miércoles, 12 de mayo de 2010

Publicidad Homosexual

Desde hace unos días, afiches y gigantografías encargados por el Movimiento de Liberación Homosexual (MOVILH), y pagados por un servicio diplomático holandés, se han desplegado en edificios, plazas y buses de Santiago, del mismo modo que ocurre con todo tipo de publicidad comercial callejera. Las imágenes están diseñadas para provocar un alto impacto entre los transeúntes: en uno aparecen dos lesbianas besándose -ósculo de telenovela en cualquier caso: sin unión de los labios-; en otro, dos hombres de tendencia gay, desnudos y en plano americano, se acarician mutuamente; mientras que en un tercero, se deja ver a una pareja heterosexual, donde la mujer se encuentra embarazada, y al pie de su figura, desplegada la leyenda: "y si naciera homosexual, ¿qué harías?". Los responsables de tal propaganda buscan llamar la atención acerca de la discriminación y la intolerancia de la cual aún son víctimas las denominadas "minorías sexuales"; y al mismo tiempo, recordar a los que el año pasado fueron candidatos presidenciales, incluso al que ganó esa elección, que se valieron de este tema para captar votos.

La verdad es que han logrado una buena parte de su objetivo. Porque los medios de comunicación ya han difundido notas de prensa en torno al asunto, donde se han incluido las infaltables respuestas de los peatones comunes y corrientes que son asaltados por un sujeto que viste un traje formal y plantea la eterna pregunta de rigor: "¿qué le parece?". Y hay que reconocerlo -aunque bien puede tratarse de una treta de los editores-: la mayoría de los chilenos medios desaprueba la iniciativa. Argumentos sobran: que es inmoral, que va contra la naturaleza, que la Biblia condena a los homosexuales... un cúmulo de clichés escuchados a los sacerdotes católicos, que con casos de pedofilia a cuestas, y muy a pesar de las mentes y los espíritus libres, permanecen como un referente de opinión en este país. Sin embargo, entre todos esos escupitajos, ha aflorado uno que no puede ser, al menos completamente, atribuible a los curas, sino a quienes se han transformado en los guardianes de la sociedad posmoderna, relajada y desencantada; pero que aún así precisa de apóstoles de lo bienpensante o, para ponernos a tono con los tiempos, de lo "políticamente correcto": los sicólogos. Pues, ciertos transeúntes arguyen que los anuncios publicitarios pueden generar un impacto muy violento (léase traumático) en la siquis de las "personas vulnerables", es decir, niños y quienes han recibido una educación que los torna sensibles a la aparición a boca de jarro de dichas gigantografías. No son vehículos ofensivos, sino traumáticos... al menos renovamos las heces cambiándoles las moscas.

De cualquier manera, cambios formales aparte, resulta interesante desmenuzar la estructura de esa afirmación. Por ejemplo, hasta hace unos dos años, existía, en una carretera muy concurrida del centro de Estados Unidos, un letrero publicitario de considerables dimensiones, que en su mitad izquierda lucía la fotografía de dos revólveres cruzados, al estilo del emblema de Carabineros de Chile, y en la parte derecha, la siguiente leyenda, en inglés por supuesto: "mata a un gay y le harás un servicio a la patria; mata a dos y le harás un servicio a Dios". Desconozco si tal anuncio todavía se halla en pie; aunque por la sola forma en la cual se plantea aquí -que es la más objetiva y la menos efectista que se me ocurrió-, es chocante para un amplio abanico de personas, incluso para los homofóbicos moderados. Y a pesar de ello, no es necesario volar hacia el norte para encontrar estas demostraciones de incoherencia. Tan sólo recordemos aquellos avisos que pulularon por la capital chilena allá por el 2002, donde en un fondo negro, se imprimían frases en blanco supuestamente emitidas por el Señor -llevaban su nombre a manera de firma. Más allá de la buena intención que tales iniciativas podrían tener, acá se está cometiendo el pecado de tomar el nombre de Dios en vano, lo cual podría derivar en una acusación de blasfemia. Contra los ejemplos expuestos en este párrafo, no se han montado reportajes sensacionalistas ni debates que, de manera solapada, desean favorecer tenue y sutilmente a una posición conservadora. Aunque los favorecidos no sean los curas sino los sicólogos.

Y ya que se ha mencionado, es justo reconocer que el MOVILH tiene una actitud amarillista cuando trata estos asuntos. De acuerdo: es la respuesta de quien se siente agredido, toda vez que los homosexuales suelen jugar mucho con esa histeria chillona que les atribuye el resto de la gente. La forma de presentar estos temas, como un gancho comercial, puede en efecto ser discutible. Pero admitámoslo: todas las campañas publicitarias son agresivas y buscan golpear al interlocutor de tal manera que éste quede a la vez sorprendido y, al menos en un primer momento, atontado. Y no sólo las hay que intentan vender productos: algunas pretenden despertar la solidaridad de la gente, pidiendo donaciones para instituciones de caridad, llamando a disminuir la violencia física o apelando a una "conciencia ecológica" en cuestiones relativas al medio ambiente. No hay motivo para solicitar el retiro de una iniciativa que persigue como fin el comprender y tolerar a una comunidad que genera sentimientos encontrados, pero que merece un mínimo de respeto. Lo que por cierto, también exige el cristianismo.

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