, que por lo demás es lo que debieron haber aseverado, al menos entre líneas, los textos escolares. A propósito, resulta interesante analizar las fechas en que acaecieron esos dos eventos. Columbine se dio durante la invasión gringa a la ex Yugoslavia, mientras que Virginia Tech fue desatado por un coreano (aliados comerciales y militares de los EUA), en medio de la "guerra al terrorismo". Más aún: el dúo responsable de la matanza en el plantel secundario, tenía planes muy bien urdidos para, tras concretar dicha acción, robar un avión, volar hacia New York y estrellarse contra el Empire State. Dicen algunos que el cristianismo occidental, es una buena fuente de ideas originales o emanadas del esfuerzo personal. Si es así, entonces al Islam sólo se lo puede acusar de devolver golpes con una fuerza aún mayor.

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