domingo, 3 de febrero de 2013

El Evangelio Por El Trasero

Justin Bieber, el juvenil cantante canadiense que se ha hecho famoso tanto por transformarse en un ídolo adolescente como por sus declaraciones en las cuales confirma que es un devoto cristiano evangélico, acaba de reventar una vez más las páginas de internet con una fotografía donde exhibe su trasero. Eso sí, a las pocas horas empezó a hacer todos los esfuerzos posibles por retirarla de los distintos sitios donde se hallaba alojada, actividad que acompañó con sus correspondientes peticiones de disculpas, dirigidas de manera casi exclusiva a sus hermanos de fe, ya que sus incondicionales seguidoras se han apresurado en responder que no tiene nada de que arrepentirse, y ellas en cambio bastante que agradecerle. De cualquier modo no es la primera muestra de contrición que se ve obligado a efectuar en lo poco que va corrido de este año a causa de sus deslices, pues unas semanas atrás circuló otra imagen donde aparecía bebiendo alcohol con el más absoluto desparpajo en medio de una fiesta, retrato donde además se incluía en segundo plano a un amigo fumando algo semejante a un cigarro de marihuana.

De seguro que varios de sus correligionarios se darán por satisfechos con el nuevo arrepentimiento público del impulsivo muchacho. Ya lo han hecho tras los incidentes anteriores que éste ha protagonizado, fuera de que han optado por pasar por alto situaciones como que este mocoso se ha venido transformando en un icono de la comunidad gay, pese a que no pierden oportunidad de recalcar que esas personas se irán de cabeza al infierno, con afirmaciones que rozan la intolerancia y la homofobia. No obstante, si continúa aseverando que persevera en los caminos del Señor y que le ha rogado a Él que le dé más sabiduría y templanza para no volver a cometer estas caídas que son producto de la tentación, entonces lo que corresponde es perdonarlo, que al fin y al cabo todos somos pecadores y estamos destituidos de la gloria divina, aparte de que de acuerdo con la Biblia ningún humano puede abogarse el derecho de juzgar. Por último han sido mayores los aportes que la ha ofrecido al pueblo evangélico internacional, al lograr insertarse en un medio que siempre se ha mostrado reticente a los principios y valores cristianos, como es la música pop. Y en un ambiente plagado de vanidades y placeres carnales, asegurar que mantiene su castidad, que respeta a sus padres -que por cierto también son sus representantes- y a la familia en general, y que ora tanto antes de iniciar como inmediatamente después de finalizar sus conciertos.

Por ahí dicen que cuando una celebridad obtiene triunfos importantes para un país o un colectivo cualquiera, los demás integrantes de esa masa le condonan hasta sus comportamientos más abyectos. Quizá el caso más emblemático y más cercano sea la paciencia que los argentinos le tienen a Diego Armando Maradona, campeón mundial con su seleccionado de fútbol y segundo jugador más valorado en la historia de ese deporte, quien a pesar de agredir a periodistas y ciudadanos pedestres, volcarse de tarde en tarde a su adicción a los estupefacientes y cometer fechorías a diestra y siniestra, aún cuenta con el cariño de sus connacionales quienes incluso suelen darle un sentido positivo a todas estas travesuras. Algo similar ocurre entre los cristianos evangélicos con sus componentes más famosos. Acaeció tras la muerte de Whitney Houston, cuando muchos pastores se apresuraron en destacar su permanente e incondicional pertenencia a una iglesia bautista con el propósito de desviar a la opinión pública acerca de su oscura etapa llena de vicios y de las extrañas circunstancias que rodearon su deceso (la autopsia reveló más tarde que había consumido cocaína, echando por tierra la tesis defendida por esos mismos ministros que afirmaba que había abandonado el consumo de sustancias prohibidas). Y está pasando ahora con Bieber, a quien hasta se le aceptan conductas que muchísimos hermanos han reprobado con constante denuedo, como la colocación de tatuajes en el cuerpo (si el niñato se marca la piel con una figura de Cristo, qué va: lejos de ser pecado constituye una muestra de su fe, religiosos anticuados), y además se lo aplaude cuando convoca a todos los micrófonos posibles para pedir perdón primero de Dios y después de los hombres, sin reparar en que se trata de un procedimiento sospechoso que se halla más cerca del espectáculo propagandístico que de la búsqueda de redención. Llegando incluso quienes son más severos en otras circunstancias, a recordar versículos tales como "el que esté firme, mire que no caiga" con el afán de proteger al díscolo jovenzuelo.

Sin embargo, esto puede ser visto como una versión a gran escala de lo que suele suceder en determinadas congregaciones, donde a un hermano que lleva años de recorrido, cuenta con un currículo importante dentro de la obra o sostiene contactos importantes con el exterior: se encuentra que la manga para medirlo dentro de la comunidad es más ancha y por ende a veces se siente con la licencia de efectuar acciones que de ser protagonizadas por otros miembros les significaría a éstos una grave reprimenda o sanción. Con lo cual el sujeto cuenta con margen hasta para vanagloriarse. Tal vez esto ocurra en poco tiempo más con Bieber, si no ya  le está afectando su fuero interno. Porque su arrepentimiento público pude ser comentado por sus seguidoras adolescentes, que no son cristianas, sino las fans de costumbre, y convertirse en un factor que agrandará aún más su fama, su popularidad y por qué no agregar, su ego. Todo por conservar la ilusión de que un auténtico cristiano triunfa en un medio que muchos predicadores han calificado de inmoral, corrompido y satánico.

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