domingo, 11 de agosto de 2013

Feliz Día, Niños Abusados

En los últimos minutos que le quedan a este día del niño, uno no puede dejar de ver a esos infantes atiborrados de regalos sin hacer un contraste con lo que les sucede a los menores que se encuentran bajo la tutela del aparato público, los cuales, de acuerdo a informes fidedignos que además las mismas autoridades intentaron ocultar, llevan décadas sufriendo abusos en aquellos orfanatos donde se supone han sido enviados con el propósito de garantizarles protección. Muchachos que, y esto también ha sido revelado en los escritos ya mencionados, durante todo este periodo perfectamente pudieron haber sido criados por ambos o uno de sus padres, cuando no por un familiar directo. Pero que fueron sometidos al arbitrio de un funcionario judicial que obró de acuerdo a prejuicios más que a un criterio.

La verdad es que en esta polaridad de situaciones, que afecta a niños que en muchos casos tienen la misma edad, idéntica contextura física y sueños similares, una vez más se puede constatar el carácter clasista de la ideología de la familia, que además está ligada de un modo muy íntimo al liberalismo económico en sus versiones más salvajes e inhumanas. Sólo aquellos padres que son capaces de gastar una aceptable suma de dinero en los centros comerciales luego reciben una autorización consuetudinaria para criar a sus hijos como a ellos les plazca, incluyendo la aplicación de castigos. Por su parte, estos chicos adquieren un derecho tácito a ser el centro de atracción y a pasear los obsequios recibidos con orgullo frente a sus amigos y con especial presunción frente a quienes les tocaron progenitores con menor poder adquisitivo. Una conducta que por cierto no deja de lado anomalías con el matonaje escolar. Lo peor es que quizá los muchachos menos afortunados ni siquiera salgan durante estos días a la vereda, menos por una vergüenza que por una recomendación de sus mismos criadores; no vaya a ocurrir que pase una funcionaria pública y se conmueva ante su precaria realidad, decidiendo iniciar los trámites para que ese menor sea finalmente llevado a un hogar de acogida. Mire que los regalos costosos y relacionados con artículos de último modelo no sólo aseguran la dicha infantil, sino que de manera adicional generan circulación monetaria y por ende aumenta el ritmo de crecimiento del país.

El recién destapado escándalo de los abusos en los orfanatos devela a un Estado que actúa como ese padre castigador, estúpido e ignorante que las mismas autoridades públicas incentivan a erradicar mediante diversas campañas publicitarias y medidas que incluyen precisamente a estos vapuleados centros para menores. Se califica de modo punitivo primero a los progenitores originales, antes que nada por carecer de capacidad adquisitiva, hecho que sirve para desatar una serie de sospechas. Ya asentados los prejuicios, se buscar colocar cercos en la vida del niño pobre, pues se acepta que sólo por su origen se halla más propenso a cometer acciones antisociales y reñidas con la justicia. En suma el aparato público se comporta como la caricatura del imbécil que azota a su hijo menos como consecuencia de una travesura sino como una forma de corrección preventiva. Y cuando la mentalidad del pequeño ha sido deformada y dañada de manera irreparable, los agentes gubernamentales efectúan un abandono, justamente el pretexto debido al cual fue arrancado de su núcleo familiar y encerrado en un hogar común. O aprovechan las circunstancias y se dedican a la explotación infantil, otro subterfugio empleado para apartar a los chicos de sus parientes cercanos.

Todo ello en un país cuyas autoridades tienen una visión idealizada y carente de realidad acerca de la maternidad -derivada precisamente de su particular posición social-, donde el aborto es ilegal bajo cualquier coyuntura y el uso de anticonceptivos y las personas que no han engendrado hijos, si bien son aceptadas igualmente son miradas con recelo. Si la madre opta por continuar con un embarazo se salva del linchamiento y el escarnio. Pero será el niño quien de ahora en adelante estará obligado a cargar con la culpa, no de una concepción concretada en circunstancias irresponsables (porque finalmente la preñez libra de todo mal), sino de haber nacido en un entorno estimado como vulnerable. Si no encuentra quien le dé regalos entonces será víctima de golpes y violaciones. Por su bien.

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